Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

"Otra casa vacía"


En la casa de libra...

Tras un combate de algunos minutos y no sin grandes esfuerzos, los ocho diamantados habían logrado derrotar a los dos espectros que Hades dejó atrás para cerrarles el paso, a saber: Rem de Licaón, la Estrella celeste del pecado, -quien con su aullido infernal casi termina con la vida de Ilitia y Björn- y Draw de sílfide, la Estrella celeste del vuelo. Afortunadamente, Adam de libra estaba con ellos.

Mientras aún respiraban agitados tratando de sobreponerse, Cannon les apresuraba para seguir adelante.

—¡Pronto! debemos avanzar o le perderemos de nuevo.

—Calma, joven caballero —habló Adam con tranquilidad sentándose en una de las rocas cercanas—. Hades no irá a ninguna parte, su objetivo se halla al final de las doce casas y aún tenemos tiempo.

—¿¡¡Cómo puedes estar tan tranquilo?!! —Fobos se puso frente a él, si bien, no era su intención faltar al respeto, sí era obvia la molestia y desesperación en su voz—. ¡No acabas de presenciar por ti mismo su poder!

—Sí, lo hice, al igual que ustedes, pero también fuí testigo de lo que ustedes pueden hacer—. Hizo una pausa y se aproximó a ellos, rodeándolos y observándoles con atención—. Aunque tienen un grave defecto.

Adam se cruzó de brazos, tenía una ligera sonrisa en el rostro, lucía divertido. Ese gesto y sus palabras anteriores provocaron que los demás plantearan un interrogante en sus miradas y surgió una expectación por parte de todos, exceptuando a Krysta, cuyo rostro mas bien reflejaba cierta molestia e indignación.

—¡¡Ya basta de acertijos!! —replicó Krysta y avanzó hasta estar frente a Adam, confrontandole cara a cara—. ¡Estoy harta de que, desde que llegamos, cada vez entiendo menos. Sólo han sido acertijos e instrucciones a medias por parte de cada uno de ustedes!

—¿Y tú eres...? —Adam tenía un gesto de desconcierto y sorpresa.

El rostro de Krysta había quedado a centímetros del suyo y él no dejaba de observar aquellos ojos grises.

—¡¿Ah?! ¡oh!, sí, lo siento. Con todo esto creo que no nos hemos presentado adecuadamente... —balbuceó Krysta claramente apenada por su reacción anterior y por haberle faltado el respeto a un áureo.

Antes de que siguiera balbuceando o que la cara se le cayera de vergüenza -pues estaba sonrojada y miraba en otra dirección-, Adam le interrumpió con una sonrisa en el rostro.

—No me refería a eso, sé quién eres,  aunque tú misma lo has olvidado. Lo que dije hace un momento no es un acertijo, el defecto del que les hablaba está en sus armaduras —aclaró con paciencia—. Fausto de cáncer les cedió las piezas de su Cloth y con ello aumentaron sus probabilidades para sortear el Inframundo y salir de él, sin embargo, desequilibró terriblemente el balance de sus Cloths originales, lo que los vuelve ligeramente más lentos e ineficaces.

—A decir verdad —admitió Aurelio—, nos dimos cuenta de ello, aunque de forma inconciente, mientras estábamos allá.

—Creímos que la armadura de Cáncer nos abandonaría en cuanto saliéramos, así que no le dimos importancia —explicó Dante—. Pero ahora parece haberse fundido con la nuestra en su lugar.

Adam, volvió a rodearlos, ésta vez, observando con detenimiento y más de cerca cada una de las armaduras; cada junta, cada fisura, cada detalle de estas Cloths de diamante le resultaba fascinante.

—Bien, no son tan diferentes de las Cloths del santuario —señaló—, aunque salta a la vista que el diseño pertenece a otro de los dioses.

Les pidió reunirse frente a la entrada, se alejó a cierta distancia de ellos y cerró los ojos como para concentrarse, después de un suspiró.

—La era de los Santos de Atenea, parece estar llegando a su fin y con ellos la humanidad —declaró con seriedad—. Deberemos hacer cuanto esté en nuestro poder para que esto no ocurra y es por esto mismo que considero, que salvar una Cloth no debe ser prioridad.

Dichas estas palabras, extendió las palmas de sus manos en dirección a ellos, al instante, las piezas de la Cloth de Cancer comenzaron a vibrar y se desprendieron de su lugar, acto seguido estallaron en pequeños trozos, parecían millones de diminutas estrellas que orbitaban suspendidas alrededor de cada uno. Antes de que Adam pudiera hacer otra cosa, un brillo cegador procedente de las armaduras de diamante tomó a todos por sorpresa. Por un instante, aquél brillo alejó las tinieblas a su alrededor e incluso las nubes de ultratumba sobre ellos se disiparon. Voces de sorpresa y elogio siguieron a una transformación total de las armaduras.

