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03

Hanni se había ofrecido ir a buscar a su novia para llevarla a la universidad. Haerin sin dudar le aceptó y ya estaba saliendo de su departamento cuando la mayor le avisó que se encontraba afuera.

Pasó por recepción, saliendo del edificio y buscó el rostro de su chica que no veía por ningún lado.

En el momento que sacó su celular para llamarla, una bocina tocando repetidas veces la asustó, y luego esa voz que siempre rondaba por su cabeza se hizo presente.

—¡Aquí estoy, bonita! —gritó bajando la ventana de su, al parecer, nuevo auto.

Haerin creyó que su mandíbula casi estaba en el piso cuando Hanni aparcó el carro pegado a la vereda.

—¿Es tuyo? —preguntó, llegando a su lado—. ¿Desde cuándo, cómo, ¡qué?!

Hanni se bajó para abrirle la puerta.

—Buenos días, mi amor —sonrió, dándole un pico en los labios. La otra seguía sin reaccionar—. Te explico en el Hannimóvil, vamos —le abrió la puerta y Haerin entró sin cerrar su boca.

De repente una idea no tan alocada pasó por su mente.

—¡Hanni, dime por favor que no lo robaste!

La vietnamita carcajeó con ganas, negando con la cabeza y acelerando de paso.

—No, Hae, claro que no. Era el regalo de mis papás que tenían escondido en el garaje y se supone que era sorpresa y me lo darían el sábado, pero para mala suerte de ellos, anoche fui a buscar unas cosas allí y lo encontré.

—¡No me lo creo! —rió—. ¡Es grandioso, amor!

—Lo sé, y de hecho, no me habían dejado usarlo hasta que fuera mi cumpleaños, pero les dije que quería darte la sorpresa y pasar a buscarte en esta maravilla y no tardaron en acceder.

Efectivamente, los suegros de Haerin la querían tanto como sus papás querían a Hanni.

—Felicidades, Nini, te lo merecías —tomó su mano y Pham se volteó con la luz en rojo para mirarla con una sonrisa.

—¿Quieres pasar antes por un café? Aún tenemos tiempo.

—Vamos —afirmó.

Veinte minutos luego estaban ya adentro de la cafetería, una más lujosa y exclusiva que no había en su universidad. No es que los señores Pham fuesen billonarios, pero sí sabían manejar el dinero y el papá de Hanni era un profesional con el tema de las acciones, por lo que su hija solía recibir una generosa cantidad de mesada cada mes.

Ya con sus órdenes listas, comiendo en una mesa de afuera, Hanni le contaba acerca de lo que se pondría para ir a la discoteca. Lucía emocionada, pero Haerin sabía que le gustaría mucho más cuando llegara a esa fiesta sorpresa.

—¿Haerin? ¿Kang Haerin? —un guapo muchacho de cabello negro y traje lujoso se acercó a ellas, sin apartar sus ojos de la menor.

—¡Oh, Jaehyun! —saludó con una sonrisa, parándose del asiento.

El chico rodeó los hombros de Haerin en un íntimo abrazo, y Hanni solo pudo arquear una ceja.

Había pensado que eran familiares o hasta podría ser un amigo del hermano mayor de Haerin, pues el pelinegro frente a sus ojos se veía al menos unos cinco años mayor que su novia. Pero cuando el desgraciado se separó, dejó una mano en su cintura, mirándola con ojos fascinados.

—Wow, Haerin, estás hermosa —movió la cabeza hacia los lados, negando—. Siempre lo fuiste, pero...

Hanni no le dio tiempo de finalizar su oración. Agarró a Haerin y la tiró hacia ella con las cejas fruncidas, el tipo parecía recién notar que había una tercera presencia allí.

—¿Quién mierda eres tú? —escupió.

—Hanni... —murmuró.

—Oh, lo siento, yo...

—¿Tú qué?

Si la situación no fuese tan incómoda Haerin estaría agarrándose el estómago de las risas, pues Hanni lucía demasiado pequeña frente a ese hombre y de todas formas se atrevía a usar esa actitud demandante y de conejito rabioso.

—Perdona, soy Jaehyun, un... un amigo de Haerin.

—Jaehyun, no debes disculparte, fue un gusto verte, pero ya nos debemos ir —agarró la mano de Hanni y tomó sus cosas mientras él seguía impactado por la reacción de esa extraña.

—Sí... yo debo ir a la oficina —intentó actuar normal, pero se desajustó la corbata incómodo.

No entendía quién era esa azabache, pues jamás la había visto, pero tampoco se le pasó por la cabeza que fuera novia de Haerin.

Kang nunca le contó acerca de ser bisexual y él tampoco lo llegó a sospechar.

Cuando las jóvenes ya se estaban yendo, Jaehyun gritó su nombre, corriendo hacia ella. Parecía estar dudando de algo.

—Toma, ese es mi nuevo número por si... por si alguna vez quisieras volver a hablar y recordar el pasado —sonrió, viéndose todo un caballero encantador.

—¡¿Disculpa?! —el rostro de Hanni se había deformado en una mueca y sus orejas parecían expulsar humo—. ¡¿Qué es lo que...?!

Haerin la tomó de la cintura con fuerza, evitando que saltara sobre él y lo dejara sin cabello o sencillamente que no lo matara.

Jaehyun miró horrorizado como los bracitos de Hanni intentaban alcanzarlo, y se echó unos pasos hacia atrás, confundido.

—¡Gracias, Jaehyun, y disculpa por todo esto, pero ella es mi novia! —logró escuchar mientras Haerin retrocedía con esfuerzo, yendo al auto.

El chico se quedó perplejo, su mano con la tarjeta que ya no sería de Haerin.

Soltó un suspiro sabiendo que llegó muy tarde y simplemente se fue por un café para luego volver al trabajo.

Haerin había logrado subirla al auto, aunque Hanni estaba como una bomba gritando groserías y pidiéndole explicaciones. Sus mejillas ardían de la rabia.

—¡¿Quién era ese idiota, Kang?! ¡¿Qué se cree al ofrecerte su número?! ¡¿Qué... qué...?! —se desesperó.

—¡Hanni Pham, cálmate o no te explico!

Hanni le obedeció pero con un puchero enojado al igual que sus cejas fruncidas, tenía los brazos cruzados.

—Habla —gruñó, tontamente adorable a su forma.

—Primero prométeme que no te volverás loca.

—¡Haerin, me estás asustando! ¡¿Qué mierda quieres decir con eso?!

—¡Pham, por Dios! —le tomó las manos para que dejara de moverlas en el aire con furor y se calmara un poco. La mayor echó los labios hacia atrás, intentando controlarse—. Jaehyun era mi ex novio hace casi dos años.

—¡¿Qué?! ¡¿Pero si tenía como, cuánto, treinta?! ¡¿Por qué nunca me dijiste de él?!

—Sí te conté de él, Hanni.

—Claro que no —protestó, pero se quedó en silencio un segundo al recordar algo—. Espera, ¿él era... el de tu relación secreta, el que nunca conoció a tus papás? ¿Tu último ex novio antes de mí? —ella asintió—. ¡¿Y cuántos malditos años tiene?! ¡Lo voy a denunciar por...!

—No te adelantes, Pham —le cortó, tajante—. Yo tenía dieciocho cuando nos conocimos.

—¿Y él? —insistió.

—En ese momento veinticuatro.

—Sigue siendo un asqueroso —hizo un gesto de asco—. ¿Y qué te sucede a ti? ¿Por qué mierda estarías con alguien así de grande?

—Si yo tuviera su misma edad, ¿no te hubieses enamorado de mí? —Hanni no pudo argumentar y solo rodó los ojos—. Entiendo que te molestara cuando me ofreció su número, pero jamás se me hubiese pasado por la cabeza aceptárselo y, además, no puedes reaccionar así, Hanni, terminarán denunciándote algún día —bromeó, pero no descartaba que alguna vez ocurriera.

—Bueno y, ¿qué? Si se atrevió a coquetearte, entonces que se atreva a pagar las consecuencias.

Haerin quiso reír, pero no era el momento adecuado con lo serio del ambiente. Parecía que Hanni no le temía a nada. Es decir, si alguna vez un tipo de contextura grande, musculoso, y con cicatrices escalofriantes en el rostro le coqueteaba, Haerin estaba segura que aún así su pequeño duendecillo lo amenazaría.

—Entonces deja de reaccionar así por mí y no por ellos, bebé. No me gusta cuando te pones así, por favor —suplicó.

—¡Pero es que Hae! —lloriqueó como niña de ocho años—. No sabes lo molesto que es y m-me... ¡me enferma, no lo puedo controlar!

—¿Y yo qué? Cuando Jay te coquetea no reacciono así y también me molesta.

—Somos distintas, Kang —se excusó.

—A ver, eso ya lo sé, pero últimamente estás muy celosa y me siento mal. Y más de una persona me ha dicho que deje lo nuestro por tus actitudes.

—¡¿Quién se atrevió?! —saltó de nuevo, perdiendo todo rastro de paz—. ¡¿Quién mierda dijo eso?!

—¡Hanni, eso no importa, por Dios! —ahora ella era la enojada, o mejor dicho, la que se sentía herida—. ¡Lo que te debería importar es que estás haciéndole pasar malos momentos a tu maldita novia, quien además te ruega para que pares y no haces ni el esfuerzo! —sorbió su nariz, la sensibilidad estaba a punto de hacerla llorar. Tenía miedo que Hanni empeorara y se volviera realmente una persona tóxica. ¿Qué pasaba si de repente Hanni le prohibía salir con otras personas o cualquiera de esas cosas que aparecían en las novelas turcas? No estaba preparada y su corazón estallaría en pedazos si Hanni le hacía algo como eso—. ¿Por qué... por qué no eres capaz de ponerte en mis zapatos?

Y por primera vez, Hanni también sintió terror. Se comportó como una egoísta e idiota y lastimó a su novia, a la chica que amaba y soñaba en casarse algún día.

Todo escaló tan rápido, todo estaba tan serio de repente que Pham solo pudo abrazarla y acariciarle el cabello mientras Haerin lloraba suavemente. Nunca esperó realmente que le afectara así de feo a la menor.

—Perdón, amor, lo siento demasiado. En serio no sabes cuánto lo siento —sus propios ojos comenzaron a picar.

Si llegaba a perderla por una estupidez como aquella, Hanni seguramente se moriría de pena.

Pasaron con sus ojos llorosos unos minutos más, ya iban llegando tarde a sus clases pero daba igual. Esto era muchísimo más importante y Pham quería solucionarlo de inmediato.

—Me controlaré, te lo juro, Rin. Ya no más.

—L-lo mismo dijiste la vez pasada —logró decir—. No... n-no me hagas perderte la confianza, p-por favor.

El pecho de la extranjera ardió en dolor.

Negó tanto con la cabeza que comenzó a dolerle.

—Perdóname, Haerin —y ambas comenzaron a llorar más alto.

¿Pero saben qué? Esa conversación fue necesaria para ambas y marcó un antes y un después, tenía que pasar, y gracias al cielo lo hablaron antes de que estallara en una discusión peor.

Luego de llorar un poquito más terminaron besándose y se dirigieron hacia la universidad con sus ojos llorosos pero alegres en el fondo, porque al final del día, estaban bien.

a ver, hanni es un poquito tóxica y hae muy sensible, por eso su discusión terminó en ambas llorando y todo medio dramático, pero no se preocupen, nuestra hanni irá aprendiendo a ser mejor novia, de eso va este fic (y de que le preñan a la polola, ÑJKKS).

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