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CAPITULO XIII


TRECE.

"En cada una de sus historias los cuatro decidieron plasmas un poco del dolor de Hadley"


CANDY.

Cuando desperté me encontraba en el mismo sitio, las ventanas habían quedado abiertas y mi cuerpo estaba completamente frio, helado por la brisa de la noche, me levanté con cuidado y bajé a la cocina, ahí estaba Lenay, aún me dolía cuando la veía.

—Hola...

—Te parezco...te parezco... —no podía articularlo aún, no quería asimilarlo, la ira se había ido y el coraje también.

—¿Patética? –me sorprendió, levanté mis cejas aun confundida ¿era lenay? si, sus ojos claros aún se mantenía ahí —. Siempre me has parecido igual niña.

—Por qué ahora...

—Porque ya me canse de que a pesar de tu falta de —me miró de pies a cabeza —. Atributos los hombres caigan por ti.

—Pero tu...

—Ya cállate, eres tan empalagosa, tu voz es insoportable.

Mi edad no era la misma que en el ambiente interno, aquí tenía la misma edad que Hadley.

—No puedes.

—¿no puedo? —caminó hacia mí y me agarró fuertemente del cabello casi arrastrándome me arrodillo frente al retrato donde aparecíamos juntas —. Esto es una basura ya reacciona mierda —y me empujo al suelo, ni siquiera observé cuando acabó de salir.

La foto estaba completamente rota, vidrios estaba por todos lados, mis lágrimas no tardaron, odiaba todo, tomé uno de los vidrios y lo repase por mi muñeca, era tan débil que aun temía hacerlo.

—Eres tan débil caramelito —estaba de pie frente a mí —. Hazlo, vamos demuestra tu fortaleza, esa dulzura es tan empalagosa, demuestra que puedes cambiar el ambiente.

—Leo...

—No soy tu amigo, soy tu impulso, vamos levántate y encara tu miedo, eres débil y la duda te volverá una basura más en el mar.

— ¿Por qué haces esto? —lo miré.

—Porque este mundo no es una dulcería ya reacciona —tomó bruscamente mi brazo y me obligó a ponerme de pie —. Observa con los ojos de tu alma, te conozco, y eso será tu punto crucial.

—Los ojos de mi alma... —susurré.

—Deja la maldita voz débil —gritó —. Los ojos de tu alma son desquiciados insensibles y fuertes.

¿Qué era eso? Una ola de calor y frio azotó mi columna vertebral, golpes en mi cabeza me hicieron que reaccionara, sus ojos me retaron.

—Eres patética —dijo tan seco que no dolió —. Ridícula incluso —nada —. Una niña... —su voz comenzó a ser molesta, demasiado —. Detestable —ira, comencé a detestarlo —. Una basura... —susurró, no aguanté más.

— ¿y? —respondí con tranquilidad, sonreí con sorna y lo miré, levantó una de sus cejas —. Las estupideces que lancen tú y Lenay es una raya más para el tigre ¿Por qué? porque no son nada para mí, solo son estorbos en mi vida, soy patética pero ustedes solo son simples.

—Reaccionaste...

—No es algo que te importe si reaccione o no, solo vete. —lo empuje y subí de nuevo a mi habitación.

NATH.

El primer piso de la casa en la que vivíamos Isabela y yo estaba en completa oscuridad, además los fantasmas no eran algo en lo que creyera fielmente, más bien era algo gracioso hecho por el cual ni siquiera busqué el interruptor para poder encender la luz, todo era mejor en la oscuridad; tomé un vaso y busque agua cliente en el dispensador, después de tomarla subí nuevamente a mi habitación.

Ahí estaba, muy cerca de mí, sentía que ese instrumento era mi angustia, mi perdición y mi abismo, no quería volver a ser jamás esa niña idiota que solía pensar lo mejor de su familia, idolatrarlos en un templo de oro lleno de mentiras, era repugnante si quiera pensarlo, pero quería olvidar esta maldita depresión, prefería mil veces esos malitos ataques, el dolor físico era mucho más fácil de soportar que el emocional, al menos lo era para mí.

