Un bosque y dos corazones rotos
Pero ese no era el final, ambos corazones rotos, que encomendaron su dolor a las fuerzas de la naturaleza, se anhelaban con demasiada fuerza y era inevitable que el destino los volviese a reunir. Y así fue.
Habían pasado seis meses, ella ya lo había superado, o eso creía, él había logrado seguir adelante dejando atrás el dolor. No habían vuelto a verse ni hablarse desde el doloroso rompimiento, hasta ese día.
Era un día soleado temprano en la mañana, ella se preparaba para salir a correr al bosque como acostumbraba; él iba de paso a hacer mandados. Por pura casualidad se encontraron. Al verse, ambos sintieron como si el corazón se les detuviera, hubo contacto visual y el mundo se derrumbó.
Ella no planeaba detenerse, cuando lo vio quería seguir corriendo sin prestarle atención, pero le fue imposible; sus pies se dejaron de mover solos, se quedó parada como tonta mirándolo. Él simplemente se petrificó, no sabía que hacer, su mente se puso totalmente en blanco sin previo aviso. Ambos sintieron necesidad de llorar, pero se contuvieron para no mostrar debilidad sin saber que el otro sentía lo mismo. Se quedaron así, hasta que él dio un paso adelante y luego otro, y luego otro, así hasta que quedó justo en frente de la chica.
El ambiente estaba en completo silencio, solo se escuchaba el viento azotar contra las copas de los árboles cercanos, algunos pájaros silbar y las hojas caídas arrastrarse por el suelo, parecía tan Pacífico; pero solo era el ambiente, pues dentro de la cabeza de ambos jóvenes todo era caos. El primero en hablar fue él:
"Eh, hola...", había dudado, no estaba muy seguro si estaría bien un saludo tan simple. Ella respingo, parecía que la había sacado de sus pensamientos. Al darse cuenta de todo plenamente se sonrojó y miró hacía la espesura del bosque fingiendo indiferencia.
"Hola.", su voz sonó tan distante que el chico tardo en reconocerla.
"Ehh...No sé muy bien qué deba decir, maldición."
"No es necesario que digas nada, todo ya lo hemos dicho.", sonó tan fría y desentendida de la situación que el chico sintió como la ilusión de volver a su lado desapareció como una vela que se apaga. Suspiró dando señal de rendición cuando ella hizo un ademán para seguir su camino. "Si me disculpas...", adelantó unos pasos y lo miró sobre el hombro regalandole una sonrisa, un bonito recuerdo de su relación la inundo y no pudo evitar decir: "Gracias por todo, adiós."
Esa frase fue la encargada de fragmentar su lazo hasta casi romperse por completo, solo faltaba que él contestara. Nunca había estado listo para decir esas palabras, no quería perderle, pero había pasado mucho tiempo y era necesario para los dos; con ello podrían sanar definitivamente. Así que, con todo el dolor en el alma, dijo tan aterradora palabra:
"Sí, gracias y adiós.", él pensó que sonaría débil, pero no fue así, sonó seguro de sí mismo, aparentemente su interior estaba de acuerdo con el final definitivo de su relación. El hilo se rompió para jamás volverse a unir.
Ella lo vio una última voz con una pequeña sonrisa y siguió su camino a trote sin mirar atrás. Él la observó alejarse, hasta que negó con la cabeza, se dio la vuelta y decidió retomar el rumbo; era mejor no verla marcharse.
De esta forma, el bosque fresco y viejo, fue una vez mas testigo de como dos almas se separaban, así como lo fue de su unión.
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