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seis

N/A: No me gusta dejar notas en medio de los capítulos, pero cuando aparezca "Unwritten", SOLO AHÍ, pongan la canción de multimedia. No antes, ¿si?

Quedaban quince minutos para que fuesen las doce de la noche. Para que iniciara su aniversario.

Las chicas se la pasaron bronceando sus pieles, y Haerin tuvo que cuidar a su novia y escucharla gritar cada que su brazo rozaba con algo. Se había quedado dormida al sol, y si ella no hubiese aparecido diez minutos antes, Pham estaría insolada y probablemente con un montón de medicinas tediosas.

Hace un rato, cansada, Haerin había decidido tomarse una siesta cuando el reloj marcó las diez de la noche. Eso sí, antes, se aseguró de poner una alarma para despertarse y saltar sobre la azabache para celebrar los años de su relación.

Pero en vez de despertar con la canción 360 de Charli xcx -Danielle se la había puesto un día de alarma y ya no supo cómo cambiarla-, la chica se despertó por los agresivos golpes en su puerta.

Seguía desorientada, mas, al escuchar la voz de quien decía ser un trabajador, se apresuró en ir hacia la entrada, totalmente alterada.

—¡Señorita Kang! ¡Señorita...! —sus palabras quedaron a medias cuando Haerin abrió.

—¿Q-qué sucede?

—Señorita Kang, disculpe que la moleste, p-pero me avisaron q-que, ¡q-que la otra señorita que se hospeda con usted...! —habló como trabalenguas, exaltado, y tuvo que darse unos segundos para poder modular—, le pasó... le pasó algo. Hizo algo.

Su cara transmitía terror puro.

—¡¿Cómo dice?! —Haerin llevó una mano a su pecho, donde su corazón parecía estar apretándose—. ¡¿Qué ha hecho?! ¡¿Ella se encuentra bien?!

—¡No hay tiempo para explicar, por favor acompáñeme! —el hombre salió trotando por el pasillo, Kang yendo detrás de él.

Bajaron las escaleras saltándose varios escalones y la pelinegra ya no podía respirar bien.

Hanni era probable de cometer muchas estupideces, como robarse comida cuando el comedor del hotel estaba cerrado o gritarle a un empleado que lo estrangularía. Pero por como hablaba el trabajador que seguía corriendo, ahora camino a la playa, Haerin supo que se trataba de algo más.

Algo peor. Dios. Sin darse cuenta comenzó a llorar. No podía ocurrirle nada a su Hanni, no, por favor.

—¡¿Dónde está?! —sollozó, sus músculos ardiendo.

—¡Siga de largo y cuando vea el puesto de tatuajes doble a la derecha, me dijeron los salvavidas que ella se encuentra allí! ¡Yo debo ir por más ayuda!

No le dio tiempo ni siquiera de indignarse con ese tipo por dejarla así, sola, sin una mera explicación. Siguió avanzando, pasó el cartel que decía "Tattoo" y dobló hacia el lado correcto.

A varios metros suyo pudo ver una figura, estaba oscuro y no comprendía muy bien qué estaba haciendo, pero la reconoció por su estatura.

—¡Hanni, Hanni, amor! —gritó, ya bañada en lágrimas.

La maldita canción 360 comenzó a reproducirse en su móvil, indicando que ya estaban de aniversario.

Y joder, Haerin solo pudo esperar lo peor.

Con el corazón casi saliéndose de su boca, dio los últimos pasos con dificultad, frenando en seco ante la imagen.

—¡Feliz aniversario, amor mío!

Que enana de mierda.

Unwritten.

En la arena habían mantitas, sobre estas un par de velas aromáticas, bocadillos y muchas decoraciones más.

—¡¿Eres imbécil?! ¡¿Cómo mierda se te ocurre hacerme esto, idiota?! ¡¿Te faltan tornillos en la cabeza o qué-?!

El bramido de Haerin quedó cortado cuando Hanni fue hasta ella, tomándole de la cintura y besándola con fuerza. Kang intentó apartarse, pero su novia no la dejó. Acabó cediendo con muchas emociones contradictorias acelerando su pulso.

Estaba contentísima, ¡Hanni le preparó todo aquello!

Estaba furiosa, ¡la iba a matar! ¡Hanni era la persona más imbécil del planeta! ¡Casi hace que sufra un paro cardiaco!

La más baja limpió sus mejillas húmedas, sonriendo sobre sus labios.

—Feliz aniversario, Rinnie —repitió—. Lamento el susto, pero era parte de la sorpresa.

Haerin abrió la boca, luego la cerró y le golpeó en el pecho repetidas veces. Se lo merecía.

—¡Casi me muero, Hanni! —lloriqueó—. ¡Pensé...! P-pensé lo peor...

Se dejó abrazar por su novia, quien no pudo ocultar su risa, sobándole la espalda.

—Ya, ya, mi gatita. Todo fue una broma, ¿si?

La menor volvió a mirarla.

—T-te odio —insultó, pero traía una hermosa sonrisa—. Y te amo también, Pham. No sé cómo lo logras.

Hanni carcajeó, robándole un pico.

—Es uno de mis talentos, bebé.

—Bueno... —limpió sus últimas lágrimas—, feliz aniversario igualmente, ratoncita.

Se sonrieron en grande, como si en sus ojos pudiesen leer perfectamente lo tanto que se amaban.

Hanni la volvió a besar, arrastrándola hacia las mantas.

Cuando la coreana se logró calmar, la vietnamita ya le había servido una copa de champán.

—¿Y cómo carajos lograste que viniese un encargado a tocar la puerta?

—Lo soborné, me dijo que fue actor —se elevó de hombros y ella rodó los ojos.

—Eres una tarada —se acercó para acurrucarse a su lado, el mar brillando frente a ellas—, eres mi tarada.

Hanni la separó lento, mirándole con la luna sobre sus cabezas.

—¿Y... seré tu tarada por siempre?

—Claro que sí. Jamás te dejaría ir —asintió, contenta.

—Bueno, en ese caso...

Sonrió, Hanni sonrió de verdad.

—¿Quieres casarte conmigo, Kang Haerin? —volvió a hablar y sacó de su bolsillo una cajita azul oscuro, abriéndola para mostrarle el anillo.

Haerin quedó boquiabierta, su cabeza haciendo cortocircuito.

—Y-yo... yo... —comenzó a llorar—. ¡Mierda, c-claro que sí! —se lanzó a sus brazos, empapando el hombro de su novia con el llanto.

Corrección. El hombro de su prometida.

—¡¿Si? —se separó para verle a los ojos—. ¡¿Si te casarías conmigo?! —comenzó a llorar también, ambas siendo un desastre.

—¡Sí, sí, jodida Pham! ¡En cualquier vida, tarada! —dijo con cariño, pero entre más lloriqueos de emoción.

Acabaron rodando por las mantas hasta pasar a la arena, sin saber por qué. Rodaron, riendo de amor, sonriéndose, gritando, y riendo más. Quedaron sobre la arena ya definitivamente, Haerin acostada bajo suyo.

—¡Te amo, Kang Haerin! ¡Te amo! —besó sus labios—. ¡Gracias, gracias, Dios! —exclamó, ahora hacia el cielo.

Que noche más hermosa.

—Te amo más, Nini, t-te amo —correspondió, estirando sus brazos para atraerla a sí y abrazarla tan locamente enamorada.

Se besaron más, más y más.

Y de repente, Hanni la jaló del brazo, levantándolas de la arena.

—¡Vamos, ven! —comenzó a correr hacia el mar.

—¡¿Q-qué haces?! —rió, corriendo también, sin soltarse de las manos.

—¡Quiero meterme a la playa con mi prometida! —y la cargó por la cintura, metiéndolas al agua.

Con risitas jugaron en el océano, se hundían, volvían a la superficie y se besaban, sin importarles el sabor salado del mar.

Eran ellas y solo ellas.

Porque siempre fueron Hanni y Haerin. La vívida prueba del amor verdadero, de las medias naranjas.

***

Haerin estaba dándole un pedazo de sandía a su chica, ambas de cabello mojado y las bobas sonrisas sin poder borrarse de sus rostros.

La noche era cálida, no existía el frío juntas.

—¿Cómo llegaste a esto? ¿Cuándo lo planeaste?

—La vez que te acompañé a tu sesión de fotos, una embarazada lloraba, casi tanto como nosotras ahora, contándole por teléfono a no sé quién, que le habían propuesto matrimonio —sonrió—. Y bueno, no pude dejar de pensar en aquello desde ese día.

—Oh, Dios, ¿cómo puedes ser tan linda? —le dio un besito de esquimal, sintiéndose afortunada.

—Está en mis genes, hermosa —se burló.

—Eso no lo niego.

—Mh —tragó otro trocito de sandía—, debo serte sincera. Ven —la movió para que se sentara en su regazo, y la rodeó por la cintura—. Sabes que llevaba tiempo pidiéndote un bebé.

—Sí, lo sé —rió, girándose ligeramente para que quedasen observándose.

—Pero el matrimonio, por alguna razón, no lo había pensado hasta esa vez. Así que, luego solo me quedó unir los puntos —ahora la corrió para que quedaran de frente, todavía con la chica sobre sus muslos—. ¡Y no debe ser inmediato, ¿si?! Solo...

—Anda al punto, Pham —entrecerró los ojos.

—Quiero casarme y después, definitivamente, tener un bebé contigo. ¡Podemos esperar unos meses luego de la boda!

—¡¿Realmente lo dices?!

—¡Es que Haerinnnnnn! —puchereó—. Mi sueño es hablarle a tu pancita, y sentir pequeñas patadas.

—Por todos los santos, ¡eres una tonta! —río, tomándole las mejillas, besándola—. Pero... —juntó sus frentes—, desde que me lo dijiste, yo... Joder —suspiró—. ¡Sueño con tener a tu maldito Louis! —confesó.

—¡¿Hablas en serio?! —abrió los ojos, fascinada.

—Sí, Dios. ¡No sé qué estamos haciendo con nuestras vidas, no sé si nos estamos adelantando y tengo miedo! ¡Jesús, ni siquiera me he graduado! —exclamó—. Pero... mierda, quiero todo contigo, Hanni Pham. Una boda, un bebé, unas vacaciones por Francia o una salida de picnic. Cualquier cosa me hace feliz si es a tu lado, y si ocurre hoy, o dentro de diez años... me da igual. Solo quiero vivir mi vida contigo.

¿Qué pasó luego? ¡Exacto! ¡Llantos, besos, nervios, risas, más besos! Más emociones alborotadas.

Más enamoramiento.

¿Qué se le iba a hacer? Daba igual la edad, los empleos, los títulos universitarios. Jóvenes o no, las dos sabían lo que querían, y eso nadie se los haría cambiar de opinión.

Así es el amor, después de todo.

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