Capitulo 8
Te gusta esa canción, Everest? -dijo Marshall, mientras veía hipnotizado a la cachorra.
-Pues…si….es muy bonita…..supongo -respondió sin saber qué otra cosa decir. Tras unos minutos más de cancones románticas, llego el señor Porter, trayendo la cena.
-Una pizza especial de pepperoni para perro con extra hígado.
-Mmhhh, mi favorita, y huele deliciosa, gracias señor Porter –dijo Everest.
Esperaron a que se enfriara un poco y comenzaron a comer. Marshall solo estaba al pendiente de las reacciones de la cachorra: su mirada, sus expresiones, su risa. Tras dejar el plato vació, y algunas canciones más, los dos cachorros tomaron un descanso.
-Te gustó la cena? –pregunto Marshall un poco ansioso.
-Estuvo deliciosa, estoy satisfecha –dijo mientras tocaba su vientre evidentemente lleno.
-Me alegra oír eso,….eh, sabes Everest, te traje hasta aquí, porque tengo algo muy importante que decirte.
-Eh? –dijo la cachorra al observar asombrada al dálmata, quien se acercó a ella, y se arrodilló mientras tomaba su pata derecha.
-Everest, desde que te conocí, no he dejado de pensar en ti, cada hora, cada minuto del día, solo pienso en ti, y quería saber si tu…si tu….si tu…..quieres ser mi novia? –dijo Marshall, mientras sacaba una pequeña caja de color negro, que tenía dos preciosos y elegantes collares de color negro, cada uno con una placa dorada en forma de hueso que decían "Unidos por siempre". La husky observaba asombrada al dálmata, quien esperaba su respuesta, mientras él seguía sosteniendo la pata de la perrita.
-Me gustas Everest, que dices, aceptarías ser mi prometida, y unir tu vida junto a la mía?
Everest miró el rostro de Marshall, que reflejaba una enorme felicidad, y esbozo una sonrisa.
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