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Prólogo

No estaba yendo bien.

Jungkook se prometió con determinación que al momento en que llegara a la dichosa reunión de reencuentro de secundaria, no miraría por más de quince segundos al chico de presencia encantadora.

Pero Dios, fue una locura siquiera pensarlo si no podía recordar con exactitud a su antiguo compañero de salón.

Porque entonces, el iluso azabache, no se hubiera quedado prendado de su imagen en cuanto entró al restaurante y sonrió como si quisiera haber iluminado la ciudad entera que anochecía. Estaba más alto, tenía el rostro más definido, mas su sonrisa era tan preciosa como podía buscar entre imágenes en su memoria.

Si Jungkook era la pequeña estrella en un rincón alejado de las constelaciones, entonces Taehyung era la estrella más resplandeciente de todas ellas, del mismo firmamento.

Él tenía su cerveza aún en la mano cuando el castaño se sentó al otro lado de la mesa y comenzaba a entablar una charla amena con los de su alrededor.

Y los demás parecían encantados, como cualquier objeto que es atraído inevitablemente por la gravedad. La forma en la que lo miraban y trataban inconscientemente de llamar su atención era tan obvia, que si Jungkook no estuviera tan enamorado se avergonzaría.

"Taehyung, hombre, mira cómo te has puesto. No te deben faltar chicas" dijo Jackson a un lado de él, captando la mirada dulce del castaño que se posó por una milésima de segundo en Jungkook.

Se encogió en su asiento, bajando la mirada hacia sus dedos y esquivando el contacto de sus ojos. Al mismo tiempo que su corazón se aceleró rápidamente por haber obtenido tan solo una mirada.

Una mirada y podía tenerlo a sus pies.

Jungkook no quería pensar en lo que sería capaz de hacer por él.

Taehyung rió bajito y bebió un poco antes de hablar "No digas eso. Tu sabes que solo tengo ojos para una chica, mi chica hermosa"

El azabache descubrió entre sus recuerdos una cabellera ondulada y grisácea.

¿Seguían juntos hasta ahora...

"¡¿Tzuyu?! Pero han pasado como 8 años, no puedes estar hablando en serio"

"Cállate, imbécil. Si tú babeabas por Tzuyu en la preparatoria." se burló Baekhyunh, golpeando ligeramente a Jackson que se atragantó con su bebida. Luego, miró a Tae y alzó ambas cejas "Hermano, ella era preciosa y una buena chica. Hiciste una buena elección"

Jackson bufó después de limpiarse con una servilleta los labios.

"Mejor preguntémosle a Tzuyu que le vio a este tipo"

"Hey" se quejó Taehyung y relamió sus labios en un hábito tan suyo, dejándolos brillantes ante la vista de un Jungkook que parecía sufrir un ataque "Pensé que éramos amigos. No te olvides que el último día me dijiste que era un imbécil que amabas mucho"

"Sí, bueno. ¿Quién quiere más cerveza?"

Jackson se paró de su asiento luciendo abochornado y se dirigió hacia el mesero para hacerle saber su pedido. El hombre mayor vaciló por un momento para luego mirar de soslayo a Jungkook, quien asintió y le sonrió con calma, indicándole que él cuidaría que no se excedan ni causen ningún alboroto.

"Jungkookie, ¿por qué ese señor te mira a cada rato?" preguntó Irene frente a él.

"Es su Sugar Daddy"

Jungkookie abrió los ojos y las risas resonaron alrededor de la mesa, incluyendo la ronca de Taehyung.

¡Lo estaban avergonzado frente a todos! ¿Quién demonios lo estaba molestando?

Buscó a la persona que soltó aquel comentario y se sorprendió–tal vez no tanto–cuando sus orbes cafés reposaron sobre el chico al costado de Taehyung.

No se había dado cuenta que él también estaba presente.

Su error.

"Mingyu, ¿qué dices? Más bien, ¿en qué momento llegaste? No sabía que tenía el gusto de compartir la misma mesa que tú" respondió el azabache, sonando desinteresado. Sonrió triunfante al escuchar los ohh de sus compañeros, pero la risa felina del pelinegro le dijo que aquello solo le divertía la situación.

Para sorpresa de Jungkook, Mingyu solo sonrío de esa manera el resto de la noche, sin recibir ningún comentario burlesco de parte de él. Quizás hayan chocado miradas de vez en cuando, no le tomó la importan suficiente; después de todo,  Mingyu siempre fue así con él en la preparatoria y no iba a caer otra vez en sus bromas.

Además, tenía a su completa disposición la vista de Taehyung. Taehyung riendo y mostrando su sonrisa cuadrada, Taehyung frunciendo el ceño y luciendo adorable con ese simple gesto, Taehyung relamiendo sus labios sin cesar. Cuanto más tiempo lo veía, caía en cuenta de que su promesa se había ido a la mierda.

De todas formas, no volvería a ver a Taehyung en mucho tiempo, y si podía verlo  por unas pocas horas–poniendo en juego su cuello, que seguramente quedaría en esa posición el resto de su vida–no dudaría en aprovecharlo observándolo desde su asiento, lejos de todo su brillo, que por momentos parecía tocarlo, resultando ser una vaga ilusión.

Porque Taehyung siempre fue inalcanzable.  Y con los años, tal vez se elevó más en el firmamento y se convirtió en algo más que estrella, talvez, Jungkook fue perdiendo lentamente su escaso brillo. Tal vez  de Jungkook solo quedaba polvo de estrella.

Cuando la noche pasó y la madrugada entró en escena, en la mesa quedaba un Jackson muy borracho riendo con Jaebum, igual de borracho, como locos; Irene estaba balbuceando sin sentido sobre el hombro de Bogum y él roncaba alto (sin darse cuenta, al parecer); los demás durmiendo sobre la mesa, y Taehyung mensajeando en su celular con una sonrisa cálida.
Él se dio cuenta que estaba siendo observado, pues alzó la mirada de su móvil y la posó en la suya.

No fueron fuegos artificiales, ni mariposas en el estómago, ni chispas alrededor de su varonil rostro. Fueron ambas miradas, ambos ojos, fijándose sinceramente los unos en los otros. Se vieron como no habían tenido la oportunidad de hacerlo antes, se vieron, y seguro descubrieron algo más que saludos cordiales y recuerdos fugaces.

Puede que hayan encontrado algo bello, una gota de lluvia que adelantaba la llegada de la lluvia, un destello de luz o un resplandor más fuerte que el de toda una constelación; Jungkook no lo llegó a saber. Apartó la vista tan pronto comprendió la profundidad de sus sentimientos y se asustó de cuan arraigado estaba en él, que le dio miedo que pudiera descubrir ese secreto que guardaba con recelo muy dentro de sí.

Jungkook, tus ojos son las puertas del paraíso. 

No quería creerlo, no quería recordar, no quería ahondar más en el torbellino de recuerdos que soltaba a su paso fotos de los que en un pasado pudo haber sido pero no sucedió.

"Creo que deberías irte ya" consiguió decir tras un silencio largo. "Puedes conseguir una taxi cerca de la estación. No te preocupes por ellos, ya se les hizo un hábito. Se quedaran por esta noche y se irán en la mañana"

Taehyung solo sonrió y negó con su cabeza.

"No quería que esto fuera así. Nunca lo quise, ¿sabes?" dijo con una tristeza que Jungkook no supo entender. "Pensé que seria diferentes. Ya han pasado años desde la última vez que nós vimos y-y... no sé. Siento que seguimos siendo amigos, y que nuestra amistad nunca terminó"

El azabache empuñó ambas manos sobre su regazo, el enojo y el dolor tirando de él como un buen amigo y viejo aliado.

"No podríamos ser amigos aunque quisiéramos. Ya lo sabes, Tae" soltó con el tono más calmado que encontró, luchando por que su voz no temblara, aun cuando su mirada evitaba a toda costa la suya.

La madrugada... era esclaredecora. Vestía con su soledad las almas enfundadas de dos chicos que tenían más pensamientos enjaulados que cualquier ave dispuesta a volar; ellos no eran aves, pero lucían tener alas propias para salir a buscar lo que antes por miedo los detuvo.

Jungkook lo entendió en ese momento, mientras su mente y su corazón dejaron en claro la brecha enorme que los separaba. Porque Jungkook, a pocas horas de salir nuevamente el sol, perdió ira, dolor y quedó el amor puro, el deseo más nítido que la luna en su auge.

Lo miró por segunda vez ese día y Taehyung no rehuyó el contacto como hubo sucedido antes en la secundaria.

Me estás viendo por fin.

Te estoy dejando que veas a través de mí...

¿Puedes desempolvar el amor que guardé?

La pregunta implícita en el aire resonaba en el silencio y bullicio de los latidos desenfrenados.

Pero no me responderás aún. Hasta que tus sentimientos se aclaren... esperaré.

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