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𝐔𝐧 𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨...

—Su primera tarea será familiarizarse con los tres reinos —expresó Madame Fontaine al frente de las cortesanas.

Su porte era rígido, como siempre, pero al mismo tiempo grácil, como si de una bailarina de ballet se tratara. Todas las cortesanas le observábamos atentas mientras comenzaba a dar las instrucciones. Se nos había indicado recibir, junto con la familia real, a una comitiva, enviada desde Perang. Las negociaciones de la guerra nunca terminaban, y como corte de Altair, debíamos permanecer a su lado.

—Naturalmente, comenzarán con Perang, deberán estudiar su cultura, modales, etiqueta, tradiciones, lenguaje... quiero que, por lo menos, puedan saludar en Perangní —su severa mirada se paseó sobre cada una de nosotras mientras hablaba—. Para aquellas enviadas de Perang, será algo más que sencillo hacer esto, por lo que deberán ayudar a sus compañeras; ser parte de la corte es trabajar en equipo, ladies, espero tomen en serio su responsabilidad.

Mis parpados luchaban por cerrarse mientras intentaba mantenerme despierta a pesar de la seriedad de las palabras de Madame Fontaine. Me había quedado dormida en medio del laberinto junto a Asra, solo las estrellas sabían cuánto había podido descansar. Sospechaba había dormido tan solo un par de horas.

Una preocupada Kore me recibió en mi habitación, me había esperado toda la noche, y sin dejar mucho espacio para explicaciones y preguntas de por qué mi cabello se encontraba plagado con pétalos de flor de cerezo, me había alistado para no perderme, de nuevo, mis deberes.

—No puedo dejar pasar por alto un solo error, puesto que tenemos mucho en juego —continuó la institutriz.

Me encogí en mi lugar mientras hablaba, me sentía terriblemente culpable ¿Se habría percatado de mi ausencia durante la noche? Aun sin saber la respuesta, ya rogaba por perderme entre mis compañeras.

—No toleraré una sola falta de respeto, como lo es negarse a bailar con su anfitrión, el príncipe Altair ¿Verdad Lady Meena?

La morena, que parecía estar relajada, perdida en su mente sin prestar atención a la conversación, se enderezó en cuanto escuchó su nombre. Podía jurar que había algo de temor en su rostro.

—El mismo príncipe intentó encubrirle, mas estuve atenta a cada una de ustedes durante toda la noche, incluso observé a aquellas que se apresuraron a desaparecer durante la velada y no volver a su habitación hasta la mañana siguiente, como Lady Levana.

Sentí como si un balde de agua fría callera sobre mi espalda al escucharle nombrarme, sabía que tarde o temprano me lo reprocharía, mas no estaba lista para escucharle.

—Los comportamientos inapropiados deben ser corregidos y castigados, por lo tanto, ambas ladies, serán las responsables de organizar y servir en la reunión con la comitiva de Perang, no habrá doncellas o cocineros, tan solo ustedes dos.

Un silencio sepulcral se hizo presente mientras nuestras compañeras no dejaban de lanzarnos miradas curiosas. Narumi a mi lado tomó mi mano intentando darme ánimo al notar que comenzaba a temblar.

—Pero, Madame Fontaine, eso es mucho trabajo para solo dos personas —protestó Narumi en mi nombre.

—Tiene Razón Lady Narumi —concedió—. Gracias por ofrecerse a ayudarles en esta tarea.

Narumi palideció al escucharle, su ferviente ánimo se vio apagado en cuestión de segundos mientras adoptaba una postura similar a la mía, deseando desaparecer.

—¿Alguna otra tiene quejas?

Nadie más habló a partir de entonces, seríamos tres las encargadas de cocinar, servir, decorar y organizar todo conforme la llegada de los enviados de Perang. Aquello sin duda imponía, aún más tomando en cuenta que los invitados llegarían en tres días.

Madame Fontaine se encargó de darnos una lista de los nobles que llegarían, junto con un retrato de bolsillo de cada uno, sus gustos y un montón de libros sobre historia y cultura de Perang, era mucho que hacer y poco tiempo para prepararnos.

Después de nuestras clases y deberes, nos vimos obligadas a permanecer juntas para organizarnos en la biblioteca real, aquella en la que cualquier visitante del palacio podía acceder, aunque no fuera la biblioteca de Asra, los libros no dejaban de recordarme sus palabras y el brillo de las estrellas en sus ojos esmeralda.

—Esto debe ser una confusión —se quejaba Narumi—. Levi, te quiero, pero nunca me ofrecería a trabajar con...

Narumi intentaba encontrar las palabras adecuadas para describir a Meena mientras su mano se movía de un lado a otro, descartando ideas en su mente. Podía adivinar, no saldría nada bueno de su boca.

—Está inusual, extremadamente peculiar e indescriptible lady de aquí.

Dijo al fin intentando suavizar sus palabras, mas Meena, quien ya le miraba amenazante al otro lado de la mesa, tomó la palabra enseguida con un gesto de hartazgo.

—Yo tampoco pensaba trabajar con... —la morena le recorrió de arriba abajo buscando algo que decir, no tardó mucho en encontrar la palabra que buscaba—. Aghat.

Ambas se miraban fijamente, siendo separadas tan solo por la pequeña mesita de estudio en la biblioteca. Miles y miles de libros nos rodeaban en una cálida atmósfera de luz durada, aroma a pergamino y silencio total, mas en medio de toda esa paz, ambas representaban el caos creciente y yo me encontraba en medio de todo eso.

—Te equivocas si piensas que mencionar a mi reino es un insulto, somos mucho mejores que ustedes —presumió Narumi.

—Claro, andar de chismosos es mucho mejor que prepararse para cualquier amenaza posible —se burló Meena.

Narumi gruñó frustrada mientras intentaba contenerse. Meena le veía con el mentón en alto mientras yo intentaba hacerles volver a nuestro objetivo tomando uno de los libros que nos había asignado Madame Fontaine.

—Podemos empezar por decidir qué serviremos en la reunión... —dije mientras intentaba mostrarles un libro de cocina típica de Perang.

Ambas me ignoraron, estaban demasiado concentradas en su pelea de miradas como para prestarme atención.

Un pedazo de pergamino se deslizó hacia el suelo en cuanto abrí el libro a la mitad, intentando sortear algo que sirviera en el mar de información que poseía. Enseguida me apresuré a tomarle preocupada de haber arrancado una página, no podía permitirme causar más desastres.

Al tomar el pergamino en mis manos, pude notar que era más que eso, pues se encontraba cuidadosamente doblado a manera de carta. En uno de sus costados podía leerse "ლევანა", lo que traducía como "Levana". Enseguida aquel perfume de lavanda con una ligera brisa marina inundó mis sentidos.

Asra...

Escondí la carta entre el libro intentando que pareciera que comenzaba a leer sus páginas cuando en realidad buscaba abrir el pergamino.

—Sabes Meena, hay algo que no sabría describir cuando te veo, es como un sentimiento que había aparecido antes —comentó Narumi divertida.

El caos de la rivalidad creciente frente a mí comenzó a importar poco mientras desdoblaba la carta, yo misma pasé a ser parte de un tercer plano dejándoles a ambas a su suerte en un enfrentamiento sin mediador.

—Quizá sea la repulsión que sentí desde el momento en que te vi —respondió Meena—. Me provocas vértigos Aghat.

—¿Vértigo? En cuanto te veo no puedo evitar que me duela la cabeza, incluso mi pulso se acelera —divagó furiosa la pelinegra mientras su cara se enrojecía—. Quizá sea lo mucho que me desesperas.

Cierto sentir se apoderó de mí al momento en que leía y releía mi nombre, sentir que sorprendentemente cuadraba con lo que Meena y Narumi describían, pues comenzaba a marearme y mi pulso comenzaba a acelerarse y estaba segura de que algo comenzaba a presionar mi pecho, como si el corazón se me fuera a salir en cualquier momento. Mis mejillas enrojecidas combinaban con las de mis compañeras, mas sospechaba que a pesar de sufrir los mismos síntomas, eran reflejo de una causa totalmente contraria entre nosotras.

Mientras ambas batallaban describiendo lo mucho que les afectaba verse una a la otra, yo misma lidiaba con esa misma confusión respecto a Asra.

—No te imaginas lo mucho que me cuesta mirar tu estirado rostro —declaró Meena triunfante con cierta malicia en sus palabras—. Me revuelves el estómago, siento como si algo quemara mi pecho, se podría decir, ambas compartimos el mismo sentimiento.

—Por supuesto que no —protestó Narumi—. Esto es más fuerte que la segura indigestión que tienes, lo que yo siento es...

—¿¡Amor!? —exclamé completamente ajena a la escena que se estaba desarrollando.

No podía ser otra cosa, mis pulmones quemaban, mi estómago se revolvía en un mar de mariposas inquietas, mientras mi alma luchaba por saber de una vez lo que Asra había escrito para mí en aquella carta. No sabía cómo había llegado ahí o por qué le habría escondido justo en ese libro. Ni siquiera me sorprendió que utilizara el lenguaje de los encantadores, tan solo quería leerle y guardar sus palabras celosamente

Mi declaración iba referida a las emociones que estaba experimentando, mas sin darme cuenta, mis compañeras en ese mismo momento corrigieron mis palabras pensando que mi conclusión iba dirigida hacia ellas.

—¡Odio! —dijeron ambas al unísono, poniéndole nombre al fin a su rivalidad.

—El más puro de los odios —bramó Meena.

—Odio tanto tu presencia, tu actitud de "no me importa nada" —declaró Narumi.

—Y yo tu voz chillona —concretó la morena—. Además de esa ridícula vestimenta...

—Odio cada pequeño gesto o palabra tuya, tan solo escucharte me hace querer vomitar.

Ambas parecían liberadas al confesar su odio en voz alta, mientras una divertida sonrisa tiraba de sus labios. Podía sentir cómo aquella declaración sería tan solo el principio de miles de discusiones y peleas, y aunque sus palabras se habían apresurado a describir su odio mutuo, sospechaba que su rivalidad duraría más de lo que podía imaginar.

—Si tú sientes eso imagina lo que yo —contestó Meena con ironía—. Creo que podría detestarte por el resto de mi vida, incluso aunque no te pudiera ver más, ese denso y fétido perfume tuyo es imposible de olvidar.

—¡Son jazmines! —replicó

La pelea volvía a rebozar de tonos infantiles al momento en que una rebatía a la otra, aquello me dio la oportunidad de escabullirme entre los enormes libreros para poder leer la carta fuera de su vista.

El pergamino estaba escrito en tinta violeta, mientras que una relajada, pero delicada caligrafía me invitaba a leerle. Las palabras eran cortas y breves, mas su significado era infinitamente extenso, lleno de posibilidades que no dejaban de rondar por mi cabeza una vez lo leí.

ესფერა უნა სენალ, ტე ვერე ალ ანოკჰესერ, აუნ ფოსეო სეკრეტოა კე კონტარ სორფრესას ფორ დესველარ. ¿სერა კე ნნი ლუნა ნნე ლლეგუე ენკონტრარ?

Espera una señal, te veré al anochecer, aún poseo secretos que contar y sorpresas por desvelar. ¿Será que mi luna me llegue a encontrar?

Presioné el pergamino contra mi pecho al momento en el que la emoción crecía en mi interior, una noche más... una noche más sin dormir, una noche más para compartir, una noche más bajo las estrellas.

Mas sus palabras estaban inconclusas, no sabía donde encontrarle, o cómo sería tal señal, y aunque confiaba en el ingenio de Asra, me preocupaba mantener tantas ilusiones sobre una pista inconclusa.

Rápidamente, me colé entre los pasillos de los estantes para buscar a mis dos compañeras que aún seguían jurándose odio eterno, sin embargo, una sonrisa adornaba mis labios sin importarme mucho el final de tal discusión, en mi mente, aún me encontraba en el jardín contando estrellas.

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