Capítulo 17: Dudas
🔱 Un gran guerrero no es el que triunfa siempre, sino aquel que regresa sin miedo a la batalla 🔱
Aquella fría noche, todos en la ciudad pudieron apreciar un extraño cielo, plagado de luces y oscuras nubes similares a finas grietas, dando la apariencia de un mundo totalmente distinto a la tierra sobre la cual estaba; aun así, ni las estrellas ni las fisuras se comparaban con la inmensidad de la luna llena. Blanca con reflejos azules, daba al ambiente una sutil sensación de delicadeza; invitando a aquel que la contemplara, a disfrutar de un sueño largo y profundo.
Sin embargo, a veces los sueños
Suelen enlazarse entre sí,
Y esta noche no sería la excepción:
Tres, para ser precisos
Todoroki observaba el paisaje nocturno, a través de la ventana de su habitación. Había evitado preguntas molestas y tormentosos reclamos, ya que era la única persona presente en ese lugar llamado casa.
En la oscura soledad de su cuarto acomodaba la almohada para reposar su cabeza, cerrando levemente los párpados, recordando a quién estaba robándole sus pensamientos durante las últimas noches; preguntándose si los acontecimientos recientes hubieran cambiado el curso del sentimiento que guardaba dentro, o si, por el contrario, de no existir aquello, hubieran quedado tan mudos como para morir. . . ¿Los sentimientos son capaz de extinguirse? ¿O es una parte de la persona lo que fallece junto al sentimiento?
No estaba seguro de nada, ni siquiera del por qué, o cuándo, o dónde habían comenzado todos estos momentos taciturnos de cuestiones sin respuesta, y aun así, continuamente finalizan con el mismo responsable
Se sentía incluso ruin, de declarar culpable a tan precioso ser. . .
— Midoriya. . . Izuku. . . —
Fue lo que susurró, antes de caer en los brazosde Morfeo.
~ Todoroki estaba sentado en una banca debajo de un gran árbol. Se supone que leía una especie de libro, el cual era bastante extraño a su parecer. De carácter antiguo, adornado con borrosas figuras, y de alguna manera resultaba ser un objeto valioso; sentía el deber de averiguar qué escondía aquel cofre de historias y anécdotas, cuando una suave mano le acarició sus cabellos.
De alguna manera las acciones en ese momento se veían lentas, como un fragmento de tiempo.
Levantó su cabeza y no pudo distinguir a la persona dueña de aquellas manos, pero pudo entender un pedido que le llegó sin voz alguna; sin necesidad de oír las palabras ya que éstas estaban claras en su mente
"— Shouto, deja ese viejo libro. Alguien importante te está esperando. . ."
Entonces, más alejada, llegaba a distinguir una figura pequeña con una delicada sonrisa. En sus manos sostenía un ramo de orquídeas blancas, le permitía distinguir aquel dulce aroma a miel que esa persona poseía las veces que cerca podían estar. . .
— ¿Midoriya? — Todoroki se levantó para poder admirar mejor aquella escena.
Izuku lentamente se acercó, permitiendo a Shouto rodear su cintura con ambos brazos, con lo que el peliverde fijó sus ojos color esmeralda en la mirada atónita del heterocromático. Apoyando su mano firmemente en su pecho, permitieron a sus labios encontrarse en un tierno beso, dejando brotar aquél puro y solemne sentimiento mutuo, regocijándolos; al separar sus caras, el pequeño miró el ramo de flores, susurrando apenado
— Son para ti, por corresponder mi amor, Shou-chan—
El bicolor apoyó su mano izquierda en la mejilla sonrojada para levantar aquella hermosa mirada, sintiéndose plenamente feliz en aquel momento, con lo que el peliverde se avergonzó aún más, desviando su cara con una tímida y tierna sonrisa
La cual se esfumó en ése segundo,
Ya que sus hermosos ojos comenzaron a empañarse;
Sin darle tiempo a Shouto a reaccionar, señaló la banca donde él estaba sentado con anterioridad,
Y un triste monólogo salió de su amado
— No está. . .
Se fue. . .
No, Shou-chan ¿Por qué. . .?
