Keigo se despertó por una hambre insaciable, miró el reloj y vio que eras 2:45.

Quería helado de menta con chocolate

Miro a su lado donde Touya dormía plácidamente, hizo una mueca de disgusto, el había tenido mucho trabajo esta semana y no quería levantarlo, se recostó con cuidado en la cama, cuando notó algo, bajo su mirada a su panza de ahora 4 meses, era la primera vez que la veía con tanto detenimiento, de pronto tenía unas grandes ganas de llorar, tal vez era por que no tenía su helado, o por las hormonas en general.

Las hormonas lo tenían loco desde hace mucho, aunque se había intentado contener en muchas  ocasiones de sus cambios de humor.

Pero era cierto que si Hawks lloraba tenía que ser algo.

Touya lo despertaron unos sollozos, de manera inmediata se sentó en la cama y volteó a ver a su esposo quien se secaba las lágrimas rapidamente.

—Mi amor, que te duele—Touya estaba apunto de desesperarse, con lo que había pasado recientemente se preocupaba por cada cosa minúscula que sentía su esposo

—No es nada importante, vuelve a dormir—Keigo se limpiaba las lágrimas, Touya no dormiría tranquilo si su esposo no le decía que tenía, acaricio un poco los cabellos del contrario para que se relajara, mientras las lágrimas del contrario bajaban con un suave masaje en sus hombres se atrevió a decir que le atormentaba.

—Quiero helado de chocolate y menta—Por fin admitió, Touya lo miró, Dios solo era eso, se relajó un poco, pero al mismo tiempo se preguntaba por que no lo había despertado antes para decirlo.

El siempre cumpliría con sus antojos, aunque tenga que ir hasta el otro lado del país para conseguirlos.

—Claro que iré por el pollito, quédate aquí, está frío afuera—Hawks inmediatamente sonrió, podía sentirse culpable, pero enserio quería comer helado.

Touya tomó sus llaves y se dirigió al auto, iba conducirse tan solo algunos minutos a la tienda más cercana.

Cuando llego a casa con el helado, lo vació todo en un plato y tomo una cuchara.

—Para mis bebés—Touya abrió la puerta de la habitación, cuando lo hizo notó una Keigo muy dormido, rodó los ojos y sonrió, lo beso y lo acobijo bien, se dirigió a guardar el helado, el a verdad no le importaba, Keigo era su sol y luna y haría lo que sea solo para verlo sonreír.

Regreso solo para rodearlo con sus brazos y acariciar la pancita de su esposo, tenía que levantarse en unas tres horas para ir a trabajar, bufo molesto viendo el reloj, no podría hacerle el desayuno a  su esposo, aunque si se ponía las manos a la obra podía dejarlo desde antes.

Cuando Keigo despertó cerca de las 8 un desayuno de pancakes, jugo de naranja, frutas y el helado lo esperaba en la mesa.

Cuanto amaba a su esposo