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4. Es parte del pacto.

"El infierno está vacío, todos los demonios están aquí."
William Shakespeare

Él quiere a Lucky.

Y no me importa lo que derrumbe en su camino, si vuelvo a ver la esperanza en sus ojos claros.

— Blair, llévame llévame con él.

Probablemente, esto era la introducción de una masacre.

Aunque, quizá Todos sangraremos por igual.

Lucky me planteó la opción a dos únicas preguntas.

¿Confiarías en un humano, o confiarías en un demonio?

Pero, se le olvidó mencionar la opción en la que ambas crueldades se alían y entonces se forma la tercera pregunta:

¿Confiarías en un demonio que también es humano?

Ahí está, mirándome detenidamente, esperando con ansía mi respuesta.

¿Él quiere a Lucky a salvo? ¿O quiere a Lucky para que de nuevo lo
arrebaten de mi lado? Quizá, ¿le hará daño?

— No sé dónde está. — Aseguro.

Sus ojos rojos me analizan con desdén, antes de darme la espalda y dirigirse a la puerta con furor.

— ¡No, espera! — Exclamo, yendo tras él.

Alzo mi mano hasta alcanzar su fuerte brazo y tratar de retenerlo.

Y sus piernas se paran en seco.

Suelto un suspiro de alivio, pues, no ha salido al exterior. Pero mis ojos se abren cómo platos al observar cómo su brazo se vuelve zafiro y sus dedos se alargan dando lugar a unas grandes garras.

— Amon, no puedes salir al exterior sin problema sólo porque tengas una apariencia humana. — Digo, soltando su brazo, tratando de convencerlo.

Pero él sigue adelante.

De nuevo, trato de retenerlo, pero voltea su cuerpo hasta estar frente al mío, apoya sus manos en mis hombros antes de empujarme con furia y caiga al suelo.

Sus ojos brillan mostrando cólera, venas negras aparecen en su

cuello y llegan hasta su rostro antes de que en su rostro se dibuje una sonrisa malévola formada por sus grandes colmillos.

Estoy en peligro.

Camina hacia mí con rapidez y trato de arrastrar mi cuerpo hacía atrás con mis manos. Miro a mi alrededor, mientras sigo en el suelo y alzo mi mano para lanzarle un zapato qué pertenecía al soldado que Amón había asesinado.

¿Un zapato, en serio?

— ¡Amon, joder! ¡Tú y yo queremos lo mismo! ¡Queremos a Lucky!

Ignora mis palabras y avanza hasta tratar de agarrar mi cuerpo.

Me pongo en pie, lágrimas caen sobre mis mejillas y trato de huir, pero mis piernas colisionan contra la cama, provocando que pierdan el equilibrio y caiga encima de ella.

— Amon,¡tenemos el mismo objetivo! ¡No trato de interponerme en tu camino! ¡Sólo quiero que no le hagan daño a él si descubren que entre ellos está el enemigo!

Me deslizo hasta qué mi espalda choca contra el respaldo, Amón se
avienta sobre la cama dejándome inmóvil entre sus brazos.

Siento su respiración agitada en mi cuello. — ¿Soy el enemigo?

— Pregunta antes de alzar su mano, preparando sus garras mientras me retiene con su cuerpo, obligando a mirar su rostro, el rostro del caos.

No debí haber dicho eso.

Mi pecho sube y baja acelerado mientras me ahogo en mis sollozos, sus garras se dirigen a mi cuello y antes de soltar mi último respiro
la puerta se abre y entra un soldado entre gritos.

— ¡¿Qué está ocurriendo aquí?!

Antes de qué Amón voltee su mirada hacia la de soldado, agarro su rostro con las palmas de mis manos, evitando que sus ojos rojos le delaten, junto a las demás características inhumanas que no terminaron de apoderarse de su cuerpo.

— ¿Qué está ocurriendo? ¡Eh! ¡Les estoy hablando miren mis ojos!

¡Ahora!

¿Qué se supone que debo hacer?

— ¡Voltearse ahora mismo o!

El soldado queda en silencio, pues, mis labios impactan contra los de Amón, provocando que el frío y el calor se encuentren, dándole victoria a un calor prodigioso qué provoca delirios y a través del tacto, parece retirar aquellas venas que aparecieron en su rostro.

Separo mis labios de los suyos, sintiendo el ardor golpeando en ellos, entrelazo mi mirada con la suya, qué me mira con la boca entreabierta, de vuelta a su apariencia humana, excepto sus ojos. Sus ojos rojos.

— ¿Qué está haciendo? — Actúo, haciéndome la sorprendida dejando ver mis ojos encima de los hombros de Amon, mientras sostengo su espalda en un abrazo.

— Eh. Lo siento Esto no es un hotel, ¿entienden? Vaya a su distrito, soldado. Van a bloquear las puertas. — Avisa el hombre, antes de cerrar la puerta metalizada.

¿Bloquear las puertas?

Vuelvo a la realidad. Mis manos sostenían su espalda mientras que mi rostro estaba escondido cerca de su cuello. Dejo caer mi cabeza en la almohada, encontrándome con los ojos de Amon.

— Debía hacer algo para qué no te descubriera.

Amon coloca su dedo en mi labio, qué arden sin parar cómo si hubiesen estado en contacto con el fuego, al igual que mis mejillas, aquel calor que se mantiene alerta en mi cuerpo ante su cuerpo. — ¿Reconoces lo débiles que son los sentidos humanos?

Posa sus labios en mi cuello, provocando que mi cuerpo se agite. — Tus sentidos básicos son manipulados fácilmente.

Se aleja de mí, poniéndose en pie, dejándome atrás. — Antes no podías ni formular las palabras, no podías ¿Cómo es qué hablas tan fluido en menos de 10 minutos?

— Confías en tus sentidos demasiado, a veces son tan delatores, ¿no crees?

— ¿Cómo? — Mascullo mirándolo de arriba a abajo, observando a un gran actor.

Me ha mentido.

— Creo que tienes respuestas suficientes después de besarme.

— ¡Lo he hecho para salvarnos!

— Lo has salvado.

— ¿Qué?

— Salvas a los infames, porque tú perteneces a ellos.

— ¡Joder! — Mi visión se nubla debido a las lágrimas de impotencia.

— ¡Escúchame! ¿Quieres matarme? ¡¿Eso quieres?! — Exclamo  desesperada, acercando mi rostro hasta estar a unos centímetros del suyo. — ¡Hazlo! Mátame y así no dependeré de recuerdos que comparto con alguien al que vi morir. Mátame cuando consiga mi último objetivo qué es encontrarlo, encontrar a Lucky. No me importa morir después de liberarlo, para mí todo está perdido.

Lleva su mano a mi boca, indicando que me calle, cómo si le molestase escuchar mis sollozos. — Controla tus emociones, verte llorar es repugnante.

¿Me está vacilando? Bueno, al menos sabe hablar más de lo que imaginaba.

Se aleja de mí, sacudiendo su ropa cómo si hubiera estado en contacto con una basura. — No confío en ti, nunca lo haré. — Dice digno y le dedico una mirada de menosprecio.

— Yo tampoco confío en ti, Amon. Tú Especie, acabo con la vida de quién más quería y trajeron su cuerpo sin vida para hacerme el corazón trizas. Sé que me desprecias, qué sólo soy alguien débil y qué ahora no estoy muerta porque quieres lo mismo que yo así que hagamos un pacto.

— No.

— ¿No?

— ¿Pretendes que haga un pacto con alguien débil? Morirás, y quedaré sólo. —  Una sonrisa maliciosa se forma en mi rostro.

— ¿Acaso eso te importa? ¿Quedarte sólo?

Amon me observa con apatía. — Serás una carga, obligarás a que deba protegerte. Atrasaré tiempo por una infame mortal y todo llevará a tu muerte qué será una pérdida de tiempo.

La sonrisa sigue en mi rostro mientras asimilo todo el rencor en su interior que he recibido en tan solo diez segundos.

— Genial. — Susurro en blanco. — Si no quieres mi ayuda, arriésgate y mátalos a todos. Total, tú eres el inmortal. Ah, pero te diré una cosa. — Llevo mis pies de la cama al suelo, caminando hasta llegar a él y me pongo de puntillas hasta llegar a susurrar en su oído. — Lucky está atrapado, y él es tan frágil como un cristal, ¿quieres encontrarlo tú sólo? Genial, a lo mejor sólo descubres su cuerpo sin vida por atacar sin pensar. Sí, tienes razón, los humanos somos crueles. No querrás aumentar el desprecio qué tienes cuándo descubras la diferencia de maldad qué esconde cada uno en su interior.

Susurro recordando a Mauro, sus palabras hirientes qué aún dañan mi interior. Todos los humanos qué han actuado cómo puñales a mi alrededor, todo lo que somos. Somos nuestro propio caos espantados por criaturas que adoptan seres que queremos, seres que odiamos. Todos humanos. Humanos espantados por humanos.

Poso de nuevo mis talones en el suelo, mi cabeza queda frente a su pecho. Coloca su índice en mi barbilla elevándola hasta obligarme a ver sus ojos. — Tú me llevarás a él y yo cuidaré de ti.

Mi boca se abre lentamente al escuchar sus palabras.

— Tu cuerpo es tan frágil y fácil de corromper — Él aparta su dedo de mi barbilla, llevándolo a mi garganta y presionando en ella. — Si me traicionas, te mataré.

— No lo haré.

Su mirada habla por sí sola, es obvio qué no me cree. Pero, asiente con la cabeza antes de acercarse a la ventana y deshacerse de la ropa del soldado.

Aquella aura oscura vuelve a rodear su cuerpo, llenando la habitación de un vapor negro qué se va desvaneciendo dando lugar a una criatura sobrenatural que acelera mi corazón al ver su rostro malévolo. Miedo. El miedo invade mi cuerpo y me alejo de él, qué parece molestarle mi terror y abre la ventana sin darme un último vistazo y sale al exterior, cargando a sus grandes alas negras su cuerpo gigante y con rapidez camino hasta ella para cerrarla de nuevo quedando sola a través de la ventana, observando la noche en su oscuridad más profunda que contrasta con las llamas qué se ven a lo lejano.

El mundo se desborda y yo he hecho un pacto con el diablo, y si no fuese suficiente, le he besado. Aplausos, Blair. Lo siguiente será salir de compras con un ser sobrenatural.

Las puertas han sido desbloqueadas. Por favor, distrito uno,

acudan a la sala número 223, os estamos esperando.

Desbloqueo de puertas.

Las puertas han sido desbloqueadas. Por favor, distrito uno,

acudan a la sala número 223, os estamos esperando.

Desbloqueo de puertas.

¡Ah, joder! ¡Esos altavoces están torturando mi cabeza!

Alzo mi mano hasta alcanzar el teléfono, cómo era de esperar no hay cobertura. Son las 7 de la mañana, no recuerdo en qué momento entré en sueño, sólo recuerdo su rostro, el rostro de Lucky.

Las puertas han sido desbloqueadas. Por favor, distrito uno,

acudan a la sala número 223, os estamos esperando.

Número 220, 221... La sala está a unos metros. Debo reunir información para poder formular un plan.

Sala 223. Es un...¿Laboratorio?

— Buenos días. — Dicen varios miembros al unísono, sentados alrededor de una gran mesa.

— Buenos días.

— Perfecto, creo que ya estamos todos reunidos. Podemos comenzar.

¿Dónde me siento? Qué más da, quedaré de pie.

— Puedes sentarte a mi lado. — Sus ojos pardos brillan mientras en su rostro se forma una dulce sonrisa.

— Claro. — Asiento con la cabeza y camino hasta llegar a él.

— Mi nombre es Aiden.

— Blair. — Digo, con una sonrisa.

— Buenos días a todos, y todas. Soy el portavoz de nuestro presidente, pero, prefiero qué me reconozcan cómo mi verdadera persona, así que comenzaré de nuevo. Mi nombre es Miller y soy científico, supongo que todos los que estamos aquí tenemos, preguntas, confusión, terror... Por nuestro mundo, qué está siendo atacado. Estamos siendo devorados.

— ¿Saben qué son esas criaturas? — Pregunta el hombre sentado frente a mí. Sus ojos están enrojecidos y las ojeras los acompañan, cómo si no hubiese dormido en días.

— Sí, son demonios.

Todos entrelazamos miradas, algunos llevan sus manos a la boca, otros cubren su rostro, mientras que otro ríe a carcajadas. — ¿Deberás? ¿Demonios? Eso es una completa absurdez señor Miller, cómo científico esperaba un argumento coherente. Cómo que esto es una mutación surgida por algún desconocido y peligroso virus que se expande con extrema velocidad.

— ¡Es obvio que esto es el apocalipsis! — Exclama una mujer, golpeando la mesa. — ¿Cómo no puede creer qué aquellos seres son hijos del infiel a nuestro señor? ¡Hijos de Lucifer!

— Señora, entiendo qué cada una posea una ideología inútil, pero,  estamos hablando seriamente, no estamos en una mezquita. — Contesta el hombre, con desprecio.

— ¡¿Cómo se atreve a hablarme así?!

— Ya basta. — Espeta el señor Miller en un tono amenazador. — Crean o no en Dios, no es tarde para aprender a orar. Observen.

El científico camina hacía una gran especie de cúpula ocultada tras un telón. Todos quedamos boquiabiertos al ver lo que escondía el telón.

— Así es. Aquello que están contemplando es un demonio. Tranquilos, no les hará nada Está cúpula está preparada para cualquier  fuerza.

No puede ser. Su cuerpo es extremadamente delgado y sus brazos y piernas son largos, elevo mi cabeza para ver su rostro, pues debe medir casi tres metros. No tenía ojos, solo boca. Una boca aterradora, formada por grandes colmillos.

Lágrimas caen sobre mis mejillas cuándo veo cómo su rostro obtiene forma humana, y veo de nuevo sus ojos. Sus ojos color miel.

Los ojos de papá brillan entre lágrimas junto una retorcida sonrisa.

¿Qué me está pasando?

Mis latidos se aceleran junto a mi respiración, mientras siento cómo si estuviera bajo el agua, agua que llena mis pulmones.

En la mano del demonio aparece un pequeño pastel con una vela, y vuelvo a mirar sus ojos, sus ojos derraman lágrimas de sangre negra, mientras con una voz distorsionada susurra;

Feliz cumpleaños.

— ¿Blair? ¿Estás bien? — Aiden coloca su mano en mi hombro y la sensación de asfixia desaparece de mi cuerpo por completo, volviendo a la realidad, volviendo a ver a la criatura.

— ¿Lo has visto?

— Sí, es tenebroso.

Sólo ha sido imaginación mía.

— Sí. — Digo secando mis lágrimas.

— Es Increíble.

— ¿Cómo lo han capturado?

— Al igual que todas nuestras habitaciones se bloquean por puertas  metalizadas, impidiendo qué, si un demonio se adentra en la habitación no pueda salir de ella. Utilizamos una habitación en específico en la que las ventanas también son bloqueadas bajo nuestro control y posee cámaras de vigilancia. Viendo vuestros documentos. Un superviviente tenía una mente a punto de desbordar, sabíamos que sería débil, así que le asignamos la habitación bajo vigilancia y efectivamente cayó en la trampa del demonio que estamos contemplando en estos momentos.

Provocaron una muerte.

— Bloqueamos la puerta y la ventana Dejando que en la habitación se expanda un gas somnífero tan peligroso para cualquier humano que produciría nuestra muerte en menos de diez segundos. Lo hemos llamado G-66, 66 mezclas, experimentos Y al fin nos ha dado una respuesta.

— ¿Está muerto? — Pregunta la mujer colocando la mano en su pecho.

— No. Estás criaturas son tan fuertes que debemos investigar a una de ellas hasta conocer sus límites.

— ¿Aquel gas puede causar que los demonios pierdan el conocimiento? — Está vez pregunta el hombre, mientras un mal presentimiento invade mi cuerpo.

— Aún seguimos sin conocer lo fuerte que puede ser el G-66, no todos los demonios son iguales de fuertes o aquello es lo qué hemos concluido gracias a su aportación.

— ¿Aportación? ¿Quiere decir que puede comunicarse con nosotros?

— Sólo cuando opta una forma humana puede hablar como un ser  humano, precisamente con los últimos recuerdos qué haya tenido la
mente antes de acabar con su cuerpo, frases o nombres. No puede comunicarse más con nosotros, en nuestro idioma, pero sí en el suyo. Estas criaturas son capaces de comunicarse con tinta y sus garras.

— Criaturas tan poderosas no pueden expresarse con los idiomas simples de los mortales, ellos emplean la lengua oscura. Se trata de una lengua vagamente derivada de la lengua arcana de los demonios y gracias a ello pudimos conocer quiénes son. Su raza se llama Dahakas, se alimentan de la debilidad, dolor y del terror, su
objetivo es atrapar cada célula viva del cuerpo humano hasta el final, el trágico final.

— ¡Son el caos! — La mujer agarra el rosario que hay en su cuello.

— No. El caos tiene nombre propio y forma humana.

Siento como mi corazón deja de latir al escuchar sus palabras, cosa que llama la atención de Aiden.

— Pensábamos que capturamos a un débil entre nosotros, resultó ser que sabía más de lo que nosotros pensábamos. Su información fue muy útil para continuar averiguando sobre los Dahakas y sobre su Dios.

Lucky. Debe hablar de Lucky, ¡Oh, joder! ¡Les habrá contado sobre Amon!

— Para los Dahakas, es el hijo de la inmensa oscuridad, el gobernante del caos, capaz de acabar con lo inmortal, con los mismos Dahakas. Ellos le temen y le adoran. Se llama Amon. Amon es un humano, capaz de convertirse en demonio. Su apariencia física es real. Es humano de verdad y a la misma vez un ser sobrenatural que guía el caos.

— Si los inmortales le temen, ¿qué será de nosotros los mortales?

— La voz grave de un hombre suena a mis espaldas.

— Debemos capturarlo y, ¡acabar con él!

— No. — Niega el señor Miller y todos llevan su atención a él confundidos. — Un ser tan fuerte y a la misma vez humano puede ser un gran avance a nuestro proceso evolutivo. Necesitamos capturarlo, pero no acabar con lo qué puede ser el comienzo de una nueva etapa. Es el ser perfecto que la evolución estaba esperando.

— ¡Es un ser sobrenatural, señor!

— Es humano.

Su mirada intimida al hombre y queda en silencio desviando su mirada de él.

— Supervivientes, esto es todo sobre la reunión de hoy. Estamos tratando de buscar todas las respuestas a sus preguntas, sea lo que sea, sea la vida que cueste.

Siento cómo mi tráquea se estrecha cuándo su tono de voz cambia en la última frase.

— Nos vemos en la próxima reunión, por favor, siéntanse cómodos en vuestro nuevo hogar.

¿Llamas a un laboratorio hogar?

Dejo atrás la sala, caminando hasta llegar a mi habitación y cerrar la puerta metalizada, colocando mis manos en mi rostro qué recogen un río de lágrimas.

— Papá. Hoy no es mi cumpleaños. — Susurro con una risa nerviosa mientras me ahogo en mis sollozos.

De nuevo aquella sensación, la respiración se acelera junto a mis latidos, y vuelvo a ahogarme bajo el agua inexistente, agua que llena mis pulmones y comienzo a toser sin parar.

Rápido me dirijo a la pequeña bolsa que traje junto a cosas que serían esenciales en el refugio. Ahí están, las pastillas.

Coloco en mi boca dos pastillas y dejo caer la tableta al suelo, junto a mi cuerpo, que cae rendido ante la sensación que se apodera de mí.

— ¿Reconoces lo débiles que son los sentidos humanos?

Sí, Amon. Lo reconozco. Reconozco que no me queda meta que pueda llegar a alcanzar.

Los rayos de sol se están escondiendo, el cielo está anaranjado, en unos minutos mostrará la oscuridad.

Levanto del suelo, ¿cuánto tiempo habré estado inconsciente? Amon estará aquí pronto, debo reunir fuerzas.

Al ponerme en pie, pierdo el equilibrio y vuelvo a caer. Mi cuerpo no podía soportar esta sensación.

Segundo intento, mis piernas no pierden el equilibrio está vez pero mi visión se nubla. Coloco mis manos en la seguridad de la ventana dejando que brisa fresca acaricie mi rostro.

Gritos suenan al exterior y vuelvo a la realidad.

Estoy delirando.

Es una mujer. Sus gritos se oyen más fuerte esta vez. Respiro con profundidad y salgo de la habitación. Ahí estaba ella, rodeada de soldados que tiran de sus brazos.

— ¿Qué está ocurriendo? — Camino hasta llegar a ellos.

— ¡Mi marido! ¡Mi pobre marido! ¡Estos hombres lo han asesinado, lo encerraron en esta jaula y dejaron que los malos lo atraparan! ¡Somos sus ratones de laboratorio, seremos el nombre de sus experimentos! ¡Todos estaremos muertos!

— ¡Sacarla de aquí, ahora! — Exclama uno de los soldados.

— ¡Tú también lo serás! ¡Tú también morirás! — Exclama la mujer a unos solos centímetros de mi rostro.

— ¡Blair! ¿Qué está pasando? — Aiden agarra mi mano, los soldados salen del distrito junto a la mujer.

— Aquella mujer afirma qué han acabado con su marido. Creo que se refiere al hombre que dijo el señor Miller.

— Oh, ya veo. El qué nos llevó al Dahaka.

— Sí.

— ¿Te encuentras bien? Estás pálida. Antes me preocupaste, ya sabes, en el laboratorio.

— Sí, es que estoy un poco asustada.

— Entiendo, está anocheciendo. — Sus ojos pardos me miran con melancolía. — Puedes dormir conmigo está noche.

— ¿Qué?

— Eh, vale, ¡ha sonado muy extraño! ¡Lo siento deberás, prometo que no soy un tipo verde! Oh joder, cómo he podido decir...

— Calma, no pasa nada. — Espeto entre risas al ver lo nervioso que está, él coloca su mano en su cabello café mientras sus mejillas se sonrojan.

— Quizá haber quedado sin dignidad ha servido de algo. — Dice señalando mi sonrisa.

— Bueno, no creo que importe quedar sin dignidad mientras todo se derrumba afuera.

— Tienes razón, pero importa lo qué nos rodea en estos momentos. — Su sonrisa me hipnotiza, quedo mirándola mientras él observa mis labios.

— ¿Tú crees?

— Creo que deberíamos conocernos, ¿aceptarías una cita cuándo todo esto acabe?

Le devuelvo la sonrisa y nervioso desvía su mirada de la mía, quedo  observando el tatuaje en su cuello.

— ¿Qué me dices? — Avanza unos pasos hasta estar frente a mí, mi cabeza llega por sus hombros. — ¿Aceptas? — Alza su mano y aparta un mechón de cabello de mi rostro, manteniendo su mano cerca de mi mejilla.

— Aiden, un momento. — Aiden me muestra una sonrisa nerviosa y  camina hacia un hombre trajeado, que conversan alejados a dos metros de mí.

— ¿Aceptas, Blair? — Una voz conocida suena a mis espaldas y doy un brinco en mi sitio.

Se coloca junto a mí, la conexión extraña en el interior de mi cuerpo  me hace entender de quién se trata. Elevo mi cabeza para mirar sus ojos.

Quedo sorprendida, pues sus ojos ya no eran rojos. Son grises, tan  brillantes y fríos, cómo una nube preparada para derramar la peor  tormenta. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuándo entrelaza su mirada con la mía.

Quedo atrapada bajo la mirada de Amon, mi boca queda entreabierta.

— ¡Blair, ya estoy! — Exclama Aiden caminando hacia mí.

Silencio. Sus labios vuelven a encontrarse con los míos y desconecto de todo lo que me rodea, las voces suenan tan lejanas qué parece que me adentro a un sueño.

Separa sus labios de los míos, volviendo a la realidad.

— Oh, ya veo. — Volteo mi mirada, Aiden estaba observándonos a menos de un metro.

— Aiden. — Susurro aturdida.

— No, no importa, deberás. No pasa nada. — Espeta dándome la espalda, alejándose de nosotros.

— ¡¿Por qué me has besado?! — Exclamo, Amon agarra mi mano  llevándome a la habitación y cierra la puerta metalizada, preparado para hablar.

— Es parte del pacto.

— ¿Qué?

— Las emociones son vuestra forma de manipulación, qué haya entendido que no le perteneces es una forma de evitar qué su manipulación a ti sea un obstáculo.

— ¿A qué te refieres con que no le pertenezca? ¿Acaso crees que aquel beso sella qué estoy bajo tu posesión?

— Tú ya estabas bajo mi poder antes.

Silencio.

— No sólo estás bajo el mío, Blair. Sé qué lo has visto y casi te consume, tan rápido como una bala. Y probablemente, no seas tú quién reciba esa bala.

— ¿Qué quieres decir? ¿De quién hablas?

— Van a llevar a Lucky con el Dahaka.

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