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Capítulo 8.

¿Había dicho que el jefe de John era el demonio? Pues no, mi Ferrero Rocher era el ogro que clamaba ser, aunque en ningún momento había sido grosero con sus compañeros, gritaba en todo momento y muchas palabrotas en francés fueron soltadas. Se notaba estresado, por eso en ningún momento lo había molestado, por más que el hambre se había alojado en mi estómago como una jauría de lobos. Estaba segura de que la cocinera más cercana a mí escuchaba mi estómago rugir, sin embargo, no dijo ninguna palabra.

Todos le temían, pero el respeto era evidente en los ojos de sus compañeros. Entendí que John era muy importante en la cocina, tanto como para relevar al chef principal quien había tenido que salir de la cocina debido a una llamada de importancia. Una llamada que le llevó dos horas.

Al volver el chef se notaba cansado. No se unió a los ladridos de John, para mí sorpresa se acercó a mi mesa y se sentó frente a mí. Podía sentir mis manos temblar, el hombre me daba miedo.

—Te conozco—dijo en su marcado acento—. Estuviste aquí hace unas noches con la fille gâtée.

La chica malcriada, recordaba que había dicho John.

—Sí, es mi hermana de la que habla.

Los ojos del chef brillaron.

—Vous parlez français? [8]—A duras penas había entendido la pregunta.

—No, solo algunas palabras sueltas. En el instituto reprobé francés por tres años seguidos.

—Trajo una canadiense que no habla francés—dijo el chef con evidente ceño fruncido—. Solo hace cosas para joderme

—¿Disculpe?

—No es tu culpa al final, pero John sabe enojarme. Deberías aprender francés, el chico lo domina muy bien y cuando menos te lo esperes empezará a hablarte con su segundo idioma. Le encanta presumir.

A pesar de que lo dijo enojado una nota de orgullo brillaba en sus ojos. El chef Mureau apreciaba al chico.

—¿Podría preguntarle algo?

—Si no me queda de otra—masculló como si le estorbara, pero estaba atento a mis palabras.

—¿Por qué John ladra órdenes a los demás? ¿Es alguien importante dentro de la cocina?

—Es mi sous chef—Suspiró cuando vio que no tenía ni idea de lo que estaba hablando—. Es mi segundo al mando.

Me sorprendí, John era tan joven.

—Eso es impresionante.

—¿No te dijo de qué trabajaba? Por lo general decía eso para conquistar a sus novias, se volvían locas—me sonrojé y me imaginé cuántas mujeres habían caído en los brazos de mi Ferrero Rocher. El chef me señaló a otro hombre que miraba atento como una chica preparaba uno de los platos—. Ese es Gustauve, el chef de partie, está encargado de verificar que las cosas estén en orden con ciertos platos. El de ahí es Carlos, el chef de garde manger.

—¿Cuál es su función? —cuestioné interesada en la explicación del viejo chef.

—Hace arte en los platos, hace que se vean tan perfectos como también lo saben.

Aprendí tanto de cómo funciona una cocina en tan poco tiempo que por un momento quise aprender a cocinar. Era tan jodidamente interesante. De repente, John se acercó con su ceño fruncido y un plato en una mano y una copa de vino en la otra, la dejó frente a mí y luego miró a su jefe.

—Estoy tomando un descanso. Espero que no estés enseñándole palabrotas a mi cita.

—¡Merde! Dame un descanso chico—El chef se levantó y me regaló una sonrisa. No pensaba que los demonios pudieran sonreír, pero al chef la sonrisa se le veía súper linda—. Fue un placer hablar contigo, ma belle.

—¿Ma belle?

—Deberías traerla más seguido, niño—El chef volvió a la carga con más gritos y con seguridad sabía que las palabras en francés que soltaba eran solo más y más groserías.

—¿Que rayos le hiciste a Mureau?—John estaba incrédulo mirando al chef como si tuviera una cabeza adicional. Luego, señaló al plato frente a mí con una lasaña que tenía una pinta espectacular—. Perdón por tardar tanto. Así que bon appétit.

—Son muy versátiles a pesar de que tu jefe obviamente es francés.

—Mureau ama la comida. Para él un país es muy pequeño para conquistar los corazones a través de sus platillos, por eso a lo largo de su vida viajó por muchos lugares, aprendió la esencia de los platillos de cada país y luego cedió sus conocimientos a sus aprendices, pero ellos están lejos de estar a su nivel.

—Fuiste su aprendiz, ¿no es cierto?

—Sigo siéndolo, aprendo todos los días de su cocina. No llego ni a la suela de sus zapatos, sin embargo, me dio la posición en la que estoy porque sabe que trabajo duro por lo que quiero.

—¿Y qué es lo que quieres? —inquirí fascinada ignorando el delicioso olor de la lasaña, porque por más que estuviera muriéndome de hambre ese hombre me tenía derretida con sus palabras.

—Quiero convertirme en un mejor chef, Makayla.

—¿En el mejor?

—Nunca en el mejor, cuando llegas a ser el mejor, ¿qué viene después? Solo quiero ser bueno y superarme todos los días, seguir trabajando duro como lo he hecho todo este tiempo—Sonrió al ver como lo miraba embelesada. Me extendió un tenedor—. Pero ahora solo quiero que comas lo que hice para ti.

Hambrienta le hice caso, corté una pequeña pieza de lasaña y me la llevé a la boca. No pude evitar soltar un gemido de placer, John rio.

—¿Está bueno?

Saboreé con paciencia degustando cada sabor como si fuera único. Era una simple lasaña, pero la manera en la que se deshacía la pasta, los sabores de la carne, el jodido queso derretido.

—Es como...—busqué las palabras para describirlo, pero se me hacía imposible hacerlo o eso pensaba porque solo salieron de mi boca—, es como una explosión de sabores, esto es increíble.

—Acabas de duplicar mi ego por los cielos.

—Yo también tendría el ego del tamaño del monte Everest si cocinara de esta manera.

—¿Cocinas?

—Digamos que sé muy bien pedir a delivery —John me miró ofendido, como si acabara de decir una blasfemia.

Me acompañó en mi cena y charlamos por un largo rato. Se impresionó al ver como conocía sobre su cocina y que podía diferenciar a un Saucier[9] de un Expenditer [10], todo se lo debía al chef Mureau que con paciencia me había explicado cada puesto en la cocina.

Para las once y media de la noche John me estaba llevando a mi casa, estaba agotada de todo el estrés de la cocina. Se notaba como él también lo estaba, pero según él estaba de suerte porque el chef le había permitido irse temprano, por lo general era el último en irse. Había sido una noche movida para él e incluso para mí. Por un momento había olvidado los momentos incómodos de la fiesta de San Valentín.

John estacionó frente a mi edificio, apagó el auto y me miro con una pequeña sonrisa. No pude evitar devolvérsela.

—Creo que nunca me había divertido tanto como hoy—confesé en la oscuridad del auto, pero bajo la atenta mirada de aquellos ojos brillantes—. La pasé genial.

—No puedo creer que tú mejor cita haya sido conmigo en una cocina.

—¿Qué te puedo decir? Aprendí a decir Va niquer ta mère[11] y estoy tan orgullosa.

—Son palabras muy feas, no las repitas—bromeó mordiendo su labio inferior para evitar salir con una sonrisa.

—¿Si? Pero si tú le dijiste eso al chef unas cuatro veces.

—Eso es porque me exaspera.

—Lo aprecias mucho, ¿verdad?

—Es como un abuelo, uno muy cascarrabias que es capaz de tirarme una taza de sopa hirviendo en las bolas por echarle demasiada sal a una de las salsas—reí sin poder evitarlo sin embargo él no lo hizo—. No te rías, tenía dieciocho cuando lo hizo.

—Pues no debiste echarle demasiada sal a la salsa.

—Eres una chica preciosa, ¿lo sabías?

Me quedé sin habla, empecé a ponerme nerviosa, por lo que sabía que tendría que salir de ahí antes de soltar mi clásico vómito verbal.

—Gracias por todo lo que hiciste por mí esta noche.

—Todavía nos queda el domingo.

—No tienes que...

—Lo haré, no te fallaré, Makayla.

Estreché mis manos con nerviosismo y sin darle más vuelta abrí la puerta del copiloto.

—¿Sabías que te ves caliente con uniforme?

No lo dejé responder, rápidamente me bajé y cerré la puerta del auto, de inmediato me encerré dentro de la planta baja de mi edificio y con lentitud subí las escaleras hasta mi apartamento. La sonrisa boba no abandonaba mi rostro, fui capaz de decirle eso y salí corriendo como una cobarde, pero lo había hecho, quería que lo supiera.

Apenas entré a mi apartamento me arrojé sobre mi sofá. Mi teléfono sonó en ese instante, cuando vi el remitente empecé a temblar.

Sé que habíamos quedado con solo la cena, pero estoy deseando la foto pies que me prometiste esa noche en el bar.

Me carcajeé, Puffy me miró desde su cama en el suelo, puedo jurar que su mirada decía mi humana está loca, pero no me importó.

Coloqué la cámara de mi teléfono y apunté hacia los tacones altos de una manera en la que se vieran provocativos. Luego de tomarla se la envié.

Disfruta de la vista, Ferrero Rocher.

No lo pensé y lo envíe, estuve a punto de arrepentirme de lo que había escrito pero su respuesta solo hizo que los niveles de calor subieran en mi sala, no podía arrepentirme con tal respuesta.

Gracias, me acabas de poner más duro que una piedra. Te diré algo, Makayla, vuelve a ponerte uno de esos en mi presencia y atente a las consecuencias.

Odiaba los tacones, pero por el infierno que el domingo me los pondría de nuevo.

[8]Vous parlez français?, en francés "¿Usted habla francés?"

[9]Saucier, es el chef encargado de preparar las salsas, prepara algunos aperitivos y completa varios alimentos.

[10] Expenditer, es el que vigila que los alimentos estén listos a tiempo, que la presentación de platillo sea adecuada, así como su temperatura. En resumen, dirige al equipo para poder entregar las órdenes en tiempo y forma.

[11] Va niquer ta mère, en francés "Vete a follar a tu madre"

Ayyyy estos dos me tienen e-na-mo-ra-da *-*

Cadena de oración para que todos tengan a su John o Makayla particular x1

Este capítulo  está dedicado a bsphwoo <3 Espero que te haya gustado.

Ya nos leemos hasta el lunes de festividades :) ¡Se les quiere!

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