Escuela Preston
—Es un castigo injusto— reclamaba Piper enfrente de sus padres, su voz apenas un susurro.
—Ambos creemos que es justo— respondió su madre, Layla, con un tono paciente pero firme. —Además, esto te ayudará con tu singular personalidad. —Finalizó, tratando de suavizar el golpe.
Piper resopló con resignación. Sabía que su madre tenía razón, aunque no lo quisiera, debía obedecer. Se dio media vuelta y volvió a su habitación, cerrando la puerta de un gran portazo.
En su habitación, Piper se sentó en el suelo, jugando con Arana, su araña mascota. La oscuridad de la habitación se sentía como un refugio, una barrera contra el mundo que la abrumaba. Resignada, empezó a hacer sus maletas para ir a ese espantoso lugar. ¿Cómo sería? ¿Se lograría adaptar? Esas y más preguntas se le venían a la mente, como fantasmas oscuros que la perseguían.
—Te traje esto— volteó a ver al dueño de esa profunda voz. —Sé que te será útil para que lleves a Bil—dijo su padre, Artur, casi en un susurro. —Pero no dejes que tu madre lo vea.
—Gracias, padre— respondió ella de manera formal, sin mirarlo a los ojos.
—¿Estás lista?— preguntó Artur, con un dejo de preocupación en su voz.
—Aún no— respondió Piper, con un tono seco. —Pero ya casi termino.
Artur dio media vuelta y salió de la habitación. Piper se sintió sola de nuevo, como siempre. Su padre, aunque intentaba estar presente, no podía llenar el vacío que sentía.
Minutos más tarde, finalmente salió de casa y se metió rápidamente al auto. Para ella, entre más rápido terminara todo, mejor. Tras unas interminables cuatro horas de viaje en carretera, llegaron a ese oscuro e intimidante lugar que durante los siguientes ocho meses sería su hogar.
"Escuela Preston, especializados en niños caprichosos y mimados", se podía leer en letras grandes y amarillas. Al fin había llegado al lugar en donde estaría durante un tiempo.
Se preguntó qué fue lo que la llevó a este punto. ¿Cómo había llegado a ser considerada una niña "caprichosa y mimada"? ¿Había sido su rebeldía, su incapacidad para lidiar con la frustración o simplemente su forma de ser?
Piper se aferró a su chaqueta de cuero negra, su única compañía en ese mundo de oscuridad y silencio. Su mente se llenó de imágenes de su vida, de su soledad, de su lucha por encontrar un lugar en el mundo.
Y entonces, comenzó su historia.
El aire frío y húmedo de la noche la golpeó en la cara cuando salió del auto. La escuela se alzaba ante ella como un gigante oscuro, sus ventanas como ojos vacíos que la observaban. Un escalofrío recorrió su cuerpo, no solo por el frío, sino por una sensación de inquietud que la envolvía.
Entró en el edificio, dejando atrás el débil resplandor de las luces del auto. El interior era aún más oscuro, con pasillos largos y silenciosos que parecían extenderse hasta el infinito. Un olor a cloro y a comida recalentada flotaba en el aire, haciéndola sentir claustrofóbica.
Una mujer de mediana edad, con el rostro severo y el pelo recogido en un moño apretado, la esperaba en la entrada.
—Piper, supongo— dijo la mujer, sin una sonrisa. —Te acompañaré a tu habitación.
Piper asintió en silencio, sintiendo una punzada de miedo. La mujer la condujo por un laberinto de pasillos hasta llegar a una habitación pequeña y austera. La cama era estrecha y la única decoración era un pequeño escritorio con una lámpara.
—Aquí pasarás los próximos ocho meses— dijo la mujer, sin dejar de mirar su rostro. —No te preocupes, aquí te enseñaremos a comportarte.
Piper sintió un nudo en la garganta. No quería estar allí. No quería que la cambiaran. Quería seguir siendo ella misma, con su oscuridad, su rebeldía y su soledad.
—No quiero cambiar— murmuró, sintiendo que las palabras se le escapaban de la boca.
La mujer la miró con frialdad. —Aquí no hay lugar para caprichos.
Piper se encogió ante la mirada de la mujer, sintiendo que la estaban juzgando. Cerró la puerta de su habitación y se dejó caer en la cama, sintiendo una profunda tristeza.
Se aferró a su chaqueta de cuero, buscando un poco de consuelo en su textura familiar. En su mente, las imágenes de su vida, de su soledad, de su lucha por encontrar un lugar en el mundo, se volvieron más intensas.
En ese momento, una pequeña araña, de un color negro intenso, se posó en su mano. Era Bil, su mascota, que había escapado de su caja durante el viaje. Piper lo tomó con cuidado, sintiendo un poco de alivio por su presencia.
—No te preocupes, Bil— le susurró. —Estamos juntos.
Bil se acurrucó en su mano, como buscando protección. Piper la miró con ternura, sintiendo que, a pesar de todo, no estaba completamente sola.
En ese instante, una nueva determinación la invadió. No se dejaría cambiar. No se dejaría domar.
En la Escuela Preston, donde la oscuridad y el silencio parecían ser los únicos habitantes, Piper se preparaba para luchar por su propia identidad.
¿Qué te parece la continuación? ¿Te gustaría que exploráramos más la relación de Piper con Arana, o que profundicemos en su encuentro con otros estudiantes de la escuela?
La Escuela Preston era un laberinto de pasillos grises y puertas de metal, un lugar que parecía diseñado para sofocar cualquier atisbo de individualidad. Piper caminaba por los pasillos, sintiendo la mirada de los demás estudiantes sobre ella, como si fuera un bicho raro en un museo.
Las chicas, con sus faldas plisadas y sus blusas blancas, parecían sacadas de una película de época. Los chicos, con sus camisas impecables y sus pantalones de vestir, eran como clones de un mismo molde. Todos parecían tan perfectos, tan obedientes, tan… aburridos.
Piper, con su chaqueta de cuero negra, sus pantalones de mezclilla rasgados y su mirada desafiante, era una mancha oscura en ese cuadro de perfección.
En la cafetería, el ruido de las conversaciones era ensordecedor. Todos comían con rapidez, sin hablar, como si estuvieran en una carrera contra el tiempo. Piper se sentó en una esquina, observando a los demás.
Arana, que estaba escondida en su bolsillo, salió a inspeccionar el territorio. La pequeña araña se paseó por la mesa, explorando los restos de un sándwich de queso que Piper había dejado a medias.
De repente, una voz aguda la interrumpió.
—Mira, es la nueva— dijo una chica con el pelo rubio y rizado, que estaba sentada en la mesa de al lado. —La gótica.
Piper levantó la mirada, encontrándose con la mirada burlona de la chica.
—Deja de mirarme con esa cara— dijo la chica, con un tono de superioridad. —Aquí no se aceptan las rebeldes.
Piper no respondió. No tenía ganas de discutir con una niña que parecía sacada de una película de Disney.
—Te advierto— continuó la chica. —Si no te comportas, te arrepentirás.
Piper se encogió de hombros, sin darle importancia a las palabras de la chica. Sabía que estaba en un lugar hostil, pero no iba a dejar que la intimidaran.
—Bil, vamos— dijo, tomando a la araña en su mano.
Se levantó de la mesa y se dirigió a la salida, dejando atrás a la chica y a sus amigas.
En el pasillo, se encontró con un chico alto y delgado, con una mirada fría y penetrante.
—Hola— dijo el chico, con un tono cortés pero distante. —Me llamo Axel.
Piper lo miró con desconfianza.
—Piper— respondió, sin dejar de caminar.
—Sé quién eres— dijo Axel, siguiéndola. —Eres la nueva.
Piper se detuvo, sintiendo una punzada de curiosidad.
—¿Cómo sabes mi nombre?— preguntó.
El le sonrió ligeramente.
—Aquí todos se enteran de todo— dijo. —Especialmente de los nuevos.
Piper sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—No me interesa tu información— dijo, girándose para irse.
Axel la detuvo, tomándola del brazo.
—Espera— dijo. —No soy como los demás.
Piper lo miró con desconfianza.
—¿Qué quieres decir?— preguntó.
Ethan la miró a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento.
—Yo también soy diferente— dijo.
Piper sintió una mezcla de curiosidad y miedo.
—¿Cómo diferente?— preguntó.
Ethan se inclinó hacia ella, susurrando:
—Te lo contaré después.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
¿Quién era este chico? ¿Qué quería de ella?
En ese momento, una campana sonó, anunciando el comienzo de la siguiente clase.
Piper se separó de Axel, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
—¿Qué clase tienes?— preguntó el.
—Literatura— respondió Piper.
—Yo también— dijo Axel. —Te veo allí.
Piper asintió, sintiendo una mezcla de curiosidad y miedo.
Axel se alejó, dejándola sola en el pasillo.
Piper caminó hacia su clase, sintiendo que el laberinto de pasillos grises se extendía a su alrededor, como un símbolo de la confusión y la incertidumbre que la rodeaban.
¿Qué le depararía el futuro en la Escuela Preston? ¿Encontraría un lugar para ella en ese mundo de perfección y obediencia? ¿O se convertiría en una víctima más del sistema?
Piper se sentó en la última fila de la clase de literatura, observando a los demás estudiantes con una mezcla de curiosidad y desconfianza. El aula era grande y oscura, con paredes de ladrillo y ventanas pequeñas que dejaban entrar apenas un rayo de luz. El olor a polvo y a libros viejos impregnaba el ambiente, creando una atmósfera opresiva.
La profesora, una mujer de cabello gris y ojos hundidos, comenzó la clase con una voz monótona que parecía salir de una tumba.
—Hoy vamos a analizar un poema de Edgar Allan Poe— dijo la profesora, con un tono sepulcral. —"El cuervo".
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Le encantaba la obra de Poe, pero en ese momento, la atmósfera del aula y la voz de la profesora le causaban una extraña inquietud.
Mientras la profesora leía el poema, Piper no podía evitar pensar en la escuela, en sus pasillos oscuros y silenciosos, en los estudiantes que parecían tan perfectos y tan… extraños.
De repente, sintió una mirada sobre ella. Se giró y vio a Axel, sentado en la fila de delante, observándola con una expresión enigmática.
—Te gusta Poe, ¿verdad?— le susurró Axel, sin apartar la mirada de ella.
Piper sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Cómo sabía Axel que le gustaba Poe? ¿Había estado observándola?
—Sí— respondió, con voz apenas audible.
Axel sonrió ligeramente, revelando unos dientes blancos y afilados.
—Yo también— dijo. —Me encanta su oscuridad.
Piper sintió que su corazón latía con fuerza. ¿Qué era lo que Axel le ocultaba? ¿Por qué la miraba con esa intensidad?
—Axel ¿por qué estás aquí?— preguntó, sin poder evitarlo.
Axel se inclinó hacia ella, susurrando:
—Te lo contaré después.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
En ese momento, la profesora interrumpió sus pensamientos.
—Piper, ¿puedes leer la siguiente estrofa?— preguntó la profesora, con una mirada penetrante.
Piper se levantó, sintiendo que la mirada de Axel seguía sobre ella.
—Claro— respondió, con voz temblorosa.
Mientras leía los versos de Poe, Piper no podía evitar pensar en Ethan, en su mirada enigmática, en su sonrisa inquietante.
¿Quién era Axel? ¿Qué era lo que le ocultaba?
Al final de la clase, Ethan se acercó a ella.
—Te espero en la biblioteca— le dijo, con una mirada que la hizo sentir atrapada en una telaraña.
Piper asintió, sintiendo un miedo que no podía explicar.
Se dirigió a la biblioteca, sintiendo que Axel la seguía con la mirada.
La biblioteca era un lugar aún más oscuro y silencioso que el aula. Los libros se apilaban hasta el techo, creando un laberinto de sombras y secretos.
Piper se sentó en una mesa cerca de la ventana, esperando a Axel.
De repente, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
Alzó la mirada y vio a Axel de pie en la puerta, observándola con una sonrisa que le heló la sangre.
—Te estaba buscando— dijo Axel, con una voz que parecía salir de un pozo sin fondo.
Piper se levantó de la mesa, sintiendo que sus piernas temblaban.
—Axel, ¿qué quieres?— preguntó, con voz temblorosa.
Axel se acercó a ella, con pasos lentos y silenciosos.
—Quiero contarte algo— dijo, con una sonrisa que le hizo sentir que estaba en una pesadilla.
Piper sintió que su corazón latía con fuerza.
¿Qué iba a decirle Axel? ¿Qué secreto le estaba ocultando?
Axel se inclinó hacia ella, susurrando:
—Esta escuela no es lo que parece.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
¿Qué quería decir? ¿Qué era lo que estaba ocultando la Escuela Preston?
Axel se alejó de ella, dejándola sola en la biblioteca.
Piper se quedó allí, sentada en la mesa, con el corazón latiéndole con fuerza.
La Escuela Preston era un lugar oscuro y misterioso.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. La biblioteca, que antes le había parecido un lugar tranquilo y acogedor, ahora se sentía opresiva y amenazante. Las sombras que bailaban entre los libros parecían cobrar vida propia, y el silencio se había vuelto denso y sofocante.
Se levantó de la mesa y se dirigió a la salida, con la sensación de que alguien la observaba. Se giró bruscamente, pero no vio a nadie.
Pero la sensación de que algo no estaba bien persistía.
Mientras caminaba por los pasillos, la sensación de que la observaban se intensificó. Podía sentir la mirada de alguien sobre ella, como si estuviera siendo seguida.
Aceleró el paso, buscando refugio en su habitación.
Al llegar a la puerta, sintió una mano fría que la agarró del brazo.
Se giró bruscamente, con el corazón en la garganta.
Era Axel, con una expresión sombría en su rostro.
—No deberías estar sola— dijo Axel, con una voz que sonaba como un susurro.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿qué te pasa?— preguntó, sin poder evitarlo.
Axel la miró a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento.
—Esta escuela es peligrosa— dijo, con un tono grave. —No confíes en nadie.
Piper sintió un nudo en la garganta.
—¿Qué quieres decir?— preguntó, con voz temblorosa.
Axel se inclinó hacia ella, susurrando:
—Te contaré todo, pero no aquí.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Dónde?— preguntó, con la voz apenas audible.
Axel señaló con la cabeza hacia el jardín, donde un grupo de árboles se alzaba como espectros en la oscuridad.
—Allí— dijo, con un tono misterioso. —Después de la cena.
Piper asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Axel se alejó de ella, dejándola sola en el pasillo.
Piper se quedó allí, con la sensación de que estaba atrapada en una pesadilla. La Escuela Preston, que antes le había parecido un lugar extraño y hostil, ahora se sentía como un lugar siniestro y peligroso.
Piper se quedó en la biblioteca, con el corazón latiéndole con fuerza. Las palabras de Axel resonaban en su mente como un inquietante eco. "Esta escuela no es lo que parece". ¿Qué quería decir? ¿Qué secretos ocultaba la Escuela Preston?
Un escalofrío recorrió su cuerpo. La biblioteca, que antes le había parecido un lugar tranquilo y acogedor, ahora se sentía opresiva y amenazante. Las sombras que bailaban entre los libros parecían cobrar vida propia, y el silencio se había vuelto denso y sofocante.
Se levantó de la mesa y se dirigió a la salida, con la sensación de que alguien la observaba. Se giró bruscamente, pero no vio a nadie.
¿Fue solo mi imaginación? se dijo, tratando de calmar sus nervios.
Pero la sensación de que algo no estaba bien persistía.
Mientras caminaba por los pasillos, la sensación de que la observaban se intensificó. Podía sentir la mirada de alguien sobre ella, como si estuviera siendo seguida.
Aceleró el paso, buscando refugio en su habitación.
Al llegar a la puerta, sintió una mano fría que la agarró del brazo.
Se giró bruscamente, con el corazón en la garganta.
Era Axel, con una expresión sombría en su rostro.
—No deberías estar sola— dijo el, con una voz que sonaba como un susurro.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—Axel, ¿qué te pasa?— preguntó, sin poder evitarlo.
Ethan la miró a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento.
—Esta escuela es peligrosa— dijo, con un tono grave. —No confíes en nadie.
Piper sintió un nudo en la garganta.
—¿Qué quieres decir?— preguntó, con voz temblorosa.
Axel se inclinó hacia ella, susurrando:
—Te contaré todo, pero no aquí.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Dónde?— preguntó, con la voz apenas audible.
Axel señaló con la cabeza hacia el jardín, donde un grupo de árboles se alzaba como espectros en la oscuridad.
—Allí— dijo, con un tono misterioso. —Después de la cena.
Piper asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Axel se alejó de ella, dejándola sola en el pasillo.
Piper se quedó allí, con la sensación de que estaba atrapada en una pesadilla. La Escuela Preston, que antes le había parecido un lugar extraño y hostil, ahora se sentía como un lugar siniestro y peligroso.
Piper se dirigió a la cena con la mente llena de preguntas. La advertencia de Axel resonaba en su cabeza como un eco: "Esta escuela es peligrosa. No confíes en nadie".
La sala de la cena era un espacio amplio y frío, con mesas largas y sillas de madera. Los estudiantes se sentaban en silencio, comiendo sus platos de comida sin gracia.
Piper se sentó en una mesa vacía, con la mirada perdida. No tenía apetito. El miedo la había dejado sin fuerzas.
Bil, que estaba escondido en su bolsillo, salió a inspeccionar el territorio. La pequeña araña se paseó por la mesa, buscando algo de interés.
De repente, una mano se posó sobre su hombro.
Piper se giró bruscamente, con el corazón en la garganta.
Era una de las chicas rubias de la cafetería, la que la había llamado "gótica".
—Hola— dijo la chica, con una falsa sonrisa.— Me llamo Sarah.
Piper la miró con desconfianza.
—¿Qué quieres?— preguntó, con voz apenas audible.
Sarah se encogió de hombros.
—Nada— dijo. —Solo quería presentarme.
Piper no le creyó.
Sarah se inclinó hacia ella, con una mirada que la hizo sentir incómoda.
—Te voy a dar un consejo— dijo Sarah, con un tono misterioso. —No te metas con Axel.
Piper la miró con sorpresa.
—¿Por qué?— preguntó.
Sarah se encogió de hombros, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—No te conviene— dijo. —Es un chico peligroso.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Qué quieres decir?— preguntó, con la voz temblorosa.
Sarah se alejó de ella, con una mirada que la hizo sentir aún más incómoda.
—Te lo digo por tu bien— dijo Sarah, con un tono amenazante. —No te metas con Axel.
Piper se quedó allí, con la mente llena de preguntas. ¿Por qué Sarah le estaba advirtiendo sobre Axel? ¿Qué sabía sobre él?
En ese momento, la campana sonó, anunciando el final de la cena.
Piper se levantó de la mesa, sintiendo que la mirada de Sarah seguía sobre ella.
Se dirigió al jardín, con la mente llena de confusión y miedo.
Axel la estaba esperando allí, bajo los árboles.
—¿Qué te ha dicho Sarah?— preguntó Axel, con una mirada que la hizo sentir incómoda.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Cómo lo sabes?— preguntó, con voz temblorosa.
Ethan sonrió ligeramente, con una expresión que la hizo sentir que estaba en una pesadilla.
—Aquí todos saben todo— dijo Ethan, con un tono misterioso. —Especialmente sobre los nuevos.
Piper sintió que su corazón latía con fuerza.
—¿Qué me quieres contar?— preguntó, con la voz apenas audible.
Ethan se inclinó hacia ella, susurrando:
—Te contaré todo, pero no aquí.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—¿Dónde?— preguntó, con la voz apenas audible.
Axel señaló con la cabeza hacia un edificio oscuro y solitario que se alzaba en el fondo del jardín.
—Allí— dijo, con un tono misterioso. —Después de la clase.
Piper asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Axel se alejó de ella, dejándola sola en el jardín.
Piper caminó hacia el edificio oscuro y solitario con pasos vacilantes. La luna se ocultaba detrás de nubes densas, proyectando largas sombras que danzaban como espectros en el jardín. El viento silbaba entre los árboles, susurrando secretos que no podía comprender.
El edificio parecía abandonado, su fachada descascarada y sus ventanas vacías como cuencas hundidas. Un escalofrío recorrió su cuerpo. No podía evitar sentir una punzada de miedo, pero la curiosidad era más fuerte. Tenía que saber qué era lo que Ethan le quería contar.
Al acercarse, sintió un escalofrío que no tenía que ver con el frío de la noche. El edificio emanaba una energía extraña, una sensación de misterio y peligro que la atraía y la aterrorizaba al mismo tiempo.
Entró en el edificio, dejando atrás la tenue luz de la luna. El interior era oscuro y polvoriento, con un olor a humedad y a abandono que le hizo sentir un nudo en el estómago.
Un débil rayo de luz se filtraba por una ventana rota, iluminando un pasillo oscuro y silencioso. Piper avanzó con cuidado, sintiendo que la observaban.
De pronto, escuchó un ruido extraño, como un susurro que se movía entre las sombras. Se detuvo, con el corazón latiéndole con fuerza.
—¿Axel?— preguntó en voz baja, sintiendo que su voz temblaba.
El ruido se intensificó, como si se acercara a ella.
Piper se preparó para correr, pero algo la detuvo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo.
No era un susurro, era un murmullo, una voz que parecía salir de la propia pared, una voz que decía su nombre:
Piper...
Piper se giró bruscamente, con el corazón en la garganta.
Pero no vio a nadie.
—¿Quién está ahí?— preguntó, con voz temblorosa.
El murmullo se desvaneció, dejando un silencio sepulcral.
Piper sintió una punzada de miedo.
No estaba sola.
Alzó la mirada hacia el pasillo oscuro y silencioso.
En la penumbra, vio una figura que se movía entre las sombras.
La figura se acercó a ella, con pasos lentos y silenciosos.
Piper se sintió atrapada, sin saber qué hacer.
La figura se detuvo frente a ella, proyectando una sombra alargada y amenazante.
Piper trató de distinguir su rostro, pero la oscuridad era demasiado profunda.
—¿Que quieres?—preguntó, con la voz apenas audible.
La figura no respondió.
Solo se escuchó un susurro, una voz que decía su nombre:
Piper...
Piper sintió que su corazón latía con fuerza.
No era Axel.
Era algo más.
Algo oscuro y misterioso.
Piper sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo. La figura se mantuvo inmóvil, envuelta en la oscuridad, sus ojos como dos puntos negros que la miraban fijamente. La voz que la llamaba, un susurro escalofriante, le heló la sangre. No era la voz de Axel, era algo más antiguo, más siniestro.
La curiosidad, mezclada con un terror creciente, la impulsó a hablar. —¿Quién eres?—, preguntó, su voz apenas era un susurro.
La figura no respondió. Solo se escuchó un leve crujido, como el roce de una rama seca contra la piedra. La figura se movió, una sombra que se deslizaba entre las sombras.
—Axel...— susurro, sintiendo que la voz se le quebraba. —Axel, ¿estás ahí?—
El silencio se extendió, denso y opresivo. La figura se había detenido a unos pasos de ella, pero aún no podía distinguir su rostro. La oscuridad la envolvía, la ahogaba, la hacía sentir vulnerable.
De repente, la figura se movió, un movimiento rápido y silencioso. Se acercó a Piper, y una sensación fría y húmeda le rozó la mejilla. Era una mano, una mano huesuda y fría que la acarició con una suavidad inquietante.
Piper retrocedió, con un grito ahogado en la garganta. Su cuerpo temblaba, la adrenalina recorriéndole las venas como un torrente. La figura se había detenido de nuevo, inmóvil y silenciosa.
—¿Qué quieres?—, preguntó Piper, con su voz llena de miedo.
La figura no respondió. Solo se escuchó un susurro, como una risa fantasmal, que se desvaneció en la oscuridad.
Piper se sintió atrapada. No sabía qué hacer, a quién recurrir. La Escuela Preston, que antes le había parecido un lugar extraño y hostil, ahora se sentía como un lugar siniestro y peligroso. Axel, con sus secretos y sus advertencias, era un enigma que la atraía y la aterrorizaba al mismo tiempo. Y ahora, esta figura misteriosa, esta presencia oscura, se había convertido en una amenaza real.
De pronto, la figura se movió. Se acercó a ella, y una sensación fría le recorrió la espalda. No podía evitar sentir que la estaban mirando, que la estaban observando con ojos negros e impenetrables.
La figura se inclinó hacia ella, y una voz áspera y gutural le susurró al oído:
—Te estamos esperando, Piper—.
Piper se quedó paralizada, con el corazón en la garganta. Una sensación de pánico la invadió. No podía moverse, no podía hablar.
La figura se alejó de ella, deslizándose entre las sombras.
Piper permaneció allí, inmóvil, con la mente llena de miedo y confusión.
¿Quiénes eran "ellos"? ¿Qué querían de ella? ¿Y qué era lo que ocultaba la Escuela Preston?
Piper se quedó allí, petrificada, hasta que el eco del susurro se desvaneció en el silencio. La oscuridad del edificio la envolvía, la ahogaba, la hacía sentir vulnerable. No podía moverse, no podía pensar. Solo sentía un miedo profundo, un terror que le helaba la sangre.
—¿Axel?—, preguntó nuevamente, con esperanza de obtener respuesta. —Axel, ¿estás ahí?—
Su voz sonó débil, casi inaudible en la oscuridad. No recibió respuesta. Solo el silencio, denso y opresivo, la rodeaba.
Se obligó a moverse, a salir de ese lugar. Sus piernas temblaban, pero la necesidad de escapar de la oscuridad la impulsó hacia adelante. Caminó con cautela por el pasillo, tratando de orientarse en la penumbra.
En ese momento, sintió un escalofrío recorriéndole la espalda por completo. Algo la observaba. Se giró bruscamente, pero no pudo ver a nadie. Solo las sombras danzaban en la oscuridad, como espectros burlones.
Pero la sensación de que la observaban persistía. Podía sentir la mirada fría sobre ella, como si algo la estuviera siguiendo. Aceleró el paso, buscando refugio en la luz de la luna, en el jardín.
Al salir del edificio, respiró hondo, tratando de recuperar el aliento. El aire fresco de la noche la reconfortó, pero la sensación de miedo no se había ido. La mirada fría seguía sobre ella, como si algo la estuviera acechando en la oscuridad.
En ese momento, una voz familiar la llamó. —Piper, ¿estás bien?—
Era Axel, con una mirada preocupada. Se había acercado a ella, con la misma expresión enigmática que la había cautivado desde el primer momento.
Piper sintió un alivio momentáneo. —Axel, gracias a Dios que estás aquí,—, dijo, sin poder evitar que su voz temblara ligeramente.
Axel la tomó del brazo con una mano firme. —Ven, vamos a salir de aquí—, dijo, guiándola hacia la luz del jardín.
Mientras caminaban, Piper le contó a Axel lo que había sucedido en el edificio. Le describió la misteriosa figura, el susurro escalofriante, la sensación de ser observada. Axel la escuchó con atención, sin interrumpirla.
Al llegar al borde del jardín, Axel se detuvo. —Lo sé—, dijo, con voz grave. —Lo sé todo—.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. —¿Qué es lo que quieres decir?—, preguntó, con voz angustiada.
Axel la miró a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento. —Esta escuela no es lo que parece—, dijo. — No estamos solos—.
Piper sintió que su corazón latía con fuerza. —¿Qué quieres decir?—, preguntó, con voz temblorosa.
Axel suspiró. —Te lo contaré todo—, dijo. —Pero no aqui.
—¿Dónde?—, preguntó Piper, con voz apenas audible.
Axel señaló hacia el edificio principal de la escuela, donde las ventanas brillaban con una tenue luz. —En la biblioteca—, dijo.
Piper asintió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
Axel se alejó de ella, dejándola sola en el jardín. Mientras la observaba alejarse, Piper sintió una mezcla de miedo y curiosidad. ¿Qué era lo que Axel le ocultaba? ¿Qué era lo que sabía sobre la Escuela Preston y sobre la misteriosa figura que la había perseguido?
La duda la carcomía. Pero sabía que tenía que confiar en él. Axel, con su enigmática mirada y sus secretos, era su única esperanza en aquel oscuro y peligroso lugar.
Piper regresó a su habitación con la mente llena de preguntas y una creciente sensación de inquietud. La advertencia de Axel resonaba en su cabeza: Esta escuela no es lo que parece. no estamos solos. ¿Qué quería decir? ¿Quiénes eran ellos? ¿Y qué secretos ocultaba la Escuela Preston?
La habitación, que antes le había parecido un refugio, ahora se sentía fría y hostil. Las sombras que acechaban en las paredes, como espectros burlones. La oscuridad se sentía más densa, más amenazante.
Piper se acercó a la ventana y miró hacia el jardín. La luna había desaparecido tras las nubes, y la oscuridad se había vuelto más profunda. Podía sentir la mirada fría sobre ella, como si algo la estuviera observando desde las sombras.
—Axel— murmuró, con miedo. —Axel¿eres tú?—
No recibió respuesta. Solo el silencio la rodeaba, un silencio denso y opresivo.
En ese momento, escuchó un extraño ruido, un fuerte golpe que venía del fondo del pasillo. Se giró bruscamente, con el corazón latiendole con fuerza. No vio a nadie.
—Imaginación—, se dijo a sí misma, tratando de calmar sus nervios. —Es solo tu imaginación—.
Pero la sensación de que algo no estaba bien persistía. Se acercó a la puerta, con la mano temblorosa sobre el pomo.
Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, escuchó el ruido nuevamente, un golpe sordo que resonó en el silencio. Esta vez, el sonido venía de su propia habitación.
Piper se quedó totalmente paralizada, con el corazón en la garganta. No podía moverse, no podía pensar. Solo sentía un profundo miedo, un miedo que logro paralizarla por completo.
—¿Quién está ahí?—, preguntó, con voz angustiads.
No recibió respuesta. Solo el silencio, denso y opresivo.
Piper respiró hondo, tratando de recuperar el control. Se obligó a abrir la puerta, con la mano temblorosa sobre el pomo.
La habitación estaba oscura, pero podía sentir que algo no estaba bien. El aire se sentía pesado, denso, como si estuviera cargado de una extraña energía.
—Axel—, murmuró nuevamente, con esperanza. —Axel, ¿estás ahí?—
No recibió respuesta. Solo el silencio la rodeaba, un silencio que ahora se sentía más amenazante que nunca.
De pronto, sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Algo la estaba observando. Se giró bruscamente, con el corazón en la garganta.
En la penumbra, vio una sombra que se movía en la esquina de la habitación. La sombra se acercaba a ella, con pasos silenciosos.
Piper se quedó paralizada, con el corazón en la garganta. No podía moverse, no podía pensar. Solo sentía un miedo que la paralizada, un terror que le helaba la sangre.
—¿Quién está ahí?—, preguntó, con voz apenas audible.
La sombra se acercó a ella, con pasos lentos y silenciosos. La oscuridad se sentía más densa, más amenazante.
Piper sintió que su corazón latía con fuerza. Sabía que estaba en peligro.
La sombra se detuvo frente a ella, proyectando una figura oscura y amenazante. Piper no podía distinguir su rostro, pero podía sentir su fría mirada sobre ella.
—¿Qué quieres?—, preguntó, con voz temblorosa.
La sombra no respondió. Solo se escuchó un susurro, un susurro que decía su nombre:
Piper...
Piper sintió que su cuerpo temblaba. No podía moverse, no podía pensar. Solo sentía un profundo miedo, un terror que le helaba la sangre.
Piper se quedó paralizada, con el corazón en la garganta. No podía moverse, no podía hablar. La figura se acercó a ella, con pasos lentos y silenciosos. Piper cerró los ojos con fuerza, esperando lo peor.
De pronto, sintió un agudo dolor en su brazo. Abrió los ojos con un sobresalto, y vio que la figura le estaba clavando un objeto afilado en el brazo.
Piper gritó de dolor, pero la figura le tapó la boca con su fría y húmeda mano. —No te preocupes—, susurró la figura, con una voz que le heló la sangre. —Todo va a estar bien—.
Piper sintió que su cuerpo se debilitaba. La oscuridad la envolvía, la ahogaba, la hacía sentir vulnerable. Justo cuando la oscuridad la estaba consumiendo, escuchó una voz familiar, llena de urgencia: ¡Piper!
La voz era de Axel. Su rostro, lleno de preocupación, apareció a través de la penumbra. La figura se apartó de Piper, y el la tomó en sus brazos. —Estás a salvo—, le susurró, con voz reconfortante.
Piper se aferró a él, con la sensación de que había escapado de la muerte. ¿Qué ocurrió?, preguntó, con voz débil.
Axel la miró a los ojos, con una expresión seria. —No lo sé—, dijo. —Pero no estamos solos. Hay algo más en esta escuela, algo oscuro y peligroso—.
Piper sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿Quiénes son?, preguntó, con voz temblorosa.
Axel la miró con una intensidad que la dejó sin aliento. —No lo sé—, dijo. Pero pronto lo descubriremos.
Axel la llevó a su habitación, donde la acostó en la cama. —Descansa—, le dijo, con voz suave. —Todo va a estar bien—.
Piper cerró los ojos, con la sensación de que no estaba a salvo. La Escuela Preston era un lugar oscuro y peligroso, y la figura misteriosa seguía acechándolos.
Axel se quedó a su lado, vigilándola. —No te preocupes—, le susurró. Estoy aquí contigo.
Piper se aferró a él, con la sensación de que era su única esperanza en este lugar oscuro y peligroso.
Al amanecer, Axel la despertó. —Tenemos que irnos—, dijo, con una expresión seria. No podemos quedarnos aquí.
Piper se levantó de la cama, con la sensación de que no estaba a salvo. —¿A dónde vamos?—, preguntó, con voz temblorosa.
Axel la miró a los ojos, con una intensidad que la dejó sin aliento. —A un lugar seguro—, respondió. Un lugar donde podamos descubrir toda la verdad.
Axel la llevó a la salida de la escuela, donde un coche los esperaba. —Tenemos que irnos—, dijo, con una voz llena de angustia. No podemos quedarnos aquí.
Piper se subió al coche, con la sensación de que estaba escapando de algo terrible. Axel arrancó el coche y se alejó de la Escuela Preston, dejando atrás aquel lugar oscuro y peligroso que la había aterrorizado.
Mientras el coche se alejaba, Piper miró hacia atrás, hacia la Escuela Preston, con la sensación de que no había escapado de la amenaza. La figura misteriosa seguía acechándolos, y la sensación de que aún quedaban secretos sin descubrir.
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