Unos instantes antes en el santuario...
Hades y sus espectros avanzaban sin obstáculos, los pocos santos de plata y bronce que quedaban por allí habían sido marcados por Hades y muerto en consecuencia, en su mayoría delante de Atenea.
Los soldados del santuario, sin tener la más mínima oportunidad contra el ejército de espectros, se habían replegado rápidamente a la villa, y si acaso alguno quedaba en el camino de las doce casas, no había piedad para él, su muerte era inmediata y dolorosa.
Solo los santos dorados, guardianes de las doce casas se negaban a abandonar su lugar; sin embargo, algunos se habían reunido en una sola casa a fin de oponer una mejor resistencia, como Mizar de Géminis, que aguardaba en la casa de libra junto con Ryota de Sagitario y Adam de Libra.
Mientras los Diamantados seguían atrapados en el inframundo, Hades y sus espectros habían reducido a escombros la casa de Leo, Rigel era el nombre de su guardián.
—Parece que los santos de Atenea no son tan poderosos ni tan celosos de su deber —decía un espectro de nombre Mefisto—, esa casa fue abandonada, tal vez ya se están dando por vencidos
—Mejor cierra la boca —reprendió Hades con tranquilidad—. Solo están replegándose, como si fuera a servirles de algo —se burló—. ¡Démonos prisa! Ya quiero terminar con esto.
La última frase llevaba un tinte de molestia, las anteriores palabras de Hipnos le estaban molestado: ¡insinuar innecesario su peregrinar por las doce casas! y además, los jóvenes detrás de él -aunque atrapados por el momento- le tenían intranquilo.
Rigel de Leo no quería arriesgarse a estar demasiado cerca de Hades, así que se replegaba poco a poco en dirección a la casa de Virgo. En su camino atacaba a los espectros de Hades mientras avanzaban.
La comitiva de Hades fue mermada considerablemente al recibir el "Plasma relámpago" de Rigel de Leo desde la distancia, ante esto, Hades siguió avanzando sin inmutarse, con la vista fija en la casa de Virgo, ya que mientras el portal al inframundo permaneciera abierto, sus espectros podrían volver cuantas veces fuera necesario, además, Rigel moriría tarde o temprano igual que los otros y mientras más tiempo transcurría, más seguro estaba de que los diamantados tras de él correrían la misma suerte.
Pronto, Rigel llego ante las puertas de la sexta casa, en su interior, Sora de Virgo meditaba profundamente perfeccionando una técnica ancestral para detener a Hades, a saber: "Los tesoros del cielo".
Desde las puertas de la sexta casa, podía observarse claramente el lugar donde se situaba la casa de Cáncer, parecía un agujero negro en la tierra y cubierto por una espesa bruma que giraba en espiral. El tiempo se les terminaba, Rigel era consciente de que, los que entraron, tenían una misión casi imposible, aun así, trataba de confiar en que lo lograrían.
—¡Resguarda la entrada por favor! —Sora había salido de su meditación y se aproximó a su amigo de la infancia—. ¡Retrásalos, tanto como puedas!
—¿Qué harás mientras tanto? —inquirió Rigel preocupado.
—¿Puedes sentirlos? _En vez de contestar, Sora formulaba una pregunta como de costumbre—. Han entrado al Inframundo, al otro lado del Estigia. Ni siquiera son santos de Atenea, pero están arriesgando sus vidas para darnos alguna ventaja.
—Mmmm... Te refieres a esos jóvenes que entrenaron en la Biblioteca del Norte. Tu mismo llevaste a algunos niños a ese lugar ¿no es cierto? ¿Es por eso que te preocupan?
—En parte, es verdad. Pero más bien me sorprende que, aunque ésta no es su pelea, aquí están, luchando por Atenea —Entonces se puso dubitativo y murmuró—. O, ¿será acaso por sus propios intereses?"
—¿Qué dices? —Rigel no pudo escuchar bien.
—Nada. Tú detén al ejército de Hades lo mas que puedas. Volveré adentro, debo meditar.
—¡¡¿Queeeee?!! —replicó el de Leo—. ¡¡¡Me dejarás a mí solo, mientras tú tomas una siesta!!!
Los ojos de Sora le miraron con severidad, sabía que su amigo bromeaba, pero éste no era el momento ni el lugar. Sin decir más, se introdujo hasta la cámara más recóndita y retomó su meditación.
Mientras, Hades y sus espectros continuaban avanzando. Al llegar a la casa de Virgo, detuvieron su avance por un momento, Rigel de Leo se hallaba resguardando la entrada, estaba a la defensiva y lanzó el primer ataque. Hades no se inmutó y lo detuvo fácilmente con un movimiento de su espada -la cual absorbió la energía-, de inmediato, tres de los espectros detrás suyo se lanzaron contra el de Leo. Un cruel enfrentamiento daría inicio. Entonces, un sonido lejano y estremecedor los detuvo, al inicio era como un simple eco, pero pronto resonó claramente por todo el santuario: ¡un agonizante grito procedente de la casa de Cáncer había llegado hasta los oídos de Hades! Con sorpresa en su mirada, el gobernante del inframundo giró en la dirección de donde procedía el sonido... Su presencia siempre tranquila comenzó a alterarse, comprendió que Pandora había sido derrotada. Su cosmo se estremeció, sus ojos -profundos y acuamarinos como dos lagos en calma- se transformaron en unos llenos de ira. Sus espectros mismos sintieron tal temor por su cambio de humor que huyeron lejos.
¿Qué era lo que estaba sintiendo? ¿Ira, dolor? Ni él mismo lograba discernirlo. La muerte de Pandora significaba que los insectos detrás de él habían ganado, eso los volvía peligrosos y una interferencia que hacia hervir su sangre. Por otra parte, perderla a ella, era perder algo muy preciado. A diferencia de Perséfone -su esposa, quien le detestaba y continuamente tenía "visitantes"-, Pandora le era incondicional, su devoción era a tal grado que bien podría confundirse con amor.
«¡¡Amor!!» pensó con desprecio. Sí, amor, eso que los santos de Atenea predicaban era el culpable de que ahora se sintiera devastado. Comprendiendo esto, giró con violencia a ver a Rigel, quien simplemente no pudo evitar dar un paso atrás al contemplar la expresión en el rostro de Hades, esos ojos llenos de ira fueron lo último que vio.
Una ráfaga inmensa de energía igual a una explosión, salió despedida en todas direcciones desde el cuerpo de Hades acompañada por un grito lleno de rabia, odio y tal vez algo de dolor. Rigel nada pudo hacer, él y su armadura se hicieron pedazos de inmediato ¡ni siquiera polvo quedó en el lugar donde había estado de pie!
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En algún lugar, cerca de la villa de Atenea...
Ocultos y aguardando por Hades, Hipnos y Thanatos seguían con su partida de Ajedrez.
—No se porqué tenemos que esperarle —insistía Hipnos—. Atenea está cerca de nosotros y ni siquiera se ha dado cuenta. ¡Su cabeza puede ser nuestra! Insisto que su afán por caminar a través de las doce casas solo ha sido una pérdida de tiempo.
—Él debe exterminarlos —respondió Thanatos aburrido por el tema.
—Sí, pero si el caso es exterminarlos, tú bien podrías hacerlo solo.
—Así no funcionan las cosas. Hay reglas que ni siquiera los dioses debemos romper.
—Ok, esa parte ya la entendí. Pero dime ¿por qué enviar a alguien para advertirle a Athena? —inquirió Hipnos de su hermano-, ¿era eso necesario?
—Tú también dejaste ir a uno ¿no es así? Y no estoy pidiéndote una explicación.
—Bueno... eso... Su sueño fue, como decirlo: revelador. —Hipnos hizo una seña y de entre las sombras, surgió la bella Phantasos con una esfera en las manos que depositó sobre el ajedrez y después ella desapareció—. Creo que algo bueno podría salir de todo esto, observa.
—¿Quién es ella? —Thanatos veía la esfera de sueños aparentando ningún interés.
—Podría ser... por lo que sabemos, esa chica esta con aquellos guerreros que le pisan los talones a Hades.
—¿Realmente podría ser a quien estábamos esperando?
En ese momento una ligera sacudida movió las piezas del ajedrez. Supieron de inmediato quien era el responsable: Hades, y el porqué, lo único que podía alterarle: Pandora. Restándole importancia, siguieron con su partida, Hipnos incluso sonreía en sus adentros, nunca le había agradado esa mujer.
—Creo es tiempo de cambiar la jugada—dijo Thanatos poniéndose de pie.
—¿Cambio de planes, de qué estás hablando?
—No los nuestros, por supuesto, solo sacaremos provecho de la situación actual. Dejemos que Hades se las arregle solo. —Thanatos abrió un portal e invitó a su hermano a entrar—. ¡Ven! tenemos otro asuntito que arreglar.
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De vuelta en la casa de Virgo...
La sexta casa se vino abajo casi en su totalidad, dentro seguía Sora, aún meditando.
Así como así, Hades se tranquilizó, volvió a su calmada expresión de siempre y avanzó con parsimonia, no sin antes hacer un ademán para que los "cobardes" de sus espectros volvieran a acercarse. Entraron a las ruinas de la casa de Virgo, eran apenas unas cuantas columnas las que seguían en pie sosteniendo el techo con precariedad. Entre el polvo de los escombros destacaba el brillo del cosmo de Sora, ¡el derrumbe no le había hecho nada!, seguía sumido en su meditación, sin embargo, las ondas del poder de Hades sí lograron herirlo y bajo de él, comenzaba a formarse un charco se sangre.
Niobe de Licaón, la estrella celeste del pecado, se acercó a Sora para darle muerte, le pareció que sería sencillo, sin embargo, pereció en el intento, pues aunque el de Virgo se hallaba sumido en su meditación, su cosmos era lo suficientemente poderoso como para eliminar cualquier amenaza.
Hades pasó por un lado sin prestarle la más mima atención.
—¿Lo dejará vivir mi señor? —preguntó otro de los espectros quien al ver como había derrotado a Niobe sin mover un solo dedo, no creía prudente ignorarlo
—Él ya está muerto —aseveró Hades— sigamos adelante.
Una voz resonó en la mente de todos ellos: «La muerte solo es una transición, usted ya debería saberlo. Y es a esa transición a lo que más le temes.»
Un buda inmenso apareció frente a ellos, cortándoles el paso.
—Ésta, es la técnica suprema. —Sora parecía flotar frente al inmenso buda—. ¡¡¡LOS TESOROS DEL CIELO!!!, Mientras aun me quede vida voy a destruirlos poco a poco acabando con cada uno de sus sentidos... primero ¡la vista!
Y así, Hades y sus espectros permanecieron atrapados en la casa de virgo mientras Sora les arrebataba sus sentidos hasta que finalmente todos los espectros yacieron muertos a sus pies.
—¡De verdad creíste que una técnica tan mediocre podría detenerme! —Hades estaba postrado de rodillas, sus ojos habían perdido su luz, todo su cuerpo se hallaba paralizado, las palabras no las pronunciaba con su voz, sino por su cosmo—. ¡¡YO SOY UN DIOS!!
—Es verdad, pero el cuerpo que ocupa es mortal y como tal depende de sus sentidos. Tal vez no pueda matarlo, pero lo detendré tanto como pueda. Y ahora que ya no tiene a tus espectros, esta a un paso de ser derrotado.
—¡¡¡¡¡Jajajajaja!!!!! —una sonora carcajada salió de boca de Hades.
Sora contempló con temor el hecho de que Hades se estaba recuperando, mientras que él, cada vez se hallaba mas cerca de la muerte, si seguía usando "Los tesoros del cielo" , su fin llegaría antes de lo que había calculado.
—Creo que no has hecho bien tus cuentas, santo de Virgo —dijo Hades—, ¿acaso ya olvidaste que son tres los ejércitos de espectros que marchan sobre el santuario? Además, mi sapuri, está mas allá de tu imaginación, ¡más allá de la sabiduría de Buda!
Con una explosión de energía, Hades se liberó del poder de Sora, una comitiva nueva se situó a sus espaldas -eran parte de los espectros de Hipnos y Thanatos-, y él se acercó hasta el guerrero de Virgo que continuaba en flor de loto, sumido en su meditación.
—Medita en esto: El Olimpo mismo es quien me ha dado la victoria —susurró al oído—, Zeus está harto de ustedes y por eso yo seré quien gobierne esta tierra. —Con una palmada en el hombro y una cínica carcajada se despidió de él y siguió su camino.
Mientras avanzaba hacia la séptima casa, a sus espaldas reaparecía de entre las tinieblas la casa de Cáncer. De su interior salieron los ocho Diamantados aún con las piezas de la armadura de cáncer sobre sus cuerpos, de inmediato echaron a correr para acortar la distancia entre ellos y el enemigo. Recorrieron la distancia entre las casas de Leo y Cáncer en un parpadeo, gozaban de un vigor renovado y sus cosmos irradiaban una luz incomparable, ya no había dudas o temores, ésta vez lucharían contra lo que fuese hasta el final.
"Por Atenea, por el amor, por la esperanza, por la vida"
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