ocho
—¿Sabes qué se cumple hoy?
Hanni, que estaba revisando su celular, aparta la vista del aparato y agranda sus ojos, con miedo a dar un paso en falso.
¿Aniversario? No. Hanni no lo olvidaba. ¿Cumplemés? Tampoco, eso ya había sido. ¿Algún cumpleaños? ¿Su santo? Dios. Hanni tenía realmente miedo de mover tan solo un dedo y acabar con tres cuchillos enterrados en la espalda. ¡Ella no recordaba nada!
—Mm —asintió falsamente, reincorporándose en el sillón donde ambas descansaban.
—¿Ah, si? ¿Qué cosa? —alzó una ceja.
—¿Me estás poniendo a prueba? —Pham se hizo la ofendida, llevándose una mano al pecho—. ¡Tú dime qué se cumple hoy, que te apuesto a que no sabes! —se paró en el sillón saltando sobre sus pies, mirándola hacia abajo.
Haerin entrecerró los ojos y eso bastó para que la mayor se volviera a sentar con una sonrisa incómoda, alisando sus prendas.
—Dime qué se cumple hoy, Hanni Pham —habló seria.
—¡Ya, no lo sé, lo admito! ¡Perdón, ¿si?!
Haerin se abalanzó hacia ella agarrando un cojín azul y poniéndolo sobre su rostro.
—¡Maldita... —hizo presión sobre el cojín—, tarada... —otro empujón—, imbécil! —y un último empujón.
Hanni inhaló como si acabase de salir debajo del agua durante tres minutos sin respirar y agarró las muñecas de Haerin, quien la veía enrabiada.
—¡Se cumplen nueve meses desde que me pediste ser tu esposa, enana de mierda! ¡Debí haberte dicho que no!
Hanni frenó de golpe la lucha, quedándose pensativa. Volvió a tomar su celular y no bastó de dos segundos para que formara una sonrisa gigantesca.
—¿Ahora qué? —gruñó la castaña.
—Sabes, esta me la deberás de por vida —le mostró la pantalla de su móvil.
Estaba en la galería, en la foto de aquel día en la playa. La fecha en negrito en la parte superior se leía perfectamente. Aún quedaban tres días para que se cumplieran los nueve meses.
El rostro de la de ojos gatunos palideció, cerrando la boca. Han comenzó a carcajear burlesca y triunfadora.
Hace dos meses Haerin hubiese rodado los ojos y le abría restado importancia al hecho de equivocarse. Es más, hace dos meses, en el caso de que Hanni hubiera olvidado algo importante, no habría hecho mayor problema ni la hubiera atacado con cojines -cosa que en realidad era muy propia de la vietnamita-.
Pero hace dos meses Haerin no estaba embarazada de su esposa, con quien llevaba ya siete meses casada -y ocho viviendo juntas-.
Así que la chica, con su estómago algo abultado y esa sensibilidad y cambios de humor tan característicos del segundo mes de embarazo, se rompió a llorar, haciendo puños sus manitas.
—¡L-lo lamento, r-ra... ra-ratoncita! ¡Lo siento mucho! ¡Soy la peor esposa del universo!
Hanni se desconcertó, aunque no tardó en acercarse y abrazarla, sobándole la espalda mientras murmuraba que daba igual.
Era tercer espectáculo que le hacía en esa semana y Pham debía admitir que esa Haerin era muy distinta a la de hace un mes siquiera.
Y la mayor, tan territorial que siempre fue, disfrutaba como ninguna futura madre aquellas escenas que dejaban en evidencia que el embarazo iba avanzando. Adoraba mimarla, que Hae la tratara bien y luego mal, que llorara, que se riera, que tuviesen que parar a cada gasolinera por baño ya que sus ganas de orinar se volvían más frecuentes, así como sus cambios de ánimo.
Haerin le comentó una noche del miedo que tenía a las estrías que podrían quedar en su piel producto al embarazo y cómo esto podría afectarle en su carrera de modelo, y aunque ella la concilió y prometió que comprarían las mejores cremas para evitarlas, Hanni creía que esas marcas solo la llenarían de orgullo al ser un rastro de lo que estaban viviendo, de que su esposa estaba embarazada de ella prácticamente, pues el método que habían utilizado -método ropa, como lo planificó hace tiempo atrás-, hacía que compartieran la maternidad.
Hanni siempre estuvo enamorada de su Rinnie. Y esta Rinnie embarazada, oh, por todos los santos, solo podía fascinarle más. Se había convertido en su gatita gruñona.
Hasta los señores Pham quedaron sorprendidos de la emoción perdurable de su hija y que no flaqueaba jamás, porque a pesar de que ellos ayudaron en gran parte para poder sustentar el método ropa, siguieron teniendo estas preocupaciones que todo su círculo social -y hasta gente que no era parte de él- les decían: "son muy jóvenes para tener un bebé. Se arrepentirán".
Que se jodan, ambas saben que les queda mucho del embarazo aún, pero nunca se arrepintieron y las dudas del inicio que sintió Haerin, dejaron de existir desde el día en que se casó con su actual esposa.
Un matrimonio hermoso y elegante que ahora cada que lo recuerda, la señora Haerin Pham Kang termina sollozando y viendo el álbum de fotos con helado de cassata, piña cortada en cuadritos y salsa de chocolate en mano.
Oh, y eso que aún no llega al punto de los antojos extraños.
Pues sí, meses movidos, meses de cambios. Hanni seguía trabajando, pero al ser hija de su tan importante padre, podía darse unas ventajas. ¡Cosa que ella sabe que está mal! Pero le importa una mierda porque esas ventajas solo las toma cuando se trata de Haerin y su hijo, como esa vez que su esposa la llamó a las diez de la mañana diciendo que se iba a morir si no llegaba en diez minutos a hacerle el amor. Cosas de embarazadas... al parecer.
Ahora, treinta minutos después de que Haerin dejó de llorar, Hanni la arrullaba en sus brazos, ambas mirando el capítulo de Gossip Girl que recién comenzaba.
—¿Estás escuchando el programa, bebé? —le habló a la pancita de la castaña, quien sonrió negando con la cabeza. Ya sabía para dónde iba—. Bueno, cachorrito o cachorrita, eso se llama cultura general. Tú, antes de aprender a decirnos mami gatita y mami ratoncita, te aprenderás esta introducción, ¿si, amor?
—Nini, no seas ridícula —rió.
—Where has she been? Serena... And who am I...? —la ignoró, volteando con exageración hacia los lados, como si hubiesen cámaras enfocándola—. That's a secret that i'll never tell...
Miró a la vietnamita alzando el control remoto hacia ella, como diciéndole "yo sé que tú también quieres cantar". Y bueno, no se equivocó.
—You know you love me —Haerin rodó los ojos, aunque de todas formas cantó esa línea y se preparó para su parte favorita—.... XOXO...
La joven pareja se miró con una gran sonrisa antes de que ambas asintieran, sabiendo perfectamente qué hacer. Cuando la introducción estaba por finalizar, Hanni guió el control remoto hacia el estómago de su esposa -para que el bebé cantara, claro que sí- y las dos exclamaron:
—¡Gossip Girl!
Luego chillaron como colegialas cuando apareció la siguiente escena, que trataba de dos personajes principales de la serie vistiendo unos trajes. Haerin gritó por Nate Archibald y Hanni gritó por Chuck Bass.
Y Hae debía aprovechar que a la única persona que Hanni no celaba era -al ficticio- Nate Archibald, ya que decía que ella también tenía su debilidad por el amigo de este.
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danielle y wonyoung rompiendo y reconciliándose como hobby. 🫡
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