5. El experimento "DHK"
Llevo mi mano hasta cubrir mi boca, al tiempo que mis ojos se nublan por culpa de las lágrimas de terror. — ¿Por qué harían algo así?
— ¿Crees qué lo retienen para jugar con él? Quizá, si lo hacen, las torturas humanas son interesantes.
— ¡Ni se te ocurra decir eso! ¡No están torturando a Lucky! — Exclamo golpeando su pecho.
— Mírame. — Llevo mi mirada a la suya, venas negras aparecen en su cuello y acaban en sus ojos grises, mis manos comienzan a temblar. — ¿Sigues creyendo qué yo soy el enemigo por mostrar quién soy? Puedes alertarte cuándo mi apariencia cambia, ¿podrás hacerlo ante algo qué no es visible al ojo humano?
Su mirada fría me mira con desprecio y luego se aleja de mí, preparado para hablar.
— Cuándo alguien muere asesinado por un Dahaka, su cuerpo entra en su elección de apariencia y en su último recuerdo. Su arma son los recuerdos humanos, recuerdos mezclados con el terror que manipulan los sentidos. Cuándo el cuerpo humano reacciona de manera agitada por naturaleza, alimentas al Dahaka. Ya sea tú frecuencia cardíaca o respiración agitada, tan solo unos ojos lagrimosos sirven para ofrecerle qué te posea. Entonces tú mente te traiciona, altera tu organismo y crees qué es tu final, pero la realidad es qué te hará sentir un dolor imaginario y acabarás por quitarte la vida, sino dejarás que el mismo Dahaka lo haga. Todo es mental.
Trago salivo al recordar aquel sentimiento. Cuando mis pulmones se llenaban de agua inexistente, comencé a toser, y sin poder soportarlo más, tomé las pastillas hasta que quedé inconsciente.
Lo ha provocado el Dahaka, ¿cómo es posible que puedan actuar así en el cuerpo humano con tan...?
— Con tan sólo una mirada, son capaces de destruirte.
— No puedo. No puedo permitir qué Lucky se destruya. ¿Cómo te enteraste de que lo llevarán con el Dahaka?
— Asesiné a alguien.
— ¿Has amenazado a alguien de muerte para qué te diese información?
— No.
— ¡No puedes matar soldados cómo si fueran chuches para ti!
— No lo hice.
— ¿Entonces?
— No era un soldado.
— ¡Has asesinado a alguien igual! Esto sólo dejará pistas ¿Sabes lo qué puedes causar si alguien descubre qué el enemigo está con ellos?
— Dejaste la ventana abierta antes de salir a hablar con aquel extraño. Entonces, debía buscarte. Pero no puedo mostrar mi verdadero color de ojos, por lo qué asesiné a una humana que estaba limpiando el suelo de la habitación.
— Amon.
— Tuve que limpiar toda su sangre después y lanzar su cuerpo por la ventana. Su trabajo fue inútil.
El segundo cuerpo que lanza por la ventana.
Maldita sea, cómo si fuesen envoltorios de caramelos.
— ¿Adoptaste su color de ojos?
— Por mucho que trate de adoptar un color de ojos diferente al mío, es imposible. Mis ojos no tienen la habilidad de mostrar emociones y un color de ojos influye en ello. Un simple color te hace ser transparente. Por lo qué sólo puedo mostrar unos ojos grises, neutros e insignificantes. Al introducir las garras en la médula espinal del humano, percibes sus últimos mensajes, y aquella humana descubrió por nosotros.
Una víctima chismosa...
— El presidente realizará una reunión está noche, ya que, el Dahaka alcanza su máximo nivel cuándo llega la noche. Llevará a Lucky con el Dahaka para conseguir un objetivo y todos lo estaremos observando, observando su experimento.
— ¿Está noche? ¡¿Qué se supone que debemos de hacer?! ¡No tenemos ni un maldito plan y ya es de noche!
— Primero debemos conocer la idea cuándo hagan la reunión.
— ¿Y si no da tiempo?
— Tan sólo, mantente a mi lado y no te dejes llevar por tú sentido común. Verás de nuevo al Dahaka y puede ser peligroso para ambos, quizá sea parte de su plan, qué todos sean manipulados, así que recuerda qué todo es mental.
— Buenas noches distrito 1, por favor, acudan a la sala 223. Les esperamos para dar inicio a la reunión.
El mismo mensaje se repite una vez tras de otra, Amon y yo entrelazamos miradas antes de salir de la habitación. — Recuerda, todo es mental. — Susurra caminando a mi lado.
Al adentrarnos en la sala, los residentes nos muestran una sonrisa, aunque la única que va dirigida a mi es la de Aiden, una sonrisa tímida, pues los demás admiran a Amon cómo si estuviesen viendo una escultura.
— Buenos días. — Digo con gratitud, pero ninguno me devuelve el saludo excepto una persona.
— Buenos días, — El científico se adentra con una sonrisa de oreja a oreja. — es una alegría qué todos estéis aquí, porque hoy daremos inicio al experimento DHK.
Todos entrelazan miradas de curiosidad. Excepto una mujer, qué no aparta su mirada de Amon con una sonrisa coqueta.
— Este experimento es muy especial. Al fin conocimos los rasgos del Dahaka, su capacidad de introducirse en la mente humana manipulando nuestras capacidades. El día que dejamos qué su extraña apariencia sea visible a vuestros ojos, todos sufristeis de un delirio. Un delirio inusual. Varios de vosotros tuvieron que acudir a las manos de otros médicos, y uno de nosotros acabó con su vida.
Vuelvo a mirar a todos los residentes, la mujer convencida de qué esto se trataba de un apocalipsis, no estaba entre nosotros. Lo curioso, es qué su rosario estaba en el centro de la mesa.
— Este no es lugar para ellos — Susurra un hombre, cubriendo su rostro.
— ¿Disculpe, señor?
— ¡Este no es lugar para niños que aún mantienen la esperanza en el brillo de sus ojos! ¡Son débiles! A todos nos afectó, es un poder inexplicable y potente, ¿qué cree que le hará a un débil niño un Dahaka?
— ¿Crees qué los niños son débiles? — El científico se dirige al hombre, arqueando las cejas.
— Claro que son débiles.
El científico le muestra una sonrisa, y abre sus manos preparado para hablar.
— Los niños crecen frágiles porque siempre han sido tratados como tales, cómo seres preciados qué merecen un trato especial. Un beso en la mejilla no les hará crecer, tampoco vendas en los ojos para qué no vean la realidad que nos rodea. Crecerán conociendo la realidad más cruel a través de lágrimas.
— ¿Cómo es capaz de decir algo así? — El hombre golpea la mesa.
— ¿Quiere qué le diga por qué? Entre nosotros hay un mesías de tan solo 9 años, quién brindó su confianza a una fuerza sobrenatural que puede derrotarlo en cualquier momento, ¡y no le importa! Él ha perdido todo lo que quería, y ha establecido una conexión con el culpable de este caos. La sabiduría y la oscura conexión de Lucke puede ser nuestra guía. Él sabe más que todos nosotros, y no será así por mucho tiempo. No nos gustan los secretos, y el Dahaka será nuestro encargado de descifrarlos. Hoy trabajará para nosotros, pero si su trabajo no funciona, ¡le compensaremos dejando qué Lucke sea su aperitivo!
— ¿Quiere decir qué aquel niño está de lado de los demonios?
— Él confía en Amon. Se le olvida qué él también es humano, y no tiene que ser un demonio quién demuestre su mortalidad si ofende al bando al qué pertenece.
Un nudo se forma en mi garganta mientras mis ojos se nublan por lágrimas que trato de no derramar. Todos los presentes en la reunión asienten con la cabeza, están de acuerdo con el experimento.
El científico nos advierte de qué el experimento comenzará pronto y qué vayamos al lugar dónde veremos el transcurso, luego se dirige a una chica, qué sigue observando con aquella irritante sonrisa coqueta a Amon.
¿Qué le pasa?
El hombre la aleja del resto, susurrando algo qué ni siquiera puedo descifrar, los ojos de la mujer brillan con una sonrisa de sorpresa. Parece qué la conversación es importante, y qué aquella mujer es la mano derecha del científico.
Cuándo su conversación termina, la mirada de la mujer vuelve a entrelazarse con la de Amon y sus mejillas se coloran.
— Amon, ¿qué debemos hacer? — Llevo mi mirada a la suya, pero quedo en silencio. Amon le muestra una sonrisa atractiva a la mujer que parece echar chispas de la emoción.
— ¿Amon? ¿Me estás escuchando?
Coloco mis manos sobre mi cintura en forma de taza, Amon me ignora a pesar de estar frente a él.
— ¡Am! — Mi cuerpo brinca en el sitio cuándo escucho una voz aguda a mis espaldas.
— ¿Cómo dices que se llama?
— Aaron. — Digo nerviosa, nadie puede conocer su verdadero nombre.
— Es un placer, Aaron. — La mujer borra la cercanía entre nosotros empujándome con su hombro hacía atrás y se coloca de puntillas para darle dos besos. — Mi nombre es Daniella.
— Es muy bonito. — Dice él colocando su mano en su cintura y ella se inquieta.
— ¿Os conocéis? — Daniella me analiza de arriba a abajo con desprecio.
— Sólo hablamos un par de veces. — Susurra él y quedó con la boca abierta.
— Aaron, ¿podemos hablar un momento?
— Quizá luego. — Dice saliendo de la habitación con Daniella, mientras su sonrisa me saca de mis casillas.
¿Qué está ocurriendo? ¡¿Qué está ocurr...?!
— ¿Blair? — Una voz conocida suena a mis espaldas y mis ojos se abren cómo platos.
Me volteo hasta estar frente a él. Parpadeo varias veces para comprender qué no se trata de una ilusión.
— Vaya, qué sorpresa qué estés aquí.
— ¿Te sorprende qué esté viva?
— Sí. Pensé qué te arrepentirías de tus actos pagándoles de la misma manera.
Lágrimas caen sobre mis mejillas y caminó un paso más hacía él, ¿quién diría que encontraría a mi jefe en el caos? O mejor dicho, ¿por qué no lo imaginé antes?
— ¿Pensaba qué acabaría con mi vida por su culpa? Porque fue usted quién trató de hacerme creer que causé la muerte de mi inocente paciente. Yo no hice qué nadie acabara con su vida, veo que te decepciona qué tú no lo lograses conmigo, jefe, o mejor le llamaré por su incrédulo nombre, porque lo siento si le hace llorar, pero usted es igual a mí y a todos en este lugar. La misma mierda insignificante, aunque tú siempre lo fuiste, Jordan.
Le doy la espalda dándole una última mirada de desprecio, pero escucho su voz y me paro en seco.
— ¿Cómo está tú afortunado padre, Blair? — Sus carcajadas me provocan náuseas. — ¿Y tú novio?, él que se acaba de marchar con una chica para desfogarse en tú cara, ¿cómo está? Oh, ¿y tú nuevo paciente? Ya veo, cuidas muy bien lo qué quieres.
Escucho sus pasos alejarse, mientras llevo mis manos a mis mejillas para secar mis lágrimas y el furor se apodera de mi cuerpo.
AMON
— La reunión comenzará pronto. — Masculla ella, nerviosa.
Llegamos a un cuarto de limpieza y abro la puerta, antes de adentrarnos en él veo su rostro. El rostro de Aiden, qué me mira con atención y le guiño un ojo antes de soltar una risa y cerrar la puerta.
Estamos a solas. Daniella desabrocha los botones de su camiseta dejando ver su ropa interior y posa sus manos sobre sus pechos con una sonrisa coqueta. — No te quedes ahí, vamos. — Susurra llevando sus manos a mi cuello para tratar de besarme.
— ¿Qué te dijo ese científico?
Ella se inquieta y suelta un suspiro. — Vamos, ¿qué importa ahora?
— Me importa. — Respondo serio y separa sus manos de mi cuello. — Me importa lo qué te haya dicho ese hombre, Daniella. No me agrada, y puso su mano encima de ti. — Susurro colocando mi mano en su cintura y atrayendo su cuerpo hacía el mío.
Sus ojos brillan y coloca sus manos en mi pecho.
— Aaron... Yo... Sólo dijo lo emocionado qué estaba por su experimento. Nada más. Vamos bésame. Quiero sentir... Qué de verdad estoy viva.
Ella lleva sus labios a los míos, pero antes de qué ambos se rocen me alejo de ella, mostrándole mi verdadera mirada.— ¿Quieres sentirte viva, Daniella? Entonces, permítete sufrir.
Mis ojos se vuelven rojos al igual que la sangre que recorre su espalda cuándo introduzco mis garras con profundidad en su nuca, observando cómo sus ojos se vuelven blancos y su boca se abre lentamente.
El último recuerdo de Daniella traspasa a mí, escuchando la voz grave del científico distorsionada.
— Oh, Daniella. Estamos tan cerca. El presidente quiere que Amon venga a nosotros, él sospecha de que puede estar tan cerca o incluso infiltrado al ser alguien tan inteligente y al someter a Lucke a una prueba tan peligrosa. Y si no es así y su acompañante realiza algún movimiento extraño durante este experimento, será la siguiente en estar encerrada en la habitación del G-66 para que nuestro esperado invitado entre al refugio y así tratar de encerrarlo, cuando el G-66 evolucione. — Dice él, alejándola del resto.
— ¿La acompañante? ¿Habla de la chica de allí? — Daniella señala a Blair, observándola con desprecio.
— Sí, se llama Blair Clark.
— Oh, ¿y hay que esperar para qué acaben con ella?
— Paciencia, Daniella. ¿Sabes? Estoy tan emocionado con este experimento... Que podíamos celebrarlo. — El científico posa su mano sobre la cintura de Daniella.
— Creo que no es el momento.
— ¿Qué? Llevas toda la mañana diciendo aquello, ¿Cuánto tiempo me vas a tener esperando?
— Paciencia, Miller.
— A veces soy muy impaciente, ¿sabes? Te espero después de la reunión en mi distrito. Si no vienes, tendrás que pagar las consecuencias de hacerme esperar. No quiero hacerte daño, Daniella. Pero cómo no hay nadie que quieras en este lugar al qué hacer sufrir, no me queda de otra, cielo.
Me separo de ella y su cuerpo cae al suelo.
Qué fácil ha sido. Todo ha ido cómo lo planeado.
BLAIR
Mantente a mi lado... Maldito imbécil, ¿dónde estará? No puedo pararle los pies a nadie si hieren a Lucky, ¡Joder, Amon!
Todos observamos tras un gran cristal la habitación dónde se encuentra el Dahaka retenido en una cúpula. A pesar de qué el cristal finja la función de espejo y el Dahaka no pueda vernos, mi cuerpo reacciona alterado al contemplarlo.
Aunque, si los Dahakas son niveles inferiores a Amon y son capaces de llevarte a la muerte, ¿qué hace que Amon tenga tan alto potencial? Dudo qué sólo sea su habilidad para infiltrarse cómo humano... ¿Quién eres realmente Amon?
— Vamos a dar inicio al experimento DHK. Esperemos que tenga un buen resultado, todo sea por nuestra mantenida patria. Abran las puertas.
Llevo la mano a mi boca al ver a Lucky, los mechones de su cabello dorado esconden sus ojos azules, pues él camina cabizbajo, obligado a avanzar mientras los soldados agarran sus brazos para llevarlo frente a la cúpula.
Sus muñecas tenían marcas cómo si su piel estuviese descansando después de estar atado durante horas. El soldado le susurra algo y él se arrodilla frente a la cúpula. La puerta de la habitación se abre y dejan solos a Lucky y al Dahaka.
Confío en ti, pequeño.
Mis manos tiemblan sin parar cuándo el Dahaka inclina su alargado cuerpo hasta llevar su rostro sin mirada, cerca del de Lucky, tan sólo separados por un cristal.
Silencio.
El Dahaka comienza a hacer movimientos raros acompañados de sus golpes a la cúpula cómo si quisiera atrapar a Lucky y él camina hacia atrás, sin separar la mirada del Dahaka hasta qué su espalda roza con una pequeña mesa con varios embudos y otros instrumentos de laboratorio sobre ella. Provocando que la mesa caiga junto al cuerpo de Lucky entre cristales.
No. Lucky, ¡Levanta, joder!
— Esperen unos segundos. — Dice el científico, esperando respuesta de Lucky.
Pero no se mueve.
— ¡Hagan algo! — Exclamo golpeando el cristal con lágrimas sobre mis mejillas.
— Soldado. Adéntrate en el laboratorio y dale al Dahaka su recompensa por su inútil trabajo.
— Sí, señor.
Quedo en blanco y me dirijo al científico. — ¿Van a llevarlo a la cúpula?
— Sí, ¡este experimento fue absurdo! — El científico golpea la mesa mirándome con furor.
— ¡Aquel niño también es humano! ¡No es un experimento! ¡Comprueben su estado, puede estar bien! — Exclamo frente a él y una voz a nuestras espaldas interrumpe nuestra discusión.
— Observen. — Dice un hombre señalando al soldado adentrarse a la habitación, que camina hacia Lucky.
Me dirijo frente al cristal y respiro con profundidad para calmar mis latidos acelerados.
Vamos, Lucky... Tienes que estar bien.
El hombre se arrodilla frente al cuerpo de Lucky, y mira al espejo por el cuál observamos el interior, indicándonos qué no parecía estar en buen estado. El soldado lleva sus dedos al cuello de Lucky para tomar su pulso, pero antes de qué sus dedos rocen su piel, Lucky agarra un pedazo de cristal clavándoselo con furia en el pecho provocando que el hombre caiga al suelo entre un charco de sangre.
Los ojos celestes de Lucky observan fijamente el espejo. Sabe que lo están observando y él muestra una sonrisa de oreja a oreja. Antes de salir de la habitación, lleva su dedo a su boca indicando que nos mantengamos en silencio.
Entiendo la referencia, el mismo gesto que le hizo Amon.
— Será ¡Joder! ¡Vayan a por él! ¡Soldados!
Salgo de la sala corriendo, preparada para buscar a Lucky pero Aiden se interpone en mi camino.
— ¡Espera! Tengo que decirte algo.
— ¿Qué? ¡Ahora no puedo!
— ¡Blair! He visto... — Sus manos sujetan las mías. — He visto a ese tal Aaron con Daniella, yo, solo quería decirte qué...
— ¡No es momento! — Trato de liberarme pero está vez sus manos me agarran con fuerza.
— No puedes ir a por el chico, es muy perjudicial para ti. Créeme. No vas a solucionar nada.
— Lo descubriré con mis ojos. — Digo antes de soltarme de él y correr por el largo pasillo.
Mis pies avanzan sin descanso, hasta qué escucho pasos que golpean el suelo con rapidez.
— ¡Oh, pequeño! ¡Aquí estás! — Una voz grave suena al unísono con el sonido de varias armas.
Trato de esconderme pegada a la pared y me asomo tratando de ver qué está ocurriendo.
Los latidos golpean mi pecho.
Es el presidente, junto a varios soldados con sus armas preparadas. Lucky está frente a ellos, desorientado, no sabe qué hacer.
— Ha sido perfecto, pero... Vaya, ¿dónde está tu amiguito? Mm ¿También te ha abandonado?
— ¿Tanta prisa por conocer la muerte, presidente? — Susurra Lucky, el tono de voz en la pregunta pasa a ser divertido. Burlándose del presidente.
Sus gritos de auxilio me desorientan, pero antes de reaccionar un pañuelo envuelve con fuerza mi rostro, impidiendo que pueda respirar.
— Lo siento, Blair. Pero te he advertido. — La voz de Aiden suena a mis espaldas antes de qué pierda la consciencia, volviéndose todo negro.
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