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53. ➳ El corazón al final del camino ♡

"Solo nos separamos para reencontrarnos"-John Gay

°°°

Cerca de la una de la tarde Melody subió a Skydalle por rutina en caso de que Lilith la necesitara. Iba cada día en la mañana, a mediodía y en la noche, el noventa por ciento de las veces iba con el interés por el tema de Ambrosio pues si bien Lilith aseguró que iba a averiguar más, habían pasado varios días y según su ella, necesitaba más tiempo.

Esa tarde, sin embargo, fue diferente y lo supo en el primer instante en que vio a su maestra cuando le abrió la puerta de su despacho. Lucía acalorada, atareada y el lugar era un reflejo de su desastre interno. En la mañana Melody no la había encontrado por lo que no había podido entrar al despacho y se preguntó si cuando pasó a tocar la puerta, el otro lado ya estaba así de desordenado.

—¡Melody! ¡Gracias al cielo estás acá!

—Maestra, ¿qué pasa? Yo vine esta mañana pero no...

—No estaba, tienes razón. —Lilith se movía de acá a allá mirando libros, leyendo en hojas y al parecer buscando algo perdido—. He estado evitando a Ambrosio así que no me quedo mucho en un solo sitio.

Melody había visto a su maestra solo un día atrás, ¿en qué momento pasó ella a esa agitación y evasión? La cupido relacionó todo únicamente con Jacobo y temió que algo malo hubiera pasado con su maestro, ¿y si ya se había ido a trabajar con Benjamín y todos estaban en peligro?

—¿Qué pasó, maestra?

Sin dejar de moverse, Lilith respondió:

—Todo se nos adelantó, Melody.

—¿De qué...?

—El cierre de Skydalle. Todo. Es ahora, ya. Ambrosio lleva buen tiempo trabajando con Benjamín, ellos saben de nuestros planes, debemos adelantarnos y hemos liberado a los aliados de Relámpago, así que esto ya empezó.

Melody abrió mucho los ojos, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.

—¿Qué... ahora? ¿qué...?

Lilith se percató de que en realidad no estaba dando explicación alguna así que se detuvo, procuró tomar un poco de aire y se acercó con más calma a su alumna.

—Ya no tenemos dos semanas, Melody. Debemos cerrar Skydalle ya.

—¿Ya, en este preciso momento?

—Casi. Nos ha tomado por sorpresa pero primero debemos reunirnos todos. Hemos mandado un par de cupidos a traer a los aliados de Tormenta Fría, otro par están anunciándolo al resto de líderes menores. No puedo convocar reunión, no puedo contar con Ambrosio aunque es posible que ya lo sepa todo porque no se ha aparecido por acá. Los de Relámpago están en el almacén tomando sus armas y estamos a la espera del resto. Te necesitaba a ti, eres nuestra conexión con Aaron y solo Aaron sabe qué aliados firmes hay en tierra. Tenemos unas... cuatro o cinco horas.

—¿Cinco horas?

—Puede que menos. He trabajado con el dueño de los almacenes. Todos acá en Skydalle ya estamos moviéndonos y hemos dado hasta las seis de la tarde en el horario de la tierra para que los que puedan suban. Luego de eso nadie sale ni entra.

—Es casi la una allá.

—Eso es, entonces cinco horas. —Lilith sacó de uno de sus cajones un frasco pequeño y un anillo—. Escucha, Melody, te necesito ahora. Tu primera misión es traerme a Marissa acá. —Melody no pudo evitar el gesto de recelo que pulió, mas su maestra lo ignoró—. Debes bajar ahora y buscar a Aaron, le vas a informar lo que te he dicho y con él presente, le dices a Marissa que debe subir. Si te pregunta que para qué, tú no sabes nada. Solo dile que es requerida, dile a Aaron que es una orden mía para que él la convenza, de otro modo no vendrá. No tardes en eso. Recuerda: decirle a Aaron para que empiece a moverse y traer a Marissa. Una vez que hagas eso... —Lilith suspiró, como si no quisiera decir lo siguiente, y se calló por varios segundos.

—¿Luego qué, maestra?

—Debes bajar y hablar con Jacobo. Debes decirle que no está en obligación de subir con nosotros, que le debemos mucho y que si gusta puede quedarse con su humana. Tú, por otro lado, ya estás a punto de terminar misión y te necesito acá arriba. Sé que es difícil, Melody, pero necesitamos hacer sacrificios, ¿de acuerdo? Te necesito acá, y Jacobo puede elegir quedarse allá. Te necesito fuerte y leal, ¿entendido?

