Capítulo 3
Mi clase de piano aquella mañana había sido un desastre, o al menos, eso pensaba pues el profesor había utilizado las palabras rigidez y falta de emoción demasiadas veces. El problema era que no importaba cuántas veces escuchara la grabación del ensayo, no le encontraba el fallo. La música me había encantado desde la tierna infancia y desde que descubrí que me apasionaba ser pianista que no hacía más que esforzarme por la alcanzar la perfección o a que cada nota estuviera en su punto, como diría mi tío respecto a la cocina.
Mi otro problema era que mientras más la escuchaba, más volvía a mi mente la conversación con el profesor.
Estaba mostrándole mi progreso cuando me detuvo.
— Luciano, eres un chico muy talentoso, te lo digo en serio. Pero como maestro tengo que ser honesto y a veces hasta un poco... duro — Suspiró pasando una mano por su melena —. Así que, lo siento, pero debo decirte que no me gusta nada lo que estoy escuchando. ¡Para nada!
Auch.
Escuchar esas palabras de su parte fue un golpe duro de recibir pues él no solo era mi maestro y un ejemplo a seguir pero también era Martín García, un nombre reconocido en el mundo clásico por ser un joven prodigio que recorrió Europa, Latinoamérica y otros lugares, antes de retirarse sin aparente razón para los demás. Estar entre sus alumnos era un gran privilegio, sin importar que fuésemos cercanos.
— Pero, no comprendo por qué. Me aseguré de tocar cada nota tan perfecta como me fue posible y realmente pensé que le gustaría — Expliqué —. Cometí algunos errores, lo sé, pero puedo esforzarme y ensayar el doble si hace falta. Usted sabe que voy en serio con esto.
Tocar el piano era lo que quería hacer por el resto de mi vida y si me gustaba tanto quería hacerlo bien, dar mi mejor.
— Me temo que no estás entendiendo nada, Luciano... — Se llevó las manos a la cabeza —. Mira, la música debería comunicar cosas, y tú, bueno... Tú no me estás diciendo nada con ella. Está como, vacía.
¿Vacía?
Enarqué una ceja, aún sin entender.
— ¿Me quiere decir que no vale de nada tener una técnica perfecta? — Pregunté —. En la escuela me enseñaron que la técnica lo era todo y yo era el mejor de la clase porque me esforzaba. Hago lo mismo aquí.
— No, no, Lu. Esto ya no es la escuela, es la vida real y es con creces diferente. Tener una buena técnica es importante pero debe ir acompañada de algo más... — Caminó de un lado al otro —. Sé que das tu mejor porque se te nota pero, ¿quieres saber por qué me iba bien en lo que hacía?
Asentí.
— Tocar el piano para mí siempre se ha tratado de exponer mi corazón al oyente. En cada pieza que tocaba derramaba mi corazón y la sensación de poder transmitir lo que sentía para que otros pudieran interpretar o entender, era mi parte favorita — Soltó un largo suspiro — La música es un lenguaje universal como las matemáticas, aunque estas no me gusten...
Intenté hablar pero fui interrumpido.
— Lo que intento decir es que sé que es difícil desnudar tu corazón al mundo pero eso es exactamente lo que te falta, Luciano. Cada corazón es único y quisiera conocer qué hay en el tuyo. ¡Estoy hablando de pasión! — Continuó de brazos cruzados — Cuéntame una historia a través de tú música porque para perfección sin sentimientos están las grabadoras o los robots.
Ser comparado con una máquina no era lo que estaba esperando pero respetaba mucho al maestro y su opinión así que me esmeraría por mejorar incluso aunque eso significase salir de mi zona de confort, sin siquiera saber cómo.
Avanzaba en mi trayecto a casa cuando de la nada se aparece en mi campo de visión una chica bajita haciendo señas frente a mí. Iba acompañada de otra chica, también castaña y pequeña pero de cabello más oscuro que tenía una mueca en el rostro y que no paraba de jugar con los dedos. Infiriendo que su única razón posible para hablarme era que estuviesen perdidas, decidí indicarle que me esperara un poco para detener el audio, quitarme los audífonos y ayudarlas.
— ¿Serías mi San Valentín? — Soltó como si nada.
Me tomó un instante digerir que esas palabras habían salido de su boca y que no se trataba de una broma. Hubiese imaginado que le daría direcciones y nuestros caminos se separarían mas me salía con aquello.
Además, la petición no solo era rara sino que había quedado de segunda opción. En otro momento no me hubiese importado pero era humano y la clase fallida de ese día me había puesto sensible.
Mi respuesta fue un rotundo no.
Lo que no esperaba es que la chica fuese tan insistente, así que después de aclarar mis motivos procedí a marcharme lejos de la castaña para ser interceptado por segunda vez.
Su persistencia me hacía preguntarme por qué no me dejaba tranquilo y se buscaba a otro como con anterioridad.
"Te lo estoy pidiendo como un favor..."
Sí, claro...
No por eso dejará de ser una desfachatez.
— Y tú... tú puedes poner las condiciones.
Esas palabras me despertaron curiosidad y la conversación con el maestro García apareció en mí mente.
¿Sería esta la manera de salir de mí zona de comfort?
Apenas solté que tendría que pensarlo su amiga la tomó aparte ignorando que podía oírlas con claridad. La realidad de la situación era que aquello era peligroso para mí también.
— No, papá... ¡Mamá ya nos contó todo eso! — Rechistó mi pequeña.
— ¿Y no quieren saber mi perspectiva? — Pregunté con la ceja alzada y una mano en mí pecho simulando estar dolido.
— No, queremos que la historia avance — Añadió Martín de brazos cruzados.
— Vaya, nos ha tocado público difícil pero que sabe lo que quiere — Sonreí de lado y proseguí — Está bien, pequeños, les contaré algo que mamá no podría...
Todos, incluida mi esposa, parecieron más interesados esta vez, así que sonreí de lleno para continuar con mi parte de la historia.
Durante la cena estuve más callado de lo habitual, con la mirada fija en el plato frente a mí, detalle que no pasó desapercibido ante mis padres. Aunque a decir verdad, razones no me faltaban para estar sumido en mis pensamientos pues en adición a la clase fallida, se hacía un lugar en ellos el por qué acepté tener una cita con una extraña para el catorce.
Mis padres intercambiaron miradas, en tanto continuaba revolviendo el plato de sopa que mamá había servido.
— Hijo, ¿Te sucede algo? — Mamá fue la primera en disparar.
— Estás muy callado hoy — Fue seguida por papá que apenas finalizó la frase, engulló su trozo de pan.
Tomé aire y me animé a contarles. A diferencia de muchos, le tenía mucha confianza a mis padres y les hablaba de casi todo lo que sucedía en mí vida.
— Sí, no sabría explicarlo bien, pero... — Decidí soltarlo sin pensar en cómo sonaría — Hoy... Hoy conocí a una chica.
Apenas vi la expresión en sus rostros caí en cuenta del error.
— Eso es una sorpresa — Confesó mamá.
— Oh, no. No es lo que piensan — Corregí moviendo las manos con efusividad — Lo lamento, debí expresarme mejor.
Ambos fruncieron el ceño esperando una explicación que no tardé en dar.
— Mamá, papá... — Mi mirada pasó de uno al otro — Esto sonará raro y si deciden pensar que es una locura, créanme, pienso lo mismo pero...
— Lu, no nos asustes — Pidió mamá apretando con fuerza el brazo de papá, logrando que soltara un pequeño grito de dolor.
— Sí, Lu, debes dejarte de rodeos y soltar la sopa de una buena vez — Observó nuestros platos sobre la mesa y fijó su mirada en mí — No de manera literal, claro está.
Sonreí.
Mi dificultad para explicar lo sucedido era evidente pero hice mi mejor esfuerzo.
— En mi camino a casa... — Pasé una mano por mi cabellera tratando de encontrar las palabras — Me topé con una desconocida que, técnicamente, necesitaba ayuda.
— Ay, Lu — Suspiró con una ceja alzada y se llevó las mano a la cabeza — ¡Pero qué hijo más complicado eres! No te estoy entendido nada.
Papá asintió de brazos cruzados.
— No me es sencillo explicarles lo sucedido — Expresé con ambos codos apoyados sobre la mesa — ¡No terminó de creérmelo! ¡He cometido una locura!
Al ver la expresión preocupada de mi madre que podía estar imaginando cualquier cosa, decidí que no era momento de reflexionar en voz alta. Mejor era ir directo al grano, como papá había sugerido.
— ¡Seré el San Valentín de la chica! — Solté sin más.
Se hizo el silencio en la estancia. Mis padres estaba boquiabiertos y mientras esperaba a que saliesen de su estado de shock, probé bocado sintiendo un gran alivio.
— ¿Qué? — Preguntó papá tragando en seco.
— ¿Cómo pasó? — Cuestionó mamá entre parpadeos.
— Ella me lo pidió — Contesté encogiéndome de hombros — La sopa está deliciosa, te luciste mamá.
De pronto en todo lo que podía pensar era en la exquisita cocina de mamá. Ninguna otra tenía una mano como la de ella.
— ¿Por qué tú?
Ella pasó de mi cumplido para concentrarse en lo importante, aunque seguramente luego lo recordaría. Por mi parte, no podía desaprovechar que me haya vuelto el apetito.
— No lo sé — Respondí chupando mis dedos. Delicioso. — Fue una idea loca que se le ocurrió, si me preguntan.
— Si esa es tu manera de pensar — Ella entró en modo reflexión llevando una mano a su mentón — ¿Por qué acceder?
— Es complicado — Declaré rascándome la nuca — Se debe principalmente a una conversación que mantuve con el tío Martín esta mañana. El mencionó que me hace falta salir de mi zona de confort para mejorar y supongo... Supongo que se presentó la oportunidad.
Apenas las palabras abandonaron mis labios, no pude evitar pensar que para aceptar debía de estar tan loco como ella.
Papá que hasta ese instante permanecía en silencio, añadió.
— Si Martín lo mencionó, debe de ser cierto — Aseguró más para mamá que para mí — Conozco a mi mejor amigo y confío en él.
— De Martín no dudo, el que me preocupa es Luciano.
Fruncí el entrecejo y torcí el cuello como un cachorro.
— ¿Estás seguro, Lu? — Su mirada cargada de ternura maternal iba acompañada de una seriedad increíble, con sus ojos fijos en los míos.
— Honestamente... No lo estoy, pero podría inspirarme — Traté de convencerme — Además, me sentiría mal de cancelar un compromiso. No soy esa clase de persona.
— Luciano, comprometerse es una cosa pero tú seguridad va primero. No sabemos nada de ella, podría ser una estafadora o peor.
— Es por eso mismo que antes de decidir debemos conocer a sus padres — Informó papá a lo que asentí — Tomaremos la decisión como familia.
— Estamos contigo, Lu — Mamá me dió un apretón de manos.
— ¡Muchas gracias! — Me levanté de un salto para abrazarlos — Son los mejores y aprecio demasiado lo que hacen por mí. Aunque...
Me separé del abrazo y los dejé perplejos por quincuagésima vez.
— No se asusten, solo quería hacerles saber que propuse lo mismo. Conocer a las familias es importante para la seguridad de ambos — Continúe — de hecho, hasta intercambiamos números para ponernos de acuerdo. Ella dijo que me escribiría.
— Muy bien, entonces tendremos que esperar el mensaje de la "famosa desconocida" — Explicó con una risilla — Si no resulta ser peligrosa esto me parece interesante. Me siento como en una película.
Mamá no parecía compartir el sentimiento mas entre ellos se entendían.
La cena se dió por terminada y me retiré a mi habitación para ensayar en el piano, mi buen compañero desde los seis. Fue un regalo de papá que estaba muy orgulloso de que siguiera sus pasos. Algún día también heredaría el suyo y del tío Martín si es que no llegaba a tener hijos.
Me encontraba tocando a un costado de la habitación. Repasaba las notas, sintiendo la familiaridad de las teclas en los dedos y procurando sonar lo mejor posible cuando el sonido de una notificación interrumpió el momento.
Por costumbre ignoré el sonido pues los que me conocían sabían mis horarios de ensayo, así que no me preocupaba.
El sonido continuó y recordé que la extraña no sabría lo anterior y al revisar, estuvo claro que era ella.
Número desconocido.
En línea.
¡Hola, Luciano! Soy Valeria, la chica que conociste hoy.
¿Estás?
Espero que esta sea una buena hora para escribirte.
Escribiendo...
Estaré esperando tu respuesta.
20:45 pm.
Hola, Valeria.
Sí, estoy.
20:50 pm.
Vaya, puedo notar que eres un chico de pocas palabras tanto en persona como fuera...
20:51 pm.
Sí.
20:51 pm.
Está bien.
¿Hablaste con tus padres?
20:52 pm.
Sí.
20:52 pm.
¿Todas tus respuestas serán de sí o no?
20:54 pm.
No.
20:54 pm.
Pero sería divertido.
20:55 pm.
No sé qué responder a eso, así que vayamos al grano.
¿En qué casa nos juntaremos?
20:58 pm.
Sobre eso...
Dame un momento para preguntar a mis padres.
20:59 pm.
Bien.
Estaré esperando.
21:00 pm.
— ¡Mamá! ¡Papá! — Los llamé.
♥♥♥
Después de que aparecieran y llegásemos a un acuerdo, era hora de informar a Valeria.
Será en la nuestra.
Te adjuntaré la dirección.
21:10 pm.
Nos vemos mañana, Valeria.
21:11 pm.
Hasta mañana, Luciano.
21:12 pm.
Antes de volver al piano, tenía que asumir que toda la responsabilidad si algo salía mal me pertenecía. Mas era imposible olvidar el empujoncito que el maestro me había dado porque, de otra manera, nunca hubiese aceptado.
Llegué a la conclusión de que tendría que esperar hasta el otro día para descubrir si había tomado la decisión correcta.
❤︎❤︎❤︎
¡Hola!
Muchas gracias por leer.
No olvides que tus votos y comentarios se aprecian ❤︎
¿Qué piensan de Luciano?
Por mí parte, estoy emocionada de que conozcan su perspectiva.
Linda lectura,
Elina M.
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