72. ¡Que siga y no se corte!
" La amistad mejora nuestra felicidad y disminuye nuestras desgracias doblando nuestras alegrías y dividiendo nuestro dolor" -Cicerón.
Es #LunesDeProblemas y tu cuerpo lo sabe:
Sus palabras me sientan como el mismo fuego. De repente, dejo de respirar. Las lágrimas se apoderan de mis ojos esmeraldas, volviendo mi vista borrosa. Luke me sostiene antes de que pudiera hacer algo estúpido como caerme.
—No... No entiendo —murmuro con la voz temblorosa. Luke pasa sus pulgares por debajo de mis ojos, limpiando mis lágrimas—. ¿Es una broma?
Me niego a admitir la verdad, debe ser una maldita broma. Baja la mirada y niega con la cabeza. Mi rostro lo dice absolutamente todo, ¿cómo sucedió esto? Si lo tenía tan controlado.
—Hay que aclarar las cosas —me dice Luke sacudiendo su cabeza levemente—. ¿De dónde sacaste que iría a Columbia?
—Emh... Yo... —tartamudeo.
Me toma de las manos y le da un fuerte apretón como si así, pudiera quitar todas mis inquietudes. Me obliga a mirarlo a los ojos, estos me trasmiten tranquilidad. Me siento bien, finalmente. Pone un mechón rebelde detrás de mí oreja y con un suave tacto recorre mi mejilla.
—Alex, todo saldrá bien. Solucionaremos este malentendido —me dice y como siempre, le creo—. Ahora, los dos debemos saber que pasó.
Asiento.
—Logan me dijo que tú irías a Columbia, en Nueva York. Quise darte una sorpresa.
Luke mantiene el silencio, cosa que me parecía inquietante y me estaba desesperando. ¿Qué le pasa?
—Creo que a pesar de todo no somos tan diferentes —me dice con una de esas sonrisas nostálgicas que me vuelven loca—. También quise hacerte una sorpresa. El día anterior a que Susan se fuese a su luna de miel, le pregunté sobre tus planes en la universidad. Ella me dijo que siempre quisiste ir a Cambridge, porque tú mamá estudió ahí. ¿Recuerdas el día que desaparecí? Y que cuando volví, saliste corriendo y bueno... —hace un silencio e intento no recordar esa noche—. Bueno, fui a visitar el campus.
Asiento. Es cierto, mamá había hecho la universidad ahí. Soñaba estudiar ahí desde pequeña. Pero desde pequeña, he cambiado, mis sueños son otros. Mi vida se tiró por la muchas veces desde entonces. Soy una persona completamente diferente ahora, una que no pensó en la universidad hasta que se enteró que el chico del cual está enamorada iba a ir a una.
Suspiro.
—Logan estaba convencido que irías a Columbia.
Él asiente.
—Estaba entre mis opciones antes de... Bueno, enamorarme. Siempre quise vivir en Nueva York —dice y bajo mi cabeza para ocultar la sonrisa de idiota que se deslizaba por mis labios —. Le mostré a Log la ficha que había que rellenar y todo... No lo pensé... —larga un suspiro frustrado.
—Somos unos idiotas —suelto y Luke concuerda conmigo—. ¿Qué haremos?
—Solucionaremos esto —me dice convencido—. No hay forma que me separen de ti.
NARRA LOGAN PALMER.
¿Por qué soy tan estúpido? Si tan solo no hubiese abierto mi boca... Si no le hubiese dicho a Alex que Luke quería ir a Columbia, nada de esto hubiese pasado. Ella lo habría preguntado a Luke a que universidad querían ir y los dos serían felices para siempre. Como tiene que ser y tuvo que ser desde un principio.
—Vamos, Log. No te sientas mal —Drake me dice sentándose al borde de mi cama.
—¿¡Cómo quieres que no me sienta mal!? —grito perdiendo, solo un poquito los estribos—. Mi mejor amiga se tendrá que separar del chico que ama por mi culpa. ¿Sabes lo que es verla sufrir?
—No puedes culparte —me dice en un fallido intento de hacerme sentir mejor—. Te equivocaste pero tus intenciones eran buenas.
—¿Estos trucos usarás con Ashley? Porque son una mierda —bufo. Drake intenta no reírse.
—No seas terco —habla luego de carraspear para ahogar las risas—. Deja de lamentarte. Sí, idiota. La cagaste fuerte. ¿Y qué? Todo va a solucionarse, ya verás.
NARRA ALEX FOSTER.
Me resulta tierno que Logan quiera ayudarnos. Enserio se está esforzando. Aunque me haya enojado con él al principio, me di cuenta de que no podía cargarle toda la culpa. Él solo me pasó el rumor, yo armé la historia.
¿Es que soy idiota? ¿Por qué no pienso antes de hacer las cosas? Si tan solo hubiese hablado con Luke, como cualquiera persona lo haría, decidí hacer las cosas a lo Alex Foster. Bueno, bueno Alex, si tú eres idiota, tu novio ha de serlo también.
¿Sorpresa, Luke? ¿Enserio? ¿Cuántas neuronas funcionando tienes? En fin, somos dos idiotas.
Han pasado dos días desde que nos enteramos que iríamos a universidades diferentes, dos días desde que los chicos se enteraron. Sus razones fueron variadas. Rieron, se pusieron mal, rieron, otra vez. Adivinen quien río más fuerte, sí. Sean Mitchell. No hablo mucho con él desde que todo esto de Luke pasó pero de vez en cuando intercambiamos incómodas palabras.
Aunque tratamos de actuar como si nada hubiese pasado, como si él no me quisiera, como si yo nunca hubiese sentido algo por él, no nos funciona. La tensión que se forma cada vez que estamos solos en una habitación es algo que nunca experimenté antes.
Muchas veces me replanteo la misma pregunta que no deja mi cabeza. ¿Qué hubiese pasado si Luke no hubiese perdido la memoria? Me dan miedo las respuestas, sinceramente. Y como me llamo Alex Foster, no soy capaz de hacerles frente e intento distraerme.
—¡Hola tonta! —doy un brinco. Demasiado silencio como para ser martes. Con el corazón bombardeando a mil por hora, me giro para ver a Alice entrando a nuestra cocina. Carga en sus brazos bolsas de diferentes tiendas de Los Ángeles. Deja todo en la mesa en la cual me encuentro estudiando. Bueno, en realidad estaba por comenzar pero como siempre, empecé a vagar por mi mente.
—¿Y a ti que pasa? —pregunto. Todos, absolutamente todos nos estamos preparando para los finales. Excepto por esta chica, que parece haberse divertido yendo de compras.
—La vida me sonríe, Foster —sonríe y se sienta en la silla en frente mío.
—¿O mi hermano te sonríe? —pregunto en un tono juguetón mientras juego con un lápiz.
—No debo estar con un chico para estar feliz —ella rueda sus ojos molesta por mi comentario. Pongo una mueca, tiene razón.
—Touché —digo tomando la sabia palabra de Alice—. ¿Entonces qué?
—¿Recuerdas a mi tía Mérida? —inquiere mirándome con una sonrisa emocionada.
—¿La pelirroja de rizos? —interrogo intentando recordar. Ella rueda sus ojos por segunda vez en esta charla. Tranquila, chica.
—No, esa es la de "Valiente" —me corrige y resopla—. Mi tía Mérida.
—Ahhh, la que es profesora —asiento recordando una navidad que pasé con mi mejor amiga hace años. Su tía Mérida es una señora que ronda los cincuenta, quizás más. Siempre seria y de aspecto terrorífico. Al principio. Luego es una mezcla de dulzura y risas. Hasta lo que recuerdo, tiene el pelo canoso, dejándoselo casi blanco, una sonrisa amenazadora y de figura esbelta pero autoritaria.
—¡Es profesora en Cambridge! —exclama ella con una sonrisa. Pero nada comparada a mi sonrisa, que compite con la del gato de Cheshire.
Siento como una ventana de oportunidades se abrió en mí. De repente me siento muy intrigada, me inclino más.
—¿Enserio? —pregunto con un cierto brillo esperanzador en los ojos. Alice asiente repetidas veces.
—Ayer, hablando con mamá, sacó el tema de la tía Mérida y me recordó que enseña en la universidad y es parte del departamento de admisiones. Y bueno, uní todo —se alza de hombros con una sonrisa de orgullo.
—¡Eso es genial, Alicia! ¿Crees que ella pueda recibir mi aplicación? —pregunto temblorosa. Estas son épocas de entregas de resultados, no de aplicaciones, ese tiempo ya pasó.
—Claro, cuando vuelva a casa hablo con ella —asegura alzándose de hombros. Sonrío, quizás si existe una posibilidad después de todo—. Lo que sea para que Alex Foster se quede con el idiota que ama —habla y suspira cansada.
—No soy un idiota —me sorprende cuando Luke hace su aparición en la cocina. Se apoya en el marco de la puerta, con las manos en los bolsillos de sus jeans.
—Sí lo eres —decimos mi mejor amiga y yo al unísono. Eleva sus cejas.
—No me sorprende de Alice —dice él mirándola. Alice eleva las comisuras de sus labios—. Pero de usted... Señorita Foster... —me da una mirada amenazante.
—Y es aquí cuando me voy —sentecia la castaña y se levanta para desaparecer rápidamente. Deja todas sus bolsas aquí así que supongo que subió a ver a Drake.
Luke se acerca a mí y apoya sus manos encima de mis libros, cubriéndome la vista ante tantas palabras con tanta sabiduría que tenía que aprenderme.
—Muévete, idiota. Debo estudiar —digo haciendo énfasis en la segunda palabra.
—¿Así tratas a tu novio? —pregunta actuando su papel de dramático ofendido.
—Puedo tratarte peor —digo sonriendo con inocencia—. Muévete —le pido sin una pizca de broma en mis ojos. Niega con la cabeza—. ¿Qué pretendes hacer, además de no dejar que estudie?
—Algo muy maduro —me advierte alzando una ceja. Sus manos se dirigen directo a mi cuerpo y me ataca a cosquillas. Comienzo a moverme como un pez que quiere escapar del pescador.
—¡No, no! —grito riendo descontroladamente.
***
—No debería estar aquí —le recuerdo mientras recorremos los distintos pasillos.
—Cállate y pásame los fideos —me pide Thomas leyendo su lista del supermercado. Hago lo que me pide.
Sábado a la mañana y estoy acompañando a Blake a hacer las compras. Debería estar estudiando. Sí, creo que me estoy obsesionando con esto. Hay exámenes a la vuelta de la esquina.
—Hablo enserio cuando digo que necesito estudiar —le digo pasándole el aceite, el cual agarra y pone en el carro.
—Y yo también hablo enserio cuando digo que te hará mal estudiar tanto. Tienes que eliminar la tensión —me dice mirándome a los ojos.
—Claro, es fácil decirlo. Tú ya lo tienes todo solucionado —mascullo.
—Sinceramente sí, no debo ni estudiar. Con más razón, sigue mis consejos —me dice sin mirarme. Thomas parece haber nacido inteligente, no entiendo cómo hace. Es como la maldita Wikipedia. Hablamos de Noruega y él estuvo ahí, hablamos del clima y él es meteorólogo, hablamos de John Lennon y él recibió las cinco balas por él, hablamos del aborto y él ya ha abortado.
Bueno, quizá exagero un poco.
—¿Entonces podemos comprar cereales? —le pregunto como si fuese una cría de cinco años con brillo en los ojos.
—Eres igual que Drake —murmura riendo—. Pero está bien, vamos.
Sonrío como idiota, liberando un poco de la tensión que tenía acumulada. Camino con mi amigo por los pasillos del supermercado al que habitualmente venimos, no hay alguien que venga todas las veces, simplemente va el que tiene tiempo, armamos una lista y a la persona que le toca solo le queda recogerlas de las góndolas. Thomas, como siempre, tiene tiempo libre y me arrastró a mí con él. Ya no me quejo, creo que al final de todo tiene razón. Necesito relajarme.
Cuando terminamos, hacemos la corta fila para pagar y nos vamos. Son muchísimas cosas, siempre lo son. Somos nueve adolescentes y una bebe. ¿Saben cuanta comida necesitamos? ¡Uff! Somos peor que un ejército y cincuenta embarazadas juntos.
—¿Cuándo sabrás si entraste o no? —me pregunta Thom una vez que hemos emprendido nuestro camino a casa—. Me sorprende que Cambridge haya accedido aceptar un ensayo tan tarde.
Omito el detalle de que la tía de Alice me ayudó con eso.
—En unas semanas debería llegarme algo—murmuro alzándome de hombros.
Él se limita a asentir. Thomas fue aceptado en una universidad en San Francisco de cajón. Esa era su primera opción, pero entró a muchas más. Creo que su peor resultado fue Brown que lo dejó en lista de espera. Es decir, ¿quién no quiere a un Thomas? Todas las universidades deberían pelearse por Thomas Blake.
—Y devuelta a los silenciosos estudios —digo molesta mientras bajo del auto, la verdad es que me molesta el silencio que reina en la casa. Necesito oír a Logan cantar desafinadamente One Direction, a Shane gritándole al antes mencionado que Louis Tomlinson no tiene trasero, a Sean poniendo música a todo lo que da, al viejito de nuestro vecino retándonos, a los raros bailes de Drake, a las comidas que nos preparaba Thomas mientras menea su trasero al ritmo de la música, a Cameron gritando que necesita sus siesta de belleza y a Luke, con sus gritos idiotas cuando algo pasa en su libro o cuando su equipo favorito de fútbol pierde una oportunidad de touchdown. ¡Hasta creo que extraño los gritos de Britanny y el llanto de Ashley! Todo por cortar con el silencio.
Bajo hecha un mar de pensamientos y me aproximo a la puerta principal cuando oigo música venir desde dentro de la casa. Frunzo el ceño, ¿quién no está estudiando? De repente, gritos y risas. Miro a Thomas y él se alza de hombros, no tiene idea. Entramos.
Sean esta en uno de los sillones, jugando con su consola de DJ. Logan, se ha quitado la remera y ahora está montado en un unicornio inflable que Britanny nos trajo cuando viajó a Paris. Luke, Shane y Cameron bailan al ritmo de la música del tatuado, Drake tiene una cerveza en una mano y a Ashley en la otra, la cual ríe como loca cada vez que mi hermano la hace girar.
—¡Heey, volvieron! —Shane se acerca a nosotros.
—¿En qué momento improvisaron una fiesta? —bromeo con una sonrisa en mi rostro.
—Thomas nos enseñó a eliminar tensiones —dice mi amigo castaño palmeando el hombro del futuro doctor, este le guiña un ojo.
Luego de pedirles ayuda para bajar todas las compras, la fiesta sigue aunque sea mediodía. Britanny, nos sorprende con bolsas de McDonald's y helado. No sé qué rayos le pasó en la cabeza, pero parecía estar de buen humor. Muy buen humor. Los chicos le agradecieron a besos y abrazos, excepto Luke. Lo tengo bien vigilado al amigo...
Conclusión, nuestro sábado se basó en risas, comida y música. Nadie mencionó nada sobre universidades o exámenes, simplemente nueve adolescentes locos viviendo.
Y esto, me gusta.
***
Nota de la autora:
Heey, ¿cómo estan?
Sinceramente no tengo mucho para decir 🤓 así que adios.
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