CAPITULO XXI
VEINTE Y UNO.
"Sin palabras"
5 HORAS DESPUES.
—Volviste, de nuevo —era el mismo doctor de antes, sentí un poco de mareo cuando traté de sentarme en la camilla, pero al fin lo logre —. Tienes que mantenerte aquí, ¿Bueno?
—Mi mama... ¿Dónde está?
—Debes calmarte. —pidió, tal vez tenía razón pero la calma era el último recurso que mi cuerpo haría reaccionar.
—Donde está.
—Su cuerpo se incinero y un familiar se llevó las cenizas —dijo y en su mirada pude reconocer aquella pizca de lastima —. Lo siento mucho.
¿Familiar?
No tenía familia después de mi padre.
—Eso es imposible, mi madre no tenía familia. —aclaré, mis manos comenzaron a temblar y sudar de la misma manera, estaban húmedas y un atisbo de temor invadió mis brazos.
—Tranquila, ahora descansa, te trasladaremos a un hospital de rehabilitación —pidió, pero no podía controlarlo, no se trataba de acciones que yo misma ordenaba —. Estas dentro del Shock, podrás recuperarte solo con la ayuda de algunos especialistas.
—¿Qué, a que se refiere?
—Respira por favor —lo hice lento, no debía alterarme nuevamente o volverían a dormirme —. Conozco a un Psiquiatra muy bueno que te ayudara.
—No necesito ayuda, debo encontrar las cenizas de mi madre... —los temblores no pararon —. Ella debe extrañarme, entienda.
—Lo harás, pero debes recuperarte antes.
Tiene razón, esa ansiedad no podrá ayudarte.
Cállate.
—No puedo perder el tiempo. —bufé, las manos del doctor tomaron mi rostro para que lo mirara fijo.
ꟷPrometo ayudarte cuando salgas de ese lugar ¿entendido?
—¿Cuándo será?
—Mañana lo sabrás, ahora descansa y despertaras en unas horas —observé como comenzó a inyectar el suero al que estaba conectada —. Hablaras tranquila con el psiquiatra y no te preocupes por las cenizas, la policía se encargara Katell.
Otra vez no...
El mismo entumecimiento, los temblores terminaron y mis parpados pesaron, no quería dormir otra vez, ya no.
Perdí toda la noción del tiempo, supuse que ya nos encontrábamos en el "hospital de locos"
—Te quedaras aquí, ahora ve dentro. —hablaba el doctor quien estaba en el volante, los temblores y el sudor descansaban tan siquiera por corto lapso.
—Gracias, lo llamaré cuando esté lista. —después de una larga charla estaba decidida a quedarme en este lugar por un corto tiempo y después buscar una nueva vida, una donde las cenizas de mi madre estuviesen en mis manos.
— Adiós. —cerré la puerta del auto y observé el hospital, era muy moderno y no tan tenebroso como lo imaginé, después del último ataque logré fastidiarme demasiado con esos síntomas.
Empujé la puerta y puse el primer pie dentro, el ambiente era ácido, más bien percibía a medicamentos; el aire estaba espeso por aquellos olores, la recepcionista estaba sentada cómoda en su escritorio, mientras decía algunas palabras por el teléfono.
—Adiós —dijo antes de fijar su mirada en mí, su inspección comenzó desde mi cabello sostenido por una coleta, chocamos miradas y supuse que se sorprendió cuando abrió un poco más de lo normal sus ojos, ya se el color era un poco diferente pero nada fuera de lo "normal", mi nariz, mi boca y después de cuerpo hasta los pies, mi ropa era ligera con solo unos pantalones holgados color negro junto a un abrigo holgado gris, era la peor combinación en el mundo pero por ahora la ropa era lo que menos me importaba, cuando volvió la vista arriba sonreí un poco, más bien fue una mueca de fastidio después de su larga y estúpida inspección —. Hola. —dijo finalmente
Indagué dentro de mi bolsillo y busqué la tarjeta que el anterior doctor me había dado, y se la entregué.
—Sígueme, por favor. —se puso de pie y cruzó una puerta a su derecha, entonces ya estaba dentro, y fuera del mundo.
Caminamos por el pasillo, y a su costado derecho estaba el gran ventanal, fuera estaba el jardín, mesas con sillas, algunas personas sentadas leían libros, otros caminaban con algunos libros en sus manos mientras que otros solo mantenía su vista perdida en algún lugar, quizás preguntándose cómo habían llegado dentro, justo como lo estaba yo.
Me detuve cuando observé unas escaleras al lado izquierdo, a un lado de ella estaba el ascensor.
"Piso dos, medio"
"Piso tres, peligro"
Supuse que eran otras secciones.
— Hey. —pasé las escaleras y seguí a la recepcionista, al final del pasillo había una puerta.
"Doctor Spence"
—Buenas tardes doctor, la paciente está aquí. —avisó.
—Que pase.
—Pasa.
Liberé mis manos de los bolsillos y caminé dentro, detrás la chica cerró la puerta, creí que por tantos años de estudio el doctor tendría mucha más edad, pero era joven, solo me observó.
—Buenas tardes. —saludé.
Era el mismo de hace unas semanas atrás en el basurero.
—Buenas tardes Katell Carver. —extendió su mano y me apresure a tomarla, el apretón de manos fue un poco fuerte y su mirada muy penetrante, y es que sus ojos se marcaban con un color avellana demasiado claro y atrayente, su cabello era oscuro sosteniendo una buena combinación con su piel pálida, curvo sus labios en una sonrisa que llego hasta sus ojos mientras que en sus mejillas aparecieron dos hoyuelos, y lo hicieron ver...encantador.
Pero peligroso...
—Doctor ¿Spence?
—Ernst, puedes llamarme Ernst —soltó mi mano —. Ahora toma asiento por favor.
—Gracias. —tomé asiento con algo de nervios, la sonrisa en su rostro no desapareció en ningún momento de la entrevista.
—¿Cómo te sientes?—abrió un portafolio y sacó algunas carpetas de color mostaza.
—Bien. —sonreí
—Comencemos dejando el primer punto en claro Katell, ¿te parece? —escribió algo en una de las carpetas y después las guardó para centrarse en nuestra charla.
Intuía a lo que se refería.
—Déjame ayudarte. —su toque logró sorprenderme, y aparté su mano.
Largo tiempo...
—Lo siento.
Una extraña sonrisa ladina se dibujó en sus labios, parecía que la molesta voz interna era quien se comunicaba con él, no yo.
—Debes abrirte, ser sincera —jugó con el bolígrafo entre sus dedos y volvió a mirarme —. ¿Cómo te sientes?
—¿Cómo debería sentirme?
—Las emociones es algo que cambia según la mentalidad, dependiente de cómo lo tomemos y lo conllevemos, no puedo saber cómo te sientes si no me lo dices.
—Mal, no me siento bien, para nada bien. —y se formó un nudo en mi garganta.
—Pude suponerlo —sus expresivos ojos avellana analizaron nuevamente mi rostro —. Antes de lo sucedido has sentido cosas extrañas.
—¿Cosas extrañas? —asintió —. No podría asegurarlas como lagunas mentales, pero algo parecido, desde que era niña solía olvidar algunas cosas pero mi madre logro convencerme que era normal.
—Nada de eso es normal Katell —suspiró profundo —. ¿En tu infancia fuiste víctima de algún accidente en el cual te golpeaste fuertemente la cabeza?
—No que yo recuerde... —traté de recordar.
—Algún trauma.
—Ninguno. —afirmé.
—Entonces estamos perdiendo el tiempo. —dijo y se pusó de pie quitándose su bata.
—Espere ¿Qué?
—Si no confías en mí no poder ayudarte Katell, sé que escondes algo fuerte, pero lograras salir adelante si eres aún más fuerte que eso. —sus ojos pedían que confiara en él.
Dile todas tus mentiras...
>>>>>>>>SIGUE.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro