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53. ¿Te casarías conmigo?

"Decidí enamorarme de la vida, es la única que no me va a dejar sin antes hacerlo yo" —Pablo Neruda.


—Alexandra ¿puedes quedarte quieta? —pregunta Amil, la señora que me tiene que maquillar intentando sostener mi cara. Apuesto a que ella daría lo que fuera por poder atarme a la silla.

¿Me dijo Alexandra? ¡Nadie puede decirme Alexandra excepto yo!

—Me pica la nariz —me quejo molesta ya que esta señora definitivamente no me cae bien.

—¿Puedes esperar? Necesito que te quedes quieta.

Niego dos veces con la cabeza y ella gruñe porque efectivamente, me he vuelto a mover. ¿Cómo es que las modelos hacen esto todo el tiempo? Es demasiado incomodo tener a alguien respirando a centímetros de ti mientras te maquilla.

—No me muerdas —suplico asustada. Ella suspira cansada y se echa hacia atrás. Le envía una mirada a mi tía, rogándole que me diga algo.

—Alex, pórtate bien —me pide mi tía sin mirarme ya que, a ella, una chica que lucía más amigable, la estaba maquillando.

—Cameron maquilla mejor que ella —murmuro y esta Amil, abre sus ojos como platos. Nunca he visto a Holt maquillando, no sé si sabe hacerlo, pero no me sorprendería que tenga ese talento oculto.

—Me cansé con esta niña —gruñe y se gira a guardar las cosas.

—Y, terminamos preciosa —le dice una mujer que luce el doble de amigable y bondadosa que lo hace la que está maquillando a Susan. Alice le sonríe y le agradece.

—¿Por qué no puedes portarte como tu amiga? —pregunta Amil. Me encojo de hombros. Que Jesús le diga.

—¿Por qué usted no puede comportarse como ella?

Bufa y vuelve a acercarse con sus brochas.

Ya es medio día, comimos junto a los chicos. Pero luego, Jack se llevó a los chicos a hacer no sé qué cosa. Lo que me molesto fue que ellos hayan ido a su despedida de soltero y Susan no nos haya dejado ir ni a mí ni a Alice. Vaya a saber que hicieron ahí. ¡Los amigos de Jack alquilaron un club! Y las fotos de Snapchat no me dijeron nada bueno.

Luego de media hora, Amil afirma que estoy lista. Suspiro de la alegría y me paro de la incómoda silla de la cocina, que ya tenía mi trasero entumecido.

—Chicas, tenemos poco tiempo. Corran a cambiarse.

Asentimos. Las damas de honores—las cuales ya estaban vestidas con un lindo vestido color crema— que son las mejores amigas de Susan, se paran y suben junto a mi tía para poder vestirla y ayudarla a que se arregle.

Subo las escaleras, sintiéndome rara por las capas de maquillaje que tenia encima. En eso, paso por la habitación de Luke y los recuerdos invaden mi mente. Una sonrisa tonta se estira en mis labios. Ay, Luke.

—Alex —me llama Alice. Agita una mano frente a mi rostro—. Muévete.

Asiento y salgo de mi pequeño trance.

—No quiero preguntar qué rayos pasó con Luke allí dentro, pero los siento muy cariñosos —dice ella mientras entramos a mi habitación, nuestra por el momento.

—Todo a su tiempo —me río alzándome de hombros.

Al entrar, me apresuro a buscar los vestidos que compramos en nuestro segundo día en Londres. Definitivamente el de Alice es una pasada, escogió un vestido largo. Es de color crema mezclado con gris, difícil de explicar y lleno de pedrería en color lavanda. Cuando se lo termina de poner silbo y aplaudo.

—Mi hermano definitivamente va a caer de culo cuando te vea.

Ella se sonroja, claramente no esperaba ese comentario, y agacha su cabeza avergonzada mientras se pone sus tacones de aguja color crema.

—No te pongas así, sé de sobra que hay algo entre ustedes dos. Y no me molesta, al contrario, me encanta. Eres genial para él.

—Ojalá fuera así de simple —suspira por lo bajo, pero decido no seguir preguntando. Se nota que no son simples adolescentes que se gustan uno al otro, si no que mi hermano tiene una hija y a Britanny.

Termino de ponerme mi vestido y cierro el cierre hasta el final. No es tan extravagante como el de Alice, sinceramente no me van las cosas así. Es perfecto para mi. Es de color verde lima, me enamoré del tono en el segundo que lo vi en la vidriera. Es corto hasta la mitad de mis muslos y con un buen escote. Lo curioso es que tiene un cierre desde arriba hacia abajo, dándole un lindo detalle. Es súper fácil de poner.

—Amo tu vestido —dice Alice mientras me ve subirme en unas armas asesinas de quince centímetros color blanco. Suerte que se manejar tacones aguja.

—No sé cuento tiempo vamos a resistir en estos —le digo mientras miro nuestros tacones ya que, los habíamos comprado iguales solo que en diferentes colores.

—Una hora. Por eso, vamos a llevar nuestras amadas Vans.

Una vez que estoy lista y con el bolso en mano, me miro otra vez en el espejo, chequeando que todo esté en orden y veo que los tacones me hacen unas piernas del infarto. Lindo detalle.

Cuando Alice termina de preparar lo suyo, como Susan nos dijo, tomamos las llaves de su auto y nos vamos ya que ella tendría que llegar junto a sus damas de honores y junto al abuelo. Así es, tengo abuelo, aunque no lo haya visto hacia ya 16 años, ya que se fue a vivir a Argentina cuando tenía un año. Será raro verle otra vez, pero ya qué.

Con Alice subimos al auto de mi tía. La oígo festejar porque al fin el lado del conductor es el lado "correcto". Ella es la que conduce. Yo no soy muy confiable al volante. Se quita sus zapatos y me los da a mí, que los pongo en mi bolso. Mi mejor amiga pone en marcha el motor y arranca, con las indicaciones del GPS. Bufo al leer que falta media hora para llegar. Mi tía me enseñó fotos de la iglesia, es preciosa y lejos de la ciudad.

—¿Tú sabías que Katherine esta aquí, en Londres? —pregunta Alice una vez que estamos en camino.

—¿Qué? —frunzo en ceño mientras ajusto mi cinturón de seguridad.

—¿Es que las has eliminado de Snapchat? Ha subido una historia aquí.

—Ya es demasiada coincidencia —gruño.

—Mucha. ¿Crees que ella...?

—No —la interrumpo con rapidez—. No creo.

Alice asiente. Empezamos a hablar de temas al azar y sin importancia ya que el viaje se presta para ello. De repente mi celular suena y veo que es un mensaje. No puedo evitar sonreír como una idiota cuando lo abro.

Luke McQueen: Muero por verte con ese vestido.

—¿Que sucede? —pregunta mi mejor amiga sin poder quitar la vista de la carretera.

—Nada —respondo intentando calmar mi estúpida sonrisa.

Alex: ¿Qué tal luces en traje? Muero por ver eso también.

—Es Luke, ¿verdad? —casi suelta una carcajada.

—No, Logan me envió una foto de un pato besando a un lagarto —miento.

—Te crecerá la nariz por mentirosa, Alexandra. ¿Cómo un pato va a besar un lagarto? —repone y me mira con sus ojos entrecerrados.

—¡No me digas Alexandra! Quizás la foto este editada—le reclamo. Bloqueo mi celular para que no vea.

—No me das miedo. Alexandra, Alexandra, Alexandra —repite en voz alta mientras ríe y lo único que puedo hacer es bufar y quedarme callada ya que no hay ningún remedio. Ella es Alice y me llamara Alexandra cuantas veces se le cante sin importar cuanto lo odiaba.

Al cabo de cinco minutos, en los que me pase tonteando por mensajes con Luke, Alice estaciona lejos, ya que había una impresionante cantidad de autos estacionados por las calles de la iglesia.

—Vaya que tu tía se está por mandar algo bueno —comenta ella con una mueca de asombro y no puedo evitar reír.

Bajamos del auto y me comienzo a sentir algo nerviosa. ¡Joder Alexandra, ni que te estuvieras por casar tú! Pero es que Luke estará ahí dentro y por alguna extraña razón me pone de los pelos.

Comenzamos a caminar hacia la iglesia, donde más personas se juntan y entran, todos vestidos de etiqueta. Veo de reojo algunos autos demasiado costosos, supongo que vienen de parte de Jack. Cuando entramos, varios descarados que me recorren con la mirada desde los pies a la cabeza, solo puedo mirarlos con una mueca de asco y seguir entrando. ¿Cuándo será el día en el que los hombres dejen de mirar a las mujeres como pedazos de carne fresca?

Hay gente sentada en los largos asientos de madera, de hecho, un montón de gente porque la iglesia es inmensa. Diviso cerca del altar, a Jack, con un traje negro demasiado elegante y lo hace resaltar entre los demás.

En la segunda fila, los veo a los siete. Todos de traje. Algunos de moño y otros de corbata. Alice se aproxima a ellos mientras que yo me quedo donde estoy. Desde aquí tengo una perfecta vista de la cara de idiota que pone mi hermano al verla. Le ofrece sentarse al lado de ella. Con mi celular, le envió un mensaje a Luke que no parece encontrarme ni por la izquierda, ni por la derecha.

Para Luke McQuenn: Atrás de ti.

Baja la mirada a su celular y se apresura a girar la cabeza hacia atrás. Me ve entre la multitud de gente. Se levanta y se acerca a mí a grandes zancadas.

Me recorre con la mirada desde abajo hacia arriba descaradamente, pero me importa una nada ya que tiene puesto un traje y amo como se ven los chicos en el. Y más si es Luke.

—Esta preciosa —me toma de la mano y me hace dar una vuelta—. Espero que nadie se te insinúe, no quiero causar problemas.

Me río ya que pocas veces Luke saca esta faceta de sobreprotector.

—No te preocupes, sé manejar la situación yo solita —palmeo dos veces su hombro.

—Y eso, es lo que me encanta de ti.

Me sonrojo de una manera que hasta se siente raro.

—Alex, me estas volviendo loco en ese vestido —murmura en mi oído.

Deja un corto beso en mis labios, pero no es suficiente para calmar las ganas de me ha dejado después de ese comentario, aunque no podemos hacer mucho mas ya que en cualquier momento los chicos comenzaran a preguntarse a dónde estamos y eventualmente se van a girar.

—¿¡ALEX!? —oigo la chillona pero reconfortante voz de mi tía.

Me giro con una sonrisa.

—¡Tía Larissa! —ella me atrapa un abrazo ya que hace casi un año que no nos vemos debido a su viaje sin retorno a Roma. Pero algo me llama la atención, su enorme panza. Y no parecen hamburguesas.

—¿Tía estas...? —intentando no ser tan descarada.

—Efectivamente embarazada —contesta ella con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡TENDRÉ UN PRIMO! —exclamo con emoción—. ¡Luke tendré un primo! —salto encima de él. Me toma por la cintura luego de unos nanos segundos ya que claramente lo agarro por sorpresa. Me suelto y abrazo a mi tía que mira curiosamente a Luke.

—Ohm, tía el es Luke, es mi...

—Amigo —carraspea Luke al ver que me he quedado callad—. Algo así.

—Bueno, es un gusto conocerte Luke.

—Lo mismo digo —sonríe él y sé por el rostro de mi tia Larissa que ha quedado cautivada.

Se va y nosotros volvemos con los chicos que no se habían percatado que nos fuimos, excepto por Sean. Tiene sus ojos clavados en mí. Y si las miradas mataran, ya estuviera muerta. Y Luke también, porque no.

Todos guardamos silencio cuando la música suena. La típica música que me he cansado de escuchar en las películas, solo que ahora no es ficción, es mi tía casándose. Las puertas se abren y por instinto todos nos paramos a ver. Ahí esta ella, de mano de un señor canoso que debo suponer que es el abuelo Robert, del que tantas aventuras he oído hablar, pero nunca hablamos.

Se veía preciosa en aquel vestido blanco, pegado al cuerpo y con pedrería. Detrás de ella, y teniendo su largo velo, iban dos niños. Parecen tener la misma edad 3 o 4 años, una era niña y otro era niño. Me hace acordar cuando Drake y yo éramos niños.

Inconscientemente llevo mi mirada a mi mellizo que también, sonríe nostálgico. Ella llega al altar y mí abuelo, suelta su brazo, no sin antes besar su frente. Miro a Jack que poco no se desmaya de la emoción.

***

—Esto me pone muy emotivo —Shane finge secarse una lagrima.

—Lo sé —concuerda Cameron al asentir—. Alex, manda a los idiotas a la mierda, ¿te casarías conmigo?

Suelto una carcajada sarcástica. Estamos fuera de la iglesia y por irnos a festejar ya que la noche esta por caer y el lugar que Susan había reservado esta de la puta madre. Los tortolitos habían sido los primeros en irse en la limosina y la gente ya comienza a irse por su lado también.

—Drake, ven, hay alguien a quien quiero que recuerdes —le digo y él asiente mientras los demás se adelantan a los autos. Caminamos en silencio entre la gente mientras ruego de que no se haya ido. Por suerte, no lo hizo y se encuentra hablando con una de las damas de honor.

—Tía, te he traído una sorpresa de Los Ángeles —le interrumpo a sus espaldas.

—Oh, niña, no hacía falta, pero... —voltea y abre los ojos como platos al ver a mi hermano—. ¿Drake?

Me sorprende que lo haya reconocido tan fácil, supongo que hay algunas cosas que nunca perdemos de niños. Mi mellizo asiente y los ojos de Larissa se llenan de lagrimas al verlo y no duda un segundo en abrazarlo. Drake la recibe de brazos abiertos.

—Nunca podré olvidar esos ojos —le dice en el oído, aunque soy capaz de escucharlos—. No podrías haberme traído mejor sorpresa —me abraza y luego a los dos—. Al fin mis dos niños juntos.

Intento no llorar ya que correría el maquillaje que la dulce Amil me hizo.

—¿Por qué no vamos juntos hacia el salón? —pregunta mi mellizo entusiasmado—. Veo que hay mucho de qué hablar... —lleva una mirada a la panza de mi tía.

Espera a que le contemos que Drake tiene una hija más grande que ese feto.

—Me parece bien —respondo encogiéndome de hombros.


***

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