22. Problemas a la vista.
—Tanto tiempo — ironizo al verlo.
Él sonríe sarcástico. Tiene una bandana color rojo alrededor de su cabeza y eso es lo que más llama la atención. Luego viste unos vaqueros negros y una remera blanca sin mangas, dejando a la vista los tatuajes que adornan su brazo derecho.
—Estaba con...—
—Britanny —termino por él. No lo sé con certeza pero es lo más probable. Asiente, dándome la razón—. ¿Cómo puedes ser su amigo? —pregunto por encima de la música. Estoy básicamente gritando.
—Alex, no hables sin saber— responde cortante. Tensiona su mandíbula. Vaya que lo pone de malas el tema. Se va, claramente enfadado. Huh. Alguien tiene poca paciencia hoy.
—¡Luke! —oigo la voz de una chica acercándose a nosotros. La gente está llegando... De a montones. Demasiadas chicas que quieren tirarse a mis chicos... Creo que enloqueceré. Definitivamente, me volveré loca.
Volteo a ver ya que yo estoy con él. Una chica morena y demasiado linda se acerca hacia nosotros. Lo hace bailando y tiene en su mano un vaso de contenido dudoso.
—Maddeline —saluda Luke con su sonrisa de "serás mi próximo ligue". O quizás de "a ti te recuerdo, ligue".
—Soy Madison —le responde la chica con una mueca. Se cruza de brazos. Tiene un vestido que deja poco a la imaginación, sin embargo es lindo. Yo lo usaría.
Cubro mi boca para no reírme. Pobre chica. Yo que tú me doy vuelta y conservo mi dignidad.
—Oh... Cierto —el chico de ojos verdes abre sus ojos grandes dándose cuenta de su error—. Lo siento, linda.
—No importa —responde inmediatamente. Toma de su mano y lo lleva a la masa de gente bailando en medio de nuestro living. Al parecer su dignidad quedo aquí, justo en el suelo.
Suspiro al notar que nuevamente estoy sola. Aliso mi ropa al notar una arruga, no me molestaría en otros momentos, pero ahora estoy más aburrida que una ostra. ¡Es más! Sospecho que una ostra se divierte más que yo.
Tengo puesto una falda que simula cuero y es apretada. Es de Hanna y ella es más delgada que yo. Arriba, tengo un top color rosa pastel que compré en Londres momentos antes de que todo se vaya a la misma mierda. Deja una franja de mi piel a la vista y me gusta el diseño.
Me giro sobre los tacos y busco con la mirada a mis amigas. Soy Alex Foster y estoy en una fiesta sin hacer nada, alguien debería sacar una fotografía.
—Hey, Alex —oigo una voz a mis espaldas y me giro.
Me encuentro a Abby Johnson. La castaña que se hizo mi amiga hace poco tiempo. Tiene unos jeans tiros altos rasgados en algunos sectores y un bralette que puede pasar sin problemas como ropa interior. Para disimular un poco tanta exhibición de piel, lleva su usual chaqueta de cuero, la cual está algo gastada y descuidada pero presiento que tiene un amor por ella inexplicable.
—Abby —saludo con sorpresa. No pensé que vendría. De hecho, no pienso en ella hace días.
—Wow, increíble casa—comenta observándola. Deberías ver el desastre que es todos los días. No te verías tan asombrada.
—¿No hablas venido antes?—junto mis cejas con sorpresa.
—No soy de venir a estas fiestas—arruga su nariz. ¿Demasiado legal, Abby?—. Vine porque sabía que iba a encontrarte... Mañana hay una de esas peleas clandestinas. Son geniales, ¿Quieres venir?
Peleas clandestinas. Tanto tiempo sin oír ese nombre que ya se me hacia raro.
—Creo... que suena bien —me alzo de hombros sin saber muy bien que responder.
—Bien, te paso a buscar a las nueve.
