30. Nuevos sentimientos.
"Y si conoces a la persona correcta en el momento equivocado, la vida volverá a juntarlos"
—Alex —llama una voz fuera de mi habitación. ¿Y ahora qué? Ahg.
Dejo a un lado el libro que estoy leyendo —sí, lo sé. Increíble—. Es el que Luke me dio para el trabajo que tenemos que entregar este lunes. Me cuesta admitirlo, pero no está nada mal. Me he sumergido tanto en la historia de los personajes que ya la siento real.
Aviso que sea quien sea, puede pasar. Por más que les diga "no", igual entrarían. Me sorprende un poco ver a Luke en el marco de la puerta. Pensé que sería Logan demandando que lo acompañe a una pizzería o a hacer algo por lo que seguramente, nos meteríamos en problemas.
El castaño de ojos verdes me sonríe. Lo insistiré hasta que me muera. Luke Mcqueen tiene la sonrisa más linda que he visto en mi vida.
Alzo mis cejas con curiosidad al no verlo con ropa deportiva pero sí con unos vaqueros negros y una camisa casual color mostaza.
—Iremos a una fiesta. Thomas me dijo que no te diga, pero da igual, será divertido. ¿Vienes?
Ayer hubiese saltado de la cama con un gran "sí". Ahora, por primera vez en mi vida, me parece más tentadora la idea de quedarme en casa, leyendo este libro que se está volviendo adictivo. Sacudo mi cabeza inmediatamente.
—Claro, me cambio y vamos.
Camino hasta mi placard, lo abro y comienzo a ver que me pondré. Luke, al contrario de lo que pensé que haría —irse, como cualquier persona—, se lanza a mi cama y toma el libro con sus manos.
Demasiada confianza, amigo.
—Veo que estás leyendo el libro... —lo dice en un tono de asombro, como si no me viera capaz de leer uno—. ¿Qué te parece?
—Va bien—comento tratando de no sonar tan entusiasmada. Termino decidiéndome por unos shorts de mezclilla y una blusa brillosa color negro. Esto irá bien con una chaqueta de jean que sé que tengo—. Fuera, debo cambiarme.
—No espiraré —dice y voltea su cuerpo para quedar con vista al respaldo de mi cama.
Entrecierro mis ojos, pero termino confiando en él. Luke no es "ese" tipo de chico.
—¿Quién es tu personaje favorito?—me pregunta cuando estoy subiendo mis shorts.
—Becca —respondo sin hesitar—. Admiro como a pesar que el idiota de West le haya hecho daño, ella sigue de pie.
—¿Enserio? Pensé que la odiarías... Ella también le hizo daño al estar con ese que se creía el mundo, Xavier. Becca sabía que no era bueno para ella, él intentaba hacerla entrar en razón y Becca se enojaba. Sé que el amor es ciego, pero no tan ciego. Es una hormonal.
—Estaba confundida, Luke. Lo repite un centenar de veces —dejo escapar un suspiro. No encuentro la campera. Vamos, sé que la tengo—. No puedes culpar a una persona por confundirse. Es común, somos seres humanos, los errores suceden.
—Aun así, terminó haciéndole daño a los dos —agrega. Encontré mi chaqueta, la paso por mis brazos.
—Gracias por el spoiler. Vamos, ya estoy.
Luke voltea—. Te ves muy linda.
Murmuro un "gracias" y salimos de la habitación una vez que agarré mi celular.
—Te dije que no le dijeras —habla Thomas al vernos llegar al hall de entrada. Ruedo mis ojos.
—Vamos Thomas, no seas aburrido —digo. Él bufa aunque yo sabía que en lo más profundo de su ser, quería que vaya.
Además, no hay fiesta sin Alex Foster como no hay Alex Foster sin fiesta.
—¡Aleeex! —Logan llega por detrás y me sacude los hombros—. Que bien que vienes, vamos a emborracharnos hasta morir.
Me limito a reír. Es un buen plan para un viernes.
Nos dividimos en los autos. Como de costumbre, voy con Shane. Ya no puedo subirme a otro auto que no sea el del chico que se cree Dominic Toretto. O quizás estoy exagerando. Un poco.
—¿De quién es la fiesta?—interrogo al sentarme al lado de Luke.
—No lo sé— responde Shane—. Simplemente nos invitaron.
Bien ellos.
—Cameron, su sexy rey sube a este auto, muevan sus culos pequeños —anuncia la voz del moreno al entrar al auto. Mi cuerpo está cada vez más apretujado al de Luke. Mhm...
—Cameron, muévete. Tu trasero es enorme —se queja Logan que también va en la parte de atrás, justo a mi derecha. ¿Por qué demonios somos tantos? ¡Hay siete autos en esa cochera! ¿¡Qué sucede!?
—Gracias —sonríe orgulloso. Y así quedamos, Shane conduciendo, Drake en el asiento del copiloto por haber llegado primero y nosotros cuatro acá. Súper.
—¿Por qué, Cameron?—bufo molesta una vez que hacemos dos cuadras y las ganas de bajarme y seguir caminando son muy grandes.
—Porque Sean va en su motocicleta y Thomas tiene que pasar a buscar a unas chicas antes de ir —explica sin despegar la mirada de su móvil.
Mantengo mi mirada puesta en el frente mientras escucho la música que elige mi hermano. Tiene un gusto musical terrible, pero no hay remedio.
—Alex —Luke acerca sus labios a mi oído y susurra mi nombre. Mi piel se eriza, si hay algo que odio es sentirme vulnerable ante este tipo de situaciones.
—Luke...—respondo en un tono advertencia para que se callara. Aunque me cueste horrores admitirlo, me pone nerviosa. La lista de cosas que me ponen nerviosa es demasiado corta.
—¿Qué?—sonríe travieso.
—Cállate.
—Estoy por hacer una locura —susurra en mi oído. Mi corazón da un vuelco. ¿Qué demonios planea hacer?—. Alex, creo que me gustas.
Mi corazón casi sale disparado hacia la ventana.
—¡Llegamos!—exclama Drake al momento en el que el auto frena.
Luke es el primero en salir del auto y entrar a la casa. Me quedo atrás, con el resto de los chicos. Joder, esto parece un auto de payasos. Sigo al de ojos verdes con la mirada pero este no demora en perderse con la multitud.
Como siempre, las miradas caen sobre nosotros. Juro que quiero a los chicos pero no cuando caminan como si fuesen dueños del lugar. Mentón alto, sonrisas conquistadoras y bueno, sus cuerpos ya hablan por si mismos. Ignoro a todo el mundo y entro directo a la casa, intentando aparentar que mi corazón no esta a punto de salirse de mi pecho luego de lo que Luke me dijo.
Esta propiedad, desborda adolescentes alcoholizados por doquier. Es una casa de dos pisos y debo asumir que los padres de quien sea que haya organizado esto, están bastante lejos. Es un verdadero descontrol. La típica fiesta americana de secundaria.
En lo que parece ser la sala de estar, hay una multitud de gente bailando y bebiendo al son de la música. Creo que no falta que llegue nadie, tampoco que hayamos venido temprano. Ya son la una de la mañana. En los extremos, acomodaron los sillones donde chicos y chicas hacen cosas que prefiero no describir, aunque algunos juegan al "verdad o reto" para seguramente ligar y otros simplemente mantienen conversaciones.
Me alejo de los chicos que ya encontraron a sus amigos, es decir, jugadores del equipo y unas cuantas porristas. Aunque ellos me presionaran, nunca llegué a caer bien ahí. Las chicas me quieren matar y los chicos no son personas muy interesantes.
Escaneo hacia todos lados, buscando alguien con quien de verdad simpatice. Hanna, Penny. Kath, Alice, da lo mismo. Busco por cinco minutos sin mucho éxito y estoy a punto de resignarme cuando mis ojos caen en la pequeña Alice, mí querido Oompa Loompa a quien nadie le cree que está por cumplir dieciocho años. No obstante, no va sola. Un rubio quien parece muy a gusto con ella está muy cerca de ella.
Empujo las personas en mi camino, estas se quejan, los ignoro. Historia de mi vida.
—Alice, ¿Ya se te paso la herpes?—le pregunto lo bastante alto para que el chico se fuera con una mueca de asco.
—¿Eres idiota o te caíste de pequeña?—bufa la castaña cuando él está lejos. Ese tipo era horrible, vine a salvar la noche.
—Hola a ti también, Alice.
Me abraza saludándome y me cuenta que llegó hace media hora, al igual que Hanna, Penny y Kath, pero que las perdió. Me sorprendo a escuchar el nombre de Penny. Ella nunca quiere venir a este tipo de fiestas, supongo que las otras dos la arrastraron.
—Ven, vamos por algo de tomar —esboza una sonrisa maliciosa y tira de mi brazo, arrastrándome hacia la cocina.
Nos hacemos paso entre las personas y Alice se encarga de prepararnos algo. Me extiende un vaso. Lo bebo sin dudar y siento el líquido amargo atravesar mi garganta. Ahí es cuando recuerdo que Alice siempre tiene mal las medidas.
—Fuerte como me gusta —dice ella.
Los vasos siguen corriendo y cada vez me siento más suelta y mareada. ¿En qué nos estamos metiendo, Alice?
[...]
No estoy borracha.
No, no lo estoy.
Alex Foster sigue cuerda.
Oh mira, un pony rosa.
Bueno, quizá sí lo esté.
—¡Foster, Turner!—nos grita una voz femenina y bastante conocida entrando a la cocina. Hanna, como no, seguida de Penélope, la rubia y Katherine, mí Elmo. Se coloca enfrente de nosotras con una expresión de enfado y pone sus manos en su cadera. Trae un vestido negro, ajustado solamente en la cintura. Muy Hanna para mi gusto—. ¿Cuánto han bebido?
Miro a Alice, ella me mira, miramos a Hanna.
—Poquito —responde mi mejor amiga y con un gesto con la mano, le quita importancia.
—Mucho, querrás decir —corrige Kath.
—Elmo, cállate porfa —río por mi propio chiste.
—¿Elmo?—inquiere Penny riéndose. Va bastante guapa, se quitó las gafas y tiene puesto unos shorts negros con una remera azul, resaltando sus ojos del mismo color.
—Tú cállate, Lisa Simpson —respondo. Alice estalla a carcajadas.
—Están muy borrachas —murmura Hanna frustrada.
—Te pareces a Thomas. Harías una linda pareja con él. Ah, ya te lo había dicho antes —la señalo con mi dedo índice. Ambos son muy parecidos. Dos personas muy inteligentes, maduras y aburridas. Una pareja estúpidamente perfecta.
—Llamaré a Thomas —avisa Penny.
—¡No, que lo llame Hanna! —grita Alice y se sostiene de mi hombros para reírse escandalosamente.
Las tres se van. Mala jugada.
—Es nuestro momento, idiota. Huyamos a Colombia, nadie nos encontrará... Mi amigo Ricky tiene dos pasaportes falsos puede tenerlos listo cuando quie...—
—Shs, eso es muy lejos. Solo vámonos de aquí —Alice pone su dedo índice en sus labios para hacerme callar.
Toma mi brazo y me saca de la cocina. Me vuelvo a reencontrar con la fiesta, todo sigue igual. Nos colocamos justo en el medio a bailar. Al mover mi cuerpo al ritmo de la música, me olvido de mayormente, todo. Solo soy yo, mi mejor amiga y los efectos del alcohol. El trío perfecto.
—Alex —susurra una voz a mi oído. Volteo porque ya sé a quién me encontraría.
Esos ojos verdes me reciben. Al igual que esa sonrisa que vale millones.
—Luke —contesto y me quedo quieta. Siento un traicionero cosquilleo me recorre el cuerpo.
—Nuestra conversación no terminó —trago saliva cuando coloca sus manos en mi cintura.
—¿Te gusto, Luke? —interrogo mordiéndome el labio.
—Me encantas —murmura con sus labios casi rozando mi lóbulo, no había otra forma de que lo escuche.
—Yo... Yo...—
¿Cómo se hacía esto?
—¿No sientes lo mismo por mi verdad? Ya lo sé. Es Travis, no yo.
—No, Luke... No digas esas cosas...—tartamudeo.
—No intentes hacerme sentir mejor, Alex.
Gira y se aleja de mí. Las personas logran camuflarlo en nada de tiempo. Me deja ahí, estática en un mar de adolescentes enloquecidos. Mi corazón late más rápido de lo normal.
Estoy nerviosa, tengo miedo. Porque algo dentro de mi sabe lo que hacer, lo que quiero hacer. Sin embargo, ¿Eso estaría bien? Digo yo, ¿por qué siempre me atrae lo complicado?
Reacciono y me echo a buscar a Luke por la dirección que tomó hace menos de un minuto. Termino en el patio trasero de la casa. Lo diviso acercándose a un grupo de chicos del equipo de futbol.
—¡Luke!—exclamo al llegar a él. Me devuelve una mirada distante—. ¿Podemos hablar?
Al observar que el resto de los imbéciles comenzaban a ponerse mas y mas curiosos, asiente y me sigue hasta alejarnos de todos.
—Alex... No quiero que me hagas sentir peor...—
—Vengo a arreglar las cosas. Yo... —humedezco mis labios, no estoy segura de lo que diré.
—No te gusto, ¿verdad? —noto su aliento a alcohol cuando da unos cuantos pasos hacia mí.
—Ehm... —murmuro sin saber qué demonios decir. Nunca antes lo había considerado de esta manera—. No lo sé. Esto confundida, joder. Es que no quiero dañarte.
—No me dañarás si eres feliz —Dios mío. ¿Cómo se respiraba?—. Mírame —coloca una mano en mi mentón y hace que eleve la cabeza—. Eres tan hermosa...
Muerdo mi labio para evitar que una sonrisa tonta salga a la luz. Da un paso más. Una distancia de escasos centímetros, peligrosa y tentadora. Mi mente queda en blanco.
—Dame una oportunidad, Alex —murmura. Se inclina a mí lo suficiente para que sus labios toquen los míos. Y lo sella todo con un beso.
Este beso es inexplicable. Es suave, está cargado de intenciones. Y quizás sea por eso que provoca miles de corrientes empalagosas por todo mi cuerpo. Es diferente y me asusta porque logra gustarme.
***
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