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Cita en las alturas

En ese momento me encontraba en una situación un poco...delicada. Estaba junto con Amber en un recorrido de rutina cuando caímos en uno nido de ratas. El terreno era bastante boscoso, nos cubríamos entre troncos muertos evitando las flechas de los ballesteros que serían como unos 6.

Al caer el primer slime de fuego que arrojó uno de los granaderos, supe que la cosa no se pondría mejor.

-¡Al carajo, Amber, tenemos que replegarnos!

-¡Vamos, repliégate! ¡Corre, que te cubro! –Amber salió un poco de su escondite, apuntando su arco. -¡Espérate, espérate! –Ella comenzó a disparar su arco, y parece que acabó con la vida de dos de los ballesteros. -¡Ya, muévete!

Mientras corría entre la maleza y los árboles, escuchaba como Amber seguía disparando apresuradamente. Cuando tuve oportunidad, escalé un poco entre las rocas, seguro de que ella me tenía cubierto.

Tras unos segundos, ella me seguía, le tendí la mano, ayudándole a subir por las mismas rocas que yo, para luego irnos corriendo a toda prisa de ahí.

-Uff, la vimos cerca. –Me dijo.

-A la próxima cuidamos un poco más por donde andamos o podríamos tener un no muy bonito final. –Me di cuenta que su pierna tenía una herida, debido a que calceta estaba rasgada y un poco manchada de rojo. -¡Amber, te dieron!

-Ah, ¿Esto? No es nada, no te preocupes. –Ella usó su moño para taparse la herida. –¿Lo ves? Nada de qué preocuparse.

A modo de compensación, iríamos a El gran cazador a comer una rica sopa de mariscos para recobrar fuerzas, yo lo invitaría ya que ella estuvo más en peligro que yo.

Paimon nos vio en la entrada de la ciudad, por lo que se le abrieron los ojos de la sorpresa al vernos sucios, raspados y el torniquete en la pierna de Amber.

-¡Wah! ¡¿Pero qué les paso?!

-Larga historia... -Dijo ella, nos reímos al mismo tiempo tras vernos a los ojos.

Al acabar la comida y de dejar a Amber en su casa, yo fui al pequeño cuarto que rentaba en Mondstadt, sentí que mi cama era un gran malvavisco por lo suave que sentía. Llevaba días durmiendo en las montañas.

A la mañana siguiente decidí darme un merecido descanso en la biblioteca, a la cual no había ido en casi una semana al estar de aventuras. Eso sí, no había dejado de mandarle cartas a Lisa con la ayuda de Paimon. Ella que vuela y flota y va de un lado a otro me ayuda en ese sentido, pero se lo tengo que pagar con donas, cuernitos o roles glaseados...precio justo.

Ella igual me responde con cartas diciéndome lo mucho que extraña mi presencia en la biblioteca, aparte de la Cecilia que le regalé está creciendo de maravilla. La cuida con mucho amor, eso lo sé e incluso ella me lo dijo.

Al estar ya encaminado a la biblioteca y con disposición de tener una cita más con Lisa, le di a Paimon una vez más 200 moras para que se entretuviera por ahí. Tenía pensado en salir de la ciudad con Lisa a mostrarle un pequeño rincón de, literalmente, cielo que había encontrado.

Era en mis viajes por Lyue, el pueblo chino. Escalaba por ocio la llamada "montaña más alta de todo Lyue, la Cima Chingyun", lo que me tomó literalmente día y medio, encontrándome con un pequeño acertijo sobre algunos pájaros.

En fin, que se activaron algunas corrientes de viento y pude acceder a ese rincón tan alejado del mundo. Era una "pequeña ciudad flotante". Había libros, tesoros, lugares para apreciar la vista, maravilloso. La puesta de sol desde ahí es algo increíblemente mágico, así como los besos de Lisa.

Regresando al presente, al estar de nuevo en la biblioteca, entré tocando la puerta, ella se sobresaltó de alegría al verme y yo no pude esconder una sonrisa maravillosa.

-Cariño, benditos los ojos que te miran.

-Lo mismo te digo, Lisa.

Fuimos inmediatamente a beber una taza de café, lo que era absolutamente necesario en ese momento. Le pedí que fuéramos veloces, ya que tenía pensado algo muy especial para ella.

-Una cita nuevamente, es maravilloso, ¿no lo crees?

-Sí. Verte después de una semana en la sierra es lo mejor que me ha pasado sin duda alguna.

-Tan tierno como siempre. –Me acarició la mejilla, ruborizándome. -¿Me pregunto qué es eso tan especial que me quieres mostrar?

-Es una sorpresa...aunque debo preguntar, ¿te dan miedo las alturas?

-Para nada.

-¡Excelente!

Al acabar el café, me apresuré de forma inmediata a acceder a un punto de transporte para ir prontamente a Lyue al acceso cercano a la montaña. Preparé equipo de escalada ya que lo íbamos a necesitar.

Llegamos y nos preparamos, subiendo lo poco de la montaña que faltaba para llegar. Lisa se extrañó al ver algunas rocas flotando en el aire que daban a un lugar más arriba de la montaña más alta de Lyue.

-¿Qué es eso?

-La verdad no tengo idea...pero ya lo verás. –Tomamos las corrientes de aire y subimos las piedras flotantes.

-Por los siete, ¿ves ese mineral verde brillante?

-Es tsavorita. –Sonreí.

-Sí... -Ella se llevó la mano al pecho, dejando ver que tenía el botón de tsavorita que le regalé puesto. Prácticamente mi corazón junto al suyo, y esa era la intención.

Tras sonreírnos, seguimos subiendo hasta llegar a la cima de esa pequeña roca brillante. Lisa quedó impresionada con el quiosco chino, los libros y la imponente vista desde ahí.

-No quería ser el único que pudiera ver esta vista. No será algo material...pero es un regalo que quiero darte.

-Es el segundo regalo más bello que me han dado en toda mi vida. El primero...ya sabes cuál es. Ven aquí, mi valiente corazón romántico. –Lisa me tomó de las mejillas, robándome un beso que ni yo mismo me esperaba.

Había cerrado sus ojos verdes y yo quedé con los míos propios más abiertos que el hambre de Paimon al ver una dona, mi corazón se aceleró al tiempo en que el cuerpo me dejó de responder.

Antes de separar nuestros labios, un pequeño rayo purpura me golpeó el labio, aumentando por mil la sensación de gozo y hermosura que sentía al tener los labios de Lisa aprisionados contra los míos. Ella jaló un poco de aire, sonrosada de la pena y mirando a otro lado, tomándome de la mano.

-Vamos a sentarnos.

Eso fue lo que hicimos, Lisa y yo nos sentamos en el borde de aquella piedra flotante viendo la tarde que caía en ese momento. Teníamos nuestros dedos juntos, platicando qué había sido de nuestras vidas durante esa semana de no vernos.

Al contarle lo de Amber, nada más vi que me puso una cara picara.

-Heeee, ¿Amber? Al parecer tengo competencia. Aunque no te mentiré, eso me lástima. Pensé que eras el hombre perfecto y no coqueteabas con nadie más.

(Esa de la cara de "heeee" :v)

-¿Estás celosa? –Pregunté, confundido. Sentí toques en mis dedos, por lo que me sobresalte.

-Para nada. –Sé que ella no está celosa, juega a estarlo. Claro que sabe que únicamente tengo ojos para ella.

-Amber es nada más una buena amiga.

-Eso dicen todos los hombres, ¿y luego la invitas a comer? Vaya, no esperaste ni un solo día para tener otra cita.

-No fue una cita. –Volví a entrelazar nuestros dedos, poniendo mi cabeza en su hombro. Ella es más alta que yo.

-Bueno, pero quiero creer que ésta sí es una cita.

-Por supuesto que sí lo es, no te preocupes por eso.

-No me preocupo...es solo que no quisiera que este momento que es tan especial para mí no lo sea para ti.

-Quise que vinieras a ver este espectáculo maravilloso porque las vistas de Lyue me recuerdan a ti, ¿sabes por qué?

No me dijo nada, simplemente asentó con la cabeza, expectante de lo que le fuera a decir.

-Ambas, tú y esta vista panorámica de Lyue, son más que hermosas. –Le robé un beso en la mejilla, sintiendo la suavidad de la misma.

-Mi valiente corazón romántico...te pongo a prueba para saber si eres el hombre indicado...pero no hay nada que me pueda dar indicios de lo contrario: sí eres el más indicado. –Nos sonreímos.

La tarde era poco calurosa, muy linda y con esa vista panorámica maravillosa. Lisa se sentó en las bancas del quiosco chino, tomando un libro de los varios que se encontraban ahí resguardados.

Yo acosté mi cabeza en su regazo, sus grandes muslos son más suaves que mi propia almohada, y eso es mucho decir. Ella tenía el libro en sus manos mientras me acariciaba los cabellos y yo fumaba de su pipa, era algo simplemente maravilloso.

-"Salieron los exploradores. Nos pusimos a un Km. arroyo arriba, en un firmecito; la observación domina hasta la casa del último campesino, unos 500 ms. antes de la finca del cura. El campesino llegó de nuevo y estuvo curioseando. Pacho desapareció misteriosamente; estaba enfermo y se quedó atrás; Antonio le indicó el camino y fue marchando en la dirección de donde debía llegar en cinco hs. pero no retornó. Mañana lo buscaremos" (de dónde será? :v)

-Debería escribir también un diario de mis aventuras. Me pregunto en qué parte de Lyue será eso que se describe.

-Quién sabe. Parece que el texto ya tiene tiempo así que es difícil saberlo. –Le ofrecí de la pipa, ella la tomó y fumó un poco. –Gracias, cariño. -Nos dimos otro beso indirecto).

Ella leía mientras me seguía haciendo piojito, por lo que me empezó a ganar el sueño a la vez que escuchaba su armoniosa y melódica voz contándome esa heroica historia. Era un grupo de personas que iba y se enfrentaba a los malos, ayudaban a los campesinos necesitados ya fuera con comida, curando a sus enfermos y recorriendo una parte del mundo en búsqueda de un ideal.

Me despertó un toque en mis labios, sentí una mano en mi pecho y otra en mi mejilla, aparte de un sabor a menta que yo igual tenía en mi boca. Era Lisa dándome un beso para despertarme, por lo que la sujeté suavemente de un hombro, acoplándome rápidamente al beso que me era dado en ese instante.

Sentía la corriente tibia y escuchaba el sonido de la nada en aquel rincón tan alejado de todo, teniendo esa hermosa sensación de ser besado por alguien que me amaba y a quien yo correspondía ese sentimiento tan bello que surgía en nuestros corazones.

Lisa se separó de mí con las mejillas sonrosadas, acariciándome de nuevo los cabellos a la vez que miraba hacía el frente.

-Dormiste como media hora. Roncas... -Dijo, con una risita.

-Yo no ronco. –Recriminé de forma inmediata.

-Sí lo haces. Duermes como un angelito, con tu cabello rubio y tus ojos cerrados te ves más lindo. Sonreías un poco y tu respiración era muy delicada. No quise despertarte aunque tampoco deseé contener mis ganas de besarte. Tus labios se veían muy hermosos, tan vulnerables...no pude soportarlo.

Ahora el que tenía las mejillas sonrojadas era yo al escuchar esa descripción de mí mismo. Me da la impresión de que así es como ella me ve.

-Cuando veo que te quedas dormida en la biblioteca te ves muy linda, tu porte tan hermoso, tu fina elegancia en tu pose, lo único malo es que no puedo ver ese color tsavorita que me gusta tanto.

-Awww, cariño. –Me dio otro beso rápido. –Me encanta ese lado de poeta que tienes. Me sorprende que no me hayas declamado un poema.

-Me sé algunos...¿Quieres escucharlos?

-No. Prefiero que sea cuando tu corazón te lo diga. Un poema solo se debe declamar como si un trozo de tu alma saliera expulsada de tu pecho, de lo contrario pierde valor sentimental.

-T-te entiendo...cuando menos lo esperemos saldrá algo, lo sé.

-Yo también. –Me sonrió.

Nos acostamos en el tejado del quiosco uno al lado del otro para ver la enorme luna llena que se encontraba frente a estos ojos, los míos y de ella. Teníamos las manos sujetadas y nuestros hombros pegados observando aquello tan hermoso que se cernía poderosamente sobre nosotros.

Jamás encontraríamos una luna tan brillante como ésta que se filtra en la dulzura de los besos que Lisa me daba. No había nada más maravilloso que este momento, quizá era uno de los que más había disfrutado.

Eran las ocho, pero queríamos seguir viendo ese espectáculo un rato más, esperanzados de que el tiempo se detuviera y dejáramos de sentir los dolores que aquejan a los humanos para pasar ahí toda la vida de forma tranquila y sin interrupciones.

Habíamos creado un mundo donde solo estábamos ella y yo. La fantasía de toda pareja la habíamos cumplido nosotros dos. Por los siete...ni yo me lo puedo creer.

Siempre pienso que Lisa me espera en la biblioteca, teníamos ese deseo mutuo de estar juntos a pesar de las cosas que pudieran suceder. Si un día no la encuentro por ningún lado, juro por lo que se llamada "sagrado" ir a buscarla de forma desesperada incluso aunque ya no tenga aliento, así me sangren los pies, así esté al borde de la muerte.

Paimon tiene razón, tanta poesía me está volviendo loco...pero loco de amor, siendo especifico.

Sin más que agregar, ambos nos miramos a los ojos, sonriéndonos para luego levantar nuestras espaldas del techo del quiosco; yo tomé a Lisa del brazo y ella me sujetó del hombro, acercando nuestros labios una última vez.

Pienso que ella puede leerme la mente, ya que creo que cualquier mujer querrá besar al hombre que le diga eso y que, además, lo ama. Un nuevo shock eléctrico golpeó mis labios, transmitiéndome corriente eléctrica que me aceleró el corazón. De verdad, si un día me estoy muriendo, únicamente un beso de Lisa será lo que me traiga a la vida.

-Ven...hora de irnos.

-Podemos usar las gemas de teletransporte si quieres, aunque...

-Tonterías. –Rió, tomándome del brazo para saltar hacía el vacío, yo sentí que me puse más blanco que ella misma y me solté a gritar, mientras ella me tomaba de las manos, riendo al tiempo en que el aire nos golpeaba con toda su fuerza -¡¿No crees que no hay mejor forma de acabar una cita?!

-¡Preferiría saber que saldré vivo!

-¡Me sorprende tu falta de valor, mi valiente corazón romántico! –Rió una vez más.

Recordé que teníamos las alas, por lo que me tranquilicé bastante, aunque aún con el susto inicial. Al verla sonreír de forma tan genuina, con sus cabellos volando en el aire y con su sombrero extrañamente aún bien colocado en su cabeza, llegó ese momento que parecía ser Lisa ansiaba.

Cuando sea mi vida,

toda clara y ligera

como un buen río

que corre alegremente

a la mar,

a la mar ignota

que espera

llena de sol y de canción.

Y cuando brote en mi

corazón la primavera

serás tú, vida mía,

la inspiración

de mi nuevo poema.

Una canción de paz y amor

al ritmo de la sangre

que corre por las venas.

Una canción de amor y paz.

Tan solo de dulces cosas y palabras.

Mientras,

mientras, guarda la llave de oro

de mis versos

entre tus joyas.

Guárdala y espera.

Lisa quedó impactada ante mis versos desesperados, casi gritados y muy apresurados, ambos abrimos nuestras alas para caer suavemente en el pasto, cayendo al suelo y rodando un poco. Caímos con las manos sujetadas para luego soltarnos a reír.

-Pensé que no viviría para contarle a Paimon nuestra cita.

-Casi haces que me olvidé de mis alas...lo noté, sentí tu alma en esos versos. Machado, ¿no es así?

-Sí...es de mis favoritos.

-Lo indicado para cerrar con broche de oro nuestra cita. -Nos levantamos del suelo, sacudiéndonos el polvo de las ropas para únicamente volver a juntar nuestras manos. –Te agradezco como nadie esas palabras.

-Me hago una leve idea. –Usamos las gemas de teletransporte para regresar a Mondstadt con un poco de prisa, íbamos unos minutos atrasados.

Fui a dejarla a la puerta de su casa, despidiéndome con un "hasta luego" acompañado de un beso en la mano, algo que claramente la hizo sonrojar. Nos estuvimos parados unos segundos sin decirnos nada, hasta que nos abrazamos fuertemente para darnos un beso en los labios, en el que yo me tuve que poner de puntillas. Ella es más alta que yo y, para rematar, usa tacones...

Así fue nuestra despedida, sentí una pequeña corriente en mi trasero, lo que me hizo sonrojar de cabo a rabo, ¿eso sería para las brujas electro como un pellizco?

Llegué a mi casa con sentimientos encontrados, la chica que me gustaba me había "pellizcado una nalga" para luego reírse. Vaya que eso me halagó a la vez que me apenó.

Paimon estaba en el cuarto leyendo un cuento y con una dona a medio comer en un plato. Al verme, abrió la boca de la sorpresa.

-¡Ah, estás rojo de la cara! ¡¿No te enfermaste?!

-Larga historia...

-Hum, deberías decirle a Paimon, ¡¿qué tal si es contagioso?!

-No quieres saber qué me pasó. Tiene que ver con Lisa.

-Bueno, Paimon no preguntará. Paimon irá a dormir. –Apenas lo dijo, Paimon se metió a su cuna (¿Paimon cabrá en una cuna o necesitará una cama muy pequeña?), acurrucándose en las mantas para dormirse luego luego.

Al revisar mis bolsillos antes de dormir, me di cuenta de algo en mi bolsillo trasero, justamente en donde Lisa me había "pellizcado". Era una foto suya, posaba guiñando un ojo y mandando un beso.

Me sujeté de la mesa de noche para no caer, me sentí falto de aliento. Era la fotografía más bella que yo hubiera visto en mi vida. Sé que ese beso que manda es exclusivamente para mí. Me llevé la fotografía al pecho, mirando al techo con seguramente cara de baboso.

No fue un "pellizco", Lisa usó su magia para aparecer esa foto en mi bolsillo trasero. Debo mencionar...que es inteligente. Guardé esa fotografía entre mi ropa. Cuando vaya de aventuras y la extrañe, podré verla como más me gusta. Esa mujer también es la ideal.

Ella tiene mi corazón a un lado del suyo, y con esta foto que me da, ella siempre estará en mi corazón, casi verdaderamente hablando.

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Sólo puedo decir que subir hasta esa Cima está de su puta madre :s y no vale la pena. Solo les pido, camaradas, que cada que visiten ese lugar se acuerden de este fic uwu

De ahí en fuera, en vista del rotundo éxito que tuvo (y espero siga teniendo), la primera parte del fic ya que ha sido leído en casi toda habla hispana y de que alcanzó casi 200 vistas en 10 días (eso es brutal, está cabrón llegar a esos números en tan poco tiempo con una comunidad tan pequeña de fics de Genshin), decidí que no se quedara en un solo capítulo, y ya tengo pensado uno nuevo (un poco más fumado pero igual de lindo jeje).

Por cierto, voy a abusar de nuestra confianza y pedirle a quien sepa dibujar que dibuje la fotografía de lisa 😅 la imagino de frente en la pose que hace cuando se lanza la E dejándola apretada (en pc) aunque bueno, creo que pido demasiado xdd

Ansío leer sus comentarios, voten y díganme qué les pareció este segundo cap, no sé cuántos más haga pero lo dicho, otro cap ya está asegurado.

Nos vemos luego. 

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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