Y cuando me arrepentí ya se había ido. ¿Volver a las peleas clandestinas? Esas peleas en lugares sucios, cerrados, de poca iluminación y con el suelo decorado con sangre. Donde las multitudes se arremolinan alrededor de dos tipos desquitándose a los puñetazos con la esperanza de hacer un buen dinero, hasta que uno saca una navaja y todo se va al demonio.
Un lugar encantador.
Eso forma parte de mi pasado problemático y no puedo olvidarlo si me sigo vinculando con gente como Abby. Esta decidido, podemos ser amigas pero no dejaré que me arrastre a cosas como esas.
De repente, siento una respiración a mi lado que me saca de mis pensamientos y me pone los pelos de punta. Unas manos se aferran en mi cintura y es cuando estoy lista para darle una cachetada a lo grande al imbécil, cuando me doy cuenta de que es nada más y nadie menos que Travis.
—Diva—me saluda sonriendo.
—¡Travesti!—lo abrazo saltando encima del. Me hace dar un par de vueltas en el aire. Mis pies se despegan del suelo y lo agradezco por segundos, estos tacones están matándome.
—Te extrañé —me dice. Me congelo.
Titubeo que yo también sin salir de mi estado de sorpresa. Me sorprende viniendo de él. Siento un revoloteo en mi estomago, el cual estuve sintiendo cada vez con más frecuencia al estar cerca suyo. Travis, ¿qué me estas haciendo?
—Con respecto a lo del otro día...—
—Hasta que no lo pidas de una manera decente no seré tu novia, Travis O'Connel —le interrumpo con seriedad.
—Pero quieres... ¿Verdad? —esboza una sonrisa que traiciona mis sentidos.
—Quizás...—murmuro evitando contacto visual.
—Alexandra Foster...—comienza a hacerme cosquillas. Es tanto el dolor que pase de alto que me diga Alexandra.
—¡No! —me río sin poder controlarme. Esto es como tortura—. Piedad, Travis.
—Bien —se detiene pero no quita sus manos de mi cintura—. Solo porque tú me lo pides.
—Exacto —¿por qué mas lo haría? A ver, ilumínanos. Suspiro como idiota—. Te quiero... ¿Sabes?
Mi corazón late descontroladamente. Es la primera vez que le digo esas palabras a un chico. No sé de dónde demonios salieron. Trago saliva.
Travis abre sus ojos con sorpresa. No se lo esperaba para nada.
—Yo también te quiero, Alex— deja un suave beso en mis labios.
Y eso que no somos «nada».
NARRA KATHERINE COLLINS.
La música está al tope de su poder —los vecinos no se quejan porque los tiene comprados básicamente—, el humo en el aire y el olor a amontonamiento ya me es demasiado familiar. Hasta creo que ya era muy normal.
Estoy apoyada sobre la barra improvisada que montaron los chicos, con mí vestido rosa crema hasta mitad de los muslos y unos tacones negros. Observo detenidamente a un chico rubio —bastante lindo cabe destacar— que esta charlando con sus amigos a unos metros de donde estoy.
Luce como mi próxima presa. Puede llegar a sonar hasta siniestro y psicópata pero es su culpa ser tan guapo. Le doy un sorbo a mi bebida.
De repente mi vista se ve obstruida por nada más que Cameron. Se coloca a mi frente. Que molesto.
—Hola — saluda Cameron sonriente. Tiene una sonrisa bonita, nadie puede negar eso. Sus facciones son la perfección en persona y ojalá este exagerando.
—Hola— le digo algo desinteresada. Sin embargo, la verdad es que sigue poniéndome nerviosa.
—¿Cómo estás, preciosa?—pregunta dejando su lata de cerveza vacía en la mesa.
—Cameron, nos vimos hace una hora— le recuerdo ante su intento fallido de ligar. Arruga su nariz y sonrío porque luce muy tierno.
—Me encanta cuando sonríes —revela dando un paso hacia mí. Esta a una distancia peligrosa. Tanto para mis hormonas como para mis sentimientos.
Mis mejillas se tornan de un color carmesí. ¡Tampoco te sonrojes!
—Y eres bastante bonita cuando te sonrojas... ¿Alguna vez te lo habían dicho?—pregunta. Luce inocente, pero sé en el fondo de mi corazón que no es así. Recuerdo las palabras de Alex, solo me hará daño. Solo quiere usarme para probar un punto.
Coloco mis manos sobre su pecho y lo empujo. Este retrocede, ni siquiera lo hice con fuerzas pero lo hace.
—Adiós, Cameron— murmuro aunque dudo que me haya escuchado por el volumen de la música.
NARRA PENÉLOPE MILLER.
—¡Logan! —exclamo aliviada al verlo. Estuve buscándolo durante los últimos quince minutos. Este lugar está infestado de gente y tuve que luchar entre la multitud para abrirme paso. Es un poco intimidante.
Acabo de llegar de mi casa, ya que fui a cambiarme y muy rápidamente a dejarle la comida hecha a mi hermana menor que no parece saber cocinarse ni un huevo frito. Me vi tentada a quedarme en casa a ver une película porque no me gustan mucho este tipo de fiestas pero algo en mi me dijo que tengo que venir. Y ese algo tiene nombre y apellido.
Tengo puesto un pantalón negro con una blusa algo suelta de color naranja. No es nada revelador, odio llamar la atención así. Me puse zapatillas, no me gustan los tacones como a Katherine, la loca de los zapatos.
Logan voltea a verme y puedo ver que está charlando con dos chicas. Una de ellas de piel oscura y otra rubia que recuerdo haberla visto alguna vez por los pasillos. Ambas son increíblemente atractivas y tienen un cuerpo de envidia.
Me siento poco cosa interrumpiendo a Logan.
—Hey, Penny —saluda este con una sonrisa forzosa—. ¿Crees que podrías darnos un minuto? Te alcanzaré luego.
Su tono de voz, su mirada, su incomodidad... En ese momento, con esas palabras, siento que algo en mi se rompe. Algo inexplicable. Me hace sentir menos, como si preferiría estar con cualquiera pero no conmigo. Esta tarde fue tan amable... Duele.
Asiento con la cabeza baja. Giro y me voy por donde vine. Sintiendo una presión extraña en el pecho, termino en la mesa donde decenas de botellas de alcohol de lo que puedas imaginarte están alineadas, listas para tomarlas.
Busco a Kath y a Cameron con la mirada, estaban aquí hace cinco minutos. Solo espero que no se hayan ido juntos. Escaneo todas las bebidas. No sé que beber. No soy una fanática del alcohol, no me gusta. Sin embargo, es una fiesta y yo solo quiero soltarme un poco.
Observo una chica echarle el contenido de una botella a un vaso rojo y luego Sprite. Suena interesante. Se va e imito sus pasos. Aunque creo que me pasé con el vodka, mierda. ¿Algo puede salirme bien? Le hecho hielo. Quizá eso lo apacigüe un poco.
Al primer sorbo pongo una mueca, esto es asqueroso. Sin embargo, lo termino. Dios, que sed. Y así es como me preparo otro. Y otro.
Mis sentidos comienzan a atontarse y es cuando decido por mi bien alejarme.
—¿Bailas conmigo?—pregunta alguien. Sacudo mi cabeza y observo al chico que tengo al frente. Es rubio, casi del mismo tono que yo. Sus ojos azules resaltaban y su altura. Me llevaba una cabeza. ¿Jugará al baloncesto?
Iba a decir que no como lo usual, pero de repente Logan se cruza por mi cabeza y le digo que sí, sin pensarlo mucho. Sonrió, él también lo hace y me lleva al amontonamiento de gente.
"Wiggle Wiggle" de Jason Derulo comienza a sonar y todos festejan la buena elección de Sean, quien hace de DJ.
Miro a mi alrededor alarmada. Chicos y chicas bailando pegados unos con otros, en un baile para nada sano. Me tiento en decir "adiós" e irme, no soy de estas cosas pero vuelvo recordar a Logan y a las dos rubias y el pudor se me va como por arte de magia. ¿Qué me estás haciendo, Palmer?
