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Temor... espejismos y luz

A las orillas del Estigia, lúgubres sombras deambulan sin destino y en un interminable transitar. A la distancia, lamentos agonizantes inundan el aire caliente y denso del lugar; cientos de voces de almas trastornadas que han llegado al final de su existencia. A la derecha, a la izquierda, en medio de la penumbra solo una profunda desolación y desesperanza se ciernen sobre todos aquellos que son llevados por Caronte al otro lado del Estigia; incluso aquellas almas consideradas las más justas llevan en su semblante ensombrecido la agonía del juicio venidero, un incierto destino que les indicará si será tormento eterno o descanso el final de su larga jornada.

Los diamantados observan inmóviles el paisaje a su alrededor, su camino ha dado un giro inesperado.

Transportados al otro lado del Estigia, ahora más de uno siente en su corazón la desesperanza y desolación que trae consigo la muerte. Cannon, Krysta y Björn, permanecen de pie detrás del resto observando el Yomotso a la distancia. Ilitia se aferra del brazo de Aurelio y él sujeta sus manos tratando de brindarle consuelo. Dante al igual que Fobos, han caído de rodillas sintiéndose impotentes, él golpea la arenisca de la orilla mientras aprieta los dientes; Cástor les invita a recobrar la compostura; sin embargo, Fobos parece ausente, sentado en la orilla del río todo su cuerpo tiembla presa del mismo temor que les invade a todos, (solo que en él ha terminado por mermar todas sus fuerzas) y mientras que Dante ya se ha puesto de pie, las piernas de Fobos no responden, su rostro desencajado y su mirada inundada reflejan los estragos que ese lugar amenaza con provocar: arrebatarles la cordura, antes que la vida.

—¡¡¿¿Cómo saldremos de aquí!!?? —Más que una pregunta parecía una suplica saliendo de la voz de Fobos.

—El guerrero sagrado de Cáncer era el único capaz de entrar y salir de este lugar —habló Cannon con seguridad—, por eso nos dió las partes de su armadura.

—¡Pero no tenemos idea de como usarlas y menos de como cerrar la abertura! —se quejaba Björn mientras daba vueltas en su lugar rascándose la cabeza algo desesperado.

—El único camino que veo es cruzar ese río de regreso —mencionó Aurelio que se había sentado en una roca junto a Ilitia que no dejaba de abrazarlo.

—No creo que nadar sea una opción —dijo Ilitia.

—No, debemos encontrar al barquero, caminaremos por la orilla hasta dar con él, su trabajo es cruzar las almas, y tal vez sepa algo que nos sea de utilidad —argumentó Aurelio.

—¡Estás loco! —reclamó Fobos quien aún era presa del miedo—. Caronte es uno de los espectros de Hades, ¿qué te hace creer que va a ayudarnos?

—Es más un mercenario que un soldado —aclaró Dante—. Por unas monedas ya ha cruzado a otros en el pasado.

—Sí, también hemos oído los mitos, pero nosotros no tenemos oro, dracmas o monedas de ninguna clase.

—Pero sí tenemos algo de valor —habló Cástor mirando a Krysta quien se había acercado a la orilla.

Todas las miradas se dirigieron al anillo que ella resguardaba celosamente en una cadena pendiendo de su cuello. Al oírlos, lo miraba como decidiendo si debía cederlo o no.

—¡Cómo te atreves si quiera a insinuarlo! —Ilitia brincó a la defensa de su amiga—. ¡Sabes lo que ese anillo significa para ella!

—No creo que valga tanto como para sacarnos de aquí, pero si fuera el caso... —Krysta se había quitado el anillo y estaba a punto de dárselo a Cástor cuando Cannon la detuvo.

—Encontraremos otra forma

—¿Y si no la hubiera? —Una voz ronca y madura se acercaba a través de la bruma sobre las aguas del Estigia—. ¿Estarías dispuesta a deshacerte de tu posesión más valiosa para asegurar el triunfo de tus amigos?

Todos giraron a ver al dueño de esa voz: el barquero Caronte (remando sobre la vieja barcaza de madera que transita de lado a lado por el Estigia desde tiempos inmemoriales) estaba frente a ellos, aproximándose con calma a la orilla, mientras avanzaba observaba con mirada penetrante y curiosa a la chica de ojos grises frente a él. Al tocar la orilla, el espectro se aproximó a ella quién sin pronunciar palabra, depositó el anillo en manos de Caronte, esperando, poniendo toda su confianza en el valor no físico, más bien intrínseco del anillo, en su significado.

