2. ¿Amor a primera vista?
"A veces en los peores momentos, es cuando conocemos a las mejores personas"
Suspiro cansada antes de caer rendida a mi cama, la cual no tiene sábanas ya que acabo de terminar de hacer mis maletas.
¿Quién diría que hacer las empacar sería tan agotador? Debían darme algo de crédito, son las seis de la mañana, me desperté a las cuatro y el vuelo sale a las ocho. Lo bueno es que es sin escala —según lo que dijo Michael— y podría dormir todo el viaje que dura alrededor de doce horas.
Giro mi cabeza hacia la puerta, donde tres grandes maletas descansan en el suelo. Son color azul, no son mías. Son de mi tía. Las tenía guardadas en un armario, llenas de cosas inservibles. Y yo solo tenía maletas pequeñas así que, me las regalo.
Me siento en la cama y apoyo mi espalda en el respaldo de la cama. Me tomo unos minutos para observar la pequeña habitación. No he estado aquí por mucho tiempo. Quizá un poco más de un mes. Muchas cosas están pasando y me es difícil procesarlo todo.
Mi madre ha muerto hace un mes. Era un martes de lluvia —como casi todos en Londres — volvía de una carrera, cuando me llamaron. Era Susan. Me dijo que vaya al hospital urgente, no quiso darme más explicaciones. Yo no era ninguna estúpida, sabía de sobra que ella había muerto. Los doctores nos lo habían advertido. Ella estaba loca, loca al punto de internara en un psiquiatra, pero no lo hicieron por su cáncer. Ese último mes que tuvo de vida casi ni la visitaba, ya no era ella. Decía palabras sin sentido, decía que ya no quería verme mas, otras veces me pedía perdón por haber sido tan mala madre, luego quería matarme —literal— y hasta a veces me rogaba a llantos que me quede con ella. Como me cansaron sus trastornos de bipolaridad, me alejé. Solo la visitaba rara vez cuando Susan me lo pedía. Los doctores decían que debía relacionarse con sus familiares, pero ella decía que yo no era familia suya.
Antes de ir al hospital, desvié mi camino y terminé frente al rio Támesis en el puente Hungerford. Eran las dos de la mañana, ya no había un alma en las calles, especialmente no había turistas. Allí, con el reflejo de la luna contra el agua, lo saque todo. No soy una persona que le guste llorar, pero ahí fue cuando me desquite con todo. Lloré por mi madre, porque me hubiese gustado que fuese de otra forma, lloré por mi papá, triste de no acordarme de él y enojada por habernos abandonado. Lloré por Drake, porque no teníamos la culpa de nuestras situaciones y por no vernos desde hace doce años. Lloré por Susan, porque me sentía culpable. Lloré por mí misma, por lo bajo que había caído aún queriendo alejarme. Grité y lloré. Entonces, luego de media hora, partí hacia el hospital, sin expresiones ni rastro de lágrimas. Me dieron la noticia y no pasó nada.
Ya he superado que se haya ido. Para mí, ya se fue hace mucho.
Y ahora, Michael. Con su loco trato con mi tía, me llevara a vivir a Los Ángeles.
Alguien toca mi puerta y me desconecta de mis pensamientos. Murmuro un leve "pase". No creo que se haya escuchado, pero igualmente Susan entra a mi habitación, con los ojos rojos en signo de que estuvo llorando.
—Michael ya está abajo —me avisa y asiento con la cabeza.
Sujeto mi mochila con mi hombro derecho y mi tía me ayuda a bajar las maletas.
Una vez abajo, ella me abraza con fuerzas. Sé que no se montara mucho escándalo porque eso lo hicimos hoy, a las cuatro de la mañana. Lloro hasta más de lo que lo hace usualmente cuando vemos esas películas tristes los domingos a la tarde. Me abrazó, me prometió que llamaría y me dijo que disfrutara. Esto último no lo veo muy posible pero ya ven, estoy abierta a cualquier sugerencia.
Además de Anastasia, nadie sabe de esto. Ni siquiera Alice, me duele no decírselo, pero odio las despedidas y conociéndola es capaz de secuestrarme para que no me vaya. Tampoco que es para siempre.
En la acera se encuentra Michael, apoyado en una camioneta negra con unos lentes de sol y una sonrisa de oreja a oreja, como si nada hubiera pasado. Como si yo estuviese de acuerdo en ir con él.
De camino al aeropuerto, me dedico a mirar por la ventanilla, con los audífonos puestos con tal de no oir la voz del señor que tengo a mi lado. Miro la húmeda ciudad. Extrañaría su clima, después de todo, pase toda mi vida aquí, es imposible no acostumbrarse. Veo a la gente caminar, muchos de ellos dirigiéndose a trabajar, yendo a desayunar, haciendo cosas cotidianas... Y pensar que mi vida estaba a punto de cambiar.
[...]
Los Ángeles, California, Estados Unidos.
Cuando el avión arriba, bueno no el avión, el avión privado de Michael arriba a destino, bajo mis cosas que deje esparcidas por ahí y sin mirar a "papá" bajo, donde dos guardias de seguridad y un lujo auto nos estaba esperando.
Eso me hacia enfadar mas, él aquí, nadando en dinero, siendo dueño de una de las discográficas más famosas de el país y nosotras allá, apenas sobreviviendo. Lo odio.
Reprimo mis ganas de golpearlo por sexta vez en donde horas. Uno de los guardias nos ayuda con mis macutos y una pequeña de Michael, le agradezco, cosa que Michael no hace ya que se encuentra escribiendo algo en su celular. Ruedo mis ojos y subo al auto. El chofer cierra mi puerta una vez que hemos entrado y pone en marcha el motor.
Sorprendentemente, en el viaje, Michael, intenta entablar una conversación conmigo cada tanto, cosa que evadía a toda costa con respuestas sarcásticas o respondiendo con monosílabos.
No voy a hablar con él. Estoy siendo sumamente inmadura, pero si ustedes estuvieran en mi lugar...
En el largo camino, ya que casi duro una hora, me puse a admirar la hermosa ciudad de Los Ángeles, tal como me la había imaginado. Cuando sentía que me iba a suicidar ahí mismo en el auto, este se estaciona frente a una casa inmensa, esta en una especie de barrio privado. ¿Aquí vive Michael? ¿No es un poco grande para él y Drake? Ahg, por favor que no me diga que se volvió a casar y tiene mil hijos más correteando por ahí porque juro que ahí si me mato, no sin antes matarlo a él.
—Hay algo que no te dije —se gira a verme con una cara seria. Ya no luce como el hombre que intenta entablar una conversación como sea. Pero de esos que están por dar una mala noticia—. No vivirás conmigo —suelta de repente tras un momento de silencio.
Mi respiración se corta de repente.
—¿Cómo? ¿Estás demente? ¡¿Me traes a otro país completamente desconocido para mí y me quieres tirar en cualquier lugar?! —creo que marqué demasiado mi acento.
—No en cualquier lugar —me "calma" él— . Con Drake y sus amigos.
Ya tuve suficiente. ¿Dónde están las cámaras? MTV... Sal ya mismo de esos arbustos.
Esto debe ser una maldita broma.
—¿Drake y sus amigos? ¿Enserio? —lo mire atónita elevando mis cejas.
Aprieta sus labios. Sabe que se ha metido en un problema.
—Alex, sabes que no me agrada para nada la idea, solo que Drake insistió... Y bueno, ya sabes, yo ando de lugar en lugar, estarás sola la mayor parte del tiempo, creo que lo mejor es que vivas con ellos —me explica y al ver mi cara de odio, agrega—. Tienen tu misma edad. Si te sientes incómoda... Solo dímelo y te llevare a mi casa, pero dale una oportunidad.
—Eso no lo remedia —mascullo bajando del auto.
El chofer, baja mis maletas mientras que Michael se para a mi lado. Observo por fuera la casa, es muy grande... Nos acercamos a la puerta de entrada, yo con algo de nerviosismo. Es decir, no suelo comportarme así, pero en situaciones como esta es inevitable.
Michael, alias, papá bastardo, toca el timbre. Este resuena por toda la casa. Todo un revuelo se escucha desde dentro de la inmensa casa.
—¡Sean, apaga la música! —gruñe alguien, claramente molesto—. ¡Cameron, ponte ropa por el amor de Dios! ¡Logan cierra el pico de una puta vez! ¡Luke, suelta ese libro ahora mismo!
Oigo unos pasos acercándose a la puerta y algo se revuelve en mi estomago. Calmada, Alex...
De repente la puerta se abre y creo que me voy a desmayar.