Me coloco de espaldas al chico y pongo una mano en su cuello. Desciendo. Imito a las chicas de mi alrededor lo mejor que puedo. Al ver que el chico —no sé su nombre, no me importa— no pone protestas, continuo bailándole, dejándome llevar con la música y los efectos del alcohol corriendo por mis venas.
Todo se termina cuando alguien toma de mi mano y me tira. Es Logan. Me aleja del rubio, el cual protesta, pero tras una rápida mirada del uno de los dueños de casa, se calla y se va.
—¿Qué te pasa?—le reclamo en voz alta mientras me llevaba escaleras arriba.
No responde. Se detiene en una de las puertas de arriba y la abre con una llave que sacó de su bolsillo. Me deja entrar. Más bien, me hace entrar.
—¿Dónde estamos? —pregunto confundida, ellos no dejan a nadie subir al segundo piso.
Observo todo en la penumbra, la cama grande desecha en una esquina, el acolchado color blanco, la ventana que da a la calle, el escritorio lleno de cosas desparramadas. Un verdadero desastre.
—En mi habitación —contesta algo molesto sin mirarme.
—¿Por qué me llevaste así de la nada? ¿¡Qué te crees que soy?! —le reclamo enojada.
—¿Para qué terminaras en un rincón con esa jirafa?—Logan se cruza de brazos. ¿Acaba de llamarlo «jirafa»?—. Penny, lo hice por tu bien.
—¡Logan tengo diecisiete años! ¡Sé lo que hago! —exclamo. ¿Quién se cree que es en mi vida para hacer eso?
—¡Al parecer no lo sabes ya que andabas refregando tu culo a un desconocido! —brama.
—¡No es un desconocido! ¡Puedo hacer lo que yo demonios quiera, no eres nadie para prohibirme cosas! —elevo cada vez más la voz al notar que él lo hace también.
—¿Cómo se llama?
—Se llama... Isaac. Isaac —repito segura de mi misma. Qué demonios sé yo.
—No, él no se llama Isaac. Su nombre es Asher—me corrige Logan de brazos cruzados—. Y es un imbécil, ¿no sabes lo que les pasa a las chicas que tontean con él?
Las facciones de su rostro se suavizan, entonces puedo ver la preocupación en sus ojos.
—No soy tan estúpida —me defiendo pero creo que sonó mas como una pregunta.
—Claro que no lo eres —suspira rendido—. Eres demasiado inteligente, diría yo. Pero si te negabas él podría hacerte algo peor. Penny, ya sucedió antes, me importas.
¿Le importo?
—Como las rubias. Ellas también te importan, ¿no es así? —espeto y lo miro como si mis ojos desprendieran ácido.
Luce confundido, hasta que parece recordarlas. Esboza una sonrisa cargada de diversión—. ¿Celosa?
—No cambies de tema, Logan.
Asiente.
—Eran dos amigas... El ligue iba bien hasta que los novios de ellas se presentaron y tuve que irme.
—¿El ligue?—espeto furiosa. Maldito sea el alcohol, ¿quién soy yo para reclamarle algo?
Logan no responde por unos momentos —. Quise ser sincero.
—Eh... —titubeo y doy un paso hacia atrás—. Nos vemos, Logan.
Giro y me encamino hacia la puerta. Miles de pensamientos atraviesan mi cabeza, estoy confundida.
—¡Alto, alto!—me toma de la muñeca—. ¿Por qué te enfadas? Si no somos nada...
Parpadeo varias veces. Tiene razón. No somos nada.
—No lo sé —respondo y zafo de su agarre para irme.
Pero en realidad, sí lo sabía.
NARA ALEX FOSTER.
Estoy bailando con Travis. Y eso es lo único que me importa. Ya deben ser como la una de la mañana y creo que la cantidad de personas aumenta a todo momento.
No he vuelto a ver a Penny, a Kath o a Hanna. Tampoco me esmeré en buscarlas. Me estoy considerando mala amiga, sin embargo, no todos los días tengo la chance de bailar con Travis.
Alice esta aquí, eso lo sé porque la vi cerca de la mesa de bebidas. Dudaba que haya podido venir, estuvo estos días ayudando a su madre con unas cosas en la oficina. Es bueno volverle ver al rostro.
—Voy por algo de beber— le aviso al oído, no había manera que me oiga de lo contrario.
—Te acompaño —me dice.
—Sé el camino —lo empujo un poco, asiente poco convencido pero me deja ir. ¿Quién se cree? Haciéndome paso entre el lío de gente —quienes se movilizan con rapidez al verme pasar—, me cruzo con Sean.
¿Quién está en la consola entonces? el mundo debería saberlo. Veamos si Sean es capaz de darse cuenta.
Una vez con vaso en mano, vuelvo a buscar a Travis en donde lo dejé. Memoricé el lugar ya que está a unos pasos de uno de los sofás. La gente es la misma, Travis no está.
Miro a mí alrededor por segunda vez para verificar que estoy en el lugar correcto y sí, este es el lugar.
—¡Travis!—exclamo pero no obtengo respuesta. Nadie siquiera me escuchó. Lo mataré si es que se fue sin explicaciones. Hm, debo dejar de amenazar a muerte a las personas... Reviso mi teléfono para chequear si no me había dejado algún mensaje, pero nada. Bufo y sin otra alternativa, empiezo a buscar a alguien conocido para matar el tiempo.
No obstante, al girar, atisbo con la mirada un tumulto de gente en un costado, quienes están en lo que parece ser un círculo. Problemas. Me acerco con velocidad empujándome entre la gente, que también le llamaba la atención la conmoción.
Casi debo gritarle a una chica para que se mueva del lugar y me deje pasar. Se hace a un lado con enfado, pero no puede importarme menos.
Me congelo al ver la escena que tengo enfrente de mis ojos. Travis y Sean discuten. Los dos están muy cerca, como si estuviesen a nada de pasar a los golpes. La música se detiene y todos somos espectadores. Dios.
—¡Eres un imbécil!—le grita Sean ahora que podemos oírles. Su mandíbula esta tensionada y tiene sus puños apretados a los costados de su cuerpo. Esto va a salir mal si nadie los detiene.
—¡No es mi cul...!—empieza a decir Travis, sin embargo, lo interrumpo.
—¿¡Que les pasa?!—vocifero metiéndome en el medio de los dos. Pongo mis manos en el cuerpo de cada uno y los empujo para que se alejen. Travis me mira asustado por unos segundos. Observo a Sean en busca de una respuesta pero ni se preocupa por mirarme.
—Alex, mejor te alejas...—Drake interviene y me toma de un brazo para sacarme de ahí.
Me tomo unos momentos para contemplar su mirada. Está muy nervioso.
—No— respondo sacudiendo mi brazo con fuerzas para soltar su agarre—. Tengo demasiadas dudas. La primera es que diablos sucede con ustedes dos —llevo mis ojos a Travis y a Sean, los cuales guardan silencio.
—Alex— advierte Logan esta vez. Muerde su labio y su rostro indica que esto es terreno peligroso, pero a mi poco me importa.
—"Alex", nada —suelto molesta. ¿Se creen que tengo cinco años?—. Ahora me van a explicar todo —miro a los dos en busca de una respuesta para no quedar como una idiota.
—No es momento —me responde Sean tras un momento de silencio. Deja escapar el aire contenido y clava sus ojos en Travis—. Solo espero que no te acerques a esa mierda de persona. Solo sabe dañar.
Travis lo mira, procesa sus palabras y para mi sorpresa, no se defiende. Muerde su labio como si estuviese conteniéndose para decir algo y se larga del lugar. Sean lo hace también en la dirección contraria.
—¡Súbele!—grita Cameron algo enfadado al chico que momentáneamente reemplaza al tatuado. Hace caso y la electrónica vuelve a retumbar. La fiesta continúa como si nada.
No obstante, no continúa para mí. La doy por cerrada. Odio quedar como la idiota que no sabe nada.
***
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro