51. Viejos y no tan nuevos tiempos.
"Que valientes los corazones rotos que aún siguen amando"
—¡CAMERON! —vocifero con enojo. El imbécil no parece entender que ya deberíamos estar en el aeropuerto por abordar el maldito avión al maldito Londres.
—No puedes interrumpir mi sueño de belleza —repone él bajando las escaleras mientras arrastra una maleta negra con total calma. Tiene puestos unos jeans oscuros y una camisa lisa negra, su pelo esta perfectamente desordenado y no hay rastro ojeras en su rostro. ¿Lo dice en serio?
—¿¡Podrías hacernos el favor y terminar de bajar?!—exclama Drake alterándose.
Dios, mi hermano. Ha estado actuando como idiota desde lo que pasó ayer. Creo que le cayó la ficha, al fin. En unas horas vería a toda la familia que él olvidó hace doce años, claro que está nervioso y no le digo nada, lo entiendo. Pasé por lo mismo, aunque no lo hayan notado. Es decir, puedo esconder mis emociones bastante bien, mi mellizo apesta en eso.
—¡Llegué!
Alice entra a la casa, toda alborotada y agitada con su maleta en mano y una sonrisa en el rostro. Sigo sin recordar en qué momento invité a Alice, pero es Londres y ella es mi mejor amiga, es darlo como hecho.
—Ya estamos listos entonces —sentencia Thomas en su tono autoritario y todos asentimos—. Debemos apurarnos.
Salimos de la casa cargando todas las maletas en los diferentes autos de los chicos, hicimos todo a las apuradas porque al parecer, Michael quiso torturarnos al asignarnos el vuelo de las siete de la mañana, y el idiota de Cameron es más difícil de levantar que una roca. Por esta vez, yo no fui el problema.
Esta mañana no quise mirarme al espejo, seguro luzco como si me hubiesen dado dos golpes en los ojos. Pero tampoco que me avergonzara, todos lucen igual que yo, excepto por Cameron Holt, diva de Hollywood. Esta fresco como una lechuga y es envidiable.
Me subo al auto de Luke junto a Shane y Logan. Me recuesto en el asiento y tomo una profunda respiración. El auto se pone en marcha y Shane arranca a toda velocidad para no perder el vuelo.
(...)
Al llegar al aeropuerto, nuestro vuelo ya había sido llamado para embarcar y nosotros fuimos los últimos en hacerlo. Los de seguridad nos miraron mal, pero de todas maneras se hicieron a un lado tras revisar nuestros boletos y pasaportes.
—Mueve el maldito culo, Shane —se queja Logan empujando a el otro para que pase por el detector de metales. La señora de seguridad me fulmina con la mirada.
Shane se gruñe y se queja de que nos estamos demorando. Esta muy irritable por el horario y las pocas horas de sueño que tuvo. Comienzan a discutir y Sean debe meterse entre los dos para que dejasen de pelear.
Tras varios percances, logramos ubicarnos en nuestros asientos y me toca al lado de Logan. Definitivamente no será un viaje aburrido.
***
Son casi once horas de viaje en las cuales me entretengo charlando con Logan y Shane, haciéndole bromas a Thomas —se sienta atrás— como esconder su celular, ponerle crema de afeitar en la cara mientras duerme y mancharle los pantalones con comida. Duermo las dos últimas horas del viaje y me despierto cuando la azafata indica que nos pongamos los cinturones de seguridad para el aterrizaje.
Mantuve la ventanilla cubierta todo este tiempo porque el sol se volvía molesto, pero la azafata insiste en que la levante. Frunzo el ceño, ¿qué sentido tiene?
Al abrirla observo cómo nos acercamos cada vez más. Suelto un suspiro al ver la encantadora ciudad que tengo enfrente. Me giro para ver a Logan, me esta sonriendo. Esta feliz por mi... O es un psicópata.
Aterrizamos y una vez que el avión se ha acomodado en la manga, me quito el cinturón de seguridad. Tomo mis cosas con tanta rapidez que Logan debe pedirme que no me acelere tanto, que Londres no iba irse a ningún lado. ¡Pero es que extraño demasiado!
Espero demasiado paciente a que las personas de las primeras filas se bajen y luego me pongo a apurar a todos los que tengo adelante. Atravesamos la manga y respiro profundo una vez que estamos en la zona para retirar equipaje. Escuchar a la mayoría de las personas hablando con el típico acento inglés que poco a poco voy perdiendo, me hizo sentir como en casa. Siento en este preciso momento, con mi hermano, mi mejor amiga, los chicos y en suelo inglés, como mi corazón se llena.
Sin embargo, exceptuando a Alice, soy la única que se siente así. Los chicos van dormidos y Drake... Drake está a punto de sufrir un ataque de ansiedad. Me acerco a mi hermano.
—¿Cómo te sientes? —me atrevo a preguntar. Él quita su vista del suelo y me mira a los ojos.
—No lo sé, es raro —responde en un hilo de voz.
Asiento. Aunque me haya dado una respuesta así de estúpida, lo dejo pasar ya que debe ser muchísimo para asimilar. Su estomago debe estar hecho un nudo y no encuentra las palabras para describirse. Así me sentí yo en su momento.
Pasa literalmente media hora hasta que los nueve encontramos nuestras maletas. Sumandole que casi nos peleamos con un estadounidense furioso porque Alice se confundió y saco su equipaje al ambos tener el mismo modelo de macuto. Fue desastroso.
Estamos listos cuando pasamos por las puertas. Busco a Susan con la mirada. Había prometido buscarnos. La diviso a metros de distancia, pero me fue difícil ya que esta maquillada y ahora es rubia, si no hubiese sido por su blusa, la cual le regalé para su cumpleaños el año pasado, no la hubiese reconocido. Sospecho que se la puso apropósito porque sabe que su cambio de look es demasiado radical.
—Susan —murmuro entrecerrando los ojos una vez que tan solo unos cuantos pasos nos separan.
—Alex —responde ella de la misma manera.
—¡Eres tú! —chillo con emoción. Suelto la maneta de mi maleta violeta y salto a abrazarla. Ella me recibe de brazos abiertos y con una sonrisa de oreja a oreja. Me cuelgo a su cuerpo y se tambalea en sus zapatos de tacón. Cuando nos separamos, siento que ha pasado una eternidad, pero los chicos recién se acercan.
Acomodo mi sudadera y con una sonrisa, vuelvo la vista a mi tía. Mi estomago se revuelve con nervios.
—Ese de ahí, es Drake —murmuro poniendo mis ojos en mi mellizo. Susan lo identifica con rapidez y sus ojos se llenan de lágrimas a medida que mi hermano se acerca.
Él acelera el paso, se lo ve sumamente nervioso, aunque lo está disimulando bastante bien. Se queda estático a centímetros de su tía y la observa bien. Puedo jurar que se le escaparon un par de lágrimas al verla, pero no puedo confirmarlo ya que rodea con sus fuertes brazos a Susan. Aunque Drake es alto, encuentran la manera perfecta.
Sonrío al ver la escena. Sin darme cuenta, una lágrima se desliza por mi mejilla y al ver que los chicos me miran fijo, la quito rápidamente.
Al fin, esto es todo lo que quería, de una manera muy retorcida, con seis candentes chicos de más, pero lo era.
Para ti, mamá.
[...]
Luego de que Susan saludara a todos los chicos, dándoles la bienvenida y asegurándoles que la pueden llamar tía, exceptuando a Alice que ya lo hacía, nos presentó a Jack y Dios santo, no puede ser más atractivo. Le dio al clavo. Es castaño, alto y parece bien formado. A diferencia de los chicos, él tiene una postura más madura y se lo ve más adulto por los rasgos de su cara.
—Los autos están esperando afuera —dice Jack con su perfecto acento inglés. Es lo más lindo que he oído decir en muchos años.
Alice me golpea las costillas con su codo y me envía una mirada de advertencia. Uhm, mejor dejo de mirarlo así.
***
Ya es nuestro segundo día en Londres. En realidad, primero ya que ayer hasta que llegamos, conocimos la enorme casa, es fantástica. Se nota que aún faltan cosas por poner y más decoraciones pero no deja de ser espaciosa y linda.
En el viaje a la nueva casa de Susan investigué mucho sobre Jack. Resulta que sus padres son grandes empresarios, que le dejaron todo a él, por ende es algo así como adinerado. Mi tía, con su financiación obviamente abrió varios más restaurantes, cosa que por la que estoy muy orgullosa. Y así sucedió, casa gigante, tíos ricos.
Es demasiado raro visualizar en mi mente el departamento anterior y la nueva casa. Y lo más loco fue pensar que si ella hubiese conocido a Jack meses antes, no estaría con mi mellizo y mis nuevos amigos.
Suena irónico pero no me arrepiento de nada.
Nos distribuimos en las habitaciones. Susan ya había preparado la mía meses atrás según ella y la decoró a mis gustos, cosa que le agradezco. Le dio al clavo porque me conoce de sobra. Alice no quiso dormir sola así que duerme conmigo. Extrañamente, también le preparo una habitación a Drake. Solo que él no la comparte. Los chicos ocuparon el resto. Luke y Cameron en una, Logan y Shane en otra y Thomas con Sean en la última.
Ahora mismo el reloj marca las cuatro de la mañana y todo el mundo duerme, excepto yo, que estoy lista para ver a mis estúpidas favoritas, Lexi y Anastasia. Me levanto de mi cama silenciosamente para no despertar a Alice y de mi armario tomo unos jeans oscuros, unas botas de tacón, una remera simple color blanco y una chaqueta de cuero, mi favorita. Agradezco el sueño pesado que tiene mi mejor amiga por las noches y me cambio sigilosamente. Con mis botas en mano, voy al baño, me peino y cepillo mis dientes, observando todo a mi alrededor, ya que no tuve la oportunidad de hacerlo detalladamente antes.
Bajo las escaleras en completo silencio y una vez afuera, me pongo las botas mientras mentalmente me odio por no haberme abrigado mas, me había acostumbrado de más al clima caluroso de California incluso si estamos en invierno.
Me adentro en la fría noche de la ciudad inglesa. Hoy es sábado y sé exactamente dónde encontrarlas.
***
Las voces resuenan por el bar de Josh. Hay una nube de humo, o eso parece en el techo y como siempre está la tenue luz caracterizada en lugares como estos. El lugar no es muy grande, pero la gente entra como sea, hay mesas en la izquierda, mesas de pool por el fondo a la derecha y la barra en una esquina a la derecha, también. Entro con aire de seguridad y al oírme entrar, la gente se gira a mí y se queda mirando un rato mientras sonrío.
—¡Alex! —reconozco el grito de Lexi a lo lejos cuando estoy acercándome a la barra. No pensé hallarlas tan rápido. Viene corriendo hacia mí y me abraza. Me estrecha con sus brazos como si no me hubiese visto hace décadas.
—¿¡Alex está aquí?! —Anastasia sale del baño, acomodándose el vestido que lleva puesto a pesar del frío. Chilla al verme con esa particular vocecilla aguda que tiene. Sus ojos azules chocan con los míos y corre a abrazarme. Lexi pegó un grito demasiado fuerte para que nos haya escuchado—. ¡Idiota no vuelvas a irte así!
Me rió y nos separamos. No me había dado cuenta, pero el bar entero había estallado en aplausos. Soy Alex Foster, no Madonna. De todas formas, no me molesta.
—Dios santo, niña. Nos debes muchas explicaciones —dice Lexi mirándome de arriba abajo como si hubiese cambiado.
—Lo sé, lo sé. Prometo explicarles todo, pero primero necesito un trago y de los fuertes.
—La misma de siempre —ríe Anna aplaudiendo con emoción.
¿La misma de siempre? Oh, lo dudo demasiado. Elevo las comisuras de mi labio, pero lo le digo nada. Tomo asiento en uno de los taburetes de la barra y veo como mucha gente conocida se me acerca para saludarme.
—Vaya que si es la famosa Alex Foster.
—James —digo sonriendo al reconocerlo. Él me sonríe de vuelta.
Vaya que cambió, y para bien. Se cortó su largo pelo rubio, reemplazándolo por un corte más tradicional. Su cara muestra más madurez, aunque solo tiene diecinueve años y se nota que ha estado yendo al gimnasio.
—Vaya sorpresa —me dice—. ¿Qué te sirvo? Yo invito.
Me sirve uno de sus tragos más fuertes y con las chicas le pedimos que nos deje la botella. Él lo hace y se va a atender a otras personas.
—¿Dónde rayos estuviste? Sabemos que generalmente desapareces, pero ya es casi un año —espeta Anastasia fulminándome con la mirada. Al parecer, Lexi mantuvo el secreto como le pedi.
—Estuve en Los Ángeles. ¿Recuerdas mi mellizo? —le doy otro trago a mi bebida.
—Como recordarlo si no lo conocemos —ríe Anna sarcástica.
—Cuando les conté, idiotas. Bueno, me fui a vivir con él —respondo la historia muy simplificada. La versión que cuento para evitar más preguntas.
—¿Y qué te trae de vuelta aquí?
—Las fiestas, familia, ustedes, todo —les contesto y me alzo de hombros.
—Bueno, niña, esto es para festejar.
***
No estoy borracha.
Tambaleo al querer abrir la puerta de casa. Malditas Anastasia y Lexi. Generalmente tengo muy buena tolerancia al alcohol, pero ha pasado demasiado desde la última vez que bebí así.
Abro la puerta con dificultad. Ya deben ser las diez de la mañana. Entro intentando esconderme.
—¿Alex? —Thomas me habla desde la cocina y me giro.
Rayos. Había olvidado del gran hueco entre la sala de estar y la cocina. Todos, literalmente, todos se encuentran sentados desayunando. Parpadeo un poco. Vamos Alexandra, haz hecho esto miles de veces. ¿Dónde quedo la practica?
—Hola —sonrió mientras toco mi cuello. Puedo apostar que tengo un chupón. O quizás me he rascado más de la cuenta...
—¿Estás bien? —pregunta Luke.
—Sí.
—Siéntate a desayunar, entonces —me invita Sean, solo que no con buenas intenciones. Claro que quiere verme caminar.
Doy un par de pasos con seguridad, y luego me siento al lado de Alice.
—Apestas a alcohol —me dice en voz baja, pero la ignoro. Eso lo sé y por eso me senté en la punta, alejados de todos.
—¿De qué hablaban? —inquiero mientras me sirvo en un vaso jugo de naranja, al tomarlo, el único pensamiento estúpido que se me viene a la cabeza es que sabría riquísimo con vodka.
—Los chicos me cuentan de Los Ángeles —Susan carraspea como si supiera que no estoy demasiado lucida y no quiere pasar vergüenza frente Jack—. No me contaste que eras vicepresidenta del consejo estudiantil, pensé que tú odiabas esas cosas.
—¿Soy vice pres...?
Alice me golpea por debajo de la mesa con su pierna. Aaah, eso dolió más que un corazón roto.
—¡Claro que lo soy! Debió ser el clima que me hizo darme cuenta tan importante son... Los bailes y juntar dinero para cosas absurdas.
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
—¿De dónde vienes? —se atreve a preguntar Jack. Oye Jack, pensé que éramos amigos.
—De casa de... ¿Lexi? —respondo sonando insegura. Honestamente, me cuesta conectar ideas—. Pero si me disculpan, debo llamarla, deje mí billetera en su casa.
—No demores, debes llevar a los chicos a conocer Londres.
¿Ah sí?
—Está bien—respondo con tal de zafar y me voy lentamente, intentando no caerme.
Creo que tendré problemas.
***
N/A:
Pense que no terminaba mas, pero aquí estoy! Cumpliendo el deber!
Me siento muy emocionada para los próximos capítulos tengo MUCHÍSIMAS cosas planeadas. Que sera DEMASIADO raro para cuando vuelvan a LA.
Cada lunes iremos descubriendo un poco.
¿Que piensan de Lexi y Anna?
Son buena gente.
Sin mas, me voy. Los amo problematicos.
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