Ahora que Rubble y Everest eran novios, era común verlos por toda Bahía Aventura compartiendo tiempo juntos, ya fuera para citas y juegos, así como en misiones de rescate, lo que en cierta forma volvió a abrir la herida en el corazón del dálmata, aunque con menor impacto que la noche de la fallida cita, pero no dejaba de sentirse mal. Era difícil para él ver a la cachorra que amaba junto a uno de sus propios amigos. Aun así, le servía de consuelo saber que Rubble ya tenía alguien con quien compartir su vida.

Por su parte, el resto de los cachorros tuvo que aceptar el hecho de que el bulldog y la husky eran la pareja del momento, así que no tenían más opción que apoyarlos a ambos, al igual que al dálmata, quien estuvo melancólico por una semana completa. Solo salía de su casita para comer o para atender alguna misión y después regresaba a encerrarse para seguir oyendo canciones tristes en su IPup. Debido a eso, Chase y los demás cachorros decidieron que era necesario tomar medidas para alejarlo de la depresión.

Tras una mañana llena de misiones, Chase, Rocky y Marshall se quedaron en al cuartel. Everest y Rubble fueron a la montaña de Jake a esquiar, y con el resort cerrado, era seguro que estarían bastante tiempo ahí; Ryder estaba con Zuma, Skye y Katie en la playa, así que el pastor alemán le propuso al mestizo que podrían aprovechar esa situación para llevar a Marshall al parque. Ambos cachorros se acercaron a la casita del dálmata para ver que hacía y vieron que estaba acostado y pensativo con una expresión triste en su rostro, y decidieron que era un buen momento para ejecutar su plan.

-Oye Marshall, quieres que vayamos al parque? –dijo Chase.

-No lo sé –dijo Marshall con tristeza –no tengo ganas de levantarme.