—¡Hermosa gema sin duda! —Caronte examinaba el anillo minuciosamente—. Pero me temo que por si sola carece de valor, dime ¿en dónde esta la otra? ¿Acaso la lleva uno de ustedes? —preguntó mirando a cada uno de los varones—. No, ya veo, es una lástima, fueron hechas para estar juntas...

—La otra gema esta en manos del caballero del Cisne, tal vez.... —Krysta calló al contemplar la posibilidad de que su amado fuera a parar a ese lugar, miró a Caronte interrogándole al respecto.

—Yo no lo he visto, aún... —recalcó—Me habría gustado verlas juntas, así como me gustaría conservar la tuya, pero no siempre obtenemos lo que queremos, o en el momento que lo queremos.

—Entonces, ¿no quieres llevarnos?

—Poder y querer son dos cosas diferentes niña y aunque quisiera llevarlos, no podría, pues son demasiadas las almas que están cruzando y me temo no tengo tiempo que perder.—Terminó de decir ésto en el momento en que desembarcaban las últimas almas a bordo.

—¡Pero si ya vas de regreso! —Aurelio sujeto la barcaza mientras le desafiaba con la mirada—. ¡Qué te cuesta dejarnos subir!

—¡Peso extra, igual a tiempo perdido! —La respuesta fue acompañada por un golpe en el estomago que lo hizo retroceder.

—Por favor, ¡ayúdanos! —solicitó Krysta con mirada suplicante, mientras le ofrecía de nueva cuenta el anillo.

—Consérvalo, no puedo llevarlos, pero... "Las capas del espíritu" sí, solo deben hallar la forma de unirlas y ellas los devolverán al mundo de los vivos.—Y así como llegó, desapareció entre la bruma del Estigia.

—Pero, ¿qué son las capas del espíritu? —preguntó Cástor.

—No tengo la menor idea —respondió Cannon un poco frustrado—. Tendrá que ver con el Caballero de Cáncer, tal vez, pero aunque tenemos su armadura no sabremos en que consiste y ya no hay tiempo para averiguarlo.—Miraba hacia atrás, a la distancia podía sentir un cosmo maligno acercándose a ellos—. ¡Estén alertas!, no estamos solos.

Cerca de su posición, en unas cavernas rocosas, un barullo insesante se hacía cada vez más fuerte y por si fuera poco, entre más tiempo transcurría, la temperatura del lugar parecía ir en aumento, algo que sus cuerpos comenzaban a resentir.

—¡Ilitia cuidado! —Era la tercera vez que ella tropezaba y Aurelio trataba a duras penas de mantenese en pie.

—Lo... siento, yo... no me siento bien —finalmente cayó al piso por un golpe se calor.

—¡Otra vez! —quejó Dante—, ¿¡no me digas que vamos a tener que cargar a tu novia de nuevo!?

—No, espera, ella no es la única que se siente mal, este maldito calor esta sofocándome —Aurelio articulaba con dificultad mientras colocaba a Ilitia sobre unas rocas.

Todos comenzaban ya a sentirse acalorados, copiosas gotas se sudor surcaban sus rostros. Ellos se habían acostumbrado a las bajas temperaturas del palacio, asi que ahora, eran más susceptibles al calor, Ilitia y Aurelio sobre todo, pues desde muy niños habían llegado a vivir al palacio. Krysta, Dante y Björn fueron de los últimos en llegar, aun así, sus fuerzas se mermaban a cada paso.

—Disculpen, pero no puedo dar un paso más, esta armadura comienza a quemarme la piel —Cástor estaba a punto de quitársela cuando un chillido lo alertó.

Al mirar hacia atrás pudo ver una bandada de murciélagos salir de entre unas cuevas y que se dirigían a ellos. Cientos y cientos de estos animales se les abalanzaron como un torrente evitando que pudieran moverse, el ruido que provocaban con sus chirridos y aleteos era ensordecedor (lo suficiente para que Ilitia reaccionara) las garras de estos animales se enredaban en sus cabellos y razgaban las áreas desprotegidas de sus cuerpos. Después de unos instantes (que mas bien parecieron una eternidad) los murciélagos se concentraron en una sola columna que subió y descendió de golpe en medio de ellos.

Una voz comenzó a ser perceptible entre los chillidos y de entre la columna, y como si estuviera formado por ellos, apareció un espectro, de aspecto pequeño y desgarbado, (no parecía muy amenazador) los murciélagos se disiparon, y entonces pudieron verlo y escucharlo claramente.

—Les doy oficialmente la bienvenida al Inframundo —habló haciendo una tosca reverencia—. Y permitanme ser quien los acoja oficial y permanentemente en los dominios de mi señor Hades. ¡Soy la estrella celeste de la decepción, Khaly de murciélago y ustedes tendrán el honor de caer bajo mi mano!

Al terminar de hablar, extendió sus brazos y nuevamente un gran grupo de murciélagos salió de frente a ellos, pero esta vez se concentraron en torno a Björn. Con velocidad se arremolinaron a su alrededor impidiéndole moverse; dentro de ese remolino no lograba escuchar a sus compañeros quienes le llamaban preocupados, tampoco podía verles claramente, entre las alas de los animales atisvaba de vez en vez y así se dio cuenta que sus amigos yacían inmóviles en sus lugares como si se hallaran clavados al piso. Una sonora carcajada por parte del espectro hizo volver a los murciélagos a él, lo envolvieron, y desapareció ante sus ojos.

—Veamos si logran escapar de mi "Sonar de pesadilla" —gritó junto con una siniestra carcajada.

Acto seguido la parálisis que los detenía desapareció de sus piernas, todos se miraron para serciorarse que todo se hallaba en orden, y extrañamente así era, salvo por algunos rasguños todos se encontraban bien, o casi todos, Björn no se había movido, estaba de pie estático con la cabeza baja.

—¡Hermano, te encuentras bien! —Cástor se apresuró a llegar hasta él.

Antes de estar si quiera cerca, salió volando en dirección contraria. Björn le había atacado de frente y sin aviso.

—¡Hey! ¿Qué te ocurre?

—¡Björn somos nosotros, reacciona.

Gritaban uno y otro mientras esquivaban las embestidas del poderoso joven vikingo.

—¡Cástor estas bien! —Krysta se acercó al joven para ayudarlo a levantarse—. ¿Qué fue lo que pasó?, ¿por qué te atacó de pronto?

—Nnii idea, ¡¡auch!! Nññ, creo qque me rompió unas cuantas costillas, es como chocar contra una roca.

Björn parecía fuera de sí, no escuchaba a sus amigos y ni siquiera parecía reconocerlos. Después de alejarlos de él se quedó a la defensiva, miraba en todas direcciones como si luchara contra enemigos invisibles, gritaba y se agitaba, a veces sujetaba fuertemente su cabeza para después arremeter contra el primero o lo primero que se cruzara en su camino. Presa de un sueño, un espejismo o una pesadilla; era difícil de decir, pero estaba claro que si no se detenía terminaría matando a sus compañeros y consumiendose a si mismo.

Mientras tanto en las 12 casas...

Hades avanzaba ya en dirección a la casa de Virgo, había dejado tras de sí un par de espectros en la casa de Leo en espera de sus ordenes.

Aunque preferiría ignorarlos, Hades seguía de cerca los movimientos del ejército del sol y la luna, los diamantados no significaban una amenaza para él, sin embargo, le resultaba molesto saber que le pisaban los talones. El hecho de que fuesen un imprevisto, le hacia dudar de la victoria prometida por Zeus.

Todo el tiempo había mantenido una comunicación telepática con los Dioses gemelos, Hipnos (dios del sueño) y Thanatos (dios de la muerte), quienes le aguardaban muy cerca de la villa de Atenea mientras jugaban ajedrez.

—¿Y bien? —resonó la voz de Hades en la mente de los gemelos—. ¿Ya está todo listo?

—Nos hemos hecho cargo de todos los santos de Atenea que vigilaban la periferia del santuario—respondió Hipnos con tranquilidad.

—Bien podríamos dirigirnos a la villa de Atenea ahora mismo. —Thanatos movía tranquilamente una pieza de ajedréz—. Y así acabar con todo esto de una buena vez.

—Nadie tocará a la hija de Zeus excepto yo ¡su cabeza es mía!

—Tu travesía por las doce casas esta demorando demasiado —acusaba Hipnos—. ¿Por qué no los exterminas de una vez y ya?

—¿Pretendes decirme cómo hacer las cosas? Por que no prestan atención a lo que ustedes hacen. ¡¿Cómo es posible que tenga a ocho insectos venidos de no se donde pisándome los talones?!

En ese momento Thanatos dejó el juego y frunció el ceño como tratando de entender

—¡Exterminamos a todos! —reiteró Hipnos; detestaba tener que seguir a Hades, así que, el que insinuara una falla de su parte no le agradaba en lo más mínimo.

—Ya no importa, en este momento están atrapados en el inframundo, mi fiel sirviente se hará cargo, Ella jamás me falla. —Las últimas palabras de Hades fueron acusadoras, más una advertencia que una declaración.

En ese momento la comunicación telepática cesó. Thanatos se había quedado pensativo, mantenía los ojos cerrados y los brazos cruzados sobre su pecho. Hipnos por otro lado, había volcado el tablero de ajedrez frente a ellos.

—¿Qué quiso decir con que hay alguien pisándole los talones? —preguntó Hipnos.

—No es nada importante —respondió Thanatos con un ligero gesto de molestia por el desastre que su hermano había provocado con su exabrupto—. Si lo fuera, ¿no crees que ya lo sabríamos?.

—¿Entonces por eso dejará que esa niña se haga cargo? —dijo Hipnos recobrando la serenidad y volviendo a tomar asiento.

—Pandora no es ninguna niña y bajo la protección de Hades es tan temible como cualquiera de sus esbirros.

—No se porqué tenemos que estar bajo su sombra. Nosotros solos podríamos someter a éste mundo.

—No te equivoques hermano mío. —Thanatos tenía una aterradora sonrisa de medio lado—. Ésta no es nuestra batalla, es solo el primer paso para que ganemos "Nuestra Guerra".

—Aún así, no me agrada. Y sin "Ella" no entiendo como lo lograremos.

«Tal vez su regreso este más cerca de lo que esperábamos» Pensó Thanatos mientras dirigía su mirada al cielo, el sol hacia ya algunas horas que había aparecido en el horizonte y por alguna razón, éste se veía diferente.

De vuelta en el inframundo...

Los diamantados se habían ocultado detrás de unas enormes rocas, pues cada que asomaban la cabeza eran recibidos por un feroz ataque de Björn.

Más de uno había resultado herido por su mano: Cástor tenía fracturadas un par costillas, Fobos casi pierde el brazo izquierdo a no ser porque la armadura dorada le brindó protección extra y Dante había sufrido un severo golpe en la cabeza.

Mientras Ilitia les vendaba con gran habilidad y con ayuda de una tela que había encontrado por allí, el resto decidían que acción realizar, Cannon quien podía ver y sentir lo que acontecía en la mente de Björn, les mostró el espejismo. Utilizando su cosmos desplegó su percepción en forma de una imagen que les rodeó. Casi tangible, la pesadilla que Björn revivía, ahora era visible para que todos lo entendieran.

««««Un grupo villas asentadas a cerca de la costa, conectadas unas a otras por una serie de caminos; un pueblo nórdico ocupado en sus propias actividades fue atacado de pronto y sin avisos.

No hubo tiempo de correr, no hubo quien diera una alerta, las villas vecinas yacían consumidas por el fuego que hacía hervir la sangre derramada en el suelo. Cada familia se defendía sola, las madres armadas con escudos y espadas salían a la defensa de sus hijos, todo joven que pudiese sostener una espada luchaba con bravura sólo para caer atravesado por la espada del enemigo.»»»»

La visión se repetía una y otra vez. Björn ya no luchaba, se había quedado quieto, hecho un ovillo igual que un niño pequeño cubría su cabeza con las manos. Ilitia, superada por un instinto maternal se aproximó a él pese a las advertencias del resto.

—¿Madre? —fueron las palabras que salieron de la boca de Björn cuando ella estuvo cerca.

Ante la mirada atónita de resto, Ilitia se transformó en una hermosa y poderosa escudera nórdica y Björn en un niño de ocho o nueve años. A su alrededor el espejismo continuaba.

««««
—¡Encuentrenlo!, no podemos irnos sin él. —Se escuchaban voces aproximándose y el andar presuroso de varios hombres.

El pequeño Björn ya tenía edad para defenderse, pero su madre insistía en mantenerlo oculto.

—Tu padre nos dará algo de tiempo, debemos alejarnos de aquí —decía la mujer de nombre Freggia mientras se adentraba en la casa con su hijo del brazo.

Al llegar a la última habitación se puso a retirar unas piedras cerca de los cimientos. La parte posterior de su casa estaba apoyada en la ladera de una montaña y allí tenían una pequeña cueva labrada en la roca.

—Madre, ¡yo no soy un cobarde! —Björn tomaba la espada de su madre y se dirige a la puerta—. No pienso darle la espalda a mi pueblo.

—¡No seas tonto! —De nuevo lo tomó por el brazo—. Ellos no deben encontrarte.

—Están matando a todos allá afuera, ¡yo solo puedo derrotarlos!, si están aquí por mí les demostraré de lo que soy capaz.

—Ellos no quieren enfrentarse a ti, quieren dominarte, saben lo que eres, ya lo han hecho con otros, tu poder pertenece a Odín.

Mientras discutían, una batalla encarnizada se escuchaba en la entrada de la casa.

—Debes ocultarte. —Su madre lo tomó del brazo y lo metió dentro del agujero para luego comenzar a taparlo—. Espera 3 días y ve hacia el norte, tan al norte como puedas, cuando sientas que tus fuerzas te abandonan, sigue caminando, y cuando estés al borde de la muerte entonces habrás llegado.

—¿A dónde?

—A Asgard, allí esta tu destino

—¡Pero yo quiero pelear ahora, puedo defenderlos y tú lo sabes madre! —gritaba Björn con desesperación tratando de impedir que su madre terminara de cubrir la entrada.

Entonces ella lo tomó por los hombros y tras depositar un beso en su frente cogió la última piedra.

—Tu destino es morir en batalla, hijo mío —susurró—, pero eso no será hoy, será junto a dioses guerreros iguales a ti y entonces serás recibido en el Valhalla donde tu padre y yo te estaremos esperando, prométeme que te veré hecho un hombre, ¡promételo!.

Él asintió con ojos llorosos y vio desaparecer la luz tras la última roca, instantes después también desaparecieron los gritos y las voces, también el fuego que brillaba entre las rendijas de su prisión gradualmente se extinguió.

¿Cómo sabría que habían transcurrido 3 días? Dentro de esa pequeña cueva solo había obscuridad. Lloró de vergüenza e impotencia por no haber peleado, sentía culpa por la muerte inevitable de su gente, después de todo, era por causa suya que los habían atacado y simplemente no pudo salir y pelear.

Un olor nauseabundo se colaba a su refugio, el sonido de aves de rapiña y de lobos peleando le hizo saber que ya había pasado suficiente tiempo, con unas cuantas patadas derribó las rocas que lo resguardaban; el sol lastimaba sus ojos y sus músculos dolían por estirarse por primera vez en tanto tiempo. Entre los escombros halló provisiones, armas y emprendió el viaje que prometió a su madre, dejó a sus espaldas una sola tumba en la que depositó el casco y la espada de su padre, y el escudo de su madre, no encontró sus restos pues habían sido presa de la fauna del lugar. Caminó hasta casi morir, tan al norte como pudo, pero no fue llevado a Asgard. Desfalleció en medio de una tormenta y fue cuidado por una hermosa joven de cabello negro y nívea piel, de ella solo recordaba su rostro, un rostro perfecto, amable pero triste. Cuando por fin recuperó sus fuerzas estaba en un inmenso y gélido palacio, por un tiempo pensó haber llegado a su destino, para cuando supo que no era Asgard ya no importó, seguramente los Dioses de su pueblo lo echarían al Hellheim regido por Hella, al saber que se había ocultado como un cobarde en vez de pelear al lado de su gente.»»»»

—Todos estos años has vivido culpándote a ti mismo por la muerte de tu pueblo. —Ilitia tomó el rostro de Björn entre sus manos, el espejismo alrededor se había esfumado, ¡pero ella seguía siendo Freggia, la madre de Björn!

—¡Es hora de que eso termine! - continuó hablando con una voz que no era la suya-. Ahora, sé que tu destino es más grande de lo que yo podía ver. Vivíste para ayudar a salvar a la humanidad y no a un solo pueblo. Y como antes fué mi deber salvarte, ahora lo haré de nuevo, por que, por eso estoy aquí, hijo mío, para devolverte la dicha por la vida y el placer que dan las batallas. Deja atrás la culpa por lo que pasó, debía ser así, ¡sigue adelante, sal de este agujero obscuro y avanza hasta tu destino!

A medida que ella hablaba un espiral de agua iba formándose debajo y alrededor de ellos. Björn, cerró los ojos y se puso de pie lentamente, su cosmo empezó a arder con intensidad y a tomar un color naranja al tiempo que el espiral de agua lo rodeaba.

—¡Vive!, hijo mío, ¡pelea y muere en batalla!, pero no aquí, ¡sal de la obscuridad y alcanza tu destino en el Valhallaaaaaa! —Un suspiro resonó con intensidad al tiempo que el alma de la madre de Björn abandonaba el cuerpo de Ilitia quien cayó desplomada al piso.

El agua y la luz parecieron desaparecer dentro del cuerpo de Björn ante la mirada atónita de todos.

—¡¡Malditos!!¡¡Malditos!!¡¡Malditos!!

Ni siquiera tuvieron tiempo de procesar lo ocurrido cuando Khaly de murciélago se presento entre ellos lleno de rabia en su mirada.

—¿¡¡Cómo es que siempre se salen con la suya!!? —El espectro rechinaba los dientes con coraje mientras miraba a cada uno de los Diamantados tratando de identificar una debilidad—. Ahora resulta que hasta las almas en tránsito les ayudan. ¡Se suponía que él los matara a todos! Ahora tendré que ensuciarme las manos.

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