¿Por qué dejamos que esto sucediera? —
Unas gruesas lágrimas rodaron entre sus pecas, asustando al mayor quien lo abrazó con más fuerza
— ¿Qué sucede Izuku? —
Todoroki estaba muy asustado, por lo que comenzaba a escuchar con dificultad
— Lo prometimos, que la ***********, que íbamos a estar con ****. . . —
Shouto se esforzaba por entender, pero la débil y quebrada voz de su amor se escuchaba cada vez más lejana
— Izuku, por favor no te entiendo. . . —
La desesperación comenzó a consumirlo cuando el pecoso rechazaba su abrazo, llorando con más intensidad, dejando caer el ramo a sus pies
— ¡No podemos dejar que *****, es nuestra *****! —
Dicho esto, él comenzaba a correr hacia el árbol por lo que Todoroki quiso seguirlo, pero se detuvo abruptamente al ver que allí sólo un seco tronco quedaba, la oxidada banca había caído, y el libro. . .
Quemándose estaba
El miedo lo atacó, cuando Izuku intentó salvar los restos de aquel peligroso objeto, temiendo que se lastimara. . .
Con aquellas misteriosas llamas,
Que ardían hace ya mucho,
Hace un largo y agónico tiempo.-
— ¡IZUKU! —
Despertó sentándose de golpe en su cama. Estaba algo mareado y con una profunda sensación de vacío en su pecho, por lo que volvió a acomodarse en su almohada para intentar descansar.
Tratando de apaciguar la sensación de recién.
El pecoso estaba algo agitado por la corrida; ya había entrado en calor dentro de su cama, y el cansancio acumulado iba tomando lugar, adormeciendo cada parte de su cuerpo.
Enfundado entre su almohada y algunos peluches, Izuku contempló aquella enigmática luna, haciéndole recordar su último momento en el río, y con ello, a ésa estampa tan particular.
Recordando a Aracné,
Una solemne y enigmática joven de ojos cambiantes.
Ahora sentía tanta adversidad dentro de él.
Quería llamarla "su amiga" pero algo dentro se lo impedía, y estaba molesto consigo mismo por eso. Quizás ella simplemente tenga algunas cosas fuera de lo común, quizás algo sospechosas, o bueno. . . su cabeza era un desastre intentando reflexionar sin dudar de la chica de cabellos negros.
Pero ¿Qué fue todo eso?
El observarla así, tan solitaria, tan distante, tan frágil; como perdida en algún punto desconocido para todos, dándole la sensación de que en cualquier momento algo terminaría por romperse, que algo dentro de sí terminaría de derrumbarse. . .
Realmente, no le hacía daño a nadie. Sin embargo, él sentía una tristeza muy presente, unas sensaciones de contagiosa e indistinguible emoción. Algo en su interior le decía insistentemente que lo que sea que ocultara debía averiguarlo, y el peliverde desestimaba a cada segundo esa idea de investigarla como si fuera una criminal.
No obstante, lo que más grabado quedó en su memoria fue esa canción. Sólo de acordarse cómo la entonaba cual juramento le hacía tener piel de gallina, y a la vez le encantaba porque le hacía recordar lo buena y amable que la chica de ojos cambiantes es con él.
Sinceramente, ella confía en él. Por eso Midoriya se rehusaba a inmiscuirse en su vida privada.
Porque consideraba de mal amigo dudar a tal punto de excavar y quizás entrometerse descaradamente en sus asuntos personales;
Aunque a la vez esa imperiosa insistencia dentro de él pedía a gritos saber la verdad oculta detrás de esa corta y pequeña sonrisa que se notaba cuánto le costaba mostrar a Sarai.
Además, aún tenía en la cabeza a Todoroki, ya que en su última lucha él de alguna manera se había confesado; y la escena en la enfermería. . . Su corazón y su mente eran en ese momento la tormenta del siglo. Cansado, tomó la almohada y se la colocó sobre la cabeza.
. . .
Quería llorar.
Cada vez que cerraba los ojos, cada vez que respiraba, y cada vez que apretaba en su pecho el peluche de All Might. . . Porque sentía eso; caía una y otra vez sobre sus párpados esa dolorosa nostalgia que sintió en su amiga, siendo comparable a un veneno. Una sutil y poderosa toxina que atacaba lentamente, y llegaba a tal punto, que al tapar su mirada, la veía a ella.
La veía un segundo con su color negro de iris, luego verde, y por momentos azul. . . En todos, en cada tono que distinguía, también captaba una especie de mensaje atrapado; palabras, que no le pertenecían a Aracné, y a la vez eran su mayor soporte. Un angustiado, y desgarrador sostén.
— ¿Qué hago. . .? Por favor, necesito ayuda. . . —
Eso fue lo que pidió, antes de cerrar sus ojos,cayendo en un profundo sueño.
~ Sentía frio, demasiado: incluso podría decirse que no sentía sus extremidades por tal nivel de congelamiento.
Se sentó de repente, frotándose ambos brazos con sus manos, dándose cuenta que oía un cercano murmullo. Abrió los ojos para ver que estaba en una costa, dónde las olas llegaban a centímetros de sus piernas. . . aguas cristalinas adornadas por unas cuantas estrellas de mar, meciéndose en la blanca arena de esa playa extraña. Por el movimiento, del océano traía consigo plumas, que se acumulaban como barandales en aquel lugar.
Era de noche. La luna llena estaba acompañada de lo que parecía una constelación completa; la luz que emanaba, era simplemente hermosa. Contemplando aquella vista bajó sus manos para darse cuenta que a su izquierda había tocado los cabellos de alguien, sorprendiéndose de quién estaba dormido a su lado.
— ¿T-Todoroki-kun? —
Lo dijo suavemente, al notar que dormía plácidamente en ese lugar; su respiración entrecortada le hizo preocupar un poco y procedió a acercarse, con lo cual el bicolor tomó despacio la mano que el peliverde no había retirado de la cabeza de éste y lo atrajo hacia él, abriendo sus ojos lentamente y sonriéndole
— Quiero estar más tiempo así contigo, Izuku. . . — susurró para luego abrazarlo de la cintura y acostarlo encima suyo — Eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida, mi amor —
El pecoso era un carbón al rojo vivo. Lo miraba con los ojos como platos y con el corazón sonando tan fuerte que el bicolor sonrió feliz, e iluminado por aquella luz tan serena lo hacía ver aún más bello de lo que se hubiera podido imaginar.
— Te amo, Todoroki-kun. . . —
Izuku se había calmado por el ambiente sereno del lugar y pudo atreverse a decirlo; el mayor se acercó regalándole un dulce y tierno beso a lo cual el peliverde correspondió.
Era una especie de rincón muy especial, donde el cariño y el afecto suavizaban cada situación y a cada persona que se presentara por allí; un lugar encantador, delicado y acogedor.
Separando sus rostros, el pequeño pecoso recostó su cabeza en la clavícula del bicolor sintiéndose increíblemente feliz; para, en ese momento, oír un golpe seco.
— Auch. . . —
Se quejó Todoroki, pasando la mano por su parte albina
— ¿Shou-chan, estas bien? —
El peliverde, levantándose y revisando la cabeza de su amado, parecía preocupado
— Sí, estoy bien, Izuku —
El bicolor también se paró, para tomar las mejillas del pecoso y besar su frente.
Midoriya se llevó la mano a donde lo habían besado, colorado como un tomate, lo cual hizo reír a Shouto; bajando su avergonzada vista, el peliverde vio una pequeña pelota azul, notando que el suelo no sólo estaba conformado por arena, sino también por blancos pétalos. La tomó, y comenzó a buscar con la mirada de dónde pudo llegar, fijándose que detrás de él se extendía una especie de bosque inmenso.
Grandes pinos cuyas amplias copas profundizaban la oscuridad debajo de ellos, con la base de los mismos tapada por arbustos de moras y los troncos siendo vestidos por largas enredaderas de hiedra. El aroma proveniente de aquel lugar era fresco y embriagante, lleno de fuerza y vigor; lo cual invitaba a adentrarse en esa misteriosa floresta.
— Creo que de ahí provino esto, Shou-chan. . . — quiso acercarse pero una mano lo tomó con fuerza.
— No, por favor Izuku no vayas, yo. . . — Todoroki parecía preocupado pero la sonrisa del peliverde y el pequeño beso que le brindó en los labios lo calmó
— No pasa nada, Shou-chan. Además, seguro el niño estará triste sin su pelota —
Argumentando esto para acercarse a los arbustos, fue seguido de cerca por el bicolor; pero luego de un rato cuando se estaban rindiendo de buscar, el sonido de una ramita rompiéndose los alertó.
El mayor abrazó a Izuku intentando protegerlo, quien estaba rígido observando el lugar de dónde parecía provenir el ruido, y en ese momento el pecoso sintió una familiar sensación. . . pero no podía recordar de dónde era que la conocía. . .
Quiso ir pero el agarre se profundizó
— No. . . —
Todoroki sonaba serio, muy serio
— Por favor Shou-chan, seguro está asustado —
La sensación que tenía y la idea de que aquel niño tuviera miedo provocaron que sus ojos esmeraldas se vieran mil veces tiernos pero decididos, por lo que Shouto suspiró y le permitió acercarse quedando tomados de la mano. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de aquel lugar se agachó y sonrió de la mejor manera posible
— No temas, tengo tu pelota — la mostró al aparente follaje vacío — Por favor, sal así puedo devolvértela —
Silencio
Todoroki comenzó a observar el lugar algo molesto
Midoriya quiso acercar su mano al tronco que estaba más cerca de él, pero un ruido a hojas secas les permitió saber con exactitud dónde estaba el pequeño, con lo que el pecoso sonrió aún más y pudo adaptar mejor su visión. Entonces pudo distinguir una pequeña y sigilosa figura, asomando la mitad de su cuerpo, estando uno de sus bracitos abrazando el árbol; el cabello se veía largo y un vestido oscuro que llegaba hasta sus rodillas le daba el aspecto frágil y delicado de un muñeco.
El ojito entrecerrado de la personita los miraba fijamente, aunque por la oscuridad no podían saber bien quién podía ser. . . No estaba muy lejos, por lo que Izuku siguió ofreciéndole el balón con su sonrisa a más no poder. La pequeña miraba alternadamente a él y al juguete, y cuando por fin se decidió por estirar un poco su manito, el pecoso vio como otro brazo detrás de él la atrapaba, obligándola a salir.
En ese instante, cuando fue tironeada abruptamente, el tiempo se volvió más lento así como los movimientos de todos.
El lugar mismo, comenzó a entristecerse, a decaer, dejando caer sobre sí una melancólica escarcha. . .
De una manera tan profunda, gélida y oscura, como el fondo del océano.
Asustado, se dio la vuelta, viendo como Todoroki la intentaba calmar abrazándola, pero la niña lo rechazaba agitando sus bracitos y pataleando fuertemente. El ruido se perdía, él intentó ayudar a Shouto con la pequeña; pero se detuvo al escuchar un poco la fina vocecita que de ella costaba salir
— ¡No! . . . ¡Duele!. . . ¡Suéltame!. . . —
Esa voz, ese desesperado pedido. . . se sintió profundamente culpable y responsable a la vez.
Se acercó hasta ellos y sin pensar sus palabras, las pronunció a espaldas de la chiquita como si fuera una promesa. . .
— Tranquila, todo estará bien. Puedes confiar en nosotros ¿sí? —
La chiquita, al oír esto, quieta se quedó.
Bajo sus brazos y su mirada al piso. Izuku estando tan cerca, pudo notar que en sus brazos pequeños moretones y cortes comenzaban a aparecer, y reconoció esa sensación de tristeza profunda de antes. Pero esta vez, no era de la misma persona. . .
Ella era una niña;
Una pequeña e inocente niña.
La visión de aquello hizo que de ambos chicos cálidas lágrimas escaparan de sus ojos, deseando protegerla de ese terrible sentimiento.
Entre los dos la abrazaron,
Ella no reaccionó,
Sintieron su cuerpo helarse,
Más de sus labios dejó libre una sola palabra,
Que fuera como un regalo para aquella pareja,
Y a la vez una fugaz despedida.
"Perdón"
Izuku se despertó, abrazando un peluche deconejo que tenía desde su infancia. Grande, blanco y esponjoso. Pero no pudopensar en nada, porque enseguida el sueño lo venció otra vez.
Ella estaba perdida en algún rincón de su mente.
Sólo oía el ruido de aquel río y de una lejana ciudad. Su poder le permitía volar por la hábil y rápida conexión de los hilos a su alrededor, sumado a su forma de saltar fuerte y ágil. En menos de un minuto estaba en su "casa".
Con esa pesadez en su pecho, se deshizo de sus prendas en el lavarropas; con una remera blanca, unos jeans oscuros y un ardor encima de su nariz, se dirigió a los rosales del patio trasero. La noche era clara con algunas sombras, las flores parecían imperturbables en su pacífica danza con la brisa; provocando una especie de melodía con el murmullo del viento, viajando a través de árboles y hojas.
Tan inmersa estaba en los pensamientos, que sus pies descalzos no notaron el congelado rocío que adornaba el césped, ni que sus cabellos ya no estaban en orden. Su casi lacio y largo cabello con el flequillo recto se habían perdido al querer la naturaleza acariciarlos un poco, dejando así un mechón de cabello cruzado en su frente y unos largos bucles, ahora entretenidos jugando entre ellos en un intento de acomodarse.
Un gran suspiro vació por completo sus pulmones, e inesperadamente, derrumbándose con una frase en mente
— *¿Por qué, siempre vuelven a mí. . .?* —
~ El aroma a vainilla y chocolate inundaba el lugar, junto al inconfundible calor de un suave horneado.
Unas hojas causaban cosquillas en su mejilla derecha por lo que lentamente se sentó, abriendo apenas sus ojos. El sol daba sus primeros rayos de bienvenida, en aquel pastizal donde ella estaba.
Desde atrás, un sonido a campanillas le hizo girar y notar la presencia de una pequeña casa. Como las que aparecen en cuentos de hadas, bordeada por varios tipos de flores y arbustos. La madera oscura de las paredes brillaba debajo de las enredaderas, que brindaban pequeños brotes blancos como si fueran copos de algodón.
Reconocía esa casa. . .
Fijó su mirada en las rodillas suyas, esperando pronto despertar. Las flexionó y se abrazó a ellas cuando oyó la puerta abrirse; deseaba irse de ese lugar. Al menos, lo imponía.
Entonces llegaron las mariposas. Las que siempre veía; grandes y blancas, que traviesas se posaban en su cabello. Hace mucho las tenía contadas.
Eran 5.
Y una voz lejana la invitaba a pasar, a quedarse allí. Comenzó a temblar un poco, cuando esa calidez la abarcó, tratando de resistir un impulso natural.
Reconoció el afecto, la contención, el cariño. . .
Pero aunque esa sensación tuviera dueño, éste ya no se encontraba ahí. Lo sabía, y aun así comenzaba a querer luchar contra ella misma, con ese desesperado deseo de ir.
De perderse entre suaves mantas y un acogedor silencio.
Sin embargo, no tenía permitido siquiera sentir esas emociones nuevamente; ella misma era su propio límite.
Con esa convicción acercó sus manos a la parte superior de sus brazos, y dejando clara la prohibición, su voz se tornó profunda y directa.
— Es una orden. Tienes que despertar, ahora —
El entorno del lugar comenzó a cambiar: nuevas enredaderas color bordó surgieron de ella, creando una inmensa muralla de gruesas espinas y grandes rosas carmesí.
Encerrando aquella casa,
Protegiéndola.
Estaba adolorida, las fisuras quemaban, ardían como si el hierro fundido fuera derramado sobre sus hombros; pero no lo admitiría.
No existía carga que no pudiera soportar;
Además,
Le habían enseñado que nunca debía romper el silencio
Si no era para mejorarlo.
Y debía soportar esos silencios de toda clase.
Después de todo;
La única culpable era ella.-
Despertó al alba.
Nunca se había desmayado tan drásticamente, y pensó que quizás sea por falta de vitaminas. Ese mismo día las compraría sin falta.
Dedicándose a sus tareas domésticas, no se dio cuenta que varios ojos con distintas miradas la custodiaban. Al fin y al cabo, pasado el festival quedaba pendiente averiguar sobre su estancia en ese lugar.
La mañana era espléndida. Algunos paseaban, otros limpiaban su habitación, unos leían y Katsuki gritaba que mueran sus bacterias bucales. Lo normal en ese lugar. La chica de largos cabellos negros salía de la farmacia, cuando cierto peliverde chocó detrás de ella, haciéndole caer sus compras y las de él.
— Izuku-chan, buenos días — sonrió para luego levantar las cosas — Veo que compraste muchas verduras ¿Qué te hará de comer tu madre? —
El peliverde iba pensando justamente en cierta estrofa, perdido en sus conclusiones, cuando se encontró y escuchó a Aracné. Estuvo rígido por la sorpresa de tal encuentro, con la fresca inseguridad que aún guardaba dentro de él, pero enseguida comprendió que ella era la misma. Por lo que respondió con su gran sonrisa
— Buenos días, Aracné-chan. Hoy mi mamá me preparará Katsudon ¡Es mi plato favorito! ¿Quieres venir? — la última petición salió sin que la pensara. Ella lo miró tranquila mientras el pecoso sentía arder sus mejillas.
— Jajajaja eres tan tierno como siempre — acarició sus verdes cabellos para despedirse — Lo siento, Izuku-chan, pero debo hacer cosas en casa. Hasta luego —
Se fue tan serena como siempre, con su larga cabellera negra balanceándose suavemente a cada paso.
Deku se sentía muy perdido. Necesitaba averiguar aunque sea un poco sobre lo que escuchó, sino se volvería demente ¿Pero, en quién podía confiar semejante secreto?
Un momento,
¿Pensaba fallar la promesa que le hizo a su amiga?
Ah, se sintió terrible. Llegó a su casa algo desanimado y comenzó a buscar entre sus compañeros. Todos eran buenos, pero si quería confiar en alguien algo tan importante redujo la lista a cuatro personas.
Ochako era muy amable, aunque, si se daban las condiciones siendo tan entusiasta podía filtrar el secreto sin darse cuenta. Descartada.
Iida era muy recto y honorable. Pero quizás por su apego a las normas terminara por pedir la intervención de los profesores, quienes podrían realmente poner en mal asunto a su amiga. Descartado.
Momo es muy inteligente. Siendo tan reservada puede que acceda a ayudarlo, aunque recordándola bien ella está muy apegada a Aracné: es tan así que no dudaría un segundo en contarle a Sarai sobre sus inquietudes. Descartada.
Por un instante al quedar sólo una opción se le cruzó Kacchan.
¿En qué diablos está pensando? Con solo recordar la última pelea de ellos, el contarle sus dudas sería catastrófico. Sacudió desesperado su cabeza esfumando por completo aquella ocurrencia. Sólo le quedaba Todoroki
— Wah. . . qué fuerte — susurró sin darse cuenta. Y para cuando cayó en lo que dijo su sangre comenzó a hervir — ¡Qué vergüenza! —
Taparse su cara con ambas manos sólo añadía más notoriedad a su situación sentimental respecto al bicolor, para cualquiera que lo observara en ese momento.
Pero al fin y al cabo, Shouto era el único en el que podría intentar hablar. Ya que lo consideraba una persona seria y honesta, además que le había confesado un secreto importante antes de su lucha. Y. . . algo en su corazón estaba más que de acuerdo en contactarlo. Sacó su móvil y se dispuso a escribirle sin pensarlo;
"Buenos días, Todoroki-kun.
Soy Midoriya, perdón por molestarte, pero ¿Puedo pedirte un favor?
Es que necesito ayuda con un tema algo. . . complicado.
Si puedes venir mañana a mi casa mamá no estará, y de verdad será mejor que sólo nosotros sepamos de lo que te voy a decir, estando solos.
Espero tu mensaje, y en tal caso que no puedas ¡No hay problema! Podré arreglármelas solo, no es tan grave :)
Te paso la dirección. . . "
Izuku terminó de escribir, algo entusiasmado, y lo envió.
En ese instante se dio cuenta de lo que había hecho. . . le había pedido a Todoroki que fuera a su casa, donde estarían solos, por un tema algo complicado
— ¡VOY A MORIR DE LA VERGÜENZA! — gritó para taparse con sus frazadas por completo.
Todoroki aún estaba haciendo tiempo en su cama; eran horas de la tarde y no tenía ganas de levantarse. En eso, sonó su móvil ¿Quién rayos podría ser? Sin mucho entusiasmo tomó su celular y leyó el mensaje algo adormilado.
— Ah, Midoriya quiere que lo ayude. Bien, mañana voy. . . — respondió con unas simples palabras
"Mañana estaré ahí a las 10 en punto sin falta. Hasta entonces"
Y dejó caer su cuerpo en la cama de nuevo, cuando comenzó a razonar el mensaje.
— Un tema complicado. . . mañana solos en su casa. . . si no se las arreglará solo. . . —
Cerró sus ojos suspirando cansado, para abrirlos cual platos en un instante y como un rayo leer bien de cerca el mensaje enviado por el pecoso.
Al acabar miró a la nada misma, sintiendo como toda su cara se volvía del color de su parte izquierda y prender una pequeña llama en dicho lugar. Algo goteaba en sus sábanas, y lentamente se tocó el labio superior para darse cuenta que estaba sangrando. Tomó un pañuelo del cajón para taparse la nariz, avergonzado completamente por sus ideas impuras, y la sonrisa del pequeño y adorable pecoso se instaló en su memoria.
"Nunca derrames lágrimas en quien te ofrece su mejor sonrisa. . ."
— No lo quería reconocer, pero tienes razón, Sarai — se acostó nuevamente sonrojándose un poco — Iré con ropa nueva —
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