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27. ➳ Mentiras y rumores ♡

"La verdad se difunde a paso de tortuga, el rumor se esparce con la velocidad de una liebre".
Anónimo

***

No había sido sencillo para Marissa conseguir al primer cupido que confiara en ella lo suficiente para acceder a ir con Jacobo a buscar ayudas ilegales pero una vez que lo hizo, todo pareció arrancar con buen pie.

Esa primera cupido estaba un tanto desesperada porque su humana no era capaz de aceptar para sí misma que era lesbiana y su tiempo se agotaba así que Marissa le recomendó cápsulas de valentía y aerosol para sinceridad mental; una vez que consiguió eso y al parecer le estaba funcionando, la voz se esparció y llegó el segundo cupido que decidió creerle a Marissa de sus buenas intenciones, luego un tercero, un cuarto y así, a punta de susurros que suenan a medias mentiras, los cupidos iban llegando a ella o al menos no huían cuando ella llegaba a ellos.

Marissa veía con satisfacción que los nervios de Jacobo al subir a alguien al Almacén iban disminuyendo y ya por el octavo cupido eran casi disimulables en su totalidad. Desde hacía una semana habían empezado con el plan de alcance lento pero seguro y le complacía mucho que Jacobo estuviera tan comprometido con la causa; eso sí, él se negaba a saber más allá del nombre de los cupidos que llevaba, decía que no quería conocerlos ni a ellos ni a sus humanos pues entre menos supiera, menos secretos guardaría y como una condición del trato con Marissa de parte de los cupidos era no preguntar por Jacobo ni decir por ahí que él era responsable de algo, se mantenía en las sombras lo más posible.

En ese momento estaban en la habitación de Sam, Jacobo acababa de llegar del Almacén y como siempre, Marissa lo estaba esperando. Era temprano por lo que Sam apenas se estaba peinando para salir a estudiar, se puso varios moños en el cabello como opcionales, según Marissa todos le quedaban lindos pero a Sam ninguno le gustaba y al final decidió no ponerse ninguno.

—El rojo le quedaba muy lindo —murmuró Marissa observándola—. Sam es tan bonita por dentro que por fuera se ve bonita con cualquier cosa, ¿no crees?

Hubo un silencio corto hasta que ella miró a Jacobo.

—La entiendo, ¿sabes? —dijo él, evadiendo la pregunta y el tono lúgubre que usó hizo estremecer a Marissa—. Cuando recién llegué me frustré tanto por no comprenderla que llegué incluso a culparla mentalmente por no verse bonita a sí misma, pero he estado escuchando sus pensamientos a ratos y he usado también el aerosol para no solo escuchar sino ver sus recuerdos... —Sacudió la cabeza— imágenes de una Sam de catorce años poniéndose un moño en la cabeza sintiéndose bonita y luego su padre diciéndole que parece un regalo navideño ridículo. Cada cosa que ella desprecia de sí misma ahora es algo que una persona que ama le ha despreciado en el pasado.

Marissa era consciente de lo mucho que a Jacobo le estaba afectando toda la situación; el tema de Sam, sus enredos con Mario y Román, el estar incumpliendo directamente la ley, el descansar poco por estar activo en todo momento... todo eso se veía reflejado en su actitud ahora lejana, callada, mucho más reflexiva y menos habladora. Era como si las circunstancias lo estuvieran haciendo madurar a la fuerza y a una velocidad exorbitante, convirtiéndolo en un cupido de apariencia de diecisiete años con ojos apagados de un cuarentón.

A Marissa le dolía ver cómo unos cuantos días lo estaban cambiando y ella no quería que perdiera su esencia, lo más bello de Jacobo era su carisma y entusiasmo y aunque Marissa quería estar al doscientos por ciento en el plan, la personalidad y chispa de Jacobo no le parecían un precio justo a cambio.

Jacobo miraba con intensidad a Sam que se estaba aplicando una crema en el rostro sin mucho interés, Marissa se plantó frente a él obligándolo a desviar la mirada y subirla a sus ojos negros. Intentó sonreírle pero él no le devolvió el gesto.

—¿Estás bien? —Jacobo asintió pero no separó los labios para responder. Marissa actuó por instinto y se acercó para abrazarlo, lo rodeó por el cuello y luego de unos segundos de no moverse, Jacobo enredó los brazos en su cintura también, inspiró hondo y se dejó consentir—. Está bien no estar bien, Jacobo.

