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43. Granja de Veras II

—¿¡Qué está pasando aquí!? —exclama la Vera anciana, en un bramido ensordecedor que hace temblar mis piernas.

—¡Mi señora! —le respondo de inmediato, irguiendo los brazos en alto con una sonrisa en el rostro—. ¡Cuánto tiempo hemos esperado vuestra presencia!

La sonrisa no forma parte del protocolo. Sin embargo, no puedo evitar esbozarla mientras presencio el cumplimiento de la profecía. Mi fe no ha sido en vano; seré recompensada por esperar con paciencia el día de la promesa. Cuánto desearía que nuestra mentora pudiera estar aquí con nosotras. Si tan solo hubiera aguantado un poco más...

—¿Alguien quiere ponerme al día? —inquiere la Vera anciana, nuestra redentora.

No dudo en dar un paso al frente. Su cuerpo y el agujero en el aire por el que ha aparecido emiten un resplandor blanco, puro y precioso.

—Mi señora, estas infieles han desechado todos nuestros dogmas y han elaborado un sacrilegio —le explico, señalando hacia la luminosa ofensa que constituye el campo de brahn, a una décima parte de jornada de distancia desde aquí—. Por desgracia, nuestra mentora no aguantó más. Se ha quitado la vida hoy mismo, ahogándose en el estanque. —La redentora avanza flotando sobre la superficie de las aguas, escudriñando a ambos lados, de seguro con la más absoluta de las omnisciencias—. Hemos seguido cada una de las enseñanzas que le transmitisteis a nuestra mentora —le cuento mientras trato de seguirle el paso. Las Veras infieles se han quedado paralizadas por el estupor, pero mis hermanas, las leales, se han unido a mi marcha—. Hemos hecho tal y como le enseñasteis a la excelentísima mentora. Aguantamos las afrentas en silencio. Contemplamos quedamente cómo fabricaban esta abominación deportiva sin oponer resistencia. Mantuvimos nuestro cuerpo cubierto con nuestras túnicas inmaculadas, sin rasgarlas y sin pintarnos la piel con el pecado.

Cuando termino mi orgullosa declaración, la redentora detiene su avance, se queda mirándome fijamente y frunce el gesto antes de contestarme:

—¿Que yo le enseñé qué a quién?

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