Capítulo I
1938
7 y 8 años.
—¡Vamos, corre!—gritó un sonriente y pícaro Taehyung, soltando una fuerte carcajada al ver el esfuerzo del pequeño Jungkook en querer alcanzarlo. — ¡Llegaré a la meta primero, y serás tú quien me regale su colección de autos!
¿Y cómo no aumentar sus pasos y correr más rápido? Era su colección de autos; su favorita, y no iba a dejar que Taehyung se las llevase todas. ¡Era inaceptable!
Las carcajadas alegres de Taehyung abarcan y rebotan en cada rincón de aquel pateo de la mansión Kim, con sus usuales botas de lluvia, manchando todo a su paso y claramente llenando de lodo al pequeño perfeccinista de Jungkook. Era muy estricto con su aseo personal, una mínima mancha y ya lo encontrarías chillando del asco.
—¡Oh, Taetae! ¡Mi ropa! — y ahí estaba. Lloriqueó el más bajo, deteniendo sus pasos y mirando su pantalonsillos con mínimas gotas de lodo.
El mayor de ambos detuvo los suyos y dejó de sonreír, para comenzar a acercarse y observar con preocupación el atuendo de su amigo.
—Lo siento, Kookie. —aquel pequeño apodo, tan extraño y nuevo para el curioso Jungkook, siempre le hacía ladear la cabeza confuso. ¿Por qué a las personas le era importante ponerle apodos a otros? ¿Tendría algún significado? Él también le tenía uno a Taetae, pero tiene justificación para eso; ya todos lo apodaron así.
¿Entonces de donde lo sacó y por qué Taehyung lo llamaba así?
—Está sucio. —puchereó al ver su camisa junto a sus pantalonsillos embarrados del lodo.
—Venga, no seas chillón. Los niños grandes y fuertes como yo no lloramos. Estar de mi lado te hace fuerte. ¡Venga, una sonrisa!—el pequeño negó y se cruzó de brazos, girando su cuerpo hasta darle la espalda al más alto, queriendo no verlo, bastante molesto.
—¡No, no, no!
Taehyung frunció el ceño, poniendo sus manos en jarra y posicionándose al frente de Jungkook.
—Pero no te enojes. Es solo lodo, Kookie.—volvió a negar enojado el más bajo. Taehyung suspiró y tomó sus hombros, se agachó un poco a su altura y lo miró fijamente. —Si me perdonas, te daré mi colección de autos, todos los que quieras.
Y como negarle algo así, era muy tentadora la propuesta, y más si viene de una forma bastante fácil como prestarle atención a Taehyung. Sus ojos se alzaron iluminados, desprendiendo la inocencia característica de un dulce niño. Sus mofletes se inflaron felices, para luego alargar sus labios y dejar ver sus perlas blancas faltantes de un diente en medio.
—¡Vale! ¿Lo juras por la garrita de oso? —Taehyung sonrió airadamente y asintió, alzando su meñique y entrelazandolo con el de su mejor amigo.
—Por la garrita de oso.
El bajito sonrió y rápidamente comenzó a correr de nuevo, apresurandose en llegar a la meta mucho antes que un Taehyung indignado y gritándole "Traidor" a todo pulmón.
—¡Oye, eso es trampa! —y comenzó a correr por igual, queriendo alcanzarlo, pero teniendo en cuenta que debería dejarlo ganar por esta vez.
Ambos volvieron a reír a carcajadas, llenando de alegría aquel lugar lleno de soledad y gris clim. Tan triste, frío y envuelto en el polvo. Humo y cenizas de las secuelas de aquella guerra que día a día abarca más espacio y llega a ellos, queriendo también derrotarlos.
El que sobrevivía era digno de respetarse.
Pero aquellos dos mejores amigos nunca supieron entender eso.
—¡Para! —gritó el más bajo al verse al borde de un gran charco de lodo. Pero hagamos una pausa.