—¡¡WOW!! —exclamó Adam desconcertado y sorprendido,  pues su intención sólo era equilibrar el peso de las armaduras—. ¡Eso definitivamente no lo hice yo!! —aclaró.

Las miles de chispas doradas que flotaban aún a su alrededor, fueron absorbidas equitativamente por cada nueva armadura, quedando así fundidas con ellas pero sin alterar su nueva forma.

Todos observaban sorprendidos el cambio tan radical que había ocurrido. Las armaduras de diamante habían "crecido" y pasado a ser, de sencillas armaduras de combate, a unas que cubrían el cuerpo completo, ¡majestuosas y complejas como las de las doce casas! Cada Cloth parecía haberse modificado de acuerdo a la personalidad y habilidad de su portador; por ejemplo, la armadura de Ilitia -que originalmente estaba desprovista de protección en los muslos-, ahora le cubría todo el cuerpo lo que la hacía verse imponente al tiempo que delicada; en contraste, la de Björn era enorme, pero de líneas suaves como el agua sanadora del Swadhisthana; además las armaduras de Aurelio e Ilitia eran muy semejantes, como si de cloths gemelas se tratarán. La de Fobos, parecía evocar en sus formas a las flamas danzantes de una fogata. La de Cannon era elegante y angulosa; la de Cástor de un tono plata muy oscuro y de líneas más bien agresivas; Dante portaba una armadura ligera, de formas sólidas como la tierra que representaba. La armadura de Krysta aún parecía hecha de diamante, pero ahora tenía hombreras amplias, un casco elegante y finas líneas gravadas, todo su aspecto en general era suave y elegante.

—No estoy muy seguro de lo que ocurrió —admitió Adam—. ¡Pero el resultado es mejor de lo que esperaba! Me atrevería a decir, sin temor a equivocarme, que sus armaduras evolucionaron por sí mismas desde hacía ya un rato, tal vez ayudadas por la sangre de Sora de Virgo, o algo así, pero por estar adheridas a las piezas de la cloth de Fausto su transformación no había podido completarse.

—¡¡Esto es genial!! —Cástor probaba su nueva armadura con muchos bríos, a diferencia del resto que se mostraban serios.

—Sus nuevas armaduras, son prueba más que suficiente de que tienen lo necesario para vencer a Hades —reconoció el de Libra—; el resto, dependerá de la fuerza de cada uno de ustedes. ¡Ahora apresurense! La casa de Escorpión está vacía, así que cruzarán sin problemas y de igual manera la de Sagitario... bueno por obvias razones. Hades se encontrará pronto con Astra de Escorpión, Décimo de Capricornio y Vladimir de Acuario quienes le esperan reunidos en la casa de Capricornio . ¡Deben llegar a ellos antes de que otra calamidad ocurra, detenganlo antes de que llegue a la villa de Atenea!

Adam tomó asiento de nueva cuenta en una de las tantas rocas que la batalla había desprendido del templo

—¡¿Te quedarás a descansar?! —recriminó Aurelio—. Es que, ¿no vendrás con nosotros?

—Mi ayuda aquí ya no es requerida, además, para empezar ni siquiera debería de estar en el santuario —confesó con tristeza el de Libra.

—¡¿Pero de qué estás hablando?! —replicó Aurelio—. Eres un áureo de Atenea, ¡claro que tu lugar es aquí!

—Hace tiempo ya que fui expulsado del santuario —admitió Adam—. Si estoy aquí, es sólo porque esta Cloth fue a buscarme. Mi antigua armadura —dijo riendo con ironía—, fue por mí para un último trabajo. Ahora, poco o nada me queda por hacer en esta vida.

—Acaso ¿tan grave fue tu falta, que ahora simplemente abandonarás la batalla, aún cuando tu cloth fue a buscarte?

—No actúo como un cobarde, si es lo que piensas, aún tengo dignidad, no así fuerzas o aliento de vida.

Al escuchar esas últimas palabras, los otros volvieron la vista en dirección a donde se encontraban platicando; al prestar atención a sus palabras, el corazón de más de uno se heló. Por un instante habían creído que contarían por fin con el apoyo de un áureo en la batalla, pero ahora...

—No me digas qué... —habló Aurelio desconcertado y con algo de temor.

—Sí, Hades mismo se encargó de dictar la más alta sentencia contra mí, ahora, mi vida se acaba y sólo quedará tras de mí ésta armadura.

Adam permanecía inmóvil en su lugar, se veía estoico y apacible; alzó el rostro lentamente en dirección al cielo y se levantó. Al mismo tiempo todos pudieron ver como su cuerpo se desvanecía poco a poco, como un espejismo, como arenas al viento que se  van.

«Devuelvanle la vida a éste mundo» fueron sus últimas palabras, iguales a un susurro que se confundió con el viento y se perdió en medio de los relámpagos.

En el lugar, una luz envolvió la cloth de Libra y ésta se dirigió a Atenea igual que una estrella fugaz, para así ocupar su lugar junto a las otras. Allí, en el recinto de Atenea, las armaduras doradas que habían vuelto a ella se encontraban en derredor de su trono, ocupando cada una un lugar en las paredes y en espera de su próximo dueño. Desde la de Aries hasta la de Libra y la de Sagitario también; exceptuando por supuesto, la cloth de Cáncer que ahora formaba parte de las armaduras de diamante y la de Leo que Hades pulverizó tras la muerte de Pandora.

Sólo cuatro áureos seguían en pie para detener a Hades y sus espectros: Astra, guerrera Sagrada de Escorpión, hermosa y letal; Décimo, de la armadura de Capricornio y poseedor de Excalibur; Vladimir de Acuario, antiguo maestro del palacio del Invierno y finalmente, Belatrix, la hermosa y mortal portadora de la armadura de Piscis.

Entretanto, los espectros de Hades cruzaban la casa de Escorpión...

—Otra casa vacía —farbullaba un espectro—. El de Escorpión seguramente ha buscado refugio en una de las otras casas.

Hades seguía su camino sin siquiera prestar atención a tales comentarios, ya había perdido mucho tiempo y algo en la energía que circulaba a su alrededor le decía que vendrían más retrasos.

Ésta vez, como las anteriores, los diamantados no pudieron darse el lujo de digerir las palabras de los áureos o de lamentar la muerte de quienes les ayudaban en su travesía.

Lo que había iniciado como una cruzada personal para salvar la vida de uno de sus antiguos compañeros y amigos, se había convertido en la batalla que decidiría el futuro de la humanidad.

Poco tardaron para llegar a la casa de escorpión pero ésta no estaba vacía como Adam les había dicho, risotadas siniestras hacían eco en el interior de la casa.

De cuando en cuando, la luz de los relámpagos se colaba por la entrada permitiendo entrever las espectrales siluetas de quienes les rodeaban; ojos amenazadores que brillaban como los de una fiera salvaje acechando por las noches, sonrisas desquiciadas y miradas infernales que aparecían como destellos intermitentes a su alrededor era lo que se alcanzaba a distinguir entre las penumbras.

Podían sentir varios cosmos infernales rodeándolos y sin poder saber a ciencia cierta a cuantos se enfrentaban, de forma instintiva se colocaron de espaldas unos con otros. No había luz que pudiese atravesar las tinieblas que cubrían el lugar, salvo el reflejo de los relámpagos que cruzaban el cielo con incesante furia, semejantes a inmensas serpientes de fuego y que precedían al resonar de los truenos mezclados con las voces de inframundo que repetían frases amenazantes y retadoras.

—Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Se escuchaba en una de aquellas voces espectrales, a lo que siguió una carcajada burlona de todos los espectros que estaban allí. Los ocho caballeros apretaban puños y dientes permaneciendo alerta, sin saber de dónde vendría el primer ataque, indecisos en darlo ellos o no.

—¡Diablos, éstos malditos engendros parecen salir de debajo de las piedras! —masculló Dante furioso.

—No creo que puedan quedar ya muchos de ellos —observó Cannon—, pues según mis cuentas entre los santos de Atenea y nosotros, ya hemos mermado a más de la mitad.

—Si, es cierto —recalcó Aurelio—. Aunque también están los espectros que acompañaban a Hipnos y Thanatos, y de esos no sabemos cuántos son en total o cuántos quedan.

—¡Dejen de conversar y mejor concéntrense! —instó Krysta—. Estamos rodeados y si bajamos la guardia podrían acabarnos. No sabemos cuántos son así que...

—¡¡Krysta cuidado arriba!!

Una advertencia a tiempo por parte de Ilitia ayudó a qué Krysta saltara hacia el frente justo a tiempo para evitar un ataque. Acto seguido otro espectro atacó a Cástor, quién debió separarse del grupo para evitar ser golpeado.

—¡Pronto, regresen con nosotros! —ordenó Cannon—. ¡No debemos separarnos!

La solicitud parecía simple, pero los ataques no cesaban y su único objetivo era separarlos, aislarlos del resto para destruirlos uno por uno.

—¡Ya fue suficiente! —grito Aurelio mientras devolvía el golpe a un espectro frente a él—. Es hora de demostrarles quiénes somos realmente, no hemos pasado por tantas cosas para nada.

Los que habían sido separados del grupo se desafanaron con rapidez de sus atacantes y volvieron a concentrarse en el centro del recinto espalda con espalda de sus compañeros y teniendo a más de veinticinco espectros a su alrededor.

—¡Ahora verán! —Ilitia fue la primera en desplegar un ataque.

Con todas sus fuerzas hizo que el hilo glaciar se desplegará en todas direcciones alrededor de ellos; era como una gran telaraña con el centro alrededor de ellos, a manera de una red de sensores para poder ver en esa oscuridad. Cada hilo resonaba como las cuerdas del Koto al ser rosada por algún espectro, y así, al detectar el sonido rápidamente Ilitia les informaba y atacaban en esa dirección. De cuando en cuando, los destellos de luz que ingresaban al caer de los relámpagos, también eran aprovechados por ellos para atacar a sus oponentes. Tarde se dieron cuenta que los espectros podían verlos claramente entre las tinieblas, a diferencia de ellos que necesitaban de algún reflejo o de algún sonido para ubicarlos, métodos que comenzaban a carecer de eficiencia y eficacia.

Comenzaron a sentirse acorralados de verdad, sin poder ver a sus adversarios, la desesperación y el sentimiento de inutilidad comenzaron a hacer eco en sus corazones. Por más que utilizaban sus sentidos no podían evitar sentirse presa fácil; nieve y heladas ventiscas se hicieron presentes como consecuencia de su desesperación, la situación comenzaba a salirse de control; contrario a lo que se pudiera pensar, a sus  adversarios poco o nada les afectaba la temperatura.

—¡Qué truco tan patético! —resonó una voz con desprecio—. Somos los espectros más fuertes de los dioses del inframundo, ésta casa será su tumba.

—¡Estoy harto de estar a ciegas! —Se quejó Fobos y al instante las alas de fuego se desplegaron en su espalda.

El fuego, de un naranja intenso iluminó los alrededores al instante, al haber sido una reacción inconsciente, no se percató de que el calor lastimaba a sus compañeros y además que destruía el hilo glaciar.

—¡El hielo y el fuego no se llevan! — Recibió un zape de parte de Björn.

—Esa luz nos sería más útil sino nos impidiera usar nuestras técnicas — reclamó Krysta—, porqué no intentas calmarte.

La última frase careció de sentido para la mayoría, pero Fobos recordó lo ocurrido en el Inframundo: cuando su ira se desvaneció, también el calor de sus alas mas no así su luz. Con eso en mente se concentró y poco a poco el Manipura mediante su fuerza de voluntad transformó el fuego a uno de color azul, tan brillante como la luz del día, pero frío como el hielo; dirigió sus alas hacia arriba y el fuego se concentró en una esfera gigantesca -para sorpresa de los espectros- que iluminaba el recinto, hecho esto sus alas desaparecieron.

—¡Bien hecho! —aplaudió Cannon—. Pero aún hay escondrijos para esos insectos, puedo sentirlos pero no verlos.

Krysta hizo aparecer unos cristales prismáticos frente a ella que comenzaron a girar a gran velocidad a su alrededor. La técnica ejecutada le requería gran concentración y ¡casi es alcanzada por uno de los espectros! afortunadamente Aurelio salió al quite deteniendo el ataque con las manos. Al cabo de unos instantes los cristales salieron despedidos en distintas direcciones. Eran espejos de hielo tan pulido que hacían rebotar la luz de las flamas por todo el lugar, dejando al descubierto a todos sus enemigos.

Durante estos preparativos los espectros no dejaban de atacarlos ni un instante, algunos habían ya sucumbido y otros habían tenido la suerte de herir a los diamantados -aunque nada de gravedad-; ahora, con la luz de su parte, nada les detendría, las nuevas armaduras les permitían movimientos más veloces. Como haces de luz surcando el cosmos luchaban contra los espectros a quienes poco a poco iban superando.

Una sensación extraña mantenía a Cannon y a Krysta algo molestos. Desde el momento en que entraron a la casa de Escorpión, ambos sentían la misma aura espectral que les acompañó en el Inframundo.

—¿Tú también lo sientes no es así Krysta? —cuestionó Cannon.

—Mmjj —asintió ella—. Igual que un escalofrío recorriendome la espina. Pero no logro identificar de dónde proviene.

Antes de que pudiesen terminar con todos los espectros, repentinamente éstos dieron un salto hacia atrás, todos al mismo tiempo y desaparecieron.

—¡¿POR QUÉ!? —resonó por todo el lugar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro