"La vida es un paraíso para quienes aman apasionadamente muchas cosas"
Son las seis cuarenta de la mañana y ya estoy despierta. Parpadeo con confusión mientras observo el techo, ¿cómo puede ser esto posible? Supongo que ese es el efecto que tiene Travis sobre mí. Me llamó hace diez minutos y le atendí, estuvimos hablando desde entonces. No termino de entender el porqué de nuestra conversación tan temprano, pero no me quejo.
Decido que es momento de levantarme y disfrutando el silencio que me da el horario, bajo las escaleras tan sigilosamente como un gato. Llego a la cocina y no me asombra encontrarla vacía. Abro la alacena donde docenas de cajas de cereales están perfectamente alineadas.
Me pongo de puntitas e intento alcanzar los de chocolate, Drake sabe que no logro alcanzarlos y los pone allí a propósito. Muevo mi mano en un intento de rozarlos y hacer que caiga.
—Pss, Alex —susurra alguien. Mi corazón se paraliza. De un manotazo, hago que la caja caiga al suelo. ¿Quién se cree para susurrar así tan temprano?
—¿¡Qué diablos te sucede, Thomas?!—bramo al ver todos los copos de chocolate esparcidos en el suelo.
—Oye, se te cayeron los cereales —indica señalándolos. No logro identificar si esta jugando conmigo o lo dice enserio.
—¡Tú hiciste que los tirará! —exclamo con un dedo sobre su pecho y una mirada amenazadora—. ¡Levántalos, ya!
Me cubre la boca con una mano y mira a sus costados con paranoia. ¿Y ahora qué?
—Haz silencio, ¿sabes qué día es hoy? —inquiere entre murmullos. Quita su mano de mi boca antes de que pudiera empezar a lamerla y todo se vaya a la mierda.
—Blake, apenas sé en qué año estoy —respondo en un tono más neutro—. ¿Cómo esperas que sepa que día es hoy?
—Es primero de noviembre —me dice como si fuese lo más obvio del mundo. Frunzo el ceño, ¿qué es lo que tiene que ver?—. Empiezan los noviembres. Cameron, Logan y Sean cumplen en noviembre.
Lo miro por unos momentos. Luce serio y Thomas no suele bromear.
—Drake y yo en enero, ¿y qué? —interrogo.
—Se vuelven unos locos, todo porque es su cumpleaños... Se creen lo mejor del mundo y son un grano en el culo todo el mes. Pero, un día después del cumpleaños de Sean, el último, tiramos una fiesta enorme que siempre queda para la historia.
Lo miro como si me acabarán de contar la mayor estúpidez del mundo. Niego con la cabeza y hago que Thomas recoja mis cereales. ¿Y a mí qué con los "noviembres"?
—Hola —saluda Luke entrando a la cocina. Quito mi atención de mi celular para observarlo entrar. Hace un paneo de la situación y se detiene sobre mi con cara de confundido—. Alex, ¿qué haces aquí?
—Vivo acá.
—Qué chistosa, me refiero a que es muy temprano para ti —habla mientras se dirige a la cafetera. Me alzo de hombros. Muy buena pregunta.
Al rato, Drake, Britanny, Shane y la pequeña Ashley, se unen al desayuno. Sorprendentemente, Britanny se levanta de buen humor y no me insulta. Pero eso no quiere decir que yo me haya despertado de buen humor.
—¿Y los Noviembres? —pregunta Shane al entrar. Sus ojos se pasean por todo el lugar como si los estuviera buscando. Lo hace casi con miedo.
Ashley deja escapar un agudo chillido cuando Drake intenta sentarla en su silla para que coma. Pongo una mueca de molestia, no le vendría mal un botón de silenciar.
—No lo sé, pueden estará haciendo cualquier cosa a este punto, cumplen dieciocho —habla Luke terminando de desayunar.
Como si la respuesta de McQueen los hubiese invocado, se escuchan redobles de tambores por toda la casa y Thomas no puede evitar ahogar un grito, pero qué exagerado.
Mi mirada va directo a la puerta de la cocina al instante en el que "My House" de Flo Rida comienza a sonar a todo volumen. La letra casi no puede distinguirse por lo algo que esta la música, el piso amenaza con temblar y Ashley comienza a llorar.
Humo aparece por la entrada, impidiendo que veamos una sola cosa. Ashley comienza a toser y Britanny se apresura en llevársela lo más lejos que puede de la mesa. La música aumenta y solo espero que el viejo Peyton no venga a quejarse.
—¡Prepárense....! —se oye la voz de Sean por un altavoz. No sé quién grita más fuerte, él o Ashley—. ¡Se vienen...!
Un redoble de tambores.
—¡LOS... —Los redobles se intensifican. — LOS NOVIEMBRES!
La canción cambia bruscamente y se oye electrónica. Reconozco la canción, es una mezcla que Sean hizo y la entrega justo en la parte más alta y fuerte. Junto mis cejas, esto es ridículo.
Para darle final a su entrada, aparecen Logan, Cameron y Sean, todos con una camisa blanca y lentes de sol. La música se detiene por completo y la casa queda en silencio, solo que con mis oídos zumbando. Ashley también se ha callado y los mira de reojo.
Nadie dice nada.
Mi sobrina ríe.
Vaya noviembres... Y esto recién empieza, mañana es el cumpleaños de Cameron.
[...]
—¡QUE LOS CUMPLAS FELIZ, QUE LOS CUMPLAS FELIZ, QUE LOS CUMPLAS, ¡CAMERON, QUE LOS CUMPLAS FELIZ! —entonamos todo al unísono mientras aplaudimos.
Mi reloj marca las 12:02 del 2 de noviembre y ya estamos cantándole a todo pulmón los dieciocho de Holt. Una vela es lo único que me deja ver su rostro en la penumbra al igual que los flashes que salen disparados en su rostro.
Todo el equipo de futbol está en la casa, haciendo el tonto mientras aplauden y festejan con Cameron. Muchas de sus amigas y amigos también están aquí. Digamos como mil personas en nuestra sala de estar, él es popular.
Cuando comienzan a abrazarlo, tengo que empujar y abrirme paso entre cientos de orangutanes para abrazar a mi moreno favorito.
—¡Feliz cumpleaños, Holt!—exclamo con emoción y él me sonríe para luego rodearme con sus brazos.
—Gracias, Alex.
Le entrego la bolsa Adidas, con las zapatillas de deporte que tanto me esmeré en escoger —no realmente—. Dentro también, están sus chocolates favoritos.
Me agradece mejor que a la mayoría y continúa aceptando regalos. Dejo de estorbar cuando retrocedo y salgo del tumulto de gente. Me coloco cerca del hall de entrada y observo a todos desde lejos.
—Se lo nota triste —una voz me sorprende a mi lado, volteo para encontrar a Luke. No percaté que estaba cerca. Como él es su mejor amigo, fue la primera persona en saludarlo. Supongo que quiere lo mismo que yo, alejarse.
—¿Cameron? No lo creo —respondo al ver como abre regalos.
—Lo conozco demasiado como para saber que les hace falta a sus padres. Ellos no viven en Los Ángeles, pero venían a visitarlo cada cumpleaños. Siempre llegaban a las doce y para Cameron eso era lo mejor del mundo. Este año no están.
Lo miró otra vez y no puedo evitar entenderlo, en mis cumpleaños, mi madre se la pasaba inconsciente, mi padre no estaba y mis tías trabajaban. Me la pasaba solita, jugando, haciendo fiestas del té para mí y pensando en cómo la estaría pasando Drake. Algo deprimente, lo sé, claro hasta que conocí a Alice.
Pongo una mueca.
—Los padres de Cameron no se interesan, ¿verdad? —pregunto en un hilo. Nunca indagué realmente sobre el tema de los chicos y sus padres. Solamente sé un poco sobre los padres de Sean.
Luke mira al suelo y cuando levanta la mirada, niega con la cabeza.
—Alex, aunque duela admitirlo todos nosotros no tenemos la mejor relación con nuestros padres. Fue una de las primeras razones por las que nos mudamos juntos a una edad tan... Corta —me explica. Asiento con incomodidad.
Shane agita sus manos en el aire para que nos acerquemos ya que, al parecer, están repartiendo la torta.
Logan no duda en poner música, aun ante la amenaza de Drake sobre no poner nada que no le guste al resto. Avicii no demora en sonar por los parlantes. Esta pequeña fiesta improvisada tiene pinta de durar mucho, y a nosotros, los integrantes de la casa no nos importa. Por la mañana faltaremos a la escuela porque es el día de Cameron y por lo que me han contado, solo busco a que llegue la hora.
Se va a descontrolar.
NARRA CAMERON HOLT.
Miro entre todas las personas por dieciseisava vez. No doy con ella, nuevamente. Mis esperanzas cada vez decaen más y más al no ver a Katherine.
¿Sabe que es mi cumpleaños? ¿Me felicitará, aunque sea? No puedo evitar hacerme la cabeza por esto. Tan solo mirar unos meses atrás, esto no hubiese sido así. Tengo que estar con mis amigos, reírme y pasarla bien. Sin embargo, aquí estoy, enamorado y pensando en la chica que me gusta. Puedo oír a la ironía riéndose.
Diviso a Hanna entre las personas, deja de prestarle atención a uno de los chicos del equipo y hacemos contacto visual. Niega con la cabeza al leerme el rostro, Kath no vino y no planea hacerlo.
Miro hacia otro lado.
Pasadas la una de la mañana la gente se empieza a ir, cosa que internamente agradecía ya que sinceramente no tenía demasiados ánimos. ¿Cómo una persona puede causarte todo esto? Es mi cumpleaños, se supone que debo estar feliz.
Suspiro con frustración y me dejo caer en mi cama, tirando al suelo todos los regalos que me habían dado. Si tan solo hubiese una Kath envuelta en una de esas bolsas con cosas inútiles...
Me quito la ropa y la dejo en el suelo, la levantaría en otro momento. Creo. Me meto en la cama e intento dormir, tengo un buen día planeado mañana y no pienso sufrir insomnio por Katherine. Intento cerrar los ojos, pero al rato los vuelvo a abrir, me giro en busca de una posición más cómoda. Me quedó quieto unos segundos. Bufando, acomodo otra vez la almohada.
Otra noche de insomnio en donde la única que pasa por mi cabeza es Katherine Collins.
Miles de situaciones con ella van y vienen, me imagino con ella, recuerdo nuestros momentos juntos, en mi mente ella sonríe y me quiere tanto como la quiero que yo.
Ay, chica de los cabellos rojos. ¿Qué me estás haciendo?
Oigo a mi celular vibrar en mi mesita de luz. Katherine. Tiene que ser ella, o quizás estoy muy paranoico. Me giro y extiendo mi mano. Mi corazón parece saltar cuando leo su nombre en la pantalla.
No se ha olvidado. Respiro hondo y contesto.
—¿Hola?
Al momento en el que contesto, sé que algo no va bien. Puedo oír su respiración agitada y entrecortada a través de la línea.
—¿Cameron? —susurra por lo bajo, casi en un sollozo. Automáticamente salto de la cama.
—Kath, ¿qué pasa?
Suena como si un golpe seco impacta contra la madera, ella deja escapar un grito.
—Alguien entro a mi departamento. Creo que se quien es, no puedo llamar a la policía, ven.
—Voy en camino —respondo inmediatamente. Ella termina la llamada mientras que yo alzo la ropa que acabo de tirar. Paso mis jeans por mis piernas a una rapidez alucinante y la remera blanca. No me doy tiempo de ponerme las zapatillas asi que las llevo en mi mano.
Me echo a correr hacia el garaje sin importarme que todos estén dormidos o por lo menos, intentando dormir. Me meto en mi auto y lo enciendo en un santiamén,
Salgo disparado hacia el edificio de la pelirroja que se encuentra a unos cinco minutos de la casa. En el camino me dedicó a intentar de descifrar porque me quiere a mí y no a la policía. Y de todas las personas en su lista de contactos, ¿por qué yo?
Me salteo varios semáforos y voy a una velocidad no permitida, pero no puedo darme el lujo de demorarme si es que Katherine esta en peligro.
Paro en frente del edificio y dejo el auto estacionado a medias, el portero frunce el ceño al verme pero no le doy tiempo de explicaciones y corro por las escaleras hacia el tercer piso.
Me detengo como imbécil una vez que llego, ¿cuál de todas las puertas es? Maldigo con frustración, estoy a punto de tocar todas las puertas hasta que oigo el grito de la pelirroja, Inmediatamente, pateo la puerta y la cerradura se rompe.
—¡Por favor, no! —llora Katherine en una de las habitaciones. No puedo evitar preguntarme en donde demonios está su abuela.
Paso por la sala de estar, la cual está destrozada. Todos los portarretratos están en el suelo, con sus vidrios hechos pedazos. Las mesas se encuentran revueltas y muchas sillas rotas.
Llego a su habitación, en donde todo el lio está ocurriendo. Lo primero que veo es un hombre grande y corpulento de espaldas, bajo la mirada y miro la botella de whisky a medias que tiene en la mano. Luego a Katherine, hecha un ovillo en la esquina y llorando.
Escupe justo al lado de ella. El tipo me oye llegar, se da vuelta y no le doy tiempo ni de pensar. Lo golpeo a puño en la nariz. Este gruñe y se tambalea, va muy borracho. Intenta devolverme el golpe, pero sus movimientos son torpes. Vuelvo a arremeter contra él. Cae al suelo de espaldas y se queja del dolor.
Me tiro encima de él y los golpes no se detienen. Lo veo todo rojo, oigo a Katherine llorar y eso solo aumenta mi rabia. Trata de defenderse, pero no puede.
Honestamente, no me he metido en muchas peleas físicas, solo unas cuantas a lo largo de mis dieciocho años, pero lo que me da ventaja contra este es su estado de borrachez.
Estoy tan cegado con ira que apenas noto cuando Katherine chilla que me detenga. Me detengo y observo con asombro la sangre sobre mis nudillos. La cara de este desconocido esta llena de moretones y sangre. Me quedo en silencio y noto su pecho subir y bajar. Sigue respirando.
Volteo hacia Kath y la rodeo con mis brazos. Pone su cabeza en mi pecho y llora. Intento hacerla sentir segura.
—Ya estoy aquí, nada malo te pasará —murmuro en su oído. Aprieta mi remera con fuerzas mientras llora. Poco a poco, su respiración junto a los latidos de su corazón comienza a regularse.
—Vámonos de aquí —pide en un hilo de voz.
No dudo en hacer lo que me pide. Ayudo a levantarla y salimos del departamento.
[...]
Katherine mira a un punto fijo en el suelo a través de la ventanilla del auto mientras yo la observo desde afuera ya que tuvimos que detenernos para que pueda cargarle nafta al auto. Termino de pagar y guardo mi tarjeta en la billetera. Vuelvo a entrar y en silencio, enciendo el motor. Salimos de la estación de servicio. Me muero de ganas de preguntarle acerca de lo que había pasado, pero parece no tener ganas de decirme nada.
—¿Podemos ir a otra parte? —inquiere la pelirroja. Mis planes de llevarla a la casa se estropean—. No creo que sea capaz de verlos a todos.
Asiento. No sé a dónde la puedo llevar. Doy un par de vueltas por la ciudad hasta que se me ocurre llevarla a la propiedad que tienen mis padres deshabitada en Long Beach a unos cuarenta kilómetros de aquí.
—Déjame pasar a buscar ropa, será rápido —prometo. Ella asiente con la cabeza.
En cuestión de minutos, estamos en la casa. Me dice que prefiere quedarse en el auto a lo que yo prometo volver rápidamente.
Llego a la puerta y la abro en silencio, subo las escaleras sigilosamente, me meto en mi habitación la cual dejé con la luz encendida por la apresurada salida que tuve. Cojo una mochila vacía y la lleno de cosas que creo necesitar, antes de volver con Katherine, paso por la habitación de Alex intentando hacer el menor de ruido posible, aunque es una chance muy remota despertarla, duerme como si mañana no existiese. En la oscuridad, abro su armario y meto un poco de su ropa para Katherine, ha salido únicamente con lo que lleva puesto.
Salgo y trato de no hacer ruido. Quien sabe quién puede estar dando vueltas, viven demasiadas personas en esta casa.
—Cameron —me llama alguien cuando estoy por poner un pie fuera de la casa. Volteo para encontrarme con Drake. Sostiene a Ashley entre sus brazos y puedo adivinar que alguien no quiere dormirse—. ¿A dónde demonios te vas? Son las tres de la mañana.
—A Long Beach con Kath —respondo.
—Eso está como a una hora de aquí, ¿por qué? ¿No es que Katherine te odia? —inquiere confundido.
Ladeo mi cabeza, me está demorando. Apoyo una mano en el marco de la puerta.
—No tengo tiempo de explicarte ahora, debo irme Drake —respondo y cierro la puerta después de mí.
[...]
—Llegamos —le aviso a Katherine cuando estaciono en la calle, al frente de la casa que mis padres compraron cuando era pequeño. Soy el primero en bajar. Me inundan los recuerdos, hace años que no vengo aquí y sospecho que mis padres tampoco. Mi mente me lleva años atrás, cuando di mi primer beso afuera de esta misma casa. Tenía algo así como doce o trece años y fue con una chica que no le recuerdo el nombre, pero si su cabello rojo, aunque mucho más claro que el de Katherine.
Sale del auto en silencio, como había estado todo el viaje, solamente ella y sus pensamientos. No quiero ni imaginar lo que esta pasando por su cabeza. Me sigue, aunque con su mirada perdida en la arena de la playa a nuestro frente. No puedo culparla en lo absoluto, acaba de vivir un momento horrible.
Saco la llave de mi mochila, la cual estuvo guardando polvo en uno de los cajones de mi habitación. Abro la puerta, la cual rechina un poco al hacerlo. Enciendo las luces de la sala de estar, el olor a viejo inunda mis fosas nasales.
La casa no es demasiado grande, es una de las primeras propiedades que mis padres adquirieron, pero tiene un aspecto hogar porque mamá se encargó de hacer que se sienta así cada vez que alguien entra. Sin embargo, el olor a polvo puede que este superando esto.
Entro en la sala de estar, observo el lugar y suspiro. Cuantos recuerdos con Travis y Sean.
—¿Tienes sueño?—le pregunto. Katherine sacude su cabeza y me mira. Son las cuatro, casi cinco de mañana. No ha pegado un ojo en todo el trayecto hasta aquí, debe estar agotada.
—Eh... Sí.
Asiento y la guio escaleras arriba. Me detengo en la habitación de invitados, abro la puerta y el olor a lavanda me deja fuera de lugar. Quizás mis padres si estuvieron aquí hace poco..
—¿Estarás bien? Uhm... ¿Necesitas algo? —le pregunto sin saber que decir en este tipo de situaciones. Ella niega con la cabeza sin siquiera mirarme. La dejo sola tras entregarle toda la ropa que saque de Alex, algo debe servirle.
Cierro la puerta y mis ojos con fuerzas. Esto me ha dejado agotado. No logro entender a Katherine aún.
Entro a la puerta siguiente, mi antigua habitación. Observo todo de color azul, ¿por qué era tan tonto? Parece la habitación de un pitufo.
Me deshago de la remera y mis vaqueros, caigo de espaldas en la cama. Giro mi cabeza y observo un marco con una fotografía con Travis cuando éramos pequeños. Casi la olvidaba.
De repente la puerta se abre un poco, dejando entrar la luz del pasillo. Me sorprende encontrar a Kath con un pijama de Alex, el cual le queda algo grande, en la puerta.
—Cameron... ¿Te molesta que me quede aquí contigo? —pregunta mirando al suelo y en un hilo de voz.
—Ven aquí —respondo sin pensarlo dos veces. Recuerdo que aun no he deshecho la cama, eso hago y palmeo a mi lado para invitarla.
Duda en entrar a la habitación, pero eso hace y cierra la puerta tras ella dejándonos en la oscuridad. Se mete en la cama conmigo y puedo sentir su respiración como para saber que su rostro se encuentra en frente de mi.
—Te contaré lo que paso —habla de repente dejándome en sorpresa.
—Kath, no quiero que te sientas presionada a hacerlo. Podemos hablarlo cuando estés lista... No hace falta que sea ahora. No me debes explicaciones.
—Quiero hacerlo, me rescataste a las tres de la mañana, golpeaste a un desconocido y condujiste una hora hasta aquí, mereces saberlo. Además, estoy lista. Es algo que aprendí a aceptarlo con el tiempo.
Asiento.
—El tipo al quien golpeaste, es mi padre —revela y por alguna razón, no me siento asombrado—, Desde pequeña él... Me golpeaba. Mi madre nunca me hacía caso cuando le decía, ya que estaba completamente cegada con mi padre. Pero cuando ella no estaba, me golpeaba, me gritaba y me insultaba por los problemas personales que él tenía. Yo era como... —se traba un poco y respira hondo—. Como su saco de boxeo. Comenzó cuando tenía ocho años. Me obligaba a decir que me había caído o que me había pegado con algo cuando salían moretones. Y yo tenía miedo, muchísimo. Entonces no le dije a mi madre. Hasta que tuve doce, me había dado un golpe fuerte en el muslo y le conté a mi madre, ella no me creyó. Le grité que era verdad pero que no me di cuenta de que mi padre nos escuchó hablar. Ella se fue de viaje esa misma noche. Fue cuando sucedió. Él... Él... —tartamudea y aprieto su mano en un intento de consuelo—. Me violó... minutos después, mamá volvió porque se olvidó unos papeles importantes de trabajo. Nos encontró en su habitación y decidió dejar de hacer la vista gorda, nos mudamos al día siguiente. La justicia no hizo nada con él porque según ellos, no había pruebas suficientes... Mamá me quiso llevar a Portland con ella, pero mi padre sabría donde vivo. Decidimos que mandarme a Los Ángeles con mi abuela sería la mejor opción. Poco después, mamá conoció a Louis, el papá de Sean, volviéndonos medio hermanos.
Trato de asimilar la historia tan ajena a lo que yo alguna vez había vivido. Todo lo que me ha contado es demasiado fuerte y me deja pensando. Debajo de esa fachada de chica alegre y amante de las compras se esconde una persona completamente lastimada, desde las raíces. ¿Cómo demonios se me paso por la cabeza hacerle aun más daño al jugar con ella?
Me acerco a ella y dejo que apoye su cabeza en mi pecho. La rodeo con mis brazos.
—Kath... Yo... Quiero que sepas que voy a estar contigo para lo que necesites y cuando lo necesites. Sé qué no estamos juntos ni nada de eso, pero no interesa. Para lo que necesites.
—Gracias, Cameron. —murmura—. Y por cierto, feliz cumpleaños. Lamento haberlo arruinado.
—No lo has arruinado.
———————————
N/A: Hola! I know, no es Lunes. Pero quería darles capítulo largo así que aca estamos.
¿Que les parece Kathmeron? Yo los amo!!!
Buebue, me voyy!!
Gracias por esperar, son lo mejor.
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