CAPITULO XXXII
TREINTA Y DOS.
"Los psicópatas poseían el mismo cerebro, pero jamás el mismo pensamiento, al menos ellos pensaban muy diferente a los asesinos"
HADLEY.
18 AÑOS.
El viento llegaba a mi rostro, mis mejillas comenzaban enfriarse, no sabía en donde rayos estoy, las luces de los faroles iluminaban la calle vacía, de pronto una mano sujetó con fuerza mi hombro y me obligó a girar al lado contrario, sin previo aviso unos labios fueron estampados sobre los míos y comenzó a moverse. Esta era la primera vez que no podía reaccionar, la sensación e incluso su perfume no eran percibidos, me sentía sola como un espectador dentro de mi propio cuerpo, lo veo, veo a Evans, pero mis movimientos al parecer estaban siendo controlados por otra persona. Lo empujé, o más bien mi cuerpo lo empujó, no soy yo.
—¿Qué rayos te sucede? —soy yo, pero a la vez no —. ¿Quién eres? Aléjate.
Retrocedí.
—Mis manos no pueden estar quietas, debo tocarte.
Volvió a acercarse, al parecer estaba ebrio, lo que faltaba.
—Llamare a la policía, hablo muy enserio.
—Que miedo. Perdóname —rió —. Enserio voy a tomarte aquí y no me importa que hayan personas, caramelito.
Despacio, en un tiempo muy corto la escena comenzaba a verse más alejada, estaba comenzado a perder la conciencia.
EVANS.
Candy.
Caramelito.
Hadley y Candy eran completamente diferentes, pero a la vez estaba empezando a poner mis ojos sobre ella, esa niña tonta...
Sus ojos completamente azules se veían más brillosos que cualquier otro día, su vestido era más holgado que el día anterior, su cabello más largo que antes, es ella, es Candy. Ernst convivía con Nath y yo con Candy, existía una personalidad que nos divertía jugando con nuestra heterosexualidad.
Mi caramelito estaba bajo el árbol más grande del parque, entonces comenzó a llorar, lo hizo nuevamente.
—¿A quién debo asesinar caramelito?
Sus ojos subieron a verme llenos de terror, todas tus personalidades eran tan distintas, pero si las juntara diera como resultado Hadley. Cada una se creó en una etapa de su vida, junto a Ernst lo investigamos. Tú Candy naciste cuando tu madre llevó hombres para venderte en tu propia casa; Nath, ella nació cuando tu padre comenzó a violarte; Gastón, ese bastardo nació cuando tuviste la necesidad de defenderte de él. Por ultimo Katell, la que más detesto nació por la muerte de Eros, pero la detesto por tu estúpida necesidad de querer vivir de una forma contraria a la tuya, solo pido que nunca esa estúpida personalidad se apodere de ti, alejándote de mi lado para siempre. Te cuidare cueste lo que cueste.
Me arrodillé a su nivel y aun así no dice nada, pero estoy seguro de lo que sucedía.
—Tu madre ¿no es así?
—Papá me defendió esta vez. —su voz sonó con algo de ánimo.
—La perdonaste...
—Ella no tiene la culpa, solo—
—Ella jamás ha visto por ti, ¿por qué no vienes conmigo?
—Mamá es buena, dijo que—
—La mierda que dijo no es verdad.
—Palabrotas... —nuevamente intentado cambiar el tema.
Golpee con todas mis fuerzas el tronco del árbol detrás de ella, la observé debajo de mí; aún se mantenía con la vista baja.
—¿Por qué los perdonas? Porque aun mantienes esa actitud...tan brillante, tu—
Sus brazos se aferraron a mi cintura con fuerza, escondía su rostro en mi pecho y comenzó a sollozar.
—Porque todos merecemos varias oportunidades para al final descubrir nuestro lado bueno.
Caramelito...
No todos tenemos un lado bueno del cual esperanzarnos.
La madre de Candy, Isabela, fue de quien le heredo sus personalidades, ella sufre del mismo trastorno; sin embargo, se aprovechaba de ello todo el tiempo, y su padre fue quien le heredo la psicopatía a Hadley.
1 AÑO DESPUES.
Los shots eran cerca de diez, algunos con whiskey y otros con vodka, no era un licor suave pero si estaba en la lista de sus favoritos. Sonreí al verla coquetear con algunos hombres que estaban a su alrededor; mientras que ellos estaban asechando a una presa que claramente no les pertenece, era gracioso hasta que sus ojos azules con avellana se cruzaron con los míos, sonrió al verme, tan encantadora, nuestra esencia era encantadora y nos gustaba, tomé asiento a su lado y pasé mi brazo por sus hombros, no era alguien que regalara muestras de cariño y mucho menos en público, pero ahora estaba bajo algunos efectos del alcohol, y ella no era la excepción, los diez shots disminuyeron a la cantidad de cinco.
—Tu padre no volverá en una largo tiempo.
—Es aburrido. —bebió el siguiente shot, supuse que su garganta ardió por un momento pero luego la frescura que daba el alcohol era inigualable.
—Ernst se encargara de plantar pruebas suficientes, claro, las que yo cree.
Su padre solo había estado un año n la cárcel, pero decidimos encargarnos de refundirlo.
—Quería darme el tiempo de torturarlo un poco, pero ustedes se adelantaron —ladee mi cabeza y cruce miradas con ella, sus ojos penetran dentro de mi aunque ahora mismo nuestro cruce comenzaba a sacar chispas —. Entonces... ¿debería agradecerle a Ernst?
Tomé con suavidad su mentón y me acerqué a ella, la encendí, encendí esa chispa de pasión que quería, ambos bajamos la guardia.
—¿Así? —enarco una ceja con desdén —. Entonces... ¿debería follarte antes que el imbécil de Ernst?
—Deberías...
No paso por mi mente que esa sería la última vez que vería a Hadley, mi caramelito.
NOTA: Si ustedes deciden romantizarlos va bajo su propia responsabilidad.
SIGUE>>>>>>>>>>>>>>>>
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