—Quiero... —La voz se le quebró y tuvo que aguantar varios segundos la respiración para continuar—. Quiero estar fuerte para Sam, para ti... pero es difícil a veces... hago lo que puedo, te lo juro... —Hizo una pausa para buscar volumen en su voz—. Es solo que ver a todos los que suben conmigo sufriendo igual que yo con Sam... no hablo mucho con ellos pero lo sé, lo veo en sus miradas... además saber que la normativa los afecta y que aunque quieren un cambio le temen... pensar que Ambrosio estaría decepcionado de mí, imaginar que algo sale mal... no tener una pronta solución con mi Sam... todo junto es abrumante.

Marissa enredó una de sus manos en el cabello rojo de Jacobo y lo acarició con insistencia, esperando que eso lo reconfortase, incluso llegó a sentir que nunca había abrazado realmente a nadie antes que a él.

—Sufrir en silencio no es fortaleza y tú más que nadie lo sabes. Te necesito fuerte pero te necesito bien, no decaído, no callado. Háblame. La mejor manera de salir de lo negativo es sincerarse en voz alta, si no lo haces, todas esas sombras internas te consumirán. Sácalas, Jacobo, me tienes a mí. —Marissa se separó lo suficiente para mirar a Jacobo directamente a los ojos y con más aplomo, declaró—: Me tienes a mí. Tú estás antes que el plan, antes que todo. Mientras yo esté acá, tú y Sam son mi prioridad.

Jacobo miró la profundidad de los ojos oscuros de Marissa y el temblor que lo tenía lleno de nervios con toda la situación, desapareció, dejando una agradable sensación de seguridad en su cuerpo. Marissa le traía calma, era su polo a tierra, su voz de la razón y la sabiduría. Le creería completamente incluso si declarase que el cielo era verde.

El cupido asintió sin atreverse a separarse ni un poco de Marissa, de repente se sintió pequeñito y vio a su compañera como único refugio y guía.

—Gracias, Marissa.

Ella lo miró con ternura contenida y puso su mano suavemente en la mejilla de Jacobo; él le despertaba un instinto protector fuerte, unas ganas de no verlo sufrir nunca, unos deseos de abrazarlo y cuidarlo de cualquier cosa que quisiera dañarlo.

—No es nada —susurró finalmente y la puerta de la habitación se abrió; Sam iba a salir ya—. Vamos, otro día empieza.

Se soltaron y a ambos les quedó faltando algo, quizás un poco más de tiempo para estar muy cerquita porque sintieron con desagrado el ligero frío de la ausencia del otro. Cada uno y sin que el otro se diera cuenta, soltó un suspiro anhelante y se dispusieron a ir tras Sam.

La personalidad de Melody no era precisamente de las que los demás odiaban, es más, por algún motivo los cupidos insistían en formar una especie de amistad con ella pese a que ella era indiferente —o fingía indiferencia— con casi todos. Muchos cupidos le habían hablado desde que había bajado a Tierra pero eventualmente se cansaban de su actitud fría y distante y Melody estaba bien con eso.

No le mentía a Jacobo cuando le decía que aún no podían llamarse "amigos" y era que realmente a ella no le nacía llamar así a nadie, ni siquiera a Loren, la cupido de Drew que prácticamente la había acompañado desde que bajó pues Román y él eran casi inseparables mientras estaban en la preparatoria.

De todas maneras Melody debía aceptar que Loren era el tipo de cupido que menos desentonaba con ella; no era de mil risitas ni de compartir secretitos ni de andar dando brincos de emoción jamás; ella era muy parecida a Drew, podía decirse que era de confiar pero a la vez era bien sabido que si había una emergencia, Loren no movería un dedo por alguien más que no fuera ella misma. Sus conversaciones juntas siempre eran triviales, anécdotas cortas y sin importancia de sus humanos y el ocasional saludo al verse, sin embargo también se sentían cómodas solo estando una al lado de la otra en silencio mientras sus humanos se separaban y luego sin despedirse, se alejaban. 

—¿Has escuchado los nuevos rumores? —dijo Loren sin mucho interés, solo por sacar conversación.

—No ando muy actualizada en chismes —respondió Melody con ironía y Loren sonrió satisfecha; Melody le agradaba mucho—. Pero imagino que me los vas a contar.

—Se dice por ahí que hay cupidos intentando una revolución.

—Pues no está saliendo muy bien porque todo sigue igual —replicó en tono monocorde—. ¿Y de qué va esta supuesta revolución?

—Hay muchos rumores por ahí, pero se dice que hay cupidos activos que están incitando a rebelarse contra el reglamento.

—¿Es eso posible? —Melody bufó.

—Las revoluciones siempre son imposibles hasta que suceden. —Loren bajó más la voz y se acercó un poco a Melody; estaban sentadas en el césped mientras Román y Drew comían en el receso de mediodía en una mesa al aire libre cerca—. Hay alguien que está llevando cupidos al Almacén para que vean "la otra cara de la moneda" —Enmarcó la frase con comillas de sus dedos—, no sé quién será pero debe ser alguien mayor porque sabe mucho de lo que allí venden y eso no lo sabemos los de nuestra edad.

Melody seguía sin prestarle mucha atención a lo que ella decía, sonaba a algo inventado por alguien muy imaginativo con aburrimiento y ganas de hacer volar chismes falsos.

Loren era quien había llevado por primera vez a Melody al Almacén a las pocas semanas de ella haber llegado. Ella ya llevaba tres meses con Drew por lo que le facilitó varios consejos y le enseñó los trucos que rompían la ley pero que le ayudaron a conocer y a entender mucho más a Román.

—¿Crees en los rumores?

—Pues usualmente no... —respondió Loren, pensativa—, pero lo he escuchado de cupidos distintos y las versiones son parecidas. No sé si la palabra "revolución" sea la correcta, quizás exageran, pero sí creo que puede haber rebeldes por ahí intentando algo.

—Como si importara —musitó Melody con desgano—. Sabes lo que sucede con los que intentan rebeldía.

Melody y Loren tenían otra cosa en común y fue algo que descubrieron tiempo después de conocerse y que las hizo afianzar un poco más el lazo de no-amigas pero sí aliadas: ambas tenían de maestra a Lilith, una cupido respetada y temida cuya doble cara solo conocían los que decidían quedarse de su lado y tanto Melody como Loren estarían siempre de su lado.

—Solo se necesita que funcione una vez —objetó Loren—. Y uno nunca sabe, ¿y si es esta vez?

—Habrá que esperar. ¿Has sabido de Lilith?

—No. Desde que bajé no la he vuelto a ver.

—Solo creeré en una revolución cuando lo escuche de la boca de Lilith —manifestó Melody.

Loren no objetó más porque en eso sí estaba de acuerdo; ambas sabían con certeza que si algo grande se estaba cocinando en Skydalle llegaría a los oídos de su maestra y posteriormente a los suyos porque desde que decidieron no estar en las sombras de la información, se habían vuelto aliadas de una guerra que aunque aún no tenía fecha de inicio, siempre era una posibilidad a la que ellas debían estar preparadas.

A Jacobo le había quedado sonando fuerte en la cabeza la frase de Marissa de "la mejor manera de salir de lo negativo es sincerarse en voz alta, si no lo haces, todas esas sombras internas te consumirán" y luego de calmar un poco su mente sabía que eso se podía aplicar directamente con Samantha. Dada su situación actual la mejor persona que podía ser oyente de sus problemas era Alice; era evidente la buena fé y confianza que le tenía, lo que Jacobo debía averiguar era una manera de que esos temas salieran entre ambas cuando estuvieran a solas. Ya le preguntaría a Marissa si existía algo para ayudar con eso.

Sam estaba en ese momento con las manos embarradas de engrudo y una figurita aún sin forma en proceso; tenía su desastre sobre una sábana vieja que ponía siempre sobre el suelo para poder trabajar y tenía en sus audífonos música animada que la hacía tararear y mover la cabeza mientras moldeaba el papel periódico; Jacobo estaba recostado en la cama, dándole fugaces vistazos y disfrutando de esos minutos de paz tanto propia como de ella.

—Eres demasiado valiosa, Samantha —dijo en voz alta, siguiendo sus pensamientos aunque ella ni siquiera fuera a notar su presencia. Siguió hablando, con la mirada en el techo—. Deberías aprender a amar con locura cada partecita de ti porque cada centímetro es valioso. Román lo sabe y lo admito, Mario también. No sé si es que no sabes interpretar las miradas o si es que tu percepción de ti misma te impide comprenderlas, pero Román te mira con una adoración maravillosa, incluso Mario te observa como si fuera capaz de defenderte de absolutamente todo, como si quisiera dar la vida por ti. Hay algo en la mirada de los humanos que cambia cuando observan a alguien con amor, Melody dijo que los ojos de un enamorado ven todo más bello pero yo pienso que lo que sucede es que los ojos enamorados pueden de hecho ver realmente. Las personas son bellas, tú eres bella y necesito que te enamores de ti misma para que lo veas. —Jacobo ladeó la cabeza y la miró—. Deberían existir flechas para enamorarte de ti misma y para que todos se enamoraran de sí mismos.

»Te ves tan preciosa cuando no estás triste. Te confieso que con todo lo que está pasando creo que puedo comprender un poco eso de sentirse desanimado y agotado de la vida en general y de sentir que debes ser más fuerte de lo que en realidad eres solo porque es lo correcto, lo que se espera de ti. Me pasa, ¿sabes? A ratos me siento importante, como si yo fuera a hacer un cambio, como si pudiera hacer que los demás creyeran en ese cambio pero también hay ratos malos en los que me siento un niño intentando manejar más de lo que naturalmente puedo y sí, es frustrante. He concluido que todos tenemos el derecho de sentirnos rotos de vez en cuando pero con ese derecho viene el deber de cicatrizar, Sam, y cada vez que lloras, tus heridas se llenan de agua y se abren de nuevo. Debemos trabajar en eso. —Una lágrima resbaló por la mejilla de Jacobo y suspiró, sentándose—. Te amo muchísimo y haré lo que sea para dejar tu corazón cicatrizado antes de tener que irme. Estarás... estaremos bien.

Marissa había llegado hacía un par de minutos pero escuchó a Jacobo hablando por lo que se quedó del otro lado de la ventana oyendo cada palabra que le decía a Sam y sintiendo una emoción triste tan fuerte que también desató un par de lágrimas.

Oyó un tono tan lastimero que se asemejaba al de un niño perdido, desorientado que no sabe qué más hacer que pensar en soluciones sin considerar primero cuál sería la estrategia a seguir, un niño que quiere la paz mundial con solo chasquear los dedos.

Marissa se frotó el rostro con las manos, frustrada, sintiéndose impotente y aunque jamás lo demostraría a Jacobo, se sentía insegura de muchas cosas. Respiró hondo y esperó un par de minutos para que Jacobo también se calmara pues había oído el tono quebrado y lleno de llanto con el que le habló a Sam; cuando lo consideró adecuado, entró y le sonrió a Jacobo para luego sentarse a su lado.

—Hola. ¿Ya tienes a otro cupido? —preguntó él, sin mencionar siquiera que estaba desanimado.

Marissa negó con la cabeza y puso su mano sobre la rodilla de Jacobo.

—Hoy no. Necesitas un respiro.

—Estoy bien, yo...

—Sé que estás bien y eso no quiere decir que no merezcas un respiro. Has subido por cinco días dos veces por día, aparte de que puede ser cansador, no queremos que alguien se fije en que subes muy seguido.

Jacobo asintió, viéndole una lógica profunda a ese argumento, además en el fondo estaba aliviado. Suspiró y disimuladamente se restregó los párpados con la palma de las manos.

—De acuerdo.

—¿Cómo está Sam? —Al cupido se le iluminó la cara en una sonrisa—. La veo bien en este momento.

—Está sumergida en su música y en su figurita. Hoy ha estado bien. Le di una cápsula de valentía hoy.

—¿Y funcionó?

—Sí. —Jacobo mordió su labio en una sonrisa satisfecha—. Una de sus compañeras quería librarse de una tarea en la oficina del director y quería pedirle a Sam que la hiciera pero de ella no se vale porque siempre le endosa todo a Sam, no es la primera vez. Le di la cápsula y le dijo amablemente que no, que ella tenía cosas que hacer y que no era su responsabilidad cubrirla siempre. Sonrió aliviada después. Funcionó.

El orgullo que había en su voz era tan grande que hasta Marissa le sonrió a Samantha.

—¿Y qué está haciendo?

—Alguna figurita. Aunque es más grande de las que suele hacer.

—¿Tienes idea de lo que es?

—No. Por ahora solo es una esfera medio deforme, pero ya le dará forma. A veces tarda varios días haciendo una pero mira —Señaló una de las estanterías—, le quedan lindas.

—Creí que todas esas las compraba —respondió Marissa, un poco ausente, detallando más los animalitos pequeños y muy bien pintados que estaban esparcidos por varios lugares—. Le quedan preciosas.

—Lo sé. Ha mejorado mucho. Elliot tiene algunas, su madre también tiene en su local. Incluso su padre tiene —Jacobo no pudo evitar el pequeño desdén al mencionarlo—, es taxista y en el frontal de su taxi tiene una pequeña tortuga que Sam le dio en un cumpleaños. Creo que ese que está haciendo es para regalar porque no suele hacerlos tan grandes cuando son para quedarse acá en casa.

Se quedaron ambos en silencio contemplando a Sam que movía su cuello al ritmo de su música y cantaba entre dientes pues Elliot estaba en casa y cuando así era, ella no cantaba en voz alta. Ya estaba oscureciendo y Sam se levantó un momento para encender la luz y volvió rápidamente al suelo.

Jacobo y Marissa se sentaron contra la pared, sobre la cama, cada uno abrazando sus rodillas. Había un silencio cómodo en la casa y una calma agradable entre ambos.

—¿Le has dicho a Melody de lo que estamos haciendo? —soltó Marissa de repente.

—No... creo que puede llegar a molestarse. O no sé, dice que no es amiga, ¿y si es en serio y luego me delata? Yo confío en ella pero dudo que ella confíe en mí.

—Las noticias vuelan, Jacobo —aseguró— y esto te lo digo a modo de consejo: podrías decirle tú antes de que se entere por otras voces. Podría sentirse mal si piensa que no confías en ella.

—Lo dudo —respondió riendo—. Si ni siquiera es mi amiga, le dará igual que le oculte un par de cositas.

—Puede que no confíe del todo en ti pero eres el cupido de quien su humano está enamorado, así que es mejor que confíen mutuamente.

Jacobo asintió, considerando lo que decía pero no del todo decidido a contarle aún a Melody. Le inquietaba pensar en lo que ella pudiera pensar de él, era importante que no lo viera como alguien que hacía las cosas demasiado ilegales, no. Quería que Melody mantuviera en su mente esa imagen de él que ya tenía, fuera para bien o para mal.

Jacobo sacudió la cabeza y decidió cambiar de tema por otra de sus mil preocupaciones.

—Dijiste que las noticias vuelan, ¿estoy en riesgo de que me atrapen? Sé sincera.

—No creo. Vuelan las noticias pero no los detalles ni los nombres. Se rumorean muchas cosas, la mayoría falsas, pero de a poco se mueven las aguas. Ya los cupidos confían en mí y por ende, en ti y estoy segura que todos son de confiar.

Jacobo mordió su labio, sintiéndose más tranquilo.

—Tengo una pregunta, pero no te la vayas a tomar a mal.

—Dime.

—¿Por qué haces esto? Ya no puedes hacer nada por Mario o por Alejandra y...

Jacobo dudó y calló, sonrojándose. Marissa lo codeó amigablemente.

—Vamos, dilo, no lo tomaré a mal.

—Es que... bueno, ¿es realmente por eso de que borraron tu historia? No te molestes, pero si eso ya pasó, ¿qué importa? Entiendo que te sintieras ofendida y todo, pero... ¿de verdad es eso tan fuerte como para planear una revuelta?

Marissa titubeó pero no permitió que se le notara externamente lo que esa pregunta le provocaba. Jacobo era más listo de lo que cualquier cupido pudiera pensar, esa era una de las razones por las que Marissa se había atrevido a tanto con un chico prácticamente desconocido: la capacidad —inconsciente— que tenía de que lo subestimaran era una fortaleza poderosa en una revolución. Y sí, tenía razón, la indignación no era un motivo suficiente pero no podía decírselo, no aún.

—Solo quiero evitar que alguien más pueda sufrir lo que Mario sufrió y esta es la manera.

Jacobo sabía que era un tema delicado por lo que con esa vaga respuesta dio por satisfecha su curiosidad... por el momento. Hablaron otro poco de temas menos importantes y menos incómodos pero Marissa no pudo sacarse de la cabeza esa detestable sensación de que aún cuando Jacobo confiaba plenamente en ella y hacía todo sin cuestionar nada como un verdadero amigo, ella le pagaba como la peor amiga de todas.

Con mentiras. 

Hooooooola, amores ♥

Me costó media vida terminar este capítulo porque los ánimos no me han dado para escribir mucho estos días, pero espero que les haya gustado. 

NO CONFÍEN NI EN SU SOMBRA, lo dice la Biblia. 

¿Qué les pareció el capítulo? 😏

La Melody tiene su guardado y la Marissa también, todos tienen sus guardados menos Jacobo bb que es bien inocente :'v ¿Tienen teorías? 7u7

ESTAMOS A POCO DE LLEGAR A 30.000 LECTURAS, MUCHAS GRACIAS, SON UN SOL, NUNCA SE APAGUEN (?) <♥>

Nos leemos, amores, ojalá que pronto pero no prometo nada ♥


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