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36. Un caballero sin la brillante armadura.

https://youtu.be/vM0Nzdy6qXY

Érase una vez cuando intentábamos construir una dinastía.

Una historia envidiada y soñada por todos quienes la conocían.

Para: Mi querida y amada Mina (Mi Cenicienta)

El principio de intercambio de Locard establece qué, cada contacto deja una marca, porque cada vez que hacemos contacto con otra persona, lugar, o cosa, el resultado es un intercambio de materiales físicos, y lo que quiero decir con eso, es que nosotros no necesitamos tocarnos para dejar una marca en el otro, para nosotros solo nos bastó una mirada y un zapato perdido. Porque desde el primer instante que te vi al otro lado de la calle, tú dejaste una marca en mí, incluso sin que yo lo notara y con el pasar del tiempo, cada parte de mí estaba llena de ti.

Me ayudaste a dejar mi dolor por la pérdida de Stella atrás, me ayudaste a seguir adelante y fuiste la mejor amiga que un brujo vudú me pudo conseguir. Me ayudas cada día y ni siquiera eres consciente del impacto que tuviste en mi vida, como conocerte me cambió y quiero creer, que yo te ayudado al menos una milésima parte de lo que tú me has ayudado a mí, que te hecho al menos una cuarta parte de lo feliz que tú me has hecho a mí. Y te prometo que al regresar voy a intentar llenarte de días buenos, que dejes atrás todos tus días malos y te llenaré de tantos buenos recuerdos que no tendrás lugar para los malos recuerdos de tu pasado.

Te extraño mucho, Mina, no tienes una idea de cuánto. Desearía estar contigo tomando café mientras conversamos de cualquier cosa, extraño molestarte y ver como arrugas tu entrecejo cuando te enfadas, extraño el sonido de tu risa y los dulces hoyuelos en tu cara. Te extraño y estoy contando los días que faltan para verte, en secreto, algunas veces también cuento las horas y minutos que nos separan, e imagino como será verte de nuevo y tenerte en miz brazos después de todo este tiempo.

No tenía la intención que esta carta sea tan larga, solo quería decirte que te extraño y te amo, que espero que en el momento que recibas esta carta, falten solo siete días para vernos y que también espero que estés bien. ¿Estás bien mi dulce, Mina? Yo espero que sí, porque no me gusta pensar que te encuentras mal. ¿Sabes lo que yo hago cuando te extraño? Miro el reloj que me regalaste para mi cumpleaños y recuerdo que a donde sea que yo vaya, tú también iras, y eso me reconforta porque a pesar que físicamente no estas a mi lado, siempre estás en mis pensamiento y corazón.

Te amo, Mina, nos vemos pronto.

Atte. Tu caballero sin la brillante armadura

Creíamos que estaríamos juntos toda la vida.

Que nada podría derrumbar los cimientos de nuestra dinastía.

La carta se arruga entre mis dedos y niego con la cabeza tratando de negar la realidad y el recuerdo de la voz de Isabella mientras me entregaba la carta, la razón de porque en lugar de ver a Vladimir, estoy leyendo este pedazo de papel.

Hubo un bombardeo, no sé supone que él debería haber he estado ahí, pero al parecer algo sucedió con el médico que debía ir a ese lugar y Vladimir lo suplantó. Nadie sobrevivió —me explicó ella con esa voz médica, como si hablara de cualquier otra víctima y no de su hermano, del hombre que yo amo.

Quise gritarle que a mí no me importan las otras personas que estaban ahí, que solo me importa Vladimir, pero no encontré la fuerza para abrir mis labios y decir algo, así que solo asentí con la cabeza y recuerdo que ella dijo algo más, pero yo dejé de escuchar.

También recuerdo que Sienna me ayudó a sentarme mientras Isabella seguía hablando. Pero yo no escuché nada de lo que ella dijo o fui consciente del momento en que se fue, lo único en lo que yo pensé es en los diez, veinte y hasta cuarenta años que se nos fueron negados, de los te amo que no pudimos decirnos y cada una de las promesas que no logramos cumplir. Lo único en lo que yo puedo pensar es en lo mucho que duele, y en como el dolor se expande con cada respiración, con cada latido de mi corazón. Un dolor que no parece querer detenerse nunca, como si estuviera acomodándose en mi cuerpo para doler por siempre.

Érase una vez cuando creíamos en los cuentos de fantasía.

En princesas, caballeros, para siempre y otras mentiras.

—Romina, Romina, detente, vamos, detente un momento y escúchame.

Me dice Sienna mientras me sujeta de los hombros con fuerza para que yo deje de dar vueltas por la sala.

—Solo respira un momento, Romina, respira... todo estará bien.

—NO, no digas eso, no vuelvas a decir eso nunca más porque eso es algo entre Vladimir y yo, y ahora él no está, así que nada volverá a estar bien. Nada volverá a estar bien.

Él ya no está.

La idea me golpea con fuerza y siento que no puedo respirar, llevo mi mano a mi pecho para intentar controlar el ardor que se expande por mi cuerpo, para detener el dolor que está perforando cada uno de mis nervios acercándose hasta mis huesos intentando debilitarlos y controlarme por completo. Pero no puedo detenerlo y el dolor gana, es el único vencedor de esta cruel y fría batalla, y lo único que yo puedo hacer es caer de rodillas contra el suelo y verlo regodearse de mi sufrimiento.

—Romina, estas teniendo un ataque de pánico y necesito que me mires, por favor, mírame.

Pero yo no puedo hacer lo que ella me pide, no puedo enfocar mis ojos en nada, porque lo único que yo quiero mirar en este momento son los ojos de Vladimir, sus amables ojos color miel.

Solo lo quiero a él.

—Por favor, por favor haz que vuelva, solo quiero que regrese a mí. Por favor, solo necesito verlo una última vez. Sienna, necesito verlo, por favor...

Solo quiero que regrese un momento, tal vez solo un par de horas o segundos. Solo quiero que vuelva a mí, aunque sea por un pequeño fragmento de tiempo. No espero que regrese por siempre, solo un minuto. ¿Es mucho pedir eso? Me conformaría con solo siete segundos. Tan solo quiero verlo una última vez, memorizar su rostro y grabarme el sonido de su voz.

Regresa, por favor, aunque sea solo por siete segundos. Tan solo regresa a mí.

Él prometió que volvería, que regresaría en seis meses y que todo estaría bien, y yo le creí porque él siempre había mantenido sus promesas. ¿Por qué entre todas las promesas que me hizo tenía que romper justo esta?

Creo que esto te pertenece —fue lo primero que me dijo él mientras sostenía mi zapato en su mano.

Te amo, Mina, nos vemos en seis meses —fueron sus últimas palabras hacia mí.

Pero él no regresó en seis meses, en su lugar solo me dieron una carta arrugada y un pañuelo sucio de un suave color marrón con mis iniciales grabadas en él.

—¿Recuerdas lo que decía Marina? —me pregunta Sienna, pero yo no puedo recordar nada en este momento. Lo único que yo quiero es ver a Vladimir. ¿Por qué es tan difícil de entender? — Decía que una forma de dejar ir el dolor es llorando y dejando que se drene de nuestro cuerpo a través de nuestras lágrimas.

¿Llorar? ¿Entonces si lloro hasta secarme todo dejará de doler? Pero eso me da igual, porque a mí no me importa si no deja de doler, yo no quiero que deje de doler, yo quiero a Vladimir, yo quiero al amor de mi vida de regreso, quiero los veinte, treinta, cuarenta años que él y yo nos merecemos. Solo quiero que regrese, incluso aunque no sea conmigo, solo quiero que vuelva. Porque el amor que siento por él me está cortando en miles de fragmentos, produciendo un intenso sangrado interno que ningún otro médico que no sea él, puede curarme. Ningún otro médico puede detener el vacío que me está provocando él saber que él no volverá.

Parte por parte, poco a poco, todo se volvió cenizas.

Nuestro castillo se derrumbó y la bruja malvada nos venció.

—Él no va a regresar y yo solo quiero que regrese, no sé cómo seguir si él no regresa. ¿Cómo se sobrevive a la pérdida del amor de nuestra vida? ¿Cómo se supone que debo vivir sin él?

Por favor, Vladimir, no me dejes —le pido en mi mente—. Por favor, vuelve.

Todo duele de una forma que jamás creí posible y lo único que quiero es estar de nuevo en sus brazos, sentir sus labios sobre los míos, pero más que nada, solo quiero volver a verlo, volver a tenerlo a mi lado. Solo quiero que vuelva. Pero él jamás regresará y a mí solo me queda aprender a vivir con la idea que amé, fui amada y perdí ese amor.

—Ven, Romi, necesitas intentar tranquilizarte.

No, eso no es lo que necesito, pero ella no podría entender lo que yo necesito ahora.

Vladimir está muerto.

Él estaba en el lugar incorrecto, en el momento equivocado.

Pero eso no importa, lo único que importa es que él murió.

Vladimir murió y me dejó sola.

Porque a pesar que no me encuentro literalmente sola, ya que Sienna esta junto a mí sosteniendo mi mano, mientras Tate trata de consolarme a su manera y Josie prepara algo de té o chocolate en la cocina, yo no escuché muy bien que iba hacer y tampoco me interesa mucho, dudo que yo pueda ingerir algo en este momento. Pero a pesar que tengo personas a mi lado que me están dando su hombro para llorar, que sostienen mi mano y me dicen que estarán conmigo en todo momento, yo me siento sola por la simple y sencilla razón que él ya no está.

No se supone que él debía estar ahí —me dijo Isabella.

Lugar incorrecto, momento equivocado... odio ese dicho, lo odio mucha más ahora porque no es justo para Vladimir, no es justo para mí y mucho menos es justo para nuestra historia. Muchos dirán, ¿cuándo la vida es justa? Pero ahora no me importa nada de eso, solo pienso en que no es justo que la vida de Vladimir haya llegado a su fin. Nosotros teníamos planes, promesa, sueños. Él debía regresar y pedirme que me case con él, debía venir y acompañarme a beber café, él debía regresar y hacerme compañía.

Él debía regresar  —pienso con tristeza.

Uno cree que cuando una persona que amamos muere, por alguna razón, el mundo debería detenerse, al menos un momento y dejarnos sufrir nuestra perdida. Pero el mundo no se detiene, a pesar que mis primas y Sienna se sienten tristes por la perdida, incluso aunque Isabella este devastada por perder a su hermano y a Jeremy le duela perder a su amigo, todos ellos siguieron adelante, porque la vida no se detiene.

Y la vida sigue, pero todo lo que yo necesito es un momento antes de intentar empezar a continuar... solo un momento, porque eso es todo lo que se necesita para que la vida de un giro y se ponga de cabeza, o en mi caso, que la vida vuelva a girar y se ponga en su posición normal, si es que eso es posible.

Él no va a regresar —me repito en mi mente.

No asistí al entierro, todos dijeron que debía hacerlo, que yo necesitaba un cierre, pero yo me negué porque no quería enterrar un ataúd vacío, no se sentía bien, no creí que fuera correcto.

La única persona que sabe lo que yo necesito ahora, soy yo y posiblemente Vladimir, pero él no está —fue mi respuesta antes de encerrarme a llorar en mi habitación.

Lloré mucho esos días, no creo haber llorado tanto antes, hubo un punto entre lágrimas y gimoteos, que pensé que me iba a secar de tanto llorar. Lloré hasta que ya no quedaron lágrimas, mis ojos ardían y mi cabeza palpitaba con fuerza, y sin embargo no fue suficiente para detener el dolor de saber que él no volverá.

Deberías volver a tus clases de ballet, eso siempre te hace sentir mejor —me sugirió Tate, en algún momento de la semana pasada.

Yo dejé de dar mis clases porque no podía concentrarme en las rutinas, así que dejé de bailar. Ahora solo me quedo en mi estudio, sola y en silencio, esperando a alguien que nunca va a llegar, porque cada vez que salgo de mi estudio de ballet, veo nuestra cafetería y pienso en la primera vez que compartimos una taza de café, pienso que la primera vez que él me vio fue cuando salí de mi estudio aquel primero de enero. Es por eso que me cuesta tanto salir de mi estudio, porque al menos aquí, tengo la idea que él va aparecer en cualquier momento con una taza de café.

Déjame invitarte un café —me dijo él la primera vez que compartimos un café—. Yo invito y tú pagas.

No puedo recordar un momento exacto en el cual me sentí de esta manera, y él único que parece compartir mi perdida es Max, que no deja de llorar y recorrer la casa buscando a Vladimir. Al principio yo lo buscaba y le decía que deje de hacer eso, pero ahora solo lo veo en silencio mientras él recorre la casa llorando por su dueño, porque esa parece ser su manera de lidiar con la perdida y, ¿quién soy yo para cambiar eso?

Es normal como te sientes, Romi, solo recuerda que ningún sufrimiento es eterno —me dijo Josie anoche.

Ella hizo ese comentario porque yo empecé a llorar por la simple y sencilla razón que ya no había té de manzanilla, aunque en el fondo sé que no lloraba por eso, pero estos días son así, lloro por casi todo, incluso por las cosas más absurdas, como el hecho que se haya acabado el té de manzanilla cuando yo ni siquiera bebo té de manzanilla.

Pronto dejará de doler —me aseguró ella.

Me repito eso mientras me levanto en medio de la madrugada en mitad de un sueño y las lágrimas vuelven a salir de mis ojos mientras el dolor se instala en mi pecho al darme cuenta que todo fue solo un sueño. Un hermoso sueño que mi mente ha creado para atormentarme con algo que jamás va a suceder.

Fue solo un sueño, tú no regresaras —le digo en mi mente.

Giro mi cabeza contra la almohada y grito contra ella, para intentar liberar un poco la frustración y el dolor. Porque es tan frustrante saber que no importa que haga, Vladimir Black sigue dominando mi corazón y mi mente porque yo le di ese poder, porque yo creí que todo entre los dos iba a estar bien.

Sienna sugirió que debía escribirle una carta, como una especie de despedida, la cual se nos fue negada, solo tenemos el adiós en el aeropuerto y su promesa de regresar a mí y prefiero quedarme con eso, que con letras sobre un papel que él jamás va a leer, así que en su lugar leo la carta que escribí esa mañana para él, cuando pensé que él iba a volver, cuando estaba feliz porque ya faltaban menos días para nuestro reencuentro.

Para: Mi hermoso caballero sin la brillante armadura.

Querido Vladimir, mi hermoso caballero sin la brillante armadura, sé que probablemente no leerás esta carta porque ya vas a estar aquí cuando esta carta consiga llegar a su destino, pero me di cuenta que encuentro cierto consuelo en escribirte, incluso si sé que no lo vas a leer. Me gusta pensar en nuestro reencuentro, en verte llegar en el aeropuerto y correr a tus brazos, porque tengo presente qué, los aeropuertos están para efusivas demostraciones de afecto. Pienso en la forma que me vas a sonreír mientras buscas la música correcta en el estéreo del auto de Tate, mientras yo conduzco hacia nuestra cafetería habitual porque tú has extrañado el café de Filadelfia. Imagino las discusiones que tendremos en el auto, tu sonrisa engreída y tu mirada llena de amor. Lo puedo imaginar todo con mucha claridad y entre más lo pienso, más anhelo que llegue el momento de verte y sé que solo faltan pocos días, pero te extraño tanto, tanto que ya no bailo sola en mi estudio, ya no le encuentro sabor al café y conduzco en silencio. Por favor, regresa pronto, porque la Cenicienta sin corona necesita a su caballero sin la brillante armadura.

Con amor, Mina.

Él era mi uno en un millón y ahora todo ha quedado en cero.

Ahora entiendo cuando dicen que hay personas que nacieron para amarse, pero no para terminar juntas, porque nosotros somos esas personas y nuestra historia jamás estuvo destinada a durar... este es el final.

Pero érase una vez cuando lo teníamos todo.

Y ahora de nuestra dinastía solo quedaron ruinas.

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