Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5: Los seres del bosque (editado).

Alyssa tensó el arco con la flecha colocada en él, y Rob levantó su brazo un poco más, como creyó que era mejor, a espaldas de la chica. Ella disparó, sintiendo el cuerpo del muchacho detrás, su pecho subiendo y bajando al tacto de su espalda, y observó con el ceño fruncido cómo la flecha se alejaba por el bosque, muy muy lejos de donde se suponía que tenía que clavarse. Se separó de Rob bufando y se sacó el carcaj, tirándolo al suelo junto al arco. Rob sabía que estaba frustrada, pero empezaba a cansarse de oírla resoplar. Alyssa tenía los brazos cruzados y el ceño fruncido. Él suspiró, intentando mantener la paciencia.

—¿Ya vas a rendirte? —le preguntó.

—¡¿Qué más da?! ¡No estoy avanzando nada, y no me gusta perder el tiempo! —Alyssa se dirigió hacia Taissa, donde estaba con Fergus, acariciando su lomo y haciendo que descansase un poco, pero la voz de Rob la detuvo.

—¡Dos días, Alyssa! ¡Lo has intentado dos días! —Ella se giró furibunda.

—Y es suficiente para saber que esto no es lo mío.

—¿Y ya está? ¿Dos días y te rindes? —Dio unos pasos hasta el arco y el carcaj, y los recogió—. No me lo puedo creer, eres una nenaza.

—Y tú un pelmazo.

—Y tú una llorona.

—Pesado.

—Malcriada.

—Peñazo.

—Idiota.

—¡No es justo! Tú puedes mentir y a mí no se me ocurren más sinónimos.

—Pues yo gano —dijo él con sorna.

—De eso nada —Taissa se preguntó si siempre que habían ido juntos habían montado tremenda escenita, que no era que Taissa no encontrara entretenida, pero sabía que ninguno iba a conseguir nada diciendo esas cosas.

—Claro que sí, yo por lo menos sé disparar una maldita flecha y que se clave en la diana —Alyssa abrió mucho la boca, casi horrorizada por sus palabras, por usar una debilidad en su contra. Se acercó a él en zancadas rápidamente y le arrebató el arco y el carcaj.

—Dame eso, te voy a demostrar quien es mejor.

—Ve a por la flecha, primero —le contestó Rob, y Alyssa se hizo la sorda—. No son ilimitadas, ve a por ella —Cuando vio que no le hacía caso comenzó a llamarla medio rogándole molesto—. Alyssa... Alyssa... Ally... —Finalmente suspiró y le arrebató el arco, Taissa supuso que como castigo, y se marchó por el bosque a por la flecha extraviada. Casi dos días habían pasado desde que estaban ahí fuera, y Taissa no quería ni imaginarse un tercero.

—Dale un respiro, intenta ayudarte.

—Lo sé —dijo Alyssa. Enroscó un mechón de su pelo en un dedo y miró por donde se había ido, quizá arrepentida. Aunque a Taissa le pareció que a Alyssa le divertía chinchar a Rob, y que lo disfrutaba lo suficiente como para no pensar en las consecuencias.

—Sabes, cuando los humanos tienen una discusión y se dan cuenta de que están equivocados, piden perdón, ¿también lo hacen las hadas? —Alyssa asintió, confundida por no saber el objetivo de sus palabras—. Entonces ya sabes que es lo que tienes que hacer cuando vuelva.

Se cruzó de brazos dándole la espalda, de cara hacia donde Rob se había marchado y suspiró.

—Lo haré, lo prometo —A Taissa le parecían dos niños pequeños, y gracias a dios, ya había estado lo suficiente con ellos últimamente como para que no le diesen ganas de arrancarse un ojo al verlos discutir de esa manera.

Aunque se lo hubiese prometido, Taissa no estaba segura de que le fuera a pedir perdón, aunque esperaba que por lo menos lo intentase. Alyssa se acabó acercando donde estaba con el caballo para esperar juntas a Rob, Taissa supuso que aunque fuese orgullosa, se sentía un poco mal de haber hecho que fuera solo a por la flecha que ella había perdido.

Vio cómo acariciaba a Fergus, y Taissa sonrió, recordando lo cabezota que podía llegar a ser. Ahora adoraba a Fergus, pero en otros tiempos, Rob casi había tenido que subirla él mismo a su lomo.

El caballo se levantó sobre sus patas traseras cuando un grito cortó el aire, largo y desgarrador. Ambas se miraron la una a la otra, sin saber qué había pasado. Ninguna tardó en echarse a correr, adentrándose en el bosque en busca de Rob, ya que estaba claro que el grito había procedido de él.

Taissa escuchó el ruido de las ramas al romperse, y de golpes, como si algo pesado agitara el bosque. Apresuraron el paso, si es que era posible, y siguieron el sonido.

Las aves escaparon a los cielos, y el cuerpo de Taissa se paralizó, como si fuera incapaz de hacer cualquier ínfimo movimiento, estancada sobre sus pies y notando más que nunca el peso de su cuerpo. Estaba ahí.

Él estaba ahí.

Su cabello estaba revuelto, como siempre lo había estado. Castaño oscuro, suficientemente largo para que le tapara los ojos, para que Taissa apartara los mechones detrás su oreja. Como lo había hecho cientos de veces, pero no las suficientes para que se hubiera quedado satisfecha.

Adiran.

Taissa notaba cómo le temblaban las manos. Él no podía estar aquí.

Ella lo había enterrado.

Tenía una expresión perdida, triste, como si no supiera cómo había llegado allí, pero Taissa solo podía pensar en que estaba allí, en que lo había recuperado, en que le daba igual todo. La revolución, la guerra, el trono. Solo lo quería a él.

Sin darse cuenta, un quejido de dolor, de incomprensión, se deslizó fuera de la garganta de Taissa, captando la atención de Alyssa. Taissa dio un paso hacia él, antes de que siquiera pudiera pensar en correr en su dirección, en abrazarlo hasta que le dolieran los brazos. Alyssa la agarró con fuerza, hasta que sus dedos se le clavaron en la piel, medio despertándola, como si hubiese estado en una ensoñación.

Aún así, Taissa intentó soltarse desesperada para intentar alcanzarlo, pero al ver que no la soltaba, Taissa se giró hacia Alyssa con el ceño fruncido.

—Noto su aura demoníaca, no te dejes engañar —le advirtió Alyssa. Taissa negó, sin poder creer en sus palabras. Estaba tal y como lo recordaba. Cuando lo miraba, solo estaba él, a quien nunca habría dejado marchar.

"Solo una última vez y nos largamos" le había dicho él. Taissa no había entendido la prisa. Aunque le había prometido que no sería para siempre, que volverían cuando ella quisiera.

Taissa no le había preguntado si él querría volver, ya que lo sabía. No había nada que lo retuviera allí que no se fuera con él. Adiran decía que ella era su única familia, que la que había tenido estaba muerta y enterrada para él, donde fuera que en realidad estuvieran. Hasta que él había estado enterrado de verdad.

Taissa volvió a mirarlo, pero los ojos se le han puesto completamente negros, y ahora de la espalda le salían dos alas negras parecidas a las de un cuervo. Las plumas relucían bajo la luz, azabaches y en apariencia suaves. Taissa pestañeó, una, dos, tres veces, deseando volver a ver al Adiran de verdad, su Addi. No pudo conseguirlo.

El ser, que poca apariencia de humano tenía ya, cojeaba al caminar. Taissa miró sus piernas, una más larga que otra, y frunció el ceño, preguntándose cómo no lo había notado antes. El rostro de la criatura no cambió, aún mantenía los finos rasgos de Addi, y el corazón de Taissa se le retorció en el pecho.

Retrocedieron de manera automática, Taissa con las lágrimas luchando por salir al ver que había sido engañada, que lo muerto no podía resucitar, mientras intentaban pensar qué hacer con eso, con lo que se había atrevido a hacerse pasar por él. Aunque todavía estaba aturdida, jamás se había sentido tan espabilada, ni tan enfadada.

A ninguna de las dos se les daba bien el campo de batalla, pero al menos tenían la magia de Taissa, si es que podía usarla. Se colocó delante de Alyssa, para que no le pasase nada y poder defenderla, y ella no se opuso, aunque tampoco le hizo gracia. Taissa sabía que la hacía sentir impotente, sobre todo después de lo que ella había sido. Un ser todopoderoso.

—¿Sabes lo que es? —le preguntó observando los movimientos de la criatura, y por el rabillo del ojo comprobó que asentía.

—Eso creo. Un Tiyank, seguramente.

—¿Un qué?

—No importa, tenemos que poner distancia entre nosotros —Taissa la miró con duda.

—¿Y cómo sugieres que hagamos eso? —Ella sonrió arqueando una ceja, lo que no le dio buena espina.

El ser ascendió por los árboles ocultándose entre las ramas, impidiéndoles seguir bien su pista, pero Alyssa aún conservaba su sexto sentido para detectar la magia. Observó cómo sus ojos se movían con velocidad de un lado a otro por encima de ellas, en los árboles, siguiendo el curso del Tiyank. Tomó la mano de Taissa, y dijo —Corriendo.

Los pies de Taissa la obedecieron cuando Alyssa tiró de ella, con su mano agarrando su brazo con fuerza. A pesar de estar en forma humana, su velocidad era algo digno de elogiar, y la manera en la que esquivaba los árboles, a la vez que ojeaba el paradero de la criatura.

—¿A dónde nos llevas? —le preguntó Taissa.

—Tú sigue corriendo —contestó. Sus ojos la miraron antes de volver al frente—. Son criaturas débiles, que necesitan engañar para hacerse con una presa.

—¿Y qué?

—Que no tardará en cansarse —indicó—. Entonces podremos idear un plan.

—¿Un plan? ¿Qué pasa con Rob?

—Estoy pensando en él, estoy alejando al Tiyank de él. Intento protegerlo —explicó a la defensiva—. Puede que necesite ayuda, así que cuando te diga, correrás hacia el lado contrario. A donde estábamos antes, e irás a por él.

—¿Qué pasa contigo?

Vieron cómo el ser descendía en picado hacia ellas, impulsándose con los pies en la rama en la que estaba apoyado y a una velocidad a la que les habría costado esquivarlo si se atreviera a atacarlas varias veces seguidas, sobre todo cuando Taissa ya respiraba por la boca.

Estando a un metro de distancia, se lanzó hacia ellas, y en un intento de protegerse, Taissa puso los brazos en cruz protegiendo su cabeza, y acompañando a su movimiento salió sorprendiéndole una llamarada de cada uno de sus brazos, las cuales consiguieron asustarlo. El Tiyank se echó hacia atrás, y Taissa vio que no había sido lo suficientemente rápido como para esquivar las llamas del todo, ya que su rostro parecía haberse quemado superficialmente.

Éste había ido cambiando mientras las perseguía por el bosque, como si fuera de rostro en rostro, como no pudiera concentrarse para mantener uno solo, y antes de que Taissa se diera cuenta, aquel hermoso rostro había desaparecido, y su verdadera forma se convirtió en una especie de infante, uno feo y monstruoso, pero apenas un niño. Su piel se había vuelto gris ceniza, su nariz era más alargada y afilada, los achocolatados ojos no eran nada más que cuencas vacías y los brazos se le habían alargado, con prominentes garras en vez de uñas, alcanzando los 20 centímetros. Aunque en un principio parecía desorientado, se recuperó rápidamente, y Taissa se dio cuenta de que sólo habían conseguido enfadarlo.

Mientras Alyssa había practicado sus dotes de defensa con Rob, Taissa había intentado aprender a controlar un poco su magia. Sin embargo, jamás había conseguido un buen resultado. No había conseguido hacer despertar mi magia por voluntad propia.

Estiró la mano como había practicado tantas veces en esos últimos meses, pero no ocurrió nada. Lo decidió intentar otra vez y terminó con el mismo resultado, solo que con el Tiyank ya sobre ellas. Ambas se tiraron al suelo, sin más opciones para esquivarlo, ya que Taissa no había sido lo suficientemente rápida como para sacar la espada del cinto que llevaba en su cintura desde que habían salido.

Lo esquivaron con éxito y él cayó contra el suelo, produciendo un terrible chasquido al chocar y dando un par de vueltas hasta que su cuerpo se detuvo. Taissa notó que su pecho seguía subiendo y bajando, y ambas escucharon un quejido de dolor procedente de él. Y una parte de Taissa hizo que se le formase una amplia sonrisa en la cara, al saber que era capaz de sentir dolor. Gracias al segundo que habían pasado en silencio, intentando cada cual recuperarse, Taissa pudo escuchar el sonido del agua. Su boca reclamó un poco de ella, algo para reducir su sed y fatiga.

—Ahora es el momento —le dijo Alyssa levantándose—. Dame tu espada, voy a atraerlo mientras tu vas a por Rob.

—¿Y qué pasa contigo? —preguntó Taissa de nuevo, preocupada.

—Confía en mí, ¿lo harás? —Taissa cogió aire antes de asentir—. Pues corre, Taissa, corre.

Taissa le ofreció la espada que colgaba de su cintura y Alyssa la tomó como si estuviera hecha para ella, como si fuera parte de sí. Viéndola así, Taissa pensó que quizás se habían equivocado de arma para ella.

—No mueras —le dijo.

—Lo intentaré.

Dio media vuelta y echó a correr para ir con Rob, y observó, girando la cabeza, cómo el Tiyank se ponía de pie. Sus ojos se encontraron y él gruñó, empezando a girarse para hacerla su objetivo. Entonces escuchó a Alyssa gritar —¿Acaso vas a ignorarme, bestia horrible y espeluznante? —Fue suficiente para atraer su atención, y Taissa siguió corriendo, ignorando el temor que le recorría de pies a cabeza, y no por sí misma.

En apenas unos minutos llegó a donde estaba Fergus atado a un árbol y montó en él, ya que sobre él tenía que ser más fácil encontrar a Rob. Cabalgó por dónde recordaba haber escuchado su grito y tras apenas unos pasos, siguió un fino rastro de sangre, que sólo la puso más nerviosa. Gritó su nombre y los nervios la recorrieron de pies a cabeza. No recordaba que la criatura estuviera herida, y si no era el Tiyank, solo había una opción y ésta le hacía temblar.

—Taissa —Su voz le llegó desde la izquierda, y cuando giró su rostro, vio a un Rob amoratado y que se sujetaba el costado. Taissa se bajó de un salto, demasiado torpe, y a menos de un metro de él, se tiró rodeándolo con los brazos. Él la recibió sorprendido.

—Estaba preocupada —Se separó y le obligó a enseñarle su herida, pero aunque vio que era algo más que un simple rasguño, tampoco era muy profunda, y suspiró.

—¿Dónde está Alyssa? —preguntó él mirando a los alrededores, con la guardia en alto. Taissa se dio cuenta de que llevaba el arco consigo, además de la flecha extraviada.

—Con el Tiyank —contestó ella, y él la miró confuso —, la criatura.

—¡¿Qué?! ¿Cómo podéis haber... cómo se os ocurre... ? Agh —Se dirigió a Fergus y con esfuerzo se subió sobre él—. No tenéis ni un mínimo de sentido común. Vamos.

Taissa se subió detrás de él y tomó las riendas, pero cuando llegaron al sitio, ya no había nadie.

—No lo entiendo... estaban aquí.

Rob bajó con esfuerzo y se agachó, aún con la mano en el costado. Al parecer, la herida no había coagulado todavía. Cuando se levantó, dijo —Han dejado huellas —En vez de volver a montar a Fergus, continuó caminando por el bosque, mirando los árboles, ramas rotas y huellas en el suelo. Deslizó la mano por un tajo en un árbol y luego vio lo mismo en otro a unos metros—. Nos está guiando hasta ella.

Llegaron en menos de tres minutos, Taissa montada sobre el caballo y Rob corriendo sin respiración. Ambos se quedaron petrificados ante la visión. Alyssa tenía una de las largas uñas (más parecidas a garras) del ser clavada en el torso, ésta separada de su mano. Y al borde de un río caudaloso, Alyssa y el Tiyank cruzaban sus armas, Alyssa la espada de plata de Taissa, que usaba para defenderse de sus garras.

Con dificultad consiguió alejar a la criatura de ella, acercándolo más a la orilla y al río, que él miró con pavor, y sin ser consciente de los movimientos de su lado, una flecha silbó el aire a gran velocidad. Taissa giró su rostro y vio a Rob con el arco tensado y una expresión de ira mezclada con dolor. También vio la capa de sudor que hacía que le brillara la frente y el intento de coger lo que podía de aire, agotado.

La flecha se clavó en el torso del Tiyank, que se tambaleó por la fuerza con la que se había clavado en su propio pecho. Mientras el Tiyank miraba la flecha que lo atravesaba, Alyssa reunió sus últimas fuerzas y estampó el pie en su estómago. El Tiyank cayó hacia atrás, al río, y cuando Taissa se movió a la orilla, a pesar de que esperaba que volviera a aparecer, su cuerpo no salió a la superficie.

Sin embargo, escuchó un ruido seco a su espalda, y vio el cuerpo de Rob tirado en el suelo, seguramente por la pérdida de sangre y el cansancio.Y antes de que pudiera decirle algo a Alyssa, ésta también se desplomó, dejándola como la única persona consciente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro