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Narración 7



Una cámara no tenía un significado especial para Phichit. Aquel objeto descansaba sobre su escritorio desde que se le fue entregado.

A lado de la cámara, estaba el borrador de una carta para Seung-Gil Lee. Phichit escribía el mismo contenido una y otra vez, sólo para poder entregarle a aquel niño, algo digno de él.

Cuando creyó tener la respuesta perfecta, fue hacia una papelería cerca de su casa para poder comprar un sobre.

Él aún pensaba en la edad de Seung-Gil, era la misma y eso a Phichit le emocionaba más. Pensó que el niño podía ser un buen amigo o conocido a distancia.

La papelería cercana a su casa era manejada por un un hombre cercano a la familia llamado Celestino. Él insistía porque lo llamara tío por la cercanía que tenían y Phichit no tenía problemas con eso.

Tomando el sobre y listo para comprar, un niño salió de la nada desde el cuarto donde se guardaba toda la mercancía.

El niño misterios vio a Phichit y corrió hacia él.

—¡Tú debes de ser Phichit! —exclamó, tomando las mejillas del tailandés entre sus manos.

—A-ah... sí —le costó responder por la presión que le ejercían en sus labios.

—Yo soy Victor Nikiforov. Apenas me mudé aquí cerca unos días atrás y tu tío es alguna especie de amigo cercano a mi papá.

¿De qué cosas estaba hablando este niño?

—Y tu tío me dijo que tenía un sobrino como de mi edad que podía conocer y me mostró una foto.

Phichit estaba procesando y reteniendo toda la información recién otorgada.

—En fin, ¿tienes hambre?

—Victor, deja al niño en paz —un hombre desconocido, pero con un parentesco (con rasgos más maduros) sorprendente al niño que seguía presionando sus mejillas, apareció del mismo lugar de almacenamiento.

—¡Papá! ¡Él es Phichit! —exclamó Victor, muy emocionado.

—¡Oh! Puedo notarlo...

—¡Él será mi amigo!

—Vitya, eso es muy apresu-

—¡Me encantaría! —se apresuró a decir el tailandés muy emocionando por todo lo que sucedía.

En un cierto modo, Phichit dudaba que ambos tuvieran la misma edad, pero tal vez no había mucha diferencia.

El padre de Victor cobró el sobre y tras muchas insistencias por parte de aquel niño, los dos fueron a casa juntos.

—¿De dónde eres, Victor? —era muy fácil adivinar que no era de por aquí.

—Soy de Rusia. Mi papá se mudó por cuestión de un nuevo cambio en nuestras vidas.

—¿Y tu mamá?

El niño ruso se quedó en silencio un rato y eso provocó que a Phichit se le respondiera la pregunta con más una sola respuesta.

Durante el transcurso de regreso a casa y entre conversaciones triviales de aquellos dos niños tan animados, una mujer se acercó a ellos con una caja entre sus manos.

—Buenos días, pequeños. Soy Malai, y vivo aquí cerca.

Los dos niños tenían el: "No hables con extraños" muy grabado en su cabeza que se quedaron estáticos ante los nervios.

—No vengo a ocasionar ningún problema, pero hace poco se me entregó este pequeño hámster y la verdad no tengo como cuidarlo. Pensé que tal vez... alguno de ustedes...

La señora extendió la caja y Phichit se asomó para ver su interior. En ella vio a un pequeño hámster de pelaje gris mordisqueando tal vez, un pedazo de galleta.

—No tiene nombre y es joven todavía —prosiguió la señora—. Pueden hablar con sus padres si es que gustan quedárselo.

—¿Qué dices, Victor? —preguntó Phichit, aunque él ya tenía una decisión tomada.

—Es bonito, pero-

—¡Me lo llevo! —interrumpió el niño tailandés.

La señora abrió los ojos como platos.

—¿No quieres hablar con tus padres primero?

El niño negó con la cabeza y tomó la caja entre sus manos.

—Si no te permiten quedártelo, encárgate de buscarle un buen hogar —fue lo último que dijo la señora con cariño antes de irse.

Los dos niños retornaron el camino de nuevo sin dejar de acariciar al hámster.

✉️

La madre de Phichit se mostró reacia ante la nueva mascota de su hijo, pero al ver que era una criatura muy pequeña y linda, lo dejó conservarlo.

Cuando Victor se presentó, ambos niños de sorprendieron cuando la mujer confesó que ya sabía de su llegada y que esperaba estos mismos resultados.

Estando en el cuarto del menor, los chicos lucían como mejores amigos.

Phichit le mostraba las cartas de Seung-Gil Lee a su nuevo amigo ruso.

—¿Entonces siempre se envían cartas a diario? —preguntó Victor.

—No, ayer no le di una respuesta. Tenía que mandar otra carta a un amigo.

—¿Qué amigo? ¿Está aquí contigo? ¿Sería mi amigo también? —a Victor se le iluminaron los ojos.

—Mmh... supongo, pero él está en Japón.

—Oh... —ahora el ruso se veía desanimado.

—¡No te preocupes! Te presentaré a mis amigos mañana que vayamos a la escuela.

—¡Eso me encantaría!

Los niños rieron un rato y Phichit miró el borrador que aún descansaba en su escritorio.

—Victor, iré a la oficina de correos a dejar mi carta. ¿Me quieres acompañar?

El niño ruso asintió energético y se levantó de un salto. Phichit tomó al hámster que estuvo entre los dos todo el rato para dejarlo con su madre.

Todo era perfecto.

—Phichit, ¿por qué quieres responderle a aquel chico? —preguntó Victor mientras salían de casa.

—Quiero conocerlo. Me gusta —respondió con total seguridad.

—¿Te gusta? Pero no sabes cómo es —el niño ruso estaba claramente confundido y Phichit decidió explicarse.

—Me refiero a que me gusta a cómo me gustas tú y mis otros amigos. Me gusta conocer a la gente nueva y quiero conocerlo a él.

—Mmh... —Victor no parecía comprenderlo—. ¡Entonces a mí me gusta Phichit también!

Se abalanzó sobre el tailandés para darle un abrazo.

—Estoy seguro que Chris y tú se llevarían muy bien —bromeó Phichit mientras reía.

Victor habló de lo emocionado que estaba por conocer a esas nuevas personas.

Llegaron por fin a la oficina de correos y dejó la carta con el señor encargado. Phichit ya no confiaba del todo en los carteros que tomaban la mensajería directamente del buzón.

—¿Eso es todo? —inquirió Victor aún con una chispa en sus ojos.

—¡Síp! Volábamos a casa.

Durante el transcurso de regreso, el padre de Victor apareció para llevarse a su hijo.

Ambos niños se despidieron con una promesa de verse al día siguiente.

✉️

La cámara reposaba en el mismo lugar...

¿Por qué Phichit lo pensaba tanto?

Tomó el objeto entre sus manos y le sacó una fotografía a su hámster que aún no tenía un nombre.

La sensación fue muy agradable y el resultado lo fue aún más.

A Phichit le podía gustar esto de la fotografía.

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