05
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Hanni guardó su celular en el bolsillo de su pantalón con el ojo izquierdo tiritándole. Podía ver claramente a Haerin a unos metros conversando con Sunghoon mientras reían como las desgraciadas de sus amigas le habían dicho.
Y aunque quiso sacar una metralleta y fucilar a ese rubio alto, le había hecho una promesa a su novia, por lo que solo se limitó a seguir con su tic en el ojo mientras mordisqueaba el aire -literalmente-, haciendo sonar sus dientes con fuerza, como si así aliviara la tensión en su pequeño cuerpo.
Hyein, Danielle y Minji, que ya estaban a un lado de la vietnamita, solo se dedicaban a carcajear por el claro estrés y colapso que estaba pasando Pham, su rostro rojo y ahora aferrándose de la baranda que tenía detrás para no salir corriendo hacia Sunghoon y arrancarle sus rubios cabellos de principito perfecto.
Pasaron los cuatro minutos más largos y dolorosos para Hanni hasta que por fin esos dos se despidieron y Haerin comenzó a caminar hacia ellas.
Hanni pegó un grito sin poder controlarlo más y salió disparada hacia los brazos de la menor, quien solo jadeó de impresión cuando esa boca la atacó en un beso intenso como los que se limitaban a tener en privado. La extranjera no perdió tiempo y se atrevió a bajar unos cortos segundos hasta su cuello para dejarle un beso sonoro a la vez la agarraba de la cintura.
Haerin, todavía envuelta en confusión, se dejó llevar por la mayor cuando esta se puso detrás suyo y comenzó a caminar sin soltarle la cintura.
Estaba "marcando territorio", comprendió Kang al ver a su amigas riendo en el suelo y agarrándose el estómago.
Claro, acababa de conversar con su amigo del cual Hanni siempre fue celosa.
Al pensar en eso detuvo su caminata de freno, volteando hacia Hanni.
—Espera... —comenzó Kang—. ¡No saltaste sobre él o le lanzaste algún objeto, Nini! ¡Te controlaste como te pedí! —sonrió contenta del cortito pero notable paso que dio la mayor y le rodeó los hombros para besarla con amor.
Estaba tan orgullosa de su conejita.
Han sonrió sobre su boca también, sin finalizar el beso hasta que las chicas comenzaron a reclamarles que eran unas asquerosas y que se guardaran sus perversos besos babosos para cuando estuvieran a solas.
—Gracias, mi amor —volvió a hablar Haerin tiempo después.
Las cinco jóvenes iban camino al strip mall que quedaba a una cuadra de la universidad para almorzar aprovechando que salían temprano.
Y Haerin no pudo dejar de pensar en el esfuerzo de su bonita novia, que solo hacía por ella.
—No fue para tanto —Pham elevó los hombros con fingido desinterés—. Tampoco estaba celosa.
Haerin rompió a carcajadas cuando escuchó su gran mentira y Hanni solo pudo refunfuñar porque claramente nadie le creería.
Bueno, Dios la trajo al mundo celosa, ¿qué le podía hacer?
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