Un chico aparece detrás de ella, es más alto que yo, su cabello es negro azabache, al igual que yo. Sus ojos son marrones, al igual que los de mamá. Las facciones su cara, su expresión al verme y todo lo que es él... No me deja duda alguna de que él es Drake Foster. Estoy enfrente de mi hermano mellizo.
Nos miramos. Nos quedamos congelados. Nada de los alrededores importa.
Ódialo, Alex, ódialo.
—Alex —murmura él, como si no creyera lo que sus ojos ven.
—Drake —murmuro y me lanzo a sus brazos.
Durante todo el viaje me imagine este momento. El momento en el que Drake y yo nos volviéramos a ver. Estaba decida de que cuando lo viera, lo iba a odiar, ni un abrazo, ni nada. Solo por celos, por envidia ya que él tuvo lo que siempre quiso y yo no.
No sé qué demonios pasó.
Me rodea con sus brazos. Se siente tan bien. Por fin, después de tanto, me siento completa.
Puedo apostar mil libras a que Michael sonríe con orgullo atrás nuestro. No quería darle el gusto de verme abrazar a Drake, pero bueno. Hundo mi cara en su hombro.
No nos separamos por un buen tiempo. No me había dado cuenta hasta ahora, lo que extrañaba a mi hermano.
Nos alejamos y nos observamos como si quisiéramos memorizar cada centímetro de nuestros rostros.
—Dios mío, Alex, yo... Yo no sé qué decir. Te ves muy bien —ríe con nerviosismo, cosa que me pareció adorable.
Puedo jurar que me sonrojé. Y yo no me sonrojo fácil.
—Tú también.
Le presto atención a su altura, su cabello desordenado, la camiseta que se ajusta a su cuerpo y... Claramente es mi hermano mellizo.
—Preciosa y es tu hermana —le recuerda Michael por detrás, poniéndolo colorado. Creo que acabo de vomitar cien veces en mi cabeza.
—Eso lo sé —resopla Drake—. Hay que hacer que los chicos de ahí adentro lo entiendan también —lo ultimo parece que se lo dijo para sí mismo.
Claro, sus amigos. Seguro serán un par de frikis que con suerte no veré en el día porque se la pasan en sus celulares.
—Bueno, chicos. Me voy, tengo cosas que hacer, Drake, cuida a tu hermana por favor, haz que se sienta cómoda. —Lleva una mirada a mi—. Cualquier cosa me llamas, Alex.
Él asiente con la cabeza, yo ni me gasto en mirarlo. Cierro la puerta dejando a Mike afuera. Mientras menos lo vea, mejor.
Llevo mi mirada a la casa. Ya no estando tan nerviosa. Emocionada, más que nada.
Al parecer esta es la sala de estar, bueno pues es inmensa, la decoración era toda en blanco y negro. Un televisor plasma con una Play 4 y muchísimos juegos apilados, tres sillones grandes, intercalados entre el blanco y el negro. Me sorprende que todo esté perfectamente ordenado. Siempre que me juntan "chicos" y "casa" suelo asimilar un campo de batalla oloroso. Este no es el caso. Observo con asombro toda la casa. Veo una gran escalera ascender y luego su balcón con respectiva baranda. Esta casa es impresionante.
Podría seguir nombrando cosas y nunca terminar, pero lo que más me llamo la atención fueron esos seis chicos observándome de pies a cabeza en el medio de la sala de estar. Logran ponerme incómoda porque parecen sacados de revistas de moda, son la perfección en persona.
Dime "perfección", y te enseñaré una foto de ellos. Lucen los mismos dioses griegos del Olimpo. No exagero para nada, en absoluto. ¿Trabajaran en una agencia de modelos? Porque deberían. Creo que me tienen que acercar un balde para que deje de babear.
Ya, control.
Solo pensaba en... ¿Y donde están los frikis?
—¿Tú? —pregunta una voz y un castaño me llama la atención. Llevo mi mirada a él y observo su rostro. Ojos verdes, facciones que parecen haber sido dibujadas por algún dios griego, labios que me resultan muy interesantes. Por no mencionar, su altura y como sus musculos se tensan ahora que se ha cruzado de brazos
—Ehm... ¿Nos conocemos? —pregunto.
Drake le lanza una mirada de advertencia, a lo que el castaño calla, negando con la cabeza.
¿Qué significa eso? ¿De dónde conozco a este chico? No me suena para nada... Intento recordar, pero en mi vida he conocido a tantas personas que acordarme de un rostro es imposible.
—Alex, ellos son mis amigos —carraspea Drake y me llama la atención—. Chicos, —se dirige a los seis que me miran atentos— ella es Alex, mi hermana melliza.
—Soy Logan —es el primero en tomar la iniciativa con una sonrisa. Tiene ojos celestes, pelo castaño en una ondulada cresta. Llevaba un traje de baño algo húmedo al igual que su cabello, ha salido de la piscina hace poco. Como todos, es un poco más alto que yo—. Logan Palmer — completa.
El moreno, el cual no aparenta buenas intenciones me interrumpe cuando quiero saludar a Logan.
—Soy Cameron Holt, nena. Disponible para cuando quieras —me guiña un ojo. Ahora sí, de todos él es el más atractivo. No por lejos, pero lo es. Ojos color café, cabello marrón en una cresta, la cual terminaba con rubio, una mezcla extraña. Una leve sonrisa juguetona me daba a saberlo todo de él y a lo que su personalidad se refiere. Quizá no tenga tanta masa muscular como el resto, pero sin duda es muy atractivo. No creo dejarlo pasar por desapercibido.
—Yo soy Luke McQueen —ese chico. El cual me dijo "Tú" cuando apenas entre a la casa. Guarda su celular en los bolsillos de sus jeans y se presenta.
Luke sonríe. Tiene la sonrisa más linda que vi en m vida.
No tiene la contextura física que el resto, es más delgado pero aun así muy guapo, al igual que todos en la fila. Supongo que me detuve un poco más en el ya que no paraba de sonreír y yo parecía no querer dejar de mirarlo.
—Luke es rápido —tose Logan a lo que todos se ríen y yo quito mi mirada avergonzada.
—Shane Hastings —dice un pelinegro de ojos azules tan atrapantes como el mismo mar, dejando de reír —. Tu mejor compañía si eres mi amiga, tu peor pesadilla si eres mala.
Frunzo el ceño, este chico es raro.
—Había que presentarnos, no hacerla asustar. Sigue el guión —dice Luke a su lado, proporcionándole un codazo en las costillas. Shane se ríe negando con la cabeza.
—Está bien, solo soy Shane Hastings, preciosa.
Espérate un poco, ese "preciosa" estuvo de mas.
—Yo soy Thomas Blake —se presenta un castaño de ojos azules—. El "responsable" del grupo —hace comillas imaginarias con sus dedos—. Espero que nos llevemos bien.
Le sonrió. Al fin uno cuerdo.
—Y por último, yo soy Sean, Sean Mitchell —dice un tatuado al final, de brazos cruzados. Tiene el brazo derecho tatuado, jeans y una remera sin mangas color blanco. No tiene un rostro de muchos amigos, deduje que es el "chico problemático". Aun así, sonríe como el resto. ¿Es que tienen un tic con sonreír?
No Alex, así ligan.
Un silencio incomodo reina en la sala de estar. Todos incluido mi hermano me miran. Y yo no entiendo el porqué hasta luego de unos segundos-
—Ah cierto, la presentación —digo sonando algo estúpida. Intento no sonar nerviosa—. Mi nombre es Alexandra Foster, pero nunca me digan Alexandra o les irá mal. Solo Alex. Vengo de Londres, aunque creo que eso ya lo saben. Tengo un carácter fuerte, no me tomen de fácil, porque no lo soy. Manténganse alejados de mí y todos seremos felices. ¿Preguntas?
¿Shane? Sí, Shane. Como olvidar al chistoso. Bueno, el levanta la mano. Me siento un poco tonta al tener que señalarlo para que hable.
—¿Cocinas? —pregunta el castaño de ojos azules.
Vacilo un poco antes de asentir. ¿Cocino? Claro, hielo y con mucha suerte jugo.
—Que bien —suspira con alivio—. La comida de Thomas es asquerosa, ya te amamos.
En un rápido movimiento, los tengo a los seis abrazándome. Creo que Drake también, no lo vi.
—Me asfixian —logro decir.
—Calla, es amor de familia—murmura una voz que me es difícil de identificar.
—Recién los conozco —protesto no acostumbrada a este tipo de muestra de afecto.
—¿Amor a primera vista? —se que el que dijo eso es Shane.
¿Así de amorosos son siempre?
Iugh, creo que moriré aquí.
Una vez que logro que se quitaran de mí, me acomodo la ropa y dejo que Drake me guie a mi nueva habitación. Me lleva escaleras arriba, donde pude apreciar mas la casa. Nos detenemos en una puerta blanca en el medio del pasillo.
Mi mellizo abre la puerta y me deja pasar a mi primero. Lo hago y miro con detenimiento la habitación. Es grande y eso no me sorprende, es completamente blanca a excepción del acolchado negro que decora la cama. Hay varios estantes en un costado, vacíos. Dos mesitas de luz, una a cada lado de la gran cama, un armario que se encontraba cerrado, pero debo suponer que esta vacío, y finalmente un escritorio blanco con una lámpara negra. La habitación casualmente también es hermosa y mucho más grande a comparación con mi antiguo cuarto.
—Espero que te guste —dice Drake—. Este todo tan... varonil porque esta habitación iba a ser originalmente para otra persona, pero ahora es toda tuya. Puedes hacer lo que quieras.
—¿Para quién iba ser? —pregunto curiosa. ¿Quién es tan idiota como para rechazar esto?
—Para un imbécil, ya no importa —responde evitando mi mirada y sé que no quiere hablar más del tema, así que simplemente lo dejo estar.
Entra mis bultos al cuarto. Me siento en la cama y él se apoya en la pared. Quedamos enfrentados, sumidos en un silencio incomodo. Observo cada detalle de su rostro, como si no quisiera olvidarlo. Es un cambio muy brusco. De cuando tenía cinco años a diecisiete. Supongo que piensa en lo mismo.
—¿Cómo estás? —el toma la iniciativa para entablar una conversación.
—Sorprendida, en shock, no lo sé —retengo las ganas de llorar.
Él se limpia una pequeña lágrima que comenzaba a deslizarse por su rostro.
—Ha sido mucho tiempo...
—Las circunstancias de la vida nos han llevado a ser dos desconocidos —digo sin meditarlo.
Drake asiente.
—Dios, te extrañe tanto —se acerca hacia mi rápidamente y me abraza. Me paro de la cama para mayor comodidad.
—Yo también —digo confesándome.
—No sabes la falta que me hiciste todos estos años —dice mi mellizo—. He sufrido mucho sin ti.
—No pareciera —un resoplido se escapa de mis labios. Realmente parece que Drake estuvo viviendo en una nube de algodón toda su vida mientras que yo lo hice en una nube de púas.
—Lo que ves ahora... No siempre fue así.
Creo en sus palabras.
—No puedo creer que estemos juntos —digo y un pequeño sollozo se escapa de mis labios. Al diablo con no llorar. Acurruco mi rostro en su hombro y lloro. De felicidad, claro. Al final estábamos juntos.
—Nunca más nos volverán a separar, Alex —promete—. Ya nos han robado mucho tiempo, no dejare que lo hagan nunca más.
Nunca más.
Luego de un tiempo, nos separamos y Drake me ayuda a desempacar. En eso, charlamos de básicamente todo. Él me cuenta lo que fue de su vida desde que nos fuimos. Al parecer, Michael dejó Londres y se instaló en Los Ángeles. No perdió tiempo y decidió seguir con su trabajo. Mudó la central de su discográfica a Estados Unidos y siguió haciendo dinero. Al parecer, este siendo "padre" dejó a Drake al cuidado de múltiples niñeras que solo hacían su vida imposible. Michael lo llenaba de dinero y regalos caros, cuando todo lo que él quería era su familia de vuelta. A los seis años conoció a Thomas Blake, el chico "responsable". Él decía que siempre veía a Drake muy decaído y que quería alegrarlo. Años después, conocieron a los demás que ya se conocían entre sí. Vienen de distintas ciudades. Algunos de Portland y así. No lo recuerdo muy bien y tampoco que sea muy importante...Quizá les tenga envidia porque estuvieron más con Drake que yo. No tiene novia, aunque si cree haberse enamorado. Juega futbol americano en el equipo de la escuela, Luke es el capitán del equipo al parecer. Esas, entre miles de cosas más.
Yo, por otro lado, no me quedo atrás. Le relato como fue mi vida en Londres, porque murió mamá ya que no sabía mucho del tema y todas esas cosas, sin mencionar esto de las fiestas y toda esa parte que intento cambiar de mí. Y finalmente, le pregunte porque no había asistido al funeral.
—Michael no me lo permitió —habla cabizbajo.
Asiento, sin darles demasiadas vueltas al tema. No se notaba muy feliz con aquella idea y era más que obvio que Michael es un imbécil en todos los sentidos.
Creo que hemos perdido la noción del tiempo, cuando alguien toca la puerta y esta se abre. ¿Logan? Sí, creo que Logan esta allí.
—¿Vienen a comer? —nos pregunta—. Ya es muy tarde.
Miro la hora desde mi celular, son las once de la noche y había llegado a la casa a las ocho.
—¿Por qué no avisas antes? —se queja Drake.
—Queríamos darles un tiempo para hablar. Ahora relájate, cabra loca —dice su amigo entrecerrando los ojos en dirección a mi hermano.
Este se ríe.
—Ya bajamos —avisa él.
Logan cierra la puerta luego de salir. Miro la habitación. Con la ayuda de Drake, lo había hecho todo más rápido. Cada cosa se encontraba en lugar y me siento satisfecha con el resultado.
—¿Vamos? —le pregunto a Drake el cual estaba cerrando las valijas vacías.
—Claro. Deja que primero bajamos estas maletas al sótano —me dice. Lo ayudo. En el camino, me hace un pequeño recorrido por la casa. Donde estaban los dos baños, la sala de juegos, cuales puertas dan a habitaciones y cuáles no. Me enseña el patio trasero y finalmente me llevó por un sinuoso pasillo y dejamos las valijas en un sótano, el cual a diferencia de las películas, no tenia mesa de pool ni una maquina de helados. Simplemente un sótano donde guardan muchas cosas. Las dejamos a un costado y subimos.
No dejamos de hablar ni un segundo, literalmente. Debíamos ponernos al tanto de tantas cosas... Llegamos a la cocina, la cual también es grande. Me sorprende ver la mesa, que supongo que es de comedor diario, con un mantel color blanco, vajilla y cubiertos de el mismo color. Servilletas color vino adornaban una fina copa.
¿Tienen vajilla fina? Eso no lo venia venir...
Frunzo en ceño. Bien, sabía de sobra que estos chicos tenían dinero, pero nunca pensé que iba a ser tan exagerado.
¿Acaso viene la reina a cenar? ¿O así cenan cotidianamente? Drake, a mi lado, se muerde el labio para evitar largar una carcajada. Llevo mí mirada a los chicos, quienes a la derecha se hallaban hechos un lio, con delantales puestos, harina en la cara y un particular olor a salsa.
—¿Viene la reina a cenar o qué?—rio caminando hacia ellos, los cuales estaban discutiendo sobre si ponían mas sal o no.
Ellos se paralizan a escucharme y se giran, dejando de pelear. Luke pasa sus manos por el delantal floreado naranja —nada varonil—, intentando quitar la harina.
—Sí, tú eres la reina —dice él.
Bueno, eso ya lo sabía. Está bien, no.
—Claro —dice Shane—. Primer día, debemos causar una buena impresión ¿no?
—¿Y el resto de los días? —me cruzo de brazos desafiándolos con diversión.
Se miran nerviosos entre ellos.
—Mira... Nosotros... —Logan intenta explicarse.
—Con una pizza y vídeo juegos me hubiera conformado —les digo ahorrándoles la vergüenza.
—¡OH! —y mas "¡oh!" se escucharon por detrás.
—¡Les dije que esto no era buena idea!—brama Thomas enfadado—. ¡Que ella era diferente!
El único que no se mueve ni protesta es Sean, quien me mira con una sonrisa traviesa mientras niega con la cabeza divertido.
¿Y este?
—Ya, chicos—les digo para tranquilizarlos mientras intento calmar la pelea que cause. Parece que respiran y discuten—. Si quieren comemos... Lo que sea que estén cocinando... Pero si quieren podemos pedir una pizza y les gano a todos en el Fifa.
Me miran como si hubiesen encontrado oro.
—Menos mal —suspira el moreno lindo, Cameron—. Thomas cocina del asco.
—¡Eso es mentira! —Thomas lo golpea con un trapo—. ¡Sin mi ya estuvieses muerto, Holt!
—Ya está dicho —habla Logan extendiendo sus brazos—. Alex será mi esposa.
Todos nos reímos de el chiste de Logan. Estos chicos no están tan mal...
***
nota 2022:
me había olvidado que me daba cringe este libro.
love,
cande.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro