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48. Momento CASI perfecto.


Es domingo a la mañana y no tengo resaca. Qué milagro. Aunque no tanto realmente, la fiesta termino temprano para mi ayer. No estaba realmente en mis planes que fuese así.

—Alec —un pequeño cuerpo se mete entre mis sábanas.

—¿Qué, enana? —me volteo a ver a Ashley. Se ríe y se lanza arriba mío como puede. Ahg—. Me duele la cabeza, Ash.

No me entiende ni mierda. Me tira del cabello. Chillo en voz baja para no asustarla y hacerla llorar.

Me siento en la cama tras quitármela de encima, a decir verdad, es bastante cómoda. Esta noche, nos habíamos quedado a dormir en el hotel. Me tocó compartir habitación con los pesados de Shane y Cameron quienes siguen durmiendo como si los hubiesen golpeado con un bate de beisbol. Aun conservan la ropa de ayer, eso sí es un milagro.

Tomo a Ashley entre mis brazos y abandono la habitación en pijama. Todos los cuartos dan a la sala de estar principal. Observo mis alrededores, pero no encuentro a nadie.

Nadie con quien pueda dejar a Ashley. Perfecto. Es momento de jugar a la tía.

La cargo conmigo hacia afuera, tengo hambre y aún sirven el desayuno. No me importa estar en pijama, honestamente, ¿acaso hay una regla que me prohíba salir así? No. Presiono el botón y espero paciente al ascensor. Cuando este se abre, me sorprende encontrar a un chico. Quizás tiene mi edad, quizás tiene más. Es guapo.

—Hola —saluda. Luce divertido al encontrarme en pijamas de elefantes.

—Hola —murmuro.

Estamos en el piso quince cuando a Ashley se le da por estallar en llantos. No entiendo porqué, pero lo hace. Va a espantar al chico, joder. El castaño se ríe.

Ashley se calma tras mecerla por unos segundos.

—¿Es tu hija?

—No, no lo es. ¿Quién demonios te crees para hablarme? —cuestiono molesta con la situación. Su expresión burlona, Ashley llorando y mi dolor de cabeza.

—Supongo que esa es tu manera sutil de preguntarme por mi nombre —me guiña un ojo—. Soy Blake y tengo novia, dulzura. Adiós.

Parece que tiene todo cronometrado porque justo las puertas se abren indicando que hemos llegado a planta baja. Se va por la dirección contraria, justo a la salida. Lo observo irse y como varios empleados del hotel lo saludan con sonrisas gigantes. Oh, qué arrogante.

Una vez localizado el restaurante, me doy cuenta de que está casi vacío, a excepción de unas cuantas personas que suben miradas curiosas al verme en pijama y con una bebé en brazos, pero no le doy importancia alguna.

—¡Alex! —oigo que alguien llama a lo lejos en el proceso en el cual elegía mi mesa. Diviso a Luke y a Sean en una de las mesas del fondo. ¿¡Ellos dos juntos?! Vamos Alex, respira, mantén la calma.

Desearía hacer como si no los hubiese escuchado y girar, pero me es imposible ya que Luke agita sus brazos eufóricos hacía mi dirección. Maldición. Ashley con una sonrisa, saluda a los chicos de la mesa agitando su pequeña manito de lado a lado. No hay otra opción.

—Buenos días —saludo al acercarme y notó que Sean me da una mirada complice que por suerte Luke, no nota. Trago saliva con incomodidad ¿A hora donde me siento? ¿Al lado de Luke o al lado de Sean?

Evaluó la situación y salgo con la mejor respuesta.

—¿Luke, te podrías sentar con Sean? Así Ash se sienta conmigo y le doy su comida —hablo con una sonrisa. McQueen frunce el ceño, pero me obedece y cambia de silla. Einstein esta temblando del miedo en este momento.

Un mesero, atento a la situación, me trae una silla de bebes para la pequeña pelirroja, remplazándola por la común y yo tomó asiento en la que antes era la silla de Luke.

—Vigilen a la niña, voy por mi desayuno —les digo al ver que es buffet.

—Te acompaño —dice Sean apresurado y se levanta. Luke lo mira con sorpresa—. Debo ir por más tostadas.

Me alzo de hombros y sin esperarlo, me levanto.

—¿Cómo amaneciste?—interroga de repente cuando ya estábamos llegando a la zona bufet.

—Bien, supongo —me alzo de hombros.

—¿Dormiste bien?—pregunta mientras cojo un yogurt de fresas para Ash.

—Sí, papá —murmuro rodando los ojos. Odio que me controlen. No sé si esto es control, pero mejor reaccionar mal por las dudas. Me sirvo jugo de naranja.

—Hey, tranquila, no te molestes, solo sacaba tema de conversación.

—Bueno —respondo sin que me importe. No están los cereales que me gustan, pero están los que me gustan de repuesto.

—Así que... ¿Sigues muerta por mi beso?—bromea él. Me río sin poder evitarlo. Es tan tonto—. ¿Qué es lo que da gracia?

—Sean, fue un simple beso, no te hagas la historia —hablo totalmente relajada.

—Claro que sé eso, Alex —suena entre obvio y molesto, no logro identificarlo bien—. Solo quería bromear un poco, no te lo tomes tan a pecho.

Suspiro—. Me duele la cabeza, ¿podrías dejar de hablar un segundo?

—¿Crees que mi cabeza no está a punto de explotar, Alex? —cuestiona él en un repentino tono de voz —. Tu maldita voz chillona me tiene harto.

¿Bipolar o qué? Dejo mi plato con pastelitos violentamente en la mesa, provocando un fuerte ruido y él no se inmuta.

—Habla así de nuevo y te arrepentirás.

—¿Esa es otra de tus amenazas? —pregunta él señalándome sin creerme—. Porque tú siempre ladras, pero no muerdes.

—¿Me estás diciendo perra, maldito infeliz?—inquiero acercándome amenazante. No juegues conmigo antes del desayuno, regla numero uno de supervivencia.

—Tómalo como quieras —masculla y se gira para luego irse del lugar. Bufo. Tengo ganas de gritar. De gritarle y mucho. ¡¿Quién se cree?! ¡Já! Y pensar que anoche, pensé que tal vez empezar algo con él no era mala idea. Es una terrible idea que supera todas las pésimas ideas que alguna vez tuve.

Es solo otro idiota más que me promete la Luna y no puede pasar a través de las nubes.

Cojo mis cosas y me dirijo de vuelta a la mesa donde Luke me mira divertido.

—¿Acaban de pelear?

—Eso creo.

Él no me pregunta por qué, solo cambiamos de tema y seguimos charlando.

Buke —llama Ashley de repente interrumpiéndonos. Al parecer, ha decido tomar una pausa entre el yogurt—. ¿Tú egues solo mío, vedad?

Si Luke tuviera fans, Ashley Foster encabezaría el club. Ama a Luke con todo su corazón. En su poco tiempo en la casa, nos ha dejado claro que su favorito es él. El castaño cruza miradas rápidamente conmigo.

— De momento sí.

[...]

—¡ESTÚPIDO, MI PELO IDIOTA! —chilla Cameron mientras se lanza a golpear a Logan.

Ruedo los ojos al ver la escena y me apoyo en la mesada de la cocina, cruzándome de brazos. Esto es tan rídiculo.

—¡QUÍTATE, OLOROSO!—grita esta vez Logan pataleando en un intento de zafarse de Cam.

—¿Qué pasa acá? —inquiere Thomas entrando a la cocina. Se quita las gafas de lectura y entrecierra sus ojos.

Me encojo de hombros, en realidad, no tenía la más mínima idea, simplemente vine por un vaso de agua y los encontré revolcándose en el piso, "peleando" supuestamente. Son tan delicados que apuesto que no saben lanzar un puñetazo como la gente.

—¡QUE NO ME TOQUES MI CABELLO!—chilla Cameron enfurecido—. No es mi culpa que el tuyo sea pajoso y el mío sedoso.

Thomas no hace nada esta vez, de seguro se ha cansado de estas cosas. Los esquiva y llega al refrigerador para buscar comida.

Bueno, ya han pasado dos semanas desde que festejamos el cumpleaños de los chicos, desde que me besé con Sean, desde que deje de hablarle o más bien, él dejó de hablarme, yo no tengo la culpa. Y así entramos en tiempos de exámenes, ya que, dentro de casi nada, serían las vacaciones de invierno, las cuales espero con ansias para: uno, librarme de los estudios y la vieja Podds y dos, para viajar a Londres. Al casamiento de mi tía Susan. Y claro, con estos estúpidos que se han "ofrecido a ir".

—¡Que me sueltes, Palmer! —exclama Cameron.

Decido que he visto demasiado cuando Logan amenaza con escupir el rostro del moreno. Evito a mis amigos en el suelo para no pisarlos y subo las escaleras hacia mi refugio.

Estoy en el pasillo que conecta todas las habitaciones cuando una de las puertas se abre. Es Sean. Demonios. Esta sin camisa, dejando ver así sus tatuajes y solo usa unos simples pantalones grises. Por no apreciar su pelo desordenado que lo hace lucir como sacado de un catalogo de ropa interior.

Voltea y es cuando su mirada se choca con la mía. Rápidamente bajo la vista y juego a la desentendida. Aplicando la ley del hielo, no me dice nada y pasa por mi lado.

Ahora o nunca, Alex.

—Sean —lo llamo y giro sobre mis talones.

Para mi sorpresa, se detiene y voltea. Le encanta que lo busquen. Desvío mi mirada de su dorso al descubierto.

—¿Sí, Alex? —me pregunta de brazos cruzados con una falsa amabilidad. Odio que nos tratemos así.

—Quiero pedirte disculpas —murmuro paseando mi mirada por el suelo. Si no cedo yo, él no lo hará nunca y prefiero que las cosas estén bien con nosotros. No me gusta guardar renocres.

—¿Enserio eso quieres?

¿Está sordo o qué?

—Sí, sé que lo que hice estuvo mal, reaccioné mal esa mañana cuando tú solo intentabas ser amable —digo mirándolo a sus ojos. Toma una profunda respiración y baja sus brazos.

—¿Te das cuenta que de verdad te comportaste como una zorra?

Inhala, exhala. No le doy la razón. Esta vez no.

—Alto ahí. Te estoy pidiendo perdón justamente para que estemos bien, no para que sacas todo en cara de vuelta, idiota —digo empezando a perder la paciencia.

—¿Ves como te pones? Agresiva. No todo se resuelve así.

—¡Agresiva tu pelo, imbécil! —exclamo. Oh, me estoy juntando demasiado con Cameron.

—¿Mi pelo? No creo, eres tú.

—¿Aceptaras mis disculpas sí o no?

—No lo sé... —comienza a bromear.

—¿¡Ves!? Ese es tu puto problema. Crees que la gente esta esperando tu respuesta, que quieren algo de ti, cuando es porque tú te haces la historia. Eres patético. Te hice una pregunta fácil Mitchell. ¿Aceptas mis disculpas o dejo de perder tiempo?

—¿No ves que tu también tienes un grave problema?—el sube una ceja.

—¡Ahg, solo intento hacer las cosas bien, que estemos bien! Porque sabes, extraño al Sean que me habló en el auto, no a este imbécil que tengo en frente. Así que si está será tu versión de ahora en mas, espero que no aceptes mis discul... —

Soy interrumpida cuando se deja de rodeos, me toma con firmeza por la cintura y une nuestros labios. Me toma totalmente por sorpresa. Dejo el enfado en la sala de espera y le correspondo el beso. Hace que estampe mi espalda contra mi puerta que se encontraba cerrada, agradezco eso. Me eleva con sus manos para que rodee mis piernas en sus caderas. El beso solo se intensifica. Sean tiene bastante experiencia en este campo y se nota.

Estamos por abrir la puerta de mi habitación, cuando de repente se oye que alguien toser a nuestro lado y siento como la burbuja que habíamos creado se rompe.

—Sepárate. De. Mí. Hermana —masculla Drake con la mandíbula apretada.

Sean me suelta como si mi piel fuese ácido y da unos cuantos pasos hacia atrás. Mira a mi mellizo aterrorizado. Pff, Drake es inofensivo.

Bajo la vista a su entrepierna al notar una diferencia en cuanto... Altura. Aprieto mis labios para no reírme.

—Tenemos que hablar, ahora —Drake empuja a Sean de un solo golpe. Este refunfuña como niño pequeño y entra a su habitación seguido de mi hermano, quien no cierra la puerta sin antes darme una mirada de advertencia.

Lo que le espera...

Vuelvo a mi habitación y estallo en carcajadas.

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