No es que Taehyung sea un desobediente como lo era su madre en su juventud, de hecho, no. Pero si tenia cierto problema auditivo, y no de una forma seria. ¿Pero como pretendes que te va a escuchar si el pobre estaba a pasos más lejos que su mejor amigo? Fue algo que hizo chillar en frustración al pequeño castaño. Porque ahí, a centímetros del gran charco, el cuerpo de su amigo llegó tras suyo e hizo que tras el impulso de su gran carrera lograra que ambos cayeran al lodo, llenándose de punta a punta. Ambos cayendo encima del otro, Jungkook abajo y boca abajo, mientras Taehyung se hallaba igual, encima de Jungkook, tratando de no saborear el lodo que cayó en su boca.
—¡Taehyung! —gritó en un aludido chirriante el más bajo, queriendo sacarse de encima a su mejor amigo. —¡Bájate, bájate! —comenzó a llorar, siendo un dramático en el proceso, bastante escandalizado y asqueado por el molesto lodo en su cuerpo.
—¡Mi boca está llena! —comentó en palabras inestables que no se entendían tras tener su boca claramente llena del contenido para nada comestible. Eran todo un desastre.
Para cuando ambos amigos se sentaron, ambos empezaron a llorar escandalosos, siendo sus madres ajenas a lo que estaba sucediendo, pero escuchando con claridad el llanto de sus hijos.
Siempre era lo mismo. Lloraban hasta cansarse para luego reír e irse corriendo tomados de las manos a cometer otra travesura.
¿Por qué ninguna hacía algo?
Sus madres sabían que una vez que ellos crecieran se iban a enfrentar a cosas peores, y para enfrentar cosas peores debes aprender desde chico a enfrentar cosas sencillas, como lo era un poco de lodo entrando a sus orejas o incluso boca.
Al vivir en medio de muerte y peligro a diario, para ellas el saber que sus hijos estarán desprotegidos una vez que ellas no estén, les carcome el alma en preocupación. Es por eso que preferían no hacer mucho cuando ellos lloraban en latentes berrinches tras caerse. Ellos eran el apoyo del otro, sabían como enfrentarse a cosas básicas de niños. Eso daba de que hablar. De grandes serían ya independientes y sabrían enfrentar las adversidades de la lacerante vida.
Así como ellas también pudieron, ellos igual.
—Odio el lodo, huele feo. —volvió a chillar el más pequeño, sacudiendo sus brazos torpemente con la intención de quitar el lodo, pero esto solo lograba que el lodo se transfiera a su mejor amigo.
—¡Me llenas más, me llenas más!
El pequeño al ver lo que ocasionaba, dejó de llorar, ladeando su cabeza, analizó la situación y soltando una pequeña risa, bastante divertido con el aspecto sucio de su mejor amigo.
—Te ves gracioso. Pareces un mono feo y hediondo.
—¡Y tú un gusano estripado! —contraataca apuntándolo con su dedo índice, bastante acusador y mentalmente preparado para una posible pelea tonta.
—¿Sabe bien el lodo? —se burló tras identificar más del contenido en la boca de su amigo.
—¡No te burles! —solloza bastante amargo.
A pesar de estar lleno de algo que no le agrada y que mucho menos huele bien, soltó una carcajada muy alta, sin entender porqué la causa de su risa. Jungkook entiende muchas cosas, más de la que su mente de siete años tiene permitida capacitar. Pero aquel momento donde ambos estaban embarrados de lodo se le hacía cómico. Anteriormente hubiese llorado si solo él estuviese embarrado del lodo, pero eran ellos dos. Él y su mejor amigo. Ambos estaban llenos, siempre unidos en sus primeras veces de tantas que tendrían con el lodo. Esto era mejor que estar embarrado únicamente.
Y a Taehyung tampoco le hizo faltar entender, porque lo comprendió muy bien y comenzó a reír a la par de él, enseñando por igual su falta de dientes en esa sonrisa a cuadro.
—Se siente feo esto. —comentó el mayor, sacudiendo por igual y menos torpe sus brazos.
—Pero es divertido.
—¡Sipie Dipie! —ambos aplaudieron y se levantaron, para posterior tomar sus manos y empezar a caminar fuera de los charcos, camino a la entrada de la mansión.
—"El día de ayer 12 de marzo Alemania invade Austria. Al amanecer, Adolf Hitler ordena invadir Austria, su país natal, por 200.000 soldados, SS y policías, proclamando después la anexión ("Anschluss") del territorio al III Reich. ¿Esto es una señal de paz? ¿Aliado o un traidor más a la nación?"
Ambas madres se miraron fijamente al noticiero en el televisor de pantalla pequeña con gran cajón, con una expresión de preocupación. No sabían si tomarse eso como alivio o como una suma más a sus preocupación.
—Será un año crucial. —Heejin es la primera en hablar, detonando mucha ansiedad en su tono de voz.
—No cabe duda. —suspiró la otra mujer, tratando de contener el miedo que requería el rumbo de volver a mantenerse en casa y afrontar lo que posiblemente sería una segunda guerra.
Habían estado en paz por largos años, desde
El 11 de Noviembre de 1918, cuando finalizó la que hasta el momento había sido la guerra más devastadora de la historia de la humanidad, un conflicto que sería la antesala de una posible segunda guerra terriblemente devastadora.
Había miedo.
—¡Ruar! —ambos niños llegaron al lado de sus madres, rugiendo como de un tigre temible se tratarse. Sus madres se giraron asustadas, pero no por el susto, sino por sus apariencias mugrosas de lodo.
Y ambas gritaron el nombre de sus hijos, horrorizadas y con poca paciencia.
Definitivamente quitar ese lodo de sus oídos iba a ser tarea difícil.
—¿Sabes qué le dijo una casa a otra casa?—ambos niños ya se encontraban en la bañera, disfrutando de un pequeño espacio entre ellos mientras jugaban con barquitos de madera.
—No, ¿qué le dijo?—Jungkook respondió desinteresado, tratando de darle equilibrio a su barco.
—Casemosno.—Taehyung soltó una fuerte carcajada, botando un poco del agua de la bañera y esta azotando el piso tras caer. Jungkook lo mira con desdén.
—¡Qué chiste tan horrible!
—¡Claro que no!—Taehyung no para de reír, bastante contagioso por el chiste que claramente a él sí se le hacía gracioso.—Lo he visto en la televisión. Un hombre elegante y de bigote gracioso se lo dijo a una mujer de cabello extraño y ella sí le dió gracia, hasta le dió un beso, ¡y tú no me diste un beso!—apuntó con su dedo, ofendido por no recibir también de ese afecto.
—¡Qué asco! No te daré un beso.
—¡Dame un beso!
—¡Qué no!
—¡Solo uno!
—¡No, porque me vas a pegar los piojos!
—¡Los piojos no se pegan con un beso!
—¡Da igual como se peguen, sé que me los vas a pegar!—Jungkook y Taehyung forcejaron ruidosamente. Uno por no querer dar un beso en la mejilla del otro. El segundo por querer ser besado.
—¡Un beso!
—¡No!
—Entonces te lo daré yo.—Y sin previo aviso, pudo sentir los cálidos labios de su mejor amigo posar suavemente en su mejilla, siendo los vellos erizados de su piel protagonistas y testigos de aquel momento que hizo acelerar su corazón de manera vergonzosa. Sus mejillas siendo azotadas por el rubor y sus manitos pequeñas posadas en los hombros canelas de Taehyung, queriendo seperarlo. Taehyung, muy gustoso de su acto, se separa y le sonríe en grande y con inocencia a Jungkook, con sus ojos cerrados demostrando que no era tan malo.—¿Y bien?
Jungkook quedó atónito en su lugar, el agua moviendose al rededor de su pequeño cuerpo cuando dejó caer sus manos de los hombros de Taehyung cuando este se separó.
—¡Qué asco!
Probablemente Jungkook nunca iba a entender lo que era sentirse amado por un padre, ser llamado "campeón" o incluso que este te llevase a la escuela. No comprendía porqué un padre era tan importante en la vida de un niño. Supone que es simplemente para dar autoridad y seriedad en la familia. Pero al ver al padre de Taehyung jugar con el mencionado lo hacía sumar lo anteriormente dicho con lo que sus ojos ven ahora.
¿Así se sentía tener un padre?
Una guía, un hombre que marque tus pasos, que esté orgulloso de ti solo por existir, que sea tu ancla y que sea tu escalera para llegar a lo más alto. ¿Eso hacían los padres?
A veces se preguntaba, ¿su padre no lo quería y por eso murió? Porque lo único que sabía de su padre era que había muerto, ya que lo había escuchado en una conversación ajena y por casualidad él había escuchado. Tampoco entendió lo que era la palabra "Morir" pero con el tiempo supo entender su definición gracias a su intelecto y una que otra película de ficción.
Cuando veía a Taehyung reír por consecuencia de las cosquillas que su padre le generaba, el corazón de Jungkook se inflaba en evidente envida, una muy sana y divertida. Le daba curiosidad saber qué se sentía ser rodeado en un abrazo por un padre, pero con el tiempo que llevaba observando a su mejor amigo con su padre, pudo llegar a la conclusión de que era muy ajeno a eso, porque el sentimiento ya no iba a ser igual.
Y solo le bastó con sonreír y soltar carcajadas cuando el padre de su mejor amigo le hacía alguna morisqueta para integrarlo también en el círculo familiar, terminando por hacerle cosquillas a él.
No tenía un padre, pero tenía una segunda familia junto a su mejor amigo.
Jungkook nunca le prestó atención al tiempo que llevaba prácticamente viviendo en la mansión Kim, no lo detecto y ni se fijó por las horas de entretenimiento que pasaba al lado de Taehyung. El mayor de ambos tampoco comentaba de ello, se alegraba de tener siempre a su lado al pequeño. En las mañanas, almuerzos, tardes, noches; cuando dormían juntos y abrazados. Simplemente adoraba estar al lado de su Kookie.
—¡Kook!— lo llamó exasperado— Estás haciendo trampa. —hizo una pequeña pausa, haciendo notar su enojo. —¡El auto debe pasar por la rampa! ¡No hagas tus propias reglas! ¡Pásalo por la ram..! ¡Kookie!
《"Bueno, a veces me adoraba, tanto como yo a él. Siempre se obstinaba al verme hacer trampa. Era gracioso, ver como su rostro se enrojecia por dejarme en claro que las reglas siempre debían ser seguidas. Era un chico muy estricto cuando se trataba de reglas y juegos. Le gustaba que todo fuera perfecto..
Lamentablemente; no todo lo fue."》
—¡Pero no me grites!—El bajito se cruzó de brazos, molesto e indignado—Si me gritas no te haré caso. ¡Y no hago trampa! Es justo y necesario que la pase por debajo, ¿acaso no ves que se desvía?—Jungkook intentó justificarse, cuando la realidad es que sí estaba haciendo trampa, y solo con el hecho de hacer enojar a Taehyung.
Y Taehyung no le quedó de otra que jalarse sus oscuros cabellos, bastante irritado.
—¡Qué así no son las reglas!
—¿Y quién inventó esas tontas reglas?
—¡Pues yo!
—Qué tonto eres.—Jungkook lo miró de pies a cabeza, con una mirada arrogante que hizo apretar los puños de Taehyung, el cual soltó un grito.
—¡Tú eres el tonto, nariz de tucán!—Jungkook hizo un gesto de indignación y se acercó a Taehyung de manera desafiante.
—¡Y tú tienes nariz de oso peludo, porque estás bien peludo y feo!
—¡Qué no!
—¡Qué sí!
—¡Jungkook!
—¡Taehyung!
Ambos pequeños se miraron con sus cejitas fruncidas, narices arrugadas y manitos hechas puños. Al mismo tiempo se sacaron las lenguas en modo de ofensa y de inmediato se sorprendieron por la sincronización.
—¡Conectados!—bociferaron al mismo tiempo, para posterior reír a carcajadas y alzar sus manitos y entrelazar sus deditos.
—No más peleas.—prometió Taehyung.
—No más hasta hoy.—Jungkook sonrió y ambos asintieron para después sellar su promesa e ir a jugar como siempre.
《 "Supongo que las almas gemelas estábamos hechas para comprendernos y ser felices con lo más mínimo. Yo era feliz con solo verlo sonreír, tan sencillo y hermoso. Él era feliz tomando mi mano hasta ponerme nervioso. Éramos felices con solo la presencia única e inocente del otro. ¿Qué sí me hacía feliz eso? No tengo palabras exacta para ello, porque es infinita, es extensa y alguien se cansaría de leerla.
Menos yo." 》
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