
➤ 15. Peligro I
OSIRIS regresó, parecía totalmente agotado. La pobre lechuza no tenía ningún descanso, Amelia rió al ver que casi se desplomaba en su escritorio. Las cosas cambiaron desde su reconciliación, Remus le escribía todos los días, ella le mandaba regalos y la pobre de Osiris deseaba graznar desesperada.
Tomo la carta y con una súplica en sus grandes ojos el ave deseo poder descansar. Sus alas se lo exigían.
— Bien, bien, deja de verme así — evito reír — Le diré a Remus que encuentre otra forma de enviarme cartas, anda a descansar.
— ¿Con quién hablas amor?
— Con Osiris mamá. No me vuelvo loca, tranquila — rio ante la cara de su madre.
— ¿De nuevo Remus? — suspiro
— Si, mamá, segura que...bueno ¿no te incomoda?
Ambas hermanas decidieron contar a su madre, solo a ella, el secreto de Remus Lupin con permiso de él. El castaño acepto, debía decirlo el en persona, pero para protección de la matriarca, ambas Granger decidieron ser ellas en decirlo. Hermione envió una carta y Amelia se lo dijo en un café desolado.
— No me molesta, solo...sigo sin procesarlo ¿Realmente es un hombre lobo? ¿Con hocico y todo?
— Si mamá — rio divertida — Pero tranquila, solo ocurre una vez al mes tengo entendido. Remus nunca nos lastimaría, de eso puedes estar segura.
— Lo se cielo, él te quiero mucho como para hacer una barbaridad de esas — sonrió con complicidad — Segura y pronto te invita a salir.
— ¡MADRE! — estaba roja de vergüenza.
— ¿Qué? Una madre puede soñar en grande.
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Por favor, no salgas. Amelia no vayas a ningún lado sola.
Remus.
Pasado diciembre recibía mensajes de ese tipo. Remus dejo de enviarle cartas tan a menudo, en su lugar pequeños recados aparecían en su escritorio, en la mesa de la cocina o cerca del buzón. Siempre con el mismo mensaje, que no saliera sola, que procuraba estar atenta, siempre con la guardia alta.
Su hermana igual, no escribió, se mantenía en el anonimato. Y sus padres empezaron a preocuparse cuando febrero termino y seguían sin tener noticas de ella. Su padre envió una carta a la escuela con ayuda de Osiris, pero el ave tardo en volver más tiempo, al inicio de abril Amelia estaba feliz por su próximo cumpleaños, que no pareció reparar en la falta del ave.
— Cariño, desearía que no fueras — su madre le miraba preocupada.
— Solo es una pequeña fiesta, Jeff y Julisa se irán pronto a América, así que aprovecharemos para despedirlos — acomodo su chaqueta nueva, luciendo en el espejo del recibidor contenta.
— Bien, pero cualquier cosa por favor Amelia llama. Tu padre ira enseguida por ti.
— Si, tranquila. No pasa nada malo en este mundo comparado con el otro — se arrepintió ante la mención del mundo mágico.
— Tu hermana sigue sin escribir...me preocupa mucho.
— Tranquila, seguro estará hasta el tope de exámenes que se le ha olvidado. Calma mamá, Osiris regresara pronto con alguna carta de ese lunático de director sobre lo maravillosa que es nuestra preciosa Hermione.
— Me alegra que la estés apreciando de nuevo.
— Me voy, no me esperes despierta — evito el tema.
Afuera, Jeff le esperaba. Julissa le dio un gran abrazo al felicitarla y Tomas le dio su regalo. Rio ante el disgusto de su moreno amigo, Jeff deseaba darle su regalo primero. Todos subieron al automóvil, listos para la fiesta, se embriagarían hasta olvidar sus propios nombres como ultimo recuerdo. Claro que Tomas evitaría a toda costa eso, él no bebía.
— Vamos Tommy, solo un poco — insistió Julissa.
— Ya he dicho que no, además ¿Quién los cuidaría?
— Es muy cierto, debemos asignar al conductor de vuelta.
Aparcaron en el estacionamiento, el bar era prometedor. De acuerdo con sus compañeros, Amelia sugirió la entrada al nuevo establecimiento, ajena a las figuras encapuchadas que salían de él. Ojalá no hubiera bajado la guardia.
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