CUARENTA Y DOS.

"Una cura para Hadley"

Aquel vestido negro se pegaba muy bien a su figura, la hacía ver esbelta y como todo una mujer de aproximadamente veinte tres años, sus ojos se cristalizaron apenas observó los nombres escritos en cada una de aquellas piedras de cemento.

Ernst Spence.

Evans Spence.

Algunas lágrimas escaparon de sus ojos y poco a poco sus sollozos comenzaron hacerse notar entre algunas de las personas presentes, sus manos cubrieron su boca queriendo evitar los sonidos molestos, al paso de quince minutos decidió salir y seguir con su plan, encontrarse con ellos.

Comino al supermercado observó con detenimiento toda la ciudad, como si al hacerlo al menos se llevaría aquello recuerdos. Buscó el vino de uva que más grados de alcohol tenia y lo compró.

Observó la puerta vieja de su antigua casa y la abrió, la madera vieja no era tan agradable frente a los departamentos modernos en los que había estado viviente todo este tiempo, subió las escaleras y apreció con detenimiento el hermoso cuarto de cuando era niña.

Tomó su bolso y liberó el carbón, lo llevo hacia la esquina de la puerta y lo dejo con cuidado. Volvió a su bolso y ahora buscó el encendedor, al principio resulto difícil o casi imposible lograr encender aquel carbón, pero al final lo consiguió. El humo comenzó a ser liberado así que se apresuró a tomar la botella de vino, a final de cuentas esa sería la última vez que probaría aquel elixir.

—¿Eso es lo que querías? ¿Qué los perdonara a todos para convertirme en quién soy? — sus preguntas cargaban con una gran tristeza que logro acumularse por tres largos años, soledad que creyó ser temporal y no infinita, y la carga de dos muertes que la guiaban a la suya —. Lo lograron, los perdona a todos sin importar en el infierno que estén, pero ahora solo quiero parar, solo déjenme irme junto a ustedes, por favor...

El humo estaba por todos lados, su mente comenzaba a entumirse por el olor o quizás por el vino tan fuerte que estaba ingiriendo, su cabeza comenzaba a dar punzadas en descontrol, su cuerpo comenzaba a sentirse más liviano, semejante al espacio.

—Los perdono —sollozó —. Pero ahora... ahora perdónenme ustedes por favor, por ser una cobarde, por ser alguien por quien no valió la pena sacrificarse.

Sus ojos parecían fallar y los delirios junto a alucinaciones comenzaban a rodearla, frente a ella ambos reflejos parecían acercarse, ella quería llamarla una muerte feliz.

—¿Creyeron que quería vivir por ustedes? —sus sollozos cortaban sus palabras —. Pues están equivocados, yo solo... solo quiero morir junto a ustedes.

—Pequeña tonta —dijo Ernst —. Tomate un corto descanso.

—Te perdonamos caramelito. —Evans le tendió su mano y ella gustosa abandono el mundo cruel que la atormento desde que nació.

UNIVERSIDAD DE PORTLAND.

"La teoría final es que se usó fármacos para poder alterar el estado mental de Katell después de eso se usó un poco de psicología inversa para poder traer de vuelta a Hadley ya que sus personalidades fueron creadas por afecciones crónicas del humor como: el miedo absoluto a su verdadero padre, odio y demás emociones que comenzaron a controlarla, no el humor que conocemos; sino más bien de experiencias que hacían tomar forma a un cierto humor, el cual al ser alterado crónicamente llevaba a la mente a un estado de vacío en el cual el cerebro se veía en la obligación de crear un espacio mental en el cual una nueva personalidad tuviera cabida, así se crearon las personalidades de Katell.

Al traer de vuelta a Hadley ya no se usarían más fármacos en su lugar se utilizarían técnicas emocionales que harían que ella en ningún momento más tuviera una alteración mental por ende se quedaría por más tiempo, esto sería posible únicamente teniendo en cuenta que Ernst y Evans eran las únicas personas que podían hacer volver a Hadley a la realidad por su conexión.

