Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2


En algún momento del pasado. Unos días antes de San Valentín...


Nuestro día iba siendo bastante normal. Aquella tarde que mostraba un cielo despejado y un sol resplandeciente nos pareció perfecta, a Dalia y a mí, para ir a comernos algo y de paso tener una excusa para comprar helado. Ibamos de camino cuando de pronto todo perdió su calidez y color. Mi mejor amiga acababa de soltar una noticia que actuó como una bomba, haciendo explotar todo en mi cabeza. 

¿Una fiesta de San Valentín a la que no puedes ir sin pareja? ¿Por qué a mí escuela se le ocurriría esa idea? 

— Dalia, pero ¿qué hay de los que no tenemos ni a quién llevar? — Solté lo primero que se me vino a la cabeza. 

— Lo lamento tanto, Val, pero se han tomado el asunto bien en serio este año. Anda tú a saber por qué... — Se encogió de hombros y procedió a explicar en detalle, como era natural en ella — La temática este año es de parejas. Por lo que sé, todas las mesas estarán dispuestas para un hombre y una mujer o para citas dobles. 

Pronto me encontré contemplando la idea de tener que perderme una fiesta escolar a la que había orgullosamente asistido durante años con mis mejores amigos. Tantos recuerdos divertidos y ni hablar de la comida. De solo recordar las donas, los pastelitos, galletas, hamburguesas y la que no podía faltar y mí preferida personal: ¡La Pizza! se me abría el apetito y me entraban ganas de llorar. No me podían estar haciendo eso.

— Yo no me puedo perder esa fiesta... — Me detuvé en seco y las sostuve por los hombros  — ¡Por qué nos obligan a hacer esto! 

— Vamos, Val, es solo llevar a alguien — Me abrazó dándome palmaditas en las espalda mientras sopesaba las posibilidades — Estoy segura de que eso es algo con lo que no tendrás ni un problema porque eres una joven bellísima y muy sociable, cabe mencionar.

Un momento...

Lo que Dalia decía tenía sentido, llevar a alguien no tenía por qué ser difícil. 

Entonces se me ocurrió la más magnífica idea que pude maquinar con el estómago vacío y un antojo de helado del tamaño de una ballena. Después de todo no me podía quedar de brazos cruzados, ¡era hora de tomar al toro por los cuernos! Pero no de verdad, porque me daría miedito. 

— Tienes razón, Dalia — Aseguré tomándola nuevamente de los hombros y mirándola fijamente — ¡Eres una genia!

— ¿Genia por qué? — Preguntó entre parpadeos. 

— ¡Se me ha ocurrido una idea increíble! — Di saltitos como una niña pequeña, llamando la atención de algunas personas pero le resté importancia — Pensarás que es un poco loca pero te aseguro que... 

— Ay, esto no me da buena espina — Suspiró con las manos en las caderas — ¿Qué tienes en mente? 

— Será genial — Le aseguré con una gran sonrisa — ¿Estás lista para escuchar la idea? 

Le tomó un tiempo responder pero acabó asintiendo.

— El primer chico que veamos pasar... ¡Será mi cita para San Valentín! — Anuncié dando pequeños aplausos — Es innovador, ¿no? 

Por la expresión en su rostro y lo bien que la conocía asumí que no opinaba lo mismo. 

— ¿El primero? — Me miró como si estuviese loca — ¿Estás segura, Val? Te puede salir cualquiera. 

— Segurísima, esa es la parte divertida — Proseguí mi explicación rodeándola por el hombro — Y no podré cambiar al chico a menos que existan motivos de peso, tales como que tenga novia o que sea un mal espécimen. ¿Qué me dices? 

— Creo que te has llenado la cabeza con demasiados libros y películas románticas, así que presta mucha atención — Asentí con una sonrisa en tanto me apuntaba con el dedo —  La única razón por la que estoy aquí es para asegurarme de que no te suceda nada malo, no porque esté de acuerdo. Además de que me sé de memoria los números de las autoridades y tengo el celular con batería. 

Haciendo obvia referencia a que olvido constantemente cargar el mío.

— ¡Muchísimas gracias! — La abracé con todas mis fuerzas. 

— Pero después nos vamos a comer, eh — Se señaló los ojos. 

— Por supuesto, esto no debería tomar mucho tiempo. 

¿No tomaría mucho tiempo? 

Nos encontrábamos de pie en la vereda, con nuestros estómagos rugiendo, mientras observábamos persona tras persona pasar. Veíamos a ancianos con bastón, parejas, familias con niños e ¡incluso chicas de nuestra edad! Pero ni un rastro de la población masculina joven que abundaba unos instantes atrás. Era como si conocieran nuestro plan y se estuvieran escondiendo.

— Tengo muchas hambre y no puedo aguantar más — Lloriqueó haciendo un puchero — Valeria Rodríguez...

Oh, oh. 

Estábamos a punto de rendirnos y toda esperanza se veía perdida cuando apareció él. Mi atención fue inmediatamente trasladada del regaño de mi querida amiga a un chico que lucía como sacado de una película con sus gafas de sol y una sonrisa que enamoraba a cualquiera. Ese cabello, los ojos... 

¡Era totalmente mi tipo! 

— No me puedo creer que te vaya bien a la primera. 

Ambas estábamos boquiabiertas pero debía despabilar y actuar rápido si no quería perder la oportunidad. Todo andaba como en cámara lenta; me iba acercando hacía el chico mientras una suave brisa de verano meneaba sus cabellos, nuestros ojos conectaron y le sonreí de vuelta. Estaba a punto de llegar a mí bello destino cuando de la nada un repartidor de pizza en su bicicleta, pierde el control de esta y me bloquea el paso. Mis esfuerzos fueron inútiles pues en el momento en que el joven de las pizzas se marchó entre disculpas, me volteé a ver y el actor de cine ya se había ido. 

— Era demasiado bueno para ser verdad — Suspiré. 

Me repetí que la culpa no la habían tenido ni la pizza ni el repartidor y que solo se trataba de un triste accidente que pudo ocurrirle a cualquiera. Lo positivo era que el asunto se había solucionado con sus disculpas pero aún permanecía el problema de encontrar una cita. 

— Ahí está tu cita, amiga — Me informó con un leve golpe en el hombro, obligándome a regresar a la realidad. 

Al seguir la dirección de su mirada, un chico alto y pelinegro que llevaba audífonos entró en mi campo de visión. El chico era lindo pero su semblante era demasiado serio para mí gusto, además de que parecía estar en su mundo, concentrado en algo que captaba toda su atención. Aún con el otro joven en mente, que se mostraba como un radiante verano, me dió la impresión de que este se asemejaba más a un invierno, frío y distante. Lo cual no era prometedor por ser totalmente opuesto a lo que estaba buscando... pero había dado mi palabra y debía cumplir. 

Tomé aire y con los puños apretados me dispuse a continuar con la delirante misión en la que me había metido, sin vuelta atrás. 

— ¿Hola? — El chico parecía no estar escuchando o tal vez me ignoraba — ¿Hola? 

Al cabo de unos segundos logré captar su atención al hacerle señas para que se quitara los audífonos. El pobre que debía creer que estaba loca como para interceptar a un desconocido de esa manera, fijó sus ojos marrones en mí. 

— ¿Si? — Preguntó con una ceja alzada. 

Al parecer lo había sacado de onda. 

— Disculpa, esto te va a parecer raro, pero...

— Espera un momento — Se tomó un tiempo en su teléfono, probablamente para apagar lo que escuchaba — Ahora sí. 

El momento había llegado y decidí no andarme con pelos en la lengua e ir directo al grano. 

— ¿Serías mi San Valentín? — Pedí con naturalidad. 

El desconocido abrió la boca de par en par y de no ser porque tenía los audífonos en el cuello seguramente se le hubiesen caído. 

— ¿Diculpa? ¿Esto es una broma para televisión? — Negué con la cabeza y le dedicamos una sonrisa — ¿Tienen un canal de YouTube? 

Negamos nuevamente y esta vez procedí a ser más específica porque la situación lo ameritaba.

— Mira, este es el asunto: Mi escuela estará dando su fiesta de San Valentín anual y para poder asistir debo tener una cita... — La seriedad que lo caracterizaba había sido reemplazada por una mueca —  Realmente estoy en necesidad de una y esperaba que me hicieses el favor de serlo.

— ¿Por qué yo? — Preguntó con las manos en los bolsillos.

— Porque eres un chico que parece de nuestra edad — Enarcó una ceja, inconforme con mi respuesta — y porque aseguré que mi cita sería el primer chico que caminara por esta vereda. Aunque el primero no resultó porque un repartidor lo bloqueó, lo que fue triste porque perdí al que pudo ser mi futuro esposo — Tomé aire y continué con la explicación — En una nota feliz, sigo sin perder la esperanza de que nos volvamos a ver para comenzar nuestra historia de amor. 

— Eso ha sido demasiada información — Resopló —  ¿O sea que soy tu segunda opción? 

— Básicamente sí — Sonreí. 

— Mi respuesta es no — Afirmó retomando su caminata sin siquiera despedirse. 

— ¿Por qué no fuiste la primera opción? — Le bloqueé el paso. 

— Porque eres una desconocida con una idea bastante descabellada, por no decir más — La batalla de quién dejaba pasar a quién continuaba — Por favor, dame permiso. Debo irme. 

El desconocido intentó retirase pero me interpuse en su camino una vez más. No iba a rendirme sin dar el máximo antes. 

— Mi mejor amiga y yo tenemos muchos cabellos así que no creo que nuestra idea sea descabellada  — Bromeé pero el desconocido ni se inmutó, cero reacción — Era una broma, por cierto. Ahora, mira, hablando en serio, te lo estoy pidiendo como un favor y tú... tú puedes poner las condiciones. 

Su semblante cambió de repente. 

— Tendré que pensarlo — Soltó sin añadir más.

— ¿Nos permites? — Preguntó Dalia tomándome aparte.

Claro...


— ¿Y si la condición tiene que ver con dinero? — Me susurró al oído — ¿U otra cosa?

— No me has dejado preguntarle — Respondí. 

La conversación se dió por zanjada y volvimos con el susodicho, quién se encontraba con la mirada en el cielo.

Una vez más decidí que lo mejor sería no andarme con rodeos. 

— ¿Tú condición no incluirá dinero ni nada peligroso, verdad? — Me crucé de brazos y le miré directo a los ojos. 

Enarcó la ceja una vez más y por primera vez en toda nuestra conversación me dedicó una sonrisa. 

— Te aseguro que no será nada parecido — Me sostuvo la mirada, de vuelta a su expresión seria —  Debo pensar en algo primero pero en cuanto sepa te aviso.

— Entonces, ¿Tenemos un trato? — Cuestioné con la mano extendida. 

— Tenemos un trato. 

Estrechamos manos para cerrar la negociación y noté que las suyas eran agradables y estaban bien cuidadas.

— Mi nombre es Valeria, ella es Dalia — La señalé — ¿Y tú eres? 

— Me llamo Luciano. 


— ...Intercambiamos números y quedamos en vernos para conocernos mejor — Les expliqué a los pequeños — Tendríamos que llevar antecedentes y todo, lo que fue idea de su padre, claro.

Mi marido se tocó el pecho, simulando estar ofendido. 

— Podrías haber sido peligrosa, ponte en mi lugar — Comentó entre risas  — Y no olvides mencionar que pedí que conociéramos a nuestras familias. 

— Claro, claro... Como si pudiese olvidarlo — Rodé los ojos — Ahora deja de distraerme que debo continuar la historia. 

— ¿Insinúas que te distraigo? — Enarcó una ceja y lo miré con mala cara — Está bien, me rindo, pero... trata de tardarte menos, eh. 

Le codeé en broma y todos reímos. 

— ¡Mamá, no le hagas caso a papá! — Rogó la menor.

— Sí, mamá — Se le unió Martín — Sigue, por favor.

Tomé aire y proseguí. 

— Como les iba diciendo...


El joven de pocas palabras siguió su camino y nosotras el nuestro, sin embargo, había cumplido con éxito la misión de encontrar una cita y no podía esperar para celebrarlo dándole un gran mordisco a un trozo de pizza. 

— ¿Qué me decías sobre una cita doble?


♥︎♥︎♥︎

Advertencia: Los hechos realizados en la obra son ficción. No intentar en casa.

¡Hola y gracias por llegar hasta aquí!

¿Cómo están? 

Espero que hayan disfrutado el nuevo capítulo.

Votos y comentarios son apreciados. 


Linda lectura, 

Elina M.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro