Él es un hombre singular, un profesional, dedicado a su empresa y bien posicionado. Con grandes dotes en la bolsa de valores y codiciado por cada mujer. Un hombre de carácter, respeto, con un físico y mirada imponente. Muchos se preguntaba si era gay, pero se notaba en su dedo el anillo de casado. Alex era un enigma, todo un poema su rostro, una incógnita sin respuesta para todo aquel que se interesara en su persona.
La respuesta a lo que muchos no sabían y en la posición que otras querían estar, era la fantasía que cumplía cada noche al llegar del trabajo. Cruzando la puerta aflojaba su corbata, desabotonaba su camisa, se servía un trago de whisky e iba directo al sótano. Ahí se encontraba ella, la envidia de muchas, encadenada de pies y manos, boca abajo en una camilla privada de pedir ayuda. Precedía a desabotonar su pantalón mientras le contaba su día de trabajo, elegía la mejor fusta y comenzaban los azotes. Ella ya no sentía dolor, por tanto esa noche fue diferente, ya no cumplía su misión. La satisfacción de Alex se basaba en el sufrimiento y como ella no sentía simplemente la mató.
En la próxima mañana seguro otra dama suplicaría su¨amor¨