𝐋𝐚 𝐃𝐨𝐧𝐜𝐞𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐈𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨
A Madame Fontaine no le gustó nada que aceptara la petición del príncipe Altair, sin embargo, ella misma sabía que no me quedaba otra opción.
—¿Sabe lo que significa para usted y sus compañeras, Lady Levana? —preguntó severamente una vez nos reunió a todas las señoritas de la corte.
—Me temo que sí, Madame —respondí con cierta tristeza en la voz.
Las demás cortesanas observaban en silencio, incapaces de interrumpir lo que Madame Fontaine tenía que decir.
—¿En verdad lo sabe? Todas ustedes, ladies, tendrán que organizar todo un proyecto para mostrar Fitore a los ministros de Perang, si todo esto sale bien puede que comencemos relaciones diplomáticas pacíficas con el reino. Los Perangníes mostraron interés por Daus, así que su alteza está dispuesto a delegar esta primera tarea a ustedes —aclaró—. Tomando a Lady Levana como su mano derecha en esta ocasión, siendo ella nativa de Daus.
Comencé a sentirme pequeña ante los ojos que me observaban, era más que evidente que esta tarea era crucial para dar los primeros pasos a terminar el conflicto que nos atormentaba, más podía notar la preocupación de todas al elegirme a mí para asistirle principalmente, pues nadie quería que la chica torpe, que parece siempre estar a punto de quedarse dormida e incapaz de mantener una conversación por demasiado tiempo fuera quien tuviera el mayor peso del grupo.
Narumi levantó la mano intentando llamar la atención de Madame Fontaine al ver cómo me hacía cada vez más y más pequeña en mi lugar, estando a punto de temblar.
—Ahora no, Lady Narumi —expresó nuestra institutriz con desgana mientras seguía esperando una respuesta de mi parte.
—Madame... —comencé a decir nerviosa antes de que Narumi explotara en un remolino de palabras.
—Levana no estará sola, estaremos todas ayudándole, este es un proyecto importante en el que todas estaremos dispuestas a ayudar a nuestra compañera y al reino —dijo casi tropezándose con sus palabras—. Estamos en esta corte para trabajar unidas, no echarnos todo el peso una a una.
Las demás ladies comenzaron a murmurar estando de acuerdo con las palabras de Narumi.
—Estaremos juntas mientras mantengamos la corte —comenzó a decir Lady Elizabeth.
—Todas tenemos puntos fuertes y débiles, tan solo tenemos que organizarnos —concluyó Lady Dilaila entre tanto murmullo.
Madame Fontaine parecía estar complacida ante la respuesta de la corte y yo comenzaba a sentirme aliviada y agradecida por el apoyo de mis compañeras.
Todas comenzaron a lanzar ideas al aire y aquellas que no conocían Daus parecían interesadas en saber más sobre el lugar y su cultura. Sin embargo, antes de que Madame Fontaine pudiera interrumpir aquella tormenta de ideas, una doncella apareció en la puerta del salón de la corte.
—Disculpe, su excelencia —saludó a la institutriz con un sutil asentimiento de cabeza—. Su alteza, la princesa Navani ha invitado a Lady Levana a su estancia, dice que es importante.
—Gracias Mildred —respondió Madame Fontaine—. En un momento te acompañará.
La doncella asintió antes de salir y cerrar la puerta del salón detrás de ella.
—Lady Levana —pronunció la institutriz con voz severa—. Compórtese ante la princesa y... Buena suerte.
Su cuerpo se encontraba tenso como de costumbre, pero había algo diferente en su postura, quizá era preocupación o quizá compasión ante la pobre chica que de un día para otro, había destacado solo por la mala suerte del lugar del cual provenía.
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La Princesa Navani esperaba pacientemente en la estancia que había sido destinada únicamente para ella y sus doncellas, se encontraba en compañía de una de sus damas, la joven acomodaba una delicada mesita con sandwiches y bebidas mientras la princesa paseaba de un lado a otro buscando algún libro en la amplia estantería empotrada en la pared.
El lugar resaltaba por su luminosidad, colores blancos lilas y azules claros adornaban cada rincón, mientras que un suave perfume a lirios del valle inundaba mis sentidos.
—Alteza, Lady Levana ha llegado, como solicitó —me anunció una doncella.
—Gracias Mildred, puedes tomarte un descanso —concedió amablemente Navani.
La princesa conservaba un temple tranquilo, vestía un traje en tonos crema que contrastaban con su tez olivo y sus ojos verdes, no portaba joyas, su largo y grueso cabello negro se encontraba recogido en una desenfadada trenza la cual adornaba su cabeza.
—Bienvenida Lady, por favor pase —señaló mientras se deslizaba a través de la estantería junto con una escalera montada en el mismo marco de la pared.
Aquello me pareció bastante ingenioso, la escalera tenía la habilidad de ir y venir fácilmente, incluso con la princesa trepada en ella.
Los libros llegaban hasta el techo, lo cual ya era bastante decir, nunca fui buena calculando espacios, pero bien podría decir que aquello llegaba por lo menos cinco metros arriba de mi cabeza.
Me acerqué a la princesa antes de que se deslizara nuevamente sobre la escalera. Naturalmente, como si hubiéramos hecho aquello toda la vida, la princesa me pasó un libro en el estante indicándome ayudarle a cargarlos.
—Necesitamos encontrar toda la ayuda posible —declaró con la mirada perdida buscando aquello que necesitaba.
—¿Qué saber es el que su alteza busca? —pregunté intentando seguirle el paso a lo largo de la estantería.
—Los ministros tienen una semana antes de regresar a Perang, están interesados en Daus, pero quiero saber por qué, tengo un mal presentimiento sobre esto.
La princesa trepó unos cuantos metros antes de lanzar un libro.
—¡Cuidado, allá va! —advirtió antes de dejarle caer.
Con torpeza tuve que intentar atrapar el objeto entre mis manos mientras mantenía la mirada fija en ella, comenzaba a preocuparme por la seguridad de la princesa.
—Si puedo resolver alguna duda que atormente a su alteza, con gusto responderé —declaré casi persiguiéndole a través de la habitación.
Navani era bastante activa y jovial, casi como un remolino de energía que parecía nunca agotarse.
—Dígame Lady Levana ¿Le gusta leer? —preguntó como si el tema anterior no hubiera existido entre nosotras.
—Lo encuentro placentero —respondí de inmediato—. Siempre es interesante sumergirse en nuevos mundos, universos mismos creados por el autor...
—Por su respuesta puedo adivinar que no es mucho de textos académicos o históricos —señaló mientras seguía entretenida en su tarea, ella buscando y yo recibiendo los libros.
—Me temo que me inclino más por novelas y obras teatrales —admití con algo de culpa—. Aunque cualquier conocimiento que pueda adquirir es bien valorado.
La princesa sonrío antes de subir un poco más sobre la escalera para poder pasarme un libro peculiar. Encuadernado en piel teñida de azul y enmarcado con aplicaciones en color plata. El tomo tan solo contenía una frase "Leyendas e Historia de Daus"
Pasé mis manos por la portada remarcando cada una de las letras, no entendía bien por qué las leyendas de Daus se relacionarían con la historia real del distrito. Levanté la mirada buscando una respuesta en Navani quién una vez con los pies en el suelo junto a mí, comenzó a explicar.
—Como dije, me parece peculiar la preferencia de los ministros de Perang en Daus, lo cual me llevó a investigar toda la noche hasta descubrir qué les diferenciaba del resto de los distritos de Fitore. Encontré mil escritos sobre su minería, el comercio de joyas preciosas y la economía que se maneja ahí, es un distrito estable al igual que otros dentro del reino, pero solo este libro mencionó algo que llamó mi atención —la princesa comenzó a caminar a lo largo de la sala conmigo detrás intentando seguirle el paso.
Dejé el montón de libros que había estado cargando en una mesita cerca de la estantería quedándome solo con el último, el libro del cual ella estaba hablando.
—Tengo entendido que hay varias leyendas a través del reino, alteza —mencioné al releer el título.
—Pero solo las de Daus están ligadas con su historia —aseguró—. Sus mitos, leyendas, profecías, todos y cada uno de ellos se han materializado y cambiado el rumbo de la historia de estas islas.
Me tomé la libertad de hojear el libro mientras ella seguía hablando, había textos tan antiguos que ni siquiera yo conocía de su existencia, pero enseguida pude notar a lo que se refería la princesa.
Una de las primeras leyendas hablaba sobre dos viajeros caídos del cielo, dos hombres que sumergirían al reino en una batalla infinita entre el sol, la luna y el soldado de las estrellas.
Aquello a primera vista parecía no tener sentido, pero enseguida pude relacionar al Sol con Aghat, la Luna sería la princesa Diwa, pues así le describían aquellos que le conocían, por lo tanto Fitore formaba parte de ello también y por último estaba Jason; el fundador de Perang, quién había tomado su espada como símbolo de su nación, en Perang todos eran considerados soldados, por lo que no me fue difícil adivinar su papel en la historia.
Mucho de lo escrito, incluso sucesos que se podían probar que eran reales, eran hechos olvidados por el reino, lo cual me hizo recordar aquello que Bóreas tanto me repetía: "Aquellos que olvidan la historia están condenados a repetirla"
—La realidad de los que olvidan se materializa a capricho del profeta —murmuré al leer la comparación que hacía el autor mito tras mito con su contraparte histórica.
—Uno a uno estos textos se han cumplido a través de la historia en un orden tan exacto que me pone la piel de gallina —continúo Navani con seguridad—. Todos menos el último, lo cual me hace pensar que eso es lo que buscan.
La princesa me indicó la página en la que me debería ubicar. Mis manos rápidamente buscaron entre las hojas, mas en cuanto leí la primera frase pude sentir como si un balde de agua me cayera encima.
La doncella de invierno.
En el albor de la guerra, como creada por una ventisca, despertará la doncella.
Delicada y frágil como la luna, poderosa como el sol, la misma muerte será quien le reverencie.
Su llegada será anunciada por ríos y bosques pues una vez empezado su despertar, el eterno invierno terminará, ella será quien dé inicio a la batalla final.
—Poderosa como el sol... —repetí aterrada.
—Tal parece que los Perangníes están en busca de la doncella y por lo sucedido en la mañana, creo que podrían sospechar de ti.
Navani enarcó una ceja después de decir tales palabras, esperaba una respuesta, esperaba que fuera yo misma quien confirmara o desmintiera sus sospechas.
—Siento decepcionarla, alteza, si bien aún no controlo bien mi magia como encantadora, puedo asegurar que esta es demasiado débil para iniciar una batalla, además, me temo que Daus sigue sumergido en el eterno invierno que menciona la profecía.
Aunque la princesa dudara de mis palabras, no creía ser la doncella de la que la profecía hablaba, pues más que reverenciarme la misma muerte me usaba para su diversión y en cuanto a mis poderes, aún no podía controlarlos bien. Sin embargo, yo no era una encantadora y no podía descartar que aquel verso hablara de un bendecido.
Navani respiró con pesar ante mi respuesta, aquella fue la primera vez en que la princesa llegó a lucir cansada, incluso, algo decepcionada.
—Lamento que te hayas visto enredada en todo esto —mustió derrotada antes de sumirse en el sillón más cercano—. Este conflicto sin sentido nos tiene a todos sin dormir... Me aterra pensar que ahora la corte de mi hermano, que en un principio fue planeada para traer paz, tendrá que aprender a defenderse, no deseo que haya otra tragedia por culpa de una leyenda.
Las Ayras para los demás reinos eran una leyenda, Diwa y los viajeros eran una leyenda... Todos ellos habían terminado en incontables muertes hasta el presente, podía comprender la carga que llevaba Navani sobre sus hombros, sobre todo recordando lo que había pasado con su prometido y lo recién descubierto. Perang era consciente de nuestras leyendas y de cómo se hacían realidad.
—Alteza ¿No deberíamos evitar que los ministros se acerquen a Daus en vez de llevarlos hasta ahí? —pregunté temerosa por mi distrito.
—Ya lo he hablado con mi hermano, pero Altair piensa que las profecías son solo cuentos y nada más. Confía más en el desarrollo del distrito y en cómo se podría formar una alianza comercial gracias al lugar...
—El príncipe Altair siempre ha sido muy lógico y centrado —completó la dama de la princesa, quien ya había comenzado a encargarse de la cansada Navani facilitándole una taza de té—. Cree que la política y la diplomacia es la mejor solución al conflicto, y de corazón todos deseamos que así sea.
—Me encantaría que así fuera, Altair es el más indicado para gobernar, pero me temo que esta guerra y toda la magia al rededor de las profecías, no pueden guiarse por la lógica de mi hermano o la fuerza y comprensión que poseo —se lamentó la princesa.
—¿A qué se refiere, Alteza?
—Necesitamos ingenio, creatividad, ver todo desde un punto de vista diferente al habitual. Una ventaja que no nos podemos arriesgar a revelar.
Asra...
—Por cierto, Lady Levana, he notado cierto aroma a lavanda en su cabello...
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