Melody asintió en automático con una mezcla muy grande de emociones por dentro como para poder elegir y actuar acorde una.

—Sí, maestra.

—Ve ahora. Marissa sabrá usar el anillo, así que vete ya.

Melody puso el anillo en su mochila junto con el frasco que de momento era desconocido para ella, luego, con la mente turbada, cruzó el portal para volver a tierra.

♡♡♡♡

Melody no tenía ni idea de qué lugares frecuentaban Marissa o Aaron así que solo le quedó buscar primero a Jacobo en la habitación de Sam y esperar que él supiera. Para su sorpresa, al entrar en la habitación Aaron y Marissa estaban ahí pero Jacobo y Sam, no.

Aaron miró con cariño a Melody y le asintió a modo de saludo.

—Buenas tardes, maestro.

—Hola, Melody. Temo decirte que Jacobo no se encuentra ahora.

—De hecho venía a buscarlo a usted... aunque me ha sorprendido encontrarlo.

—Esta habitación es nuestro punto de encuentro siempre —dijo Aaron, encogiéndose de hombros—. Estamos esperando a Jacobo, aún no llega su humana de estudiar. Pero estás de suerte, estamos acá poco tiempo al día.

—Maestro, traigo noticias. Algo ha sucedido con el tema de Ambrosio... no me quedó muy claro... —Melody odió esa parte de "no me quedó claro", la hacía lucir como una tonta, sin embargo Aaron no dio ni un solo vistazo de desaprobación—. El caso es que Lilith dice que el cierre de Skydalle debe ser hoy.

El rostro siempre imperturbable de Aaron tuvo un quiebre y quedó en una seriedad estática. Era lo más parecido a asombro que podía expresar.

—Continúa.

—Ah, sí. Lilith dice que ya sacaron a los aliados de Relámpago y que están trayendo a los de Tormenta Fría, además de avisando a los líderes menores. Que es momento de que usted mueva a sus aliados acá y que a las seis de la tarde, hora humana, se hará el cierre.

—¿Sacaron a todos de Relámpago? —pregunto Marissa, ansiosa.

La sola mención de ese horrible lugar le alteró el corazón de mil maneras diferentes, su Sandro estaba allá, ¿lo habrían sacado? Él era alumno de Lilith también pero quizás al ser la maestra conocedora de que con Aaron estaba con Marissa, habría decidido dejarlo lejos, alargando más su condena por traición.

Melody miró a Marissa, inexpresiva.

—No lo sé, solo me dijo en general "aliados".

—Eso nos da poco menos de cinco horas —comentó Aaron con calma—. Pero no podemos llegar sobre el tiempo, así que ponemos la hora de nosotros como cinco de la tarde, ¿de acuerdo? Iremos con Marissa a reunir a...

—Disculpe, maestro —interrumpió Melody, algo abochornada—. También me ha pedido con mucho énfasis que lleve a Marissa con ella.

La exiliada se tensó ante la petición, mirando ahora con más recelo a Melody que iba sacando de su mochila el anillo y el frasquito, dejándolo a la vista como si esperase que le dijeran para qué funcionaba eso.

—¿Te dijo para qué? —preguntó Aaron.

—No, maestro. Pero me dijo que usted debía aprobarlo, que confiara en ella. No sé para qué es esto —mostró el anillo—, pero dijo que Marissa sabría cómo usarlo.

Marissa miró a su maestro con los ojos muy abiertos, esperando que este no permitiera que esa cupido se la llevara sacando cualquier excusa. Marissa era ahora su mano derecha y Lilith no podía solo mandar a que se la llevaran posiblemente para algo malo pues ella no la apreciaba ni un poco. Aaron se lo pensó varios segundos en que algo similar a la desconfianza apareció en su semblante, sin embargo pronto desapareció ese gesto para darle paso a una sonrisa tranquilizadora a Marissa.

—Ve, Marissa.

—¿Qué...? Pero maestro...

—Confía en mí. —Aaron le tomó la mejilla con aire paternal—. Escúchame, cuando fui a hablar con Lilith, le he dejado muy en claro la importancia que tienes en esto, el cariño y lealtad que siento por ti y mi deseo de protegerte de cualquier desaire por temas del pasado. Nada te va a pasar, te lo juro. Tienes mi palabra y mi defensa, ¿de acuerdo?

Marissa suspiró

—De acuerdo, maestro.

—Si no puedes bajar más, te veré en unas horas en primera línea. —Aaron le sonrió—. Recuerda que ya no estás hecha de tus errores, Marissa. No agaches tu cabeza si hay murmullos ni doblegues tu dignidad si te acusan de algo.

Melody los miraba a uno y a otro con una ligera sensación de ser una entrometida pero sin poder ir a ningún lado. Guardó silencio y sintió pronto cuando la mirada filosa de Marissa cayó en ella; Melody se enderezó y le tendió los dos elementos a la exiliada en su palma abierta. Marissa titubeó pero finalmente bebió del frasco. Melody aguardó sin saber que hacer ahora y entonces ante sus ojos incrédulos Marissa desapareció.

—¿Dónde...?

Aaron soltó una tenue risa.

—Eso se llama anillo evanescente, Melody, ahora tienes a Marissa ahí guardada.

El anillo que aún reposaba en la palma de Melody lucía tan ordinario que si otro que no fuera Aaron le hubiera dicho eso, se habría echado a reír.

—¿Es decir que solo debo llevar este anillo y ya?

—Sí. Ahora ve. Iré a movilizar a mis cupidos ahora. Si bajas pronto, espero que te encuentres con Jacobo y por favor, dile todo.

—De acuerdo, maestro.

♡♡♡♡

Una sensación de mareo invadió a Marissa cuando fue liberada del anillo. Ya lo había hecho antes pero no era precisamente agradable convertirse en esencia y luego ser material de nuevo. Permaneció con los ojos cerrados unos segundos mientras todos sus sentidos volvían a funcionarle por completo y al abrirlos, examinó el lugar; lo primero que vio fue una puerta cerrada en una habitación oscura, todo era de tonalidades verdosas y grisáceas, una luz amarillenta estaba encendida pero era tenue y lúgubre. Por un segundo temió estar en otro tipo de cárcel por orden de Lilith y su corazón se desbocó.

Dio entonces una vuelta en redondo para examinar mejor el lugar y frenó en seco cuando vio una silueta conocida que de inmediato le provocó un nudo en la garganta.

—¿Maestro?

La voz llena de el inicio de un llanto de Marissa apenas fue audible; Robbie rodeó el escritorio y le abrió los brazos como el padre que no ve a su hija amada desde hace muchos años. Marissa se echó a llorar en su pecho, aferrándose a su camisa en varias secciones, incrédula de estar a su lado. Aspiró su aroma que seguía siendo mezcla de eucalipto y locura, fue un aroma que la llevó de vuelta a sus años de niñez y adolescencia, que le recordó que ese maestro la había acompañado en las buenas y malas. Era el aroma del hogar.

—Mi niña... ay, por los dioses, cómo te he echado de menos.

—Creí que usted... ¿dónde...? ¿por qué no...? —Marissa se ahogaba en sus propios sollozos de felicidad. Robbie la empujó un poco hacia adelante para poder mirarle los ojos—. Robbie... maestro...

—Querida niña, las lágrimas son valiosas, no las gastes.

El comentario resultó tiernamente irónico porque él mismo tenía un par de gotas asomando en los ojos sabios.

—Maestro, ¿dónde ha estado?

Marissa sonreía sin dejar de llorar, y se negaba a soltar contacto con su maestro. Creerlo por tanto tiempo muerto y verlo ahora frente a ella era lo más cerca que había estado de un milagro.

—Cuidándote de lejos, Marissa. Ay, pero si te ves hermosa. Te ves inteligente, te ves fuerte. Te cortaste el cabello, pero no el brillo de tus ojos. —Robbie le tomó las manos, mirando el dorso y luego la palma—. Tus manos aun dejan huellas, todavía aman y se sienten como ilusiones. Sigues tan auténtica como te dejé. Dime de tu corazón, ¿cómo está tu corazón?

Marissa sonrió ante la pregunta porque era una casi rutinaria en sus lecciones con Robbie a medida que crecía. Había muchas respuestas aceptables pero Marissa conocía las que él quería escuchar, las que lo hacían orgulloso, las que le había enseñado para describir el estado de su corazón, fuera para bien o para mal.

—Golpeando latido tras latido siempre esperando tener aventuras, moverse con sueños y palpitar con amor, maestro.

Robbie ensanchó la sonrisa.

—Está perfecto entonces.

Marissa soltó dos gruesas lágrimas más, temblando por dentro con una felicidad que hacía años no experimentaba.

—Lo extrañe mucho, maestro. He necesitado tanto de su consejo.

—Ay, no digas eso, querida. Sin mi consejo te has vuelto lo que eres hoy. He pensado en ti cada día pero ni uno solo he creído que me necesitabas. Te crié bien y has podido con todo. Tu perseverancia y aguante nos han traído a todos acá.

Marissa sorbió su nariz y miró una vez más alrededor, confundida.

—¿Qué es acá?

—Estamos en una oficina dentro de uno de los almacenes. Es mi oficina.

—¿Su oficina?

Robbie le sonrió con picardía.

—Ah sí, tu maestro es dueño de los almacenes ilegales. —Marissa abrió mucho su boca—. Podemos decir que tus tendencias a ser rebelde no han llegado de la nada. —Le guiñó un ojo para que supiera que lo decía en broma—. Hablando de eso, mucho me temo que nuestro reencuentro no podrá ser de felices horas hablando. Estamos cortos de tiempo.

Marissa se enserió al ser de nuevo consciente de la situación.

—Lo sé, maestro. Estoy completamente a disposición de este movimiento. Dígame qué debo hacer y...

—No. Tú no vas a pelear con nosotros.

El corazón de Marissa se detuvo un par de latidos al ver tal seriedad en los ojos de su maestro; estaba confundida y temió no haber oído bien.

—¿Qué? ¿esto es por Lilith? Sé que no me ha perdonado, ni ella ni los líderes menores pero mi obligación es...

—Lo he decidido yo, no ellos —interrumpió—. Tú no vas a pelear con nosotros. Ya has hecho todo por este movimiento y no te arriesgaré más. Lo que sucederá ahora puede llegar a ser mucho más riesgoso que el intento de protestas de hace cuatro años, no te dejaré pasar por eso.

—Pero, maestro...

—No hay peros, Marissa. No pelearás. —Unos golpes en la puerta sonaron; el gesto de Robbie seguía imperturbable y Marissa intentaba digerir lo que le decía—. Y hay cupidos de acuerdo conmigo, entre ellos, él.

Marissa se preparó para discutir con quien fuera que iba a entrar por la puerta, pero cuando Robbie la abrió y del otro lado estaba Sandro, solo pudo volver a llorar. Puso sus manos sobre su boca, sus piernas le fallaron y se arrodilló en el suelo, llorando mucho más que cuando vio a su maestro.

Sandro se acercó a ella, con lágrimas también en sus ojos. Se arrodilló y puso una de sus manos sobre el hombro de Marissa, al sentir el contacto, ella se abalanzó a abrazarlo con tanta fuerza que sus brazos le dolieron.

—¡Amor mío...! —Sandro le acarició el cabello, igual de alterado que ella—. Marissa, amor, estás acá...

Marissa sollozó con tanta fuerza que su pecho se sacudió; era una felicidad tan grande como solo la de alcanzar un sueño puede igualar, cuatro años de lejanía, de pensamientos dedicados a él y de mil anhelos se resumían a la sensación de tener a Sandro en sus brazos. Lo separó un poco y lo besó en las mejillas húmedas, le besó la frente, las manos y finalmente los labios. El sabor salado del llanto no podía igualar al sabor de gloria al tenerse de nuevo aferrados.

—Te he esperado todos estos años —murmuró Marissa, sin poder soltarlo—. Solo el cielo sabe lo que ha sido esta tortura, Sandro. Perdóname por todo. Fue mi culpa, fui yo...

—Shhhh. No me interesa nada. Hay muchos rumores y no me interesa saber si alguno es verdad. Te he amado cuatro años, Marissa, nada que haya pasado durante o antes de ese tiempo hará que deje de amarte ahora. Te he anhelado lo suficiente como para borrar cualquier error. Te prometí quererte siempre y me prometiste sacarme de Relámpago. Ya has hecho tu parte, ahora yo haré la mía.

Marissa era incapaz de detener su llanto porque durante cuatro años lo había retenido lo más posible, cada vez que pensaba en Sandro se negaba a llorar para no volverse débil, se negaba a pensar en dónde estarían ahora si ella no se hubiera equivocado, se negaba a hacer suposiciones de muchas cosas porque quería hacerse fuerte a base de sufrimiento pero no endeble a causa del llanto, y ahora tenía a su amor en frente y parecía que cada lágrima con su nombre quería salir para que él viera lo que sentía por dentro.

Los ojos de Sandro seguían enamorándola y Marissa lo examinó minuciosamente en esos segundos para ver si algo había cambiado; su rostro lucía más duro, su cabello más corto, sus ojos parecían tener mil conocimientos y veinte años más que antes, su piel estaba más pálida, pero por lo demás, seguía siendo su Sandro.

Se abrazaron una vez más sin levantarse del suelo, Sandro derramaba sus propias lágrimas pero en los rostros de ambos las sonrisas eran dignas de enmarcarlas para mostrarles a todos cómo lucía la felicidad pura.

Robbie dio un paso adelante, conmovido por la imagen. Si alguien sabía del sacrificio de Marissa y el dolor de Sandro, era él. Verlos ahora juntos era como una imagen de final feliz que deseaba atesorar por si era el último que veía.

—Ninguno de los dos peleará —manifestó. Los dos cupidos se pusieron de pie sin soltarse y esta vez ninguno objetó nada—. Ustedes ya perdieron cuatro años por culpa de la revolución y ahora yo les devuelvo ese tiempo. Vayan los dos a Tormenta Fría, el cubículo 20 de la manzana 18 es mío. Por fuera luce destruido y por eso siempre está inhabitado pero por dentro está bien cuidado, más que un cubículo es un escondite. Métanse allá, por favor. Escóndanse hasta que todo esto pase. He dispuesto todo lo que podrían necesitar en ese lugar y se tienen uno al otro. Si esto acá en Skydalle estalla, a nadie se le ocurrirá ir a buscar culpables en tierra exiliada, sin embargo, si llega a pasar y se ven en peligro, el cubículo tiene un pasadizo subterráneo que los lleva lejos de Corazonia. Si deben huir de esa manera, deberán hacerlo sin mi ayuda pero manténganse juntos y todo estará bien. Allí he dejado un libro con toda la información, Marissa, dice cómo pueden escapar, hay mapas y refugios marcados. No podré hacer más por ti así que te dejo en manos de Sandro.

Los ojos de Robbie estaban cristalizados cuando le tendió a Marissa un juego de dos llaves para entrar a su cubículo en Tormenta Fría. Marissa solo se soltó de Sandro para abrazar con fuerza al que quería como a su padre.

—Gracias, maestro. Por todo en mi vida, por la crianza que me dio y el valor que me enseñó.

—Eres mi mejor alumna, Marissa. Siempre recuerda que no hay nada ni en este mundo ni en otro que no puedas hacer. Tu fortaleza está acá —Le tocó la cabeza—, tu valentía está acá —Le tocó el pecho a la altura del corazón—, y tu empuje está ahí —Señaló a Sandro—. Con fortaleza, valentía y empuje no existen imposibles.

Sandro dio un paso adelante y le dio también un abrazo fuerte a Robbie.

—Muchas gracias, maestro.

—Las gracias te las debemos muchos a ti.

—Por favor, dígale a Lilith que no me fui por temor a la revolución. Que lamento mucho no poder acompañarla en esta ocasión.

—Ella entenderá. Pensar en ti mismo antes que en nosotros luego de todo lo que has pasado es un acto de bondad con tu propia existencia. No es cobardía ni egoísmo. Mereces ser feliz. Y te encargo mucho a mi Marissa. Le pido a los dioses que algún día nos reúna de nuevo pero si no es así, confío en que está en buenas manos.

—No podría estar mejor cuidada, maestro, aunque a decir verdad, puede que sea ella la que me cuide a mí. —Robbie soltó una risita corta. Sandro extendió la mano a Marissa y ella entrelazó sus dedos, sonriente—. Le juro que no soltaré a Marissa a partir de hoy bajo ninguna circunstancia mientras viva.

Robbie puso cada una de sus manos en los hombros de los cupidos.

—Ámense mucho, hijos, somos cupidos y podemos hacerlo mejor que cualquier ser. Sean felices y nunca se separen. Obren bien y bien les sonreirá el camino. Te amo mucho, Marissa. Cuídense, por favor.

Hay amores que empiezan en el camino correcto y todo es cuesta arriba, y hay otros que tienen que pasar por tormentas, relámpagos y caídas; puede que sea una manera de la vida de poner a prueba la resistencia de un corazón con los obstáculos del tiempo, la distancia y la selección de la memoria. Solo las almas más fuertes son capaces de sortear todos esos baches y salir airosos, solo pocos pueden demostrar que el amor es más fuerte que el olvido.

El amor de Sandro y Marissa fue uno de los que el Creador puso a prueba para cerciorarse de que sí hay corazones lo bastante valientes como justificar su existencia. Ahora que iban tomados de la mano caminando por las sombras camino a una vida juntos, cualquier ente que quisiera probar su punto estaría orgulloso de sentir la intensidad con que esos corazones palpitaban al tenerse cerca. 

♡♡♡♡

Aiñs, por fin están juntos <3 Marissa merece su final feliz y todos estamos preparados para esa conversación. :3

¿Qué te ha parecido el capítulo?

<3

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