CAPITULO XXXIV
TREINTA Y CUATRO.
"Los libros tienen una doble historia, la primera era la del protagonista y la segunda la del escritor"
EVANS.
El ambiente al entrar a la empresa cambiaba y hacia una gran diferencia a cuando entraba a los anticuados consultorios de Ernst, llevé meses sin venir aquí, las secretarias e incluso el gerente desconocen de mi o más bien de mi cargo como jefe total. Mi oficina mantenía una limpieza regular, por las cámaras pude observar como algunas bandas de chicos seguían practicando hasta esta hora.
De casualidad observé la última cámara que da a casa de Hadley, es gracioso, Ernst dijo que Katell comenzó a apoderarse de su mente, pero ahora mismo lo que veía era a un Gastón un poco cauteloso con sus necesidades "masculinas".
—Rayos es malditamente caliente.
La puerta se abrió dejándome ver a una secretaria sorprendida por la pequeña sonrisa dibujada en mi rostro.
—Disculpe Señor, el grupo de aprendices quiere firmar lo más pronto posible el contrato.
—Bien, diles que mañana lo hare.
—Entendido —no sería descortés, pero en realidad quería que se vaya ahora —. Disculpe... —al parecer no leías mentes, secretaria.
—¿Si?
—¿Es linda?
Debí suponer que lo preguntaría.
—Sí, de hecho ahora es él y si, es lindo. — señalé la puerta.
—Disculpe. —por fin salió.
Debería tomarlo como un nuevo record, recorrí el camino a casa de Hadley solamente en 15 minutos, espero que aun sigas ahí, Gastón.
Abrí las puertas de su casa con las llaves que ella me entrego y todo está igual que en las cámaras, de seguro aún continuaba en su habitación.
—Gastón... —canturree con diversión, mi heterosexualidad estaba en juego ahora mismo.
—Hijo de p... —escuché un susurro lejano, debió oírme y dejar sus "actividades" a la velocidad del viento.
Observé como bajaba las escaleras, con esa postura y expresión tan varonil, su cabello recogido por un gorro llevando una camisa holgada que escondía toda su feminidad junto a unos jeans holgados de la misma forma; sus ojos totalmente verdes.
—Lárgate imbécil. —vaya... no sé cómo explicarlo.
—Podría ayudarte si me dejaras...
—Púdrete, no me gustan los hombres y menos aún locos como tú.
—Pero a ese cuerpo le gusto tanto...
De alguna extraña forma su manera de hablarme lograba calentarme, todas sus actitudes eran varoniles, pero su fino cuerpo completamente contrario.
—No te violare —subí las escaleras hasta llegar a él, pero apenas logré acercarme escapó a su habitación, antes de que cerrase su puerta intervine —. Bueno si no me dejas hacer lo que quiero hacer ahora.
—Maldito loco, no me controlare y te golpeare.
—Estoy seguro de que no te controlaras, caramelito, pero no para golpearme.
—No me digas caramelito imbécil.
Pasé a su habitación y a la velocidad del rayo lo tenía atrapado contra la pared. Escabullí mi mano sobre su camisa acariciando su abdomen.
—Oye... —lloriqueó —. Eres un hombre. —de nuevo.
—Y tú no lo eres, pero pensare que sí.
Tomé su mentón y estampé mis labios con los suyos, vaya, incluso su manera de besar era tan distinta a las demás. Fue fugaz, su puño estaba estampado en mi abdomen y sí que tenía la fuerza de un hombre. En los segundos que me llevó reponerme intentó saltar por la ventana, pero soy más rápido y sujeté su cintura.
—Eso dolió caramelito.
—Oye... suéltame.
Recordé la llamada que Ernst dijo que hiciera a las nueve treinta, estaba retrasado por dos minutos.
—Pequeño idiota, te salvaras por hoy.
Marqué el número del hombre, además lo más conveniente sería salir.
—¿Si? —se siente el pesar de los años en su voz.
—Hola, hablas con Evans, hermano de Ernst.
—Señor... —su nerviosismo debería fastidiarme —. Envié algunos documentos a su hermano.
—Lo sé, no quiero hablarte de eso.
—Entonces...
—Aproximadamente en dos años ten enviare un pequeño regalo, publícalo si no recibes mi llamada de vuelta.
—Entendido.
—El dinero será depositado a tu cuenta de inmediato si cumples la orden.
—No se preocupe señor.
El diario, me preguntaba si ya lo terminó de escribir.
Nosotros los malos vemos cosas buenas en las cosas malas es por eso que no pretendemos cambiar al mundo, solo ayudarlo a mejorar en un 0.1% con esta inteligencia que acompañaba a la pequeña manía de un desquiciado.
Escuché la puerta detrás azotarse, sí que me odias caramelito; es por eso que dicen que posees un lado malo y uno peor, y ese lado peor tiene un nombre.
SIGUE>>>>>>>>>>>>>><<
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