Claro que lo es, aun eres esa niña patética que prefiere ser golpeada a llorar...

Eres dulce...

—No soy dulce. —exclamé con ira, estaba completamente harta.

Amable...

No, no lo soy.

¿Qué se supone que hago?

Me acerqué al violín, descendí la cremallera y lo abrí; ahí estaba como la última vez que lo guarde entre lágrimas, era una maldita masoquista, era esa niña estúpida aun, necesito ayuda, lo necesito de nuevo por favor...

Desprendí el violín de su estuche y lo afine un poco, ajuste las clavijas y tomé el arco, mis manos comenzaban a temblar sin poder controlarlas, suspiré y traté de tranquilizarme, observé la ventana y levanté el violín, coloqué la barbilla en la barbada e incliné el violín.

Solo hazlo...

Tomé un poco de aire y acerqué el arco, comenzó la melodía mientras los dedos de mi mano izquierda pisaban las cuerdas según las notas.

¿Algún día trataste de olvidar?

Nunca lo hice...

Lo recordé todo como si hubiese sido ayer, como una película que comenzaba a recorrer en cámara lenta, como si un vidrio pasara por todo mi estómago cortando toda la piel, el maltrato y aún más la decepción, la tristeza. No logre percatarme del tiempo que transcurrió estaba demasiado inmersa en tocar el instrumento que ni siquiera sentí cuando las lágrimas se despidieron de mis ojos, pero no era para menos.

Volví a guardar el violín en su lugar.

—Nocturne —su voz —. No creí que fueras a volver tan...pronto.

—Esa melodía es el peor recuerdo que tengo.

—Y aun así la sigues tocando, olvide lo pate-

—Ni se te ocurra Lorian, ahora no por favor.

—Solo quiero ayudarte Nath.

—¿Volviéndome dulce y amable? —sonreí —. Gracias pero no pedí tu ayuda.

—Solo pretende que no paso Nath.

—Bien, ya lo pretendí, nunca paso, pum lo olvide —voltee —. No seas idiota Lorian.

—No tienes idea lo fea que te ves cuando lloras. —se acercó y empezó a limpiar las estorbosas lagrimas que comenzaron a fluir.

—Cuando lo hizo por primera vez se aprovechó de que aprendí a tocar el violín, el solo-

—No lo recuerdes Nath.

—Incluso cumplió sus asquerosos fetiches con migo, me golpeaba por lo que decidí no oponerme, no podía hablar con nadie porque él llevaría a más hombres para que hicieran lo mismo —muchas cristales se incrustaban en mi pecho con cada recuerdo, necesitaba revelarlo, él no sabía toda la historia —. Incluso vertía cera en mis brazos y mi intimidad, era un completo asqueroso.

—Yo lo siento.

—No lo puedes sentir Lorian, para nada —me aparté de él —. Se obsesionó conmigo tanto que llegaba a mi habitación dos veces al día, estaba loco, deje la maldita escuela por su culpa.

—Todo esto Nath...déjame ayudarte.

—Ya lo hiciste Lorian, tú le avisaste a mi mamá y ella logró alejarlo, la amo aunque no la recuerde —volví frente a él —. Y te lo agradezco y nunca olvidare lo que hiciste por mí en ese parque.

—Yo solo te quería demasiado. —bajó su rostro pero lo levanté para observarlo, sus ojos eran fuego y el cielo a la misma vez.

—Yo también te quiero, pero no te engañes, no es a mí a quien quieres Lor.

—Eres tú ahora Nath. —rozó mis labios, sentí algunas risas dentro de mi cabeza.

—Déjame recompensártelo por regresar otra vez y ayudarla. —su sentir era tan suave, el roce húmedo de sus labios con los míos era cálido y acogedor, pero comenzó a tornarse agresivo, su mano comenzó a subir por debajo de mi blusa y ambos sabíamos que esta noche sería la mejor de nuestras vidas o tal vez la última.

NOTA: "Regresaste" al decir esto los personajes se refieren a que las amnesias temporales que Nath y Candy tenia por fin se habían ido, por ende ellas los recuerdan, y recuerdan lo que son "personalidades" de Hadley.


sigue>>>>>>>>>>

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