Así mismo si alguna vez ella tuviera una mínima alteración a la altura de sus emociones rápidamente cambiaria de personalidad y sería casi imposible devolverla ya que gracias a la fuerza de los fármacos utilizados estuvieron jugando con sus neuronas las cuales con una mínima alteración estarían en riesgo.

Se llegó a esta conclusión al ver el estado emocional tan débil que Hadley tenía; es por eso que también ella mantenía lagunas mentales e incluso sus personalidades mantenían un tipo de amnesia, en resumen si su estado emocional se viera afectado drásticamente por algún nuevo trauma que ella no soportaría, este mismo le obligaría a tomar una decisión, entregar su mente a una nueva personalidad o libremente acabar con ella; esta última solo pudiese ocurrir cuando ella ya no pensara en otra forma de vida en la cual pudiese sobrevivir, y así sin darse cuenta de sus acciones llegaría al suicidio.

Por esto desde que conoció a Ernst y a Evans imagino ser como ellos, una psicópata sin sentimiento alguno, solo con objetivos vanos e inservibles, pero sin percatarse que así solo se estaba creando un nuevo trauma, uno de tipo sentimental por el cual su vida no se alargaría más.

Ellos veían por ella, traerla de vuelta para siempre eliminando o tratando de eliminar a sus personalidades, pero no se dieron cuenta del nuevo trauma que crearon al cuidarla, al subestimarla o al creerla una de ellos, es así como ellos la trajeron de vuelta haciendo que ella poco a poco se engañara a sí misma y al final de cuentas engañarse a uno mismo a veces nos cuesta la vida.

No se llegó a una cura real, solo un método de controlar esta afección ya que esta no depende del ambiente externo sino del ambiente interno y emocional que pocas veces puede ser controlado por personas".

—¿Alguna duda?

—Lo que ambos hicieron no sirvió de nada... —murmuró uno de los estudiantes al fondo.

—Más que eso —respondió el maestro —. Esto nos muestra lo complicada que es la mente humana, ellos al ser denominados "Psicópatas" demuestran que definitivamente no pueden sentir; sin embargo pueden entender esas emociones mucho mejor que nosotros que si las podemos sentir.

—Es cierto —intervino otro estudiante —. Si nos basamos solamente en el trastorno de la protagonista sabemos que el trastorno de personalidad múltiple tiene un punto débil, el arrepentimiento, al final ella perdono y se arrepintió de no haber perdonado lo suficientemente rápido, al hacerlo evito que más personalidades sean creadas, pero no pudo evitar su muerte.

—Eso es complicad. —replicó otro más —. En conclusión ambos trastornos se vieron afectados por la presencia del otro, la cura depende del tipo de persona que tratemos y más aun de su estado emocional y sobre todo la voluntad.

—Correcto —habló el maestro —. Es claro que la voluntad es la que decide si nos mantenemos de pie o nos mantenemos derrotados, ese es el pilar de todo y este libro es un claro ejemplo, no todos podemos poseer sentimientos, pero todos poseemos voluntad. Lo podemos ver en el momento de sus sacrificios ellos lo hicieron por fuerza de voluntad mas no por lo que ustedes llamarían amor, así mismo ella se pudo mantener consiente en una sola personalidad solo por voluntad propia mas no por algún fármaco.

—¿Se llegó a una cura real?

—No, solamente se alivió su trastorno casi por completo, esto solo ocurrió por "técnicas" por así llamarlo, ya que esos procesos no podrían ser utilizados por profesionales, sería muy arriesgado. —respondió el maestro.

Una de las estudiantes presentes levantó con duda su mano y el maestro asintió dando paso a una de sus preguntas.

—Podría recordarme el nombre del libro por favor.

—"Una cura para Hadley"

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