07
Era jueves, Hanni, Haerin y Danielle habían salido de clases, y a Minji y a Hyein aún le quedaban cuarenta y cinco minutos más, así que decidieron esperarlas para luego ir a una heladería, cafetería o lo que sea que saliera en el momento.
Danielle no había perdido el tiempo cuando vio a Jang Wonyoung y fue directo a "intentar conquistarla", según sus propias palabras, por lo que la pareja quedó a solas y aprovecharon los minutos para mimarse.
Hanni estaba sentada en una banca mientras Haerin reposaba en su regazo y la mayor la sujetaba desde la cintura.
—¿Estás emocionada por el sábado?
—Claro que sí, mi amor —se estiró por un costado hasta besarla con suavidad—. Quiero vivir todos mis cumpleaños junto a ti, Rin.
—Oww, mi bebé —Haerin se derritió de ternura y esta vez fue ella quien buscó la boca de su chica, dejándole un pico—. Te amo mucho, ¿lo sabías?
—Me lo había dicho un pajarito de por ahí, sí —asintió y se observaron con el cariño tan profundo que sentían.
Aunque claro, su burbuja de amor se rompió en cuando una alterada Danielle se acercó a saltos gritando como lunática.
—¡Tengo una cita, tengo una cita! —llegó hasta ellas y las abrazó, haciendo que Haerin cayera hacia un lado en la banca por la brusquedad de la australiana—. ¡Tengo una cita, por todos los cielos! —repitió, por fin dejándolas respirar cuando se separó.
Hanni miró mal a su amiga por separarla de su novia y volvió a subir a Haerin a sus piernas mientras esta reía por la emoción de Marsh.
—¿Wonyoung?
—¡Síiiiiiiiiiii! —Danielle hizo como si llorara de emoción y las otras dos rodaron los ojos por el espectáculo.
—No entiendo cómo lo haces, Marsh. Wonyoung es tan delicada y tú tan... —Han formó una mueca—, tan tú.
Haerin comenzó a reír y Danielle bufó, aunque en el fondo también se preguntaba lo mismo.
De hecho hasta le sorprendía que a Jang le gustaran las mujeres.
No pasó tanto hasta que Minji y Hyein por fin salieron de sus respectivas clases, por lo que el grupo de chicas salió disparada al centro comercial más cercano a la universidad.
Antes de almorzar decidieron pasar a ver ropa por petición de Hanni, quien tendría una comida por el trabajo de su papá y debía buscar el atuendo perfecto para verse elegante. Habían altas posibilidades que luego de que terminara su carrera universitaria comenzara a trabajar en la compañía de los Pham y, probablemente, acabaría heredando la empresa una vez su progenitor se jubilara.
—¿Te gusta este? —le preguntó a su novia, apuntando un vestido azul marino.
—Te quedaría precioso, ratoncita —habló Kang, dándole el visto bueno.
Con aquella afirmación Hanni fue hasta los probadores mientras Haerin la esperaba afuera para ver cómo le quedaba el atuendo. Las otras tres estaban por alguna parte de la tienda probablemente haciendo desorden y sacándole canas verdes a los empleados.
Hanni salió del primer probador, por lo que no tuvo que acercarse demasiado hasta llegar frente a su novia.
—¿Cómo me queda?
—¡Perfecto, Nini, es muy lindo! —su felicidad genuina hizo a la mayor sonreír, dando una pequeña vuelta sobre sus pies.
—Sí, debo admitir que me veo fenomenal —y ahí estaba su gran amor propio -ego no era, eh- saliendo a la luz.
—Le queda muy hermoso, señorita.
Los ojos de ambas mujeres se dirigieron hacia el joven sentado en la silla a un lado, el que se encargaba de contar las prendas que la gente se probaba.
En los ojos del chico había enamoramiento puro, no se podía negar, y Hanni agradeció haciéndose la linda, pestañeando coqueta como si fuera una jodida solterona.
Haerin abrió ligeramente la boca y entrecerró los ojos. Sabía lo que buscaba su novia con eso: ponerla celosa.
No era primera vez que lo intentaba, pues siempre reclamaba que lo poco celosa que era Haerin le molestaba, pues sentía que a la de ojos gatunos le importaba una mierda si alguien más se interesaba en ella.
Pero no era así, no es que a Haerin no le importara, es que le tenía la suficiente confianza para saber que jamás la engañaría y de esa forma no tenía que preocuparse por nada.
Pero al parecer la vietnamita no lograba entenderla.
—¿Seguro que te gusta? —preguntó Pham.
—Nunca había dicho algo más en serio —asintió atontado, casi que cayéndose de la silla.
Hanni sonrió en grande, lanzándole una mirada retadora a Haerin.
Que boba inmadura, pensó ella, rodando los ojos y largándose de allí.
Fue en busca de sus amigas porque no tenía ganas de los jueguitos de su chica.
—¡Espera, Rin! —al parecer la mayor se había arrepentido, pues intentó ir tras ella, pero los guardias la detuvieron porque aún traía el vestido puesto.
Kang volteó hacia Han y carcajeó al verla luchar con los hombres. Al final, ella terminó siendo la única perjudicada.
Diez minutos después Hanni llegó hasta el grupo con un puchero y el ceño fruncido.
—¿Qué pasó, conejita? ¿No te salió la jugada? —se burló Haerin y Hanni alzó la mirada ahora con molestia.
—¡Oye, no te burles! —comenzó a refunfuñar y Hae sonrió mientras se acercaba y la encerraba en sus brazos para callarla con un beso—. Eres una mala —murmuró la más baja luego.
—Y tú una bobita —le acarició la mejilla—. ¿Por qué me intentas celar si sabes que así no soy yo?
—¡Porque eso es lo que me preocupa! Si no eres celosa significa que no te importo —gruñó, ignorando los preciosos ojos de Haerin que la observaban con intensidad.
—Ridícula —bufó, pero con una risita—. Sabes que los celos no son mi manera de demostrar amor. Mi manera es cada día cuando te beso, te miro como si fueras la cosa más bella del planeta... que lo eres —hizo una pausa—, te escribo cada mañana y noche, te compro tus glosses extraños que te hinchan los labios...
El malhumor de la azabache comenzó a flaquear y su sonrisa empezó a hacerse más notoria al escucharla enumerar esas cosas.
Era cierto, su noviecita siempre le demostraba su amor.
—Te amo, Nini, jamás lo pongas en duda.
Ahora la sonrisa de Hanni era gigante y se colgó a su novia, llenándole de besos el rostro.
—¡Te amo el triple!
—Ya paren con sus cursilerías —Hyein las interrumpió poniendo una mueca de asco mientras Danielle y Minji le seguían.
—Que no te importe, pie grande —Pham le miró feo.
—¿Pie grande? Al menos no soy un minion de...
—¡Basta! —Kang las interrumpió, pues sabía que si no las detenía Hanni era capaz de lanzarse a atacar a la pobre menor y esta le devolvería la paliza.
Y, también, era seguro que Minji se uniría a la "pelea" solo por salsera y Danielle comenzaría a hacerles barra mientras grababa.
Sus amigas eran... bueno, especiales.
Las hizo mover el culo para que fueran a pagar lo que sea que querían comprar y veinte minutos luego estaban sentadas en una cafetería.
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