CAPITULO EXTRA
EXTRA.
UN SUEÑO.
El sol quemaba el suelo, las nubes habían desaparecido por el momento, la hierba frente a ella había crecido hasta sus rodillas, la casa de campo la cubría de los rayos del sol tan potentes, su vestido lograba moverse con la brisa del entorno, peinó su cabello en una coleta alta para que no estorbara. Se acercó a la pequeña mesa que estaba en la puerta de la salida y tomó asiento en una de las sillas, vertió un poco de limonada en un vaso y calmo la sed que había comenzado a invadirla. Por primera vez se sentía tranquila, cómoda y para nada deprimida, era una sensación de paz; volteó a un lado y apareció Ernst, sentado en una de las sillas a su costado, sonrió y un par de hoyuelos se le dibujaron en las mejillas, sus ojos brillaban con intensidad y su sonrisa parecía tan sincera.
Tomó su mano y la entrelazo con la suya, con la otra guardó uno de sus mechones detrás de su oreja.
—Sabias que me encanta tu cabello cortó pequeña. —dijo, mientras peinaba su cabello con suavidad.
—Deberías cortar un poco más tu cabello Ernst. —Hadley tomó su mentón y lo acercó para estampar sus labios sobre los de él.
—¿Tan de repente?
—Solo quería hacerlo ¿algún problema?
—Claro que no pequeña, solo que deberías hacerlo más largo, así. —Ernst pasó su mano por detrás de su cabeza y la beso por más tiempo.
—Esta sería la vida que siempre he deseado contigo a mi lado Ernst.
—Me robaron las emociones, pero no los sueños, y este es mi sueño junto a ti, con una vida llena de sentimientos latentes.
—¿Soñar es lo mismo que sentir?
—No pequeña, soñar solo es un "tal vez", pero sentir es un "estoy seguro".
N2.
Aquella casa se mantenía arreglada, habían algunas esculturas en algunos rincones y las paredes estaban pintadas de rojo vino, las lámparas iluminaban muy bien el interior, Hadley acomodaba los platos en la mesa y los cubiertos a su alrededor.
El olor a pasta inundaba el ambiente, se dirigió a la cocina y observó al Evans quien preparaba la cena; su mirada se volvió cálida y reconfortante, su sonrisa le causo alivio y se la devolvió.
—¿Te gusta la pasta caramelito?
—Claro que sí.
—Que mal, no puedo prepararla, solo se cocinar la pasta y no tenemos guarniciones en casa —la observó con diversión —. Cenemos mutuamente.
—Enserio tengo hambre, Evans.
—Lo se caramelito, solo preguntaba. —se acercó a ella haciendo que retrocediera para al final acorralarla contra la pared.
—Te dejare sin tu perversión si no me alimentas. —bufó.
—Este es mi sueño, quiero que tengamos un bebe.
—¿Tan de repente? —preguntó algo sorprendida.
—Sí, tan de repente, y propongo que empecemos desde ahora.
Besó sus labios por unos cuantos segundos.
—Espera, si no me alimentas mucho menos lo harás con un bebe.
—Pedí pizza, pero tardara en llegar, tenemos tiempo caramelito.
—¿Hay alguna manera de detenerte?
—No la hay. —levantó su cuerpo con ambos brazos y la llevó a la habitación.
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