09
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Hanni se aferró a los bordes de la mesa y cerró los ojos golpeando su frente repetidas veces contra la misma mesa sin demasiada fuerza para dañarse gravemente, pero tampoco de forma muy delicada como para que sus amigas no estallaran en carcajadas.
Pham sentía que se estaba volviendo loca y explotaría en mil pedazos. Y todo se volvió peor cuando escuchó y reconoció sin dificultad la risita de su novia a lo lejos.
Parecía que escapó de un hospital psiquiátrico para el resto de clientes de la cafetería.
—¿No serás celópata? —la voz de Hyein interrumpió su crisis y Hanni pestañeó confundida.
—¿Celópata? Nunca lo había pensado... —formó una mueca pensativa—. ¡Ay, ¿pero qué mierda me importa eso?! —volvió a la alteración—. ¡Esa asquerosamente guapa chica está intentando seducir a mi jodida novia!
—Concuerdo, esa mujer está buenísima —comentó Minji sonriendo.
—¡No ayudas, imbécil! —la vietnamita le lanzó en sobrecito de azúcar que reposaba en el plato debajo de su taza y cayó justo en su ojo.
—¡Auch!
Hasta rabiosa como un perro Hanni era habilidosa.
—Cálmate, animal —Hyein le miró con el ceño fruncido—. Tendré que comprarte tranquilizantes o algo.
—De hecho no es una mala idea —escuchó la voz de Haerin y todas voltearon hacia ella.
La castaña había oído hace unos cortos segundos lo que hablaban sus amigas y dedujo fácilmente que Hanni Celosa Pham estaba presente.
—¡Haerin! —Hanni saltó a sus brazos, pasando por arriba de Danielle, pisando sus muslos y poniéndole una mano en la cara para equilibrarse mientras esta reclamaba por la invasión a su espacio—. ¡Haerin, nunca más vayas a preguntar algo sin mí, no intentes atacar tu vergüenza, yo te ayudaré siempre, ¿si?! ¡Solo no vayas sin mí!
La menor rió pues sabía que se trataba de una excusa, no es que Hanni no quisiera que ella superara su, algo ridícula, vergüenza con las personas, sino más bien no quería arriesgarse otra vez a que alguien le "coqueteara".
—La mesera era mi prima de segundo grado que no veía desde hace mucho, Hanni, por eso me quedé conversando con ella, quería saber cómo estaba —aclaró sin que nadie se lo pidiera.
—Oh...
Las otras tres rieron con ganas burlándose de todas las estupideces de la extranjera mayor.
—¿Y qué tiene, por qué me aclaras eso? Yo no estaba celosa o algo por el estilo —Han se hizo la desentendida.
—¡Te está creciendo la maldita nariz, Pham, desde aquí lo veo! —dijo Danielle, aún sintiendo su propia nariz doler por las pequeñas pero fuertes manos de Hanni aferrándose a ella como si no fuera persona.
—Bueno, igual no te descuides, Hanni unnie, dicen que los primos norteños rompen códigos.
—¡Hyein! —gritaron todas por lo asqueroso que simplemente sonó eso.
La menor se elevó de brazos y bebió su jugo de mango en paz.
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