50. ➳ Sonrisa sin pizca de maldad ♡
«Hay puñales en las sonrisas de los hombres; cuanto más cercanos son, más sangrientos»
-William Shakespeare
***
Melody titubeó frente a su maestra que la observaba con un detenimiento gentil y constante. Melody le había pedido un momento para hablar con ella en pro de hacerle un favor a Jacobo, mas ahora que la tenía cerca sintió unas ligeras punzadas de temor por quizás tener que mentirle a su maestra.
—¿Y bien? —apuró Lilith—. ¿En qué te puedo ayudar?
—Tengo una pregunta, maestra... —La voz de la cupido bajó un par de puntos—, sobre... sobre ayudas no permitidas.
Pese a que la misma Lilith le había mostrado el almacén en el pasado y que el tema era algo muy normal para ambas, Melody lo dijo en un susurro, como si las paredes fueran a oírla decir una vulgaridad.
—Claro, dime.
—¿Hay algo que sirva para meternos en la mente de los humanos?
—Creo que el lector mental entra en esa categoría —dijo Lilith con desenvoltura—, de hecho la mayoría de elementos entran en esa categoría. Al darles valentía, honestidad, incluso flechas, todo eso es a cierto nivel entrar y manipularlos por dentro.
—Sí, maestra, pero algo más específico. Algo así como para entrar a la mente de ellos, entrar literalmente, poder ver sus recuerdos, su pasado, su subconsciente cuando están dormidos.
La mirada de Lilith por primera vez se ensombreció un poco con curiosidad.
—No he escuchado de algo así que salga bien.
—¿Y que salga mal?
—Tampoco.
Melody se mordió la mejilla interna procurando no exteriorizar el desasosiego que le causaba aquello. Jacobo la había puesto al tanto de Aaron y de las dudas que tenía sobre su maestro, estaba asustado, enojado y temeroso; al no saber qué más hacer, Melody ofreció buscar información sobre lo que estaba usando con Sam, quizás así dieran con algo.
—Maestra, ¿quién hace las sustancias del Almacén? Siempre me ha dado curiosidad saber quién las crea.
—Si me preguntas nombres, no los tengo. Pero igual que con cualquier negocio, las hace alguien con los conocimientos necesarios. Así como los humanos inventan de todo cada día, acá en Skydalle hay quienes se dedican a eso, a la invención y avance de nuestras herramientas.
—¿Y cómo las prueban antes de ponerlas a la venta?
—Es un proceso largo. Tengo entendido que el dueño de los almacenes tiene una idea y la expone a sus creadores, ellos barajan fórmulas para hacer lo que el dueño pide y si está dentro de lo posible, lo hacen. Luego de ese primer prototipo las prueban en cupidos voluntarios. Acá te diré algo sobre todo lo del almacén que pocos saben y que es mejor no divulgar muchísimo —Lilith le guiñó un ojo con cariño a su alumna—: todo lo que halles a la venta, funciona también en nosotros. Nuestro mecanismo en Skydalle es un noventa y cinco por ciento igual al de los humanos en tierra. Allá nosotros somos como fantasmas pero acá somos de carne y hueso, tanto como ellos. Así que la valentía, la honestidad, el lector de mentes y todo eso, serviría con nosotros.
Melody digirió esa información pero por desgracia lo que hizo fue generarle más y más dudas.
—Pero... pero si hay todo eso, ¿cómo es que no lo usan para enterarse de aliados, traidores y cosas así? —Melody tenía en mente exclusivamente a Ambrosio y su reciente descubrimiento sobre él. ¿Era en serio tan fácil como darle honestidad o algo para que contara todo?
—Si tuviéramos caminos fáciles no seríamos parte de una oposición, Melody. A ver, te lo resumo un poco: lo que te acabo de contar es algo que casi nadie conoce, y con casi nadie me refiero a que en todo Skydalle se pueden contar con menos de dos cifras los que lo saben. ¿Por qué? Porque en toda naturaleza hay maldad, en un grupo de cien cupidos puede haber hasta diez con corazón negro y es mejor no poner ese tipo de información en manos de seres así. A la gran mayoría de cupidos ni siquiera se les ocurriría usar algún truco con un semejante, todos simplemente asumen que son cosas para misión y para humanos y ya, sin embargo cada almacén tiene muy bien controlados a sus clientes. Cuando alguno descubre el secreto, se las arreglan para hacer que lo olvide. No podemos arriesgarnos. Y como motivo adicional, hay una pequeñísima cláusula en el reglamento de Skydalle que considera ese tipo de actos como Conducta Indebida, pero el castigo, a diferencia de otras faltas, es letal para cualquier que lo intente. Incluso nosotros tenemos límites.
—¿Todos los maestros lo saben?
—No. Todos los miembros del consejo, sí. Algunos de nosotros también, pero te repito: que haya menos de cien que lo sabemos en un mundo de millones, te hace una idea de lo secreto que es.
—¿Por qué me lo dice entonces tan fácilmente?
—Nunca he confiado en un alumno tanto como confío en ti, Melody. —La voz de Lilith se tornó seria—. Y no es una exageración. Tú eres la única aprendiz por quien pondría las manos en el fuego sin temor a quemarme. El por qué no tiene gran explicación, solo sé que conozco tu corazón, tu fuerza y tu lealtad. Y antes de que lo pienses, sí, es algo que sé con una veracidad más allá de mi naturaleza, no me preguntes cómo.
Jacobo le había contado que el temor de Aaron sobre Ambrosio se debía a que él podía ver y leer el corazón de los demás para saber sus verdaderas intenciones y se preguntó si Lilith tenía un don similar como para afirmar que confiaba en ella tan ciegamente... de ser así solo funcionaría con sus alumnos porque de su compañero no sospechaba nada. Melody sacudió la cabeza, no queriendo olvidarse del motivo de su visita.
—Entiendo. Maestra, ¿aparte de los Almacenes hay más grupos que hagan sustancias del tipo ilegal?
Lilith de nuevo endureció su expresión, como si Melody estuviera entrando en temas muy delicados.
—Melody, ¿por qué la pregunta?
No hubo necesidad de que Lilith insistiera en la obligación de ser sincera pues Melody sabía que ese tono lo usaba cuando exigía una respuesta veraz. Melody tragó saliva, sintiendo que no podía traicionar a Jacobo pero tampoco mentir a su maestra. En un intento de no hacer ninguna de las dos cosas, dijo:
—Tengo una compañera en tierra a la que le ofrecieron algo nuevo. —Lilith prestó mucha más atención—. Se lo da su maestro pero es algo que yo nunca había oído o visto en los almacenes.
—Algo para meterse en el subconsciente de los humanos —dedujo Lilith—. ¿Y de qué se trata?
—Es... una especie de aerosol que se le rocía al humano y que hace efecto junto con unas pastillas que debe tomar... ella. Luego cuando el humano se duerme, su mente la absorbe y ella entra a esa celda con sus recuerdos y sueños.
Lilith rodeó el escritorio de su despacho de repente inquieta y el corazón de Melody empezó a preocuparse demasiado por Jacobo. Esa conversación no pintaba nada bien.
—¿Tu amiga lo aceptó?
De nuevo su pulso se desbocó; no podía mentir.
—Sí, maestra...
—¿Y sabes cómo le ha salido eso?
—Cuando ella toca un recuerdo, a su humano se le reproduce en el sueño. Así sean antiguos u olvidados, y luego quedan frescos cuando el humano despierta, como si acabaran de pasar. Solo le ha dado el aerosol una vez pero de momento el efecto no se ha ido, cada vez que duerme, la mente de su humano la absorbe, quiera ella o no.
—Melody, esto es muy importante. Necesito que le digas a esa cupido que suba a hablar conmigo de inmediato —urgió.
—¿Por qué? ¿es malo? Maestra, por favor, debe decirme.
Lilith se extrañó de la urgencia en los ojos y la voz de su alumna, por primera vez empezó a sentir que algo le ocultaba esa tarde, pero era tan real la confianza que tenía en ella que no la cuestionó de inmediato, a cambio, hizo lo mismo de siempre cuando Melody quería saber algo: darle respuestas sinceras.
—Cuando Aaron se puso de nuestro lado también nos contó muchos secretos de los altos mandos —inició Lilith, algo consternada—, entre ellos, la existencia de sus inventores. Son básicamente un grupo igual al de los Almacenes pero trabajando para el otro bando. Ellos crearon la sustancia volátil para borrar la memoria de los cupidos cuando quisieran, sustancias para doblegar voluntades de otros, pócimas para que los miembros del concejo se vean como realeza a ojos de los demás, un sinfín de cosas... el tema es que los almacenes crean para ayudar con los humanos, ellos crean para someter a los cupidos.
—¿Es decir que mi amiga corre peligro? —masculló Melody.
—No, Mel, ella directamente no. Acá el peligro es la sustancia. De momento ni siquiera nosotros hemos escuchado de algo así, entonces es de asumir que es algo nuevo no nuestro y que tu amiga es uno de sus conejillos de indias. ¿Quién es su maestro? Hay muchos maestros que trabajan con los Altos Mandos, no los tenemos fichados a todos pero ese sin duda debe ser importante.
—¿Cuál es el peligro, Maestra? —preguntó Melody a cambio, evadiendo responder—. Es decir, en general, ¿por qué sería malo ese truco?
—Necesitaría saber qué efectos está teniendo en el humano y...
—Mi amiga entró en esa mente porque quiere sacarle recuerdos viejos y tristes en pro de que su humano vea que está mal y busque ayuda psicológica. Le funciona. Su humano está deprimido, enfermo de varias maneras, no duerme, no come, se nota su desmejora... esa era la meta, así que supongo que está saliendo como debía.
Lilith se quedó un par de segundos mirando a la nada, pensativa y oyendo.
—De momento no cuestionaré la finalidad pero sí te digo que me parece un plan absurdo. Aparte de eso, sí es malo, Melody. Para nosotros, no para tu amiga o su humano —puntualizó—. A ver, nuestro eje como cupidos, ¿cuál es?
—¿El amor?
—El amor —confirmó, cada vez más inquieta—. ¿A qué? A nuestros humanos. Haríamos todo por ellos. ¿Qué pasa si los Altos Mandos consiguen la forma de manipular a los humanos a ese nivel que me describes?
Melody comprendió en el acto y la garganta se le secó. Tuvo unas ganas tremendas de bajar corriendo a buscar a Jacobo, contarle, abrazarlo y protegerlo aunque no pudiera en realidad hacer nada. Se le encogió el estómago como si la del problema fuera ella misma, quizás peor a que si fuera ella misma.
Tomó aire para responder a su maestra:
—Nos doblegarían a nosotros, amenazándonos con dañarlos a ellos.
Lilith asintió gravemente mientras por dentro buscaba cuál sería el paso a seguir. En definitiva lo importante ahora era hablar con ese cupido, buscar a su maestro y examinar ese aerosol en los Almacenes para saber qué tan potente podría ser. Era un procedimiento delicado pero debía ser de urgencia inmediata, especialmente con el cierre de Skydalle a la vuelta de la esquina.
De pronto le entró a Lilith la incertidumbre de si el momento de probar esa nueva sustancia era mera coincidencia con los planes de la oposición o si Benjamín ya sabría de la fecha, lo que lo habría orillado a buscar medidas de defensa prontas. Mil nuevos problemas se le arremolinaron en la mente y le dolió la cabeza por el estrés.
—Debes traer a tu amiga pronto. ¿Sabes quién es su maestro?
—Pues...
La puerta del despacho de Lilith se abrió de repente y Ambrosio entró sonriente.
A Melody se le bajó la sangre de la cara y se imaginó pálida la piel oscura. El corazón le bombeó con fuerza con el temor de que Ambrosio hubiera escuchado todo y que ahora el problema fuera mayor. Sin embargo Ambrosio lucía algo jadeante, como si hubiera llegado de apuro y entrado directamente lleno de emoción; no lucía como alguien que llevase muchos minutos tranquilamente al otro lado de la puerta... además, Melody confiaba que el tono bajo en que habían hablado con su maestra fuera lo suficientemente discreto incluso si él las había espiado.
—Ambrosio, qué bueno que te veo —dijo Lilith de inmediato, sinceramente aliviada de verlo—. Melody me ha dicho algo que la verdad me inquieta un poco.
Ambrosio dedicó una mirada curiosa a la cupido que respiraba entrecortadamente. No lucía para nada enojado pero ella no podía saberlo, solo le quedaba aferrarse a la idea de que no había escuchado nada.
—¿Algo malo?
Melody entró en pánico; si Ambrosio había espiado la conversación no habría nada qué hacer, pero si no, no podía permitir que lo supiera así no más. No podía perder esa única esperanza.
—Me dice que...
—Que tengo una relación con Jacobo —soltó Melody, interrumpiendo, con el corazón en la mano y el calor de nuevo en sus mejillas—. Sé que está prohibido mientras tengamos misión, pero yo... yo... yo creo... creo que me he enamorado de él.
Dentro del despacho no se sabía quién estaba más estupefacto por aquello. Lilith la miró como si se le hubiera zafado un tornillo; Melody nunca en su vida había tenido una vergüenza como aquella y Ambrosio... estaba confundido y mirando a ambas mujeres de hito en hito. Un silencio muy incómodo los envolvió a los tres pero Melody ya lo había dicho y no le quedaba de otra que mantenerlo por más que se sintiera sumamente abochornada.
—Bueno, no creo que eso sea algo tan inquietante —musitó finalmente Ambrosio, sonriéndole a Melody en un intento de tranquilizarla. La cupido fingió una sonrisa—. Jacobo tiene un gran corazón y Lilith me ha dicho que tú también, no veo algo terrible. Cuando estén los dos de nuevo acá podrán hacer sus vidas como quieran.
Lilith quiso pedir una explicación por la interrupción y por el cambio de tema pero esa actitud de su aprendiz era tan extraña que supuso de inmediato que algo iba mal; ya que eso había sucedido justo como Ambrosio había entrado era de imaginar que él tenía que ver en su aprehensión.
—Sí, es que me inquietó porque... —Lilith titubeó, no tenía ni idea de cómo decir algo más, estaba tan aturdida por todo que se quedó en blanco para cubrir la mentira.
Melody, abandonando otro pedazo de su preciada dignidad, decidió hundirse más con tal de no hacer que Lilith se hundiera sola.
—Porque Jacobo y yo usamos La Fortaleza para vernos... pues allá en la tierra no podemos acercarnos sin que nos electrocutemos... en cambio acá no pasa, así que vamos allí y... —Omitió decir "y nos besamos por horas" porque no podía perder un gramo más de su orgullo—, y mi maestra me dice que es arriesgado e irresponsable...
Ambrosio estaba sorprendido y algo incómodo con el tema, sin embargo lo que más tenía era ganas de echar a reír por el lío tan grande que se armaba Melody por romper una regla cuando ellos en sí existían para hacer eso. Se sintió incluso compasivo de la vergüenza terrible que Melody experimentaba, se notaba que la estaba pasando mal, era como una humana de catorce contándole a sus padres que estaba embarazada; estaba muy nerviosa.
—Honestamente no veo gran problema en ello —dijo Ambrosio, procurando no echar a reír—, ¿no debería haber venido Jacobo contigo a decirlo? Que poco caballeroso —bromeó.
Los tres soltaron una tensa risa.
—Él no sabe que vine —inventó Melody—. Es que me siento culpable con mi maestra, lo siento mucho, maestro.
—No te preocupes, jovencita. Lo siento yo porque al parecer interrumpí una confesión importante. —Retrajo los labios como si de verdad se sintiera apenado de haberlo hecho, luego miró a Lilith—. ¿Sabes qué? Te daré unos minutos más con ella. Lo que venía a decir es importante, pero termina de hablar con tu aprendiz. Iré a mi despacho a traer unos informes, tardaré unos diez minutos a lo mucho, ¿de acuerdo?
—Sí, me parece. —Lilith le sonrió con genuino agradecimiento, fingiendo muy bien que nada pasaba—. Gracias, Ambrosio.
—Adiós, Melody.
—Hasta pronto, maestro. Lamento las molestias.
Se sonrieron una vez más con algo de incomodidad en medio pero Ambrosio finalmente salió. Hubo un silencio de un par de minutos, quizás ambas esperaban a que Ambrosio se alejara de allí, aún así, cuando Lilith habló, lo hizo en un susurro que ni siquiera alguien tras la puerta escucharía.
—¿Qué fue eso?
Melody habló muy rápido y en siseos angustiados que reflejaban el estado de su corazón.
—Maestra, lamento mentirle unos minutos atrás. Todo es cierto, lo de la sustancia y lo del humano enfermo, todo, pero no le puede contar a Ambrosio.
—¿Por qué? Él es mi compañero en el liderazgo de...
—El cupido es Jacobo. Maestra, es Ambrosio quien hace eso. Por favor, no le diga nada, no quiero a Jacobo en problemas. Estoy al tanto de todo porque él me lo cuenta, es cierta también la parte de que tenemos una relación, perdón por no decirle de eso tampoco. En fin... sé que Aaron está en tierra con Marissa y fue él mismo el que dijo que algo iba mal con las intenciones de Ambrosio.
Lilith sintió que algo se le quebró por dentro.
—¿Aaron percibió maldad de Ambrosio?
—Sí. Y advirtió a Jacobo cuando supo del truco de meterse en la mente de Sam. Jacobo me mandó acá a preguntarle por la sustancia, por si quizás Aaron estaba errado pero ahora usted me dice todo eso... no quería traicionar a Jacobo, pero...
La voz de Melody se ahogó cuando casi empieza a llorar; no era su plan en absoluto contarle a Lilith que todo era duda y lío de Jacobo pero cuando Ambrosio entró antes de poder pedirle discreción de otra manera, no le quedaron muchas opciones. Ya le pediría perdón a Jacobo por traicionarlo.
—Shhh, tranquila. —Lilith la atrajo para abrazarla como cuando era una niña que no entendía mil cosas y se frustraba por no saber—. Ya, Melody, respira. No has hecho nada malo, de hecho te agradezco que me hayas dicho esto. No te preocupes, ya veré cómo lo soluciono. La palabra de Aaron para mí es verídica sin importar lo que diga, igualmente la tuya así que te creo cada sílaba, ¿de acuerdo? Me duele pensar en Ambrosio en malos pasos pero por desgracia hemos aprendido que cualquier ser puede tomar el camino incorrecto.
Melody asintió aún siendo arrullada por el reconfortante abrazo de su maestra. Hacía años que no lloraba y ahora se sentía muy extraña, lejana, ausente e incontrolable. Lilith con paciencia le limpió las lágrimas y le sonrió con ese aire maternal que lograba calmarla.
—¿Jacobo está en problemas?
—No. —La cabeza de Lilith intentaba ir a mil por hora; a ojos de Melody estaba serena y pensativa pero por dentro todo su ser era un caos en donde intentaba encajar la idea de que su gran amigo estaba equivocándose, de que Aaron lo había sentido así y que ahora todo cambiaba. Eso sumado a la preocupación de su aprendiz por Jacobo la dejaba mentalmente exhausta—. Escúchame, dile a Jacobo que no suba más. Mientras indago al respecto, que se mantenga alejado de Ambrosio. Si necesita algo del almacén tú vendrás y se lo llevarás. Si Ambrosio o cualquier cupido le manda algún mensaje contigo, me lo dices a mí primero. Pídele a Jacobo que confíe en Aaron. Él debe saber lo mismo que yo, incluso más, así que dile que si Aaron no le ha contado nada, que le insista para que lo haga ahora y que le informe que yo estoy investigando. De acá hasta nuevo aviso tú eres nuestro puente de comunicación, ¿bien? Ven diario y si te necesito, te buscaré.
—Está bien, maestra.
La puerta de Lilith esta vez fue tocada con educación y ambas soltaron su abrazo. Melody se limpió las mejillas y enderezó la espalda, siendo más dueña de sí misma ahora que tenía a su maestra completamente informada y de su lado. Lilith dio permiso a Ambrosio para entrar y este les sonrió.
—¿Todo arreglado? —preguntó, amable.
Era imposible ver en su rostro una pizca de maldad.
—Sí, maestro. Lamento quitarles su tiempo con esto, me iré ahora.
Ambrosio le guiñó animadamente un ojo.
—Dale saludos a Jacobo de mi parte.
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