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CAPITULO XI


ONCE.

"¿A qué tipo de clase entraste?"


NATH

La resaca aún no se había extinguido por completo, los tragos que había logrado introducir en mi cuerpo el día de ayer pasaron factura durante casi toda la tarde, mi cuerpo se sentía como si un camión me hubiese pasado por encima, mis pasos eran lentos y de alguna manera estaba ansiosa por ver a Lorian ¿era diferente? claro que no, en algunas ocasiones lograba sentir lo mismo con clientes que tenían un trato ¿extraño? Hacía mí. La única diferencia que podría existir era en las sensaciones que me atacaban cuando él me tocaba, además Lor sabía muy bien de mi trastorno depresivo, y supo manejarlo.

—Traje negro, me gusta. —indiqué apenas tomaba asiento en el sofá frente a él.

—Lindo labial. —comentó, sus ojos otra vez causaban esa pequeña amenaza, parecían el fuego vivo.

—Gracias, muy observador.

—Trabajar con muchas mujeres deja algunos frutos. —sonrió de vuelta.

—O tener muchas novias tal vez.

—Nada de eso Nath —abanicó con su mano –. No suelo compaginar con muchas mujeres.

—Fetiches extraños. —afirmo.

—Nath. —reprendió entre risas.

— ¿Entonces?

—No son mi tipo, las mujeres en esta industria son lo menos que busco, claro sin ofender a nadie. —levanté una ceja.

—¿Entonces qué es lo que "buscas"?

—Lo amable y dulce no es algo que rebose en este trabajo. —tomó su whisky.

—Entiendo —de alguna forma mí cabeza buscó lo "dulce" y "amable" en mí, no existía, esa fue la respuesta —. Las personas logran cambiar —no sé por qué lo dije —. Me refiero a tus gustos.

—No lo creo pero de alguna forma lo intento contigo Nath. —vaya, muy directo.

—Lo intentare. —sinceridad, era lo que reinaba en esa sala, era un maldito al recrear eso en mí.

—Podrías intentarlo dejándome de insultarme en tu mente. —sonrió.

—Lo intente desde la primera vez.

—Solo lo suponía, y lo hice muy bien.

—Y tú podrías decir tus verdaderos objetivos. —lo dije, ¿debíamos ser sinceros?, claro Nath lo máximo posible.

—¿Mis verdaderos objetivos?

—Claro, aceptaría que revelaras por lo menos uno. —reté.

—Convertirte en alguien amable y dulce. —tomó otro sorbo de su whisky.

—Interesante.

—Lo es, ¿algo más?

—No, solo espero ver como lo logras Lor. —sonreí de vuelta antes de recoger los vasos y retirarlos.

—Yo también Nath.

LORIAN.

Estaba más claro que el agua, la tarea que había obtenido era la más difícil, pero los retos eran mi especialidad, el control era mío, el protagonista era yo, o mejor, éramos nosotros. La puerta se abrió pero seguí reteniendo mí vista al frente, la puerta volvió a cerrarse, estaba dentro.

—Lo único que causan es lastima —su voz era un poco peculiar, pero podría pasar desapercibida para muchos —. Porque mejor no tratas de hacerme "dulce y amable" a mí también —su carcajada fue pegajosa, reí de la misma forma.

—Lo haría, pero tu posición es la más débil. —como lo supuse su rostro se contrajo.

—Pero soy parte, por lo menos —comentó —. Son un par de imbéciles.

—Y tú un inservible.

—La persona a la que deberían envolver está durmiendo, ¿sabes por qué?, porque ustedes hacen que sus emociones peleen por salir, por tener minutos fuera, crearon motivos, y lo más ridículo —lo pensó —. Los motivos son inútiles, ustedes son inútiles.

—No creas que nos guiamos por instintos tan animales como los tuyos, sigues siendo parte pero solo eres una carga Gastón —relamí mis labios —. Entonces si sus emociones pelean por salir cuando estamos cerca, tú también lo haces, quien lo diría...

Observé de reojo como tenso sus hombros.

—No lo creo, porque si yo caigo todos caen, y adivina, cuando ella lo sepa solo será Katell —volvió a la puerta —. Y los odiara.

Ese es el maldito punto...

—Sabes tanto y nada a la vez querido —sonreí —. Son ellas, Gastón, y tú solo una cosa demasiado insoportable, ya lárgate. —ordené.

—Los psicópatas son más insoportables.

—Al menos logramos controlar nuestra personalidad tan intolerante y empática.

— ¿Follaras con Nath? —preguntó curioso, solo quería estampar mi puño en su boca pero me detuve.

—Que te valga una mierda Gastón, ya lárgate.

—Me vale mucho Lorian o debería decir Ernst.

—Maldita sea Gastón cierra la maldita boca. —grité acercándome furtivamente a él.

—Solo preguntaba para preparar mi noche de vomito cuando termines de follártela, es asqueroso esto de ser quien mantiene los recuerdos y la poca cordura del ambiente.

—Al parecer has hecho un tan mal trabajo, sal ahora. —ordené.

—Adiós Lorian —se largó por fin —. Por cierto la inestabilidad lo volverá más fácil, su falta de aprecio les redujo el puto trabajo

CANDY.

Estaba estática, mi cuerpo estaba completamente inmovilizado por mi mente, esa posición parecía la mejor, no quería moverme, cualquier mal movimiento podría desatar un derrame, ¡agh! es asqueroso, tranquila solo es un proceso natural, dolía un poco pero ese proceso no podía ser natural solo podía ser diabólico, tomé algunos caramelos debajo de mi almohada sin necesidad de mover completamente mi cuerpo solo mi brazo, además tomé algunas gomitas y las metí en mi boca.

—Porque a nosotros dios. —repliqué con angustia; el dolor me carcomía, no era algo altamente peligroso solo que no estaba demasiado acostumbrada a eso, la tasa de té que Lenay dejo preparada aún estaba por el borde.

En otra punzada encogí mis piernas y cobije todo mi cuerpo, los dulces no funcionaban; estuve retorciéndome varias veces queriendo evitarlo.

—Mierda... —susurré en voz baja.

—Que ruda, caramelito me encanta. —su voz, destapé mi rostro y lo vi apoyado en el marco de la puerta: llevaba sus típicos vaqueros negros junto a una camisa blanca.

—Este dolor comenzara a transformarse...

—Una linda ogra.

—Seré verde, prefiero eso que estos dolores Leo.

—Eres tan adorable caramelito. —pellizcó mis mejillas.

—Eso duele —llevé mi mano al lugar atacado —. Aun me duele. —giré dándole la espalda.

De un momento a otro el cuerpo de Leo cayo frente a mi practicante salto a mi lado, se veía gracioso no pude contenerme.

—Pareces el hombre araña.

—Te ves mucho más bonita de cerca caramelito. —sonreí ante eso.

—Tú también eres lindo Leo.

—¿Enserio? No me provoques, estoy muy cerca de ti. —dijo aun manteniendo el contacto visual.

—Eres mi amigo no puedes hacer nada de eso Leo.

—Un día por accidente entre a una sala un poco extraña donde estaban dando clases. —señaló.

—Eres muy torpe.

—¿Quieres aprender lo que aprendí caramelito? —preguntó un tanto divertido.

—Espero no sean matemáticas.

—Ella decía que debíamos estimular muy bien a las mujeres que iban a pedir esos servicios.

—Leo... —advertí.

—Dijeron que debíamos estimular sentidos también —su mano se posó en mi mano —. Y poco a poco ir subiendo adaptando tu cuerpo a mi tacto —comenzó a subir hasta mi hombro —. También recalcó que podíamos tocar el rostro pero prefiero bajar —su mano lentamente descendió casi llegando a mis pechos —. Ese sería el primer lugar para estimular, incluso podíamos hacer esto —impulsó mi cuerpo hacia atrás y se subió encima —. Verte a los ojos —sus ojos gritaban peligro —. Podíamos acercarnos y acoplarnos a tu fragancia —su nariz absorbió el aire de una forma rápida —. Sentir tu aliento. —rayos, cada vez comenzaba a acercarse mucho más y el dolor no desaparecio en ningún segundo.



sigue>>>>>>>>>>>>>>

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