Capítulo 9: La Pesadilla de Aiko
Ya había amanecido, y la luz del sol entraba por la ventana iluminando el lugar. Youji se había quedado dormido en el sillón, abrazado a Naomi. Al despertar observó con ternura a la chica que descansaba plácidamente sobre su pecho. Acarició con dulzura el rostro de Naomi. Era extraño, sentía que quería protegerla, cuidarla. No quería apartarse de ella ni un solo momento. Repentinamente sintió una sensación de miedo que lo estremeció.
"¿Qué pasaría si se entera de que soy un asesino?", pensó. Temía la reacción de Naomi ante ese pequeño detalle. Después de todo, ella había dejado a Haruki por haber matado a una persona. No iba a compararse con él, Haruki mató a un testigo de sus oscuros negocios, mientras que Youji se dedicaba a eliminar a la escoria humana junto con sus compañeros. No era lo mismo, uno mataba para esconder sus sombríos propósitos, él lo hacía por justicia, evitando que personas como Haruki siguieran lastimando gente inocente. Pero un asesino es un asesino, y tal vez ella no lo entendería. Temía decepcionarla, temía hacerla sufrir, temía perderla...
-Buenos días –dijo Naomi somnolienta, acomodándose en el pecho de Youji como si fuera su almohada.
-Buenos días, bella durmiente –rió besándola suavemente en los labios.
-¿Qué hora es? –preguntó ella bostezando.
-Como las 6 de la mañana –le respondió.
-¿Tan temprano? –volvió a acomodarse con pesadez- Debes haber dormido pésimo aquí en el sillón.
-Te equivocas. Fue la noche más maravillosa de mi vida.
-¿Por qué? –ella lo miró a los ojos, extrañada por sus palabras, sobre todo después del incidente de anoche.
-Porque la pasé contigo –respondió él besándola, como en la noche anterior. Al separarse, Naomi se situó cerca del rostro de Youji, acariciando el mismo con la punta de su nariz.
-¿Acaso no piensas levantarte? –le preguntó al ver cómo se acomodaba.
-No –le respondió- Quiero quedarme un poco más así, aquí contigo...
Youji sonrió y la abrazó con cariño, ella respondió al abrazo y se quedaron así durante horas.
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-¡No, por favor! ¡No lo hagas! –dijo Aiko desesperada, su rostro estaba lleno de golpes.
-No, me dejas otra opción –le respondió una voz ronca, masculina.
-¡Por favor, padre! ¡No me hagas esto! –suplicó la chica.
-¡Te he dicho mil veces que odio verte y oírte cantar! ¡¿Qué clase de imagen le das a esta familia?! –su padre la golpeó, dejando a la chica en el piso.
-Desobedeciste a tu padre y tienes que pagar las consecuencias –dijo Haruki con una sonrisa maliciosa.
-Tal vez así aprendas a respetar –agregó Kunio indiferente.
-Pero...cantar no tiene nada de malo, no entiendo qué... -Aiko fue interrumpida por su padre, que la tomó del cabello con fuerza, levantándola del suelo.
-Cantar no tiene nada de malo –dijo su padre- ¡Pero te prohibí que salieras en las noches! ¿Y tú qué haces? ¡Te vas por ahí como la perra callejera que eres con tu amiguita!
-¿Por qué me dices eso? –ella no lo entendía, nunca lo entendería y lo único que podía hacer en ese momento era derramar lágrimas de impotencia- Solo fui a dar un concierto con Naomi.
-¡¿Todavía preguntas por qué?! –Midorikawa estaba furioso- ¿Quiénes eran esos cuatro?
-¿Qué cuatro? –preguntó confundida y preocupada.
-Los cuatro a los que les dedicaste tus canciones –respondió Kunio- El tal Ken, que quiso hacerse el valiente tratando de defenderte.
-Esos dos que estuvieron siguiéndome y el idiota con el que Naomi anda –agregó Haruki.
-¿Cómo...cómo supieron que estaba...? –Aiko trató de desviar la atención.
-Estabas en mi hotel, querida... -respondió una serena voz masculina entre las sombras.
-¿Tú? –los ojos de la chica se llenaron de terror al ver al dueño de esa voz.
-Tal vez él pueda enseñarte algo de respeto –dijo Midorikawa tirándola al piso y dejándola sola con aquel hombre.
-¡No, por favor! ¡Piedad! ¡Por favor! ¡Noooooo! –gritaba con desesperación la chica.
-¡Aiko! ¡Reacciona, por favor! –se oía la voz de Ken entre las diabólicas carcajadas de aquel sujeto al que Aiko le tenía tanto miedo- ¡Aiko!
-¡Noooooo! –gritó ella levantándose súbitamente, y su rostro se encontró a pocos centímetros del de Ken.
-¿E...estás bien? –se sentía nervioso al tener a la chica tan cerca, ésta no lo pensó y lo abrazó- Aiko, ¿qué tienes? –estaba preocupado- Estás temblando y sudando.
-Nada, no es nada –respondió nerviosa apartándose de él- Sólo fue... una pesadilla, una horrible pesadilla.
-No te preocupes si era una pesadilla, ya pasó –la tranquilizó acariciándole el rostro; eso hizo que Aiko se sonrojara y se pusiera más nerviosa de lo que estaba- ¿Estás mejor?
-Sí...sí, ya... pasó –ella se alejó un poco de Ken, sintiéndose avergonzada debido a la cercanía que habían mantenido- ¿Qué estás haciendo aquí?
-Iba pasando por el pasillo y te oí gritar –respondió él- Golpeé la puerta, como no me contestabas decidí entrar. ¿Segura de que ya pasó?
-Sí, estoy bien –le dijo sonriendo.
-Bien, en ese caso, te espero en la cocina para desayunar –Ken le devolvió la sonrisa, retirándose del cuarto.
"¡Esto es una condena!", pensó Aiko luego de que Ken se fuera."Malditos, ¿cómo pueden ser tan crueles? No pienso regresar. Huiré el resto de mi vida si es necesario, pero no volveré a ese lugar, nunca más..."
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Luego de ducharse y cambiarse rápidamente, Aiko fue a la cocina para desayunar.
-¿Dónde están todos? –preguntó al ver que estaba ella sola con Ken.
-Veamos –dijo Ken pensando- Omi en la escuela. Aya salió temprano, pero volvía para abrir la florería. Yo estoy aquí, y Youji ...
-Con Naomi –Aiko terminó la frase.
-¿Cómo lo supiste? –preguntó sorprendido.
-Youji estaba muy preocupado por ella ayer –comentó mientras se servía un poco de té, y Ken colocaba un plato con tostadas sobre la mesa.
-Parece que se llevan muy bien –comentó Ken.
-¡Yo diría más que bien! –agregó ella riendo, sentándose a la mesa con él.
-Aya aún no regresa –miraba preocupado el reloj- Parece que tendremos que abrir la florería nosotros.
-Por mí no hay problema –dijo Aiko mientras comía una tostada.
Ken la observó por un momento. ¿Cómo es que una chica tan dulce podría estar involucrada con gente tan ruin como lo era su padre? Ken se preguntaba eso cada vez que veía a Aiko, cada vez que la miraba a los ojos, que se reía. Era una chica tan linda, tan frágil, inofensiva ante la maldad de su padre.
-¿Por qué me miras así? –preguntó Aiko al descubrir la mirada de Ken fija en ella.
-No, no, por nada –respondió sonrojado tomando un poco de té.
Luego del desayuno, ambos bajaron al negocio para abrirlo. Aiko barrió un poco, cuando Aya regresó, ayudó a Ken a acomodar algunas plantas. Al volver, Omi comenzó a limpiar la florería, mientras Aiko subía a la casa para arreglarla.
-¡Buenos días a todos! –se oyó la voz de Youji, quien entraba a la florería con una sonrisa de oreja a oreja.
-Oye, ¿por qué esa sonrisa? –Ken estaba sorprendido por la alegría de su amigo.
-Debe ser porque pasó la noche con Naomi –le respondió Omi viendo a Youji con desconfianza.
-¡Sí, así es! –suspiró Youji con toda la alegría que podía expresar- Pero no pasé la noche con ella en la forma que ustedes piensan...
-¿Qué quieres decir con eso? –preguntó Omi con curiosidad.
-¿Qué fue lo que pasó? –agregó Ken.
-Nada –respondió restando importancia a sus palabras- La lleve a cenar, hablamos, fuimos a su apartamento, el cual ametrallaron casi matándonos. Lo mismo de siempre.
-¡¿Qué?! –dijeron sus compañeros, atónitos- A ver, ¿cómo es eso de que ametrallaron el departamento de Naomi, casi matándolos?
-Ese maldito miserable de Haruki ha amenazado a Naomi desde que ella descubrió la clase de rata que es –explicó él furioso- Al regresar al apartamento él la llamó diciéndole que se despidiera de mí y de su vida. Cuando quisimos acordar estaban baleando el lugar.
-¿Hirieron a alguno de ustedes? –preguntó Omi preocupado.
-No, en cuanto empezaron los disparos tiré a Naomi al piso y hasta que no terminaron no nos movimos –respondió.
-¿Averiguaste si ella sabía algo del CD? –se oyó la voz de Aya.
-La verdad no –dijo Youji- No pude descubrir mucho.
-Presiento que hay algo que nos están ocultando –mencionó Aya pensativo.
Los otros tres chicos se miraron. Ken sabía que había algo a lo que Aiko le temía, y no se lo había dicho, pero pronto lo descubriría.
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Todo iba tranquilo en la florería, Youji seguía con la misma sonrisa con la cual había llegado. Omi estaba en el mostrador. Aya cortaba flores del invernadero, mientras Aiko y Ken las acomodaban. Todo estaba bien, pero eso cambió pronto.
Al pasar un par de horas, un hombre esbelto, de la edad de Aya, apareció por la florería junto con dos monigotes. Él se acerco a Aiko, quien no había notado la presencia de estos sujetos.
-¡Aiko, querida! Al fin te encuentro –dijo él. Al escuchar su voz, Aiko tiró al piso las flores que tenía en las manos, y el pánico se adueñó de ella.
Los chicos, al percatarse de esto, se mantuvieron atentos a la situación.
-Sanjiro –la voz aterrada de la chica dejó escapar casi ahogada el nombre de aquel extraño.
-También me da gusto verte –la miró con malicia- He venido a buscarte para llevarte a casa.
Sanjiro trató de llevársela a la fuerza, pero Ken se interpuso.
-Ella no irá a ningún lado, y menos contigo –molesto, se colocó entre ese tipo y Aiko.
-Tengo derecho a llevármela –replicó Sanjiro- Va a ser mi mujer, y tiene que estar conmigo.
Las miradas atónitas de los cuatro amigos se fijaron en Aiko, ella se vio aún más asustada y nerviosa.
-Aiko, ¿qué es lo que este tipo está diciendo? –preguntó Ken sin entender, pero ella estaba paralizada.
-Ya veo, querida –siguió Sanjiro- Aún no les has dicho a tus amigos que estamos comprometidos.
Al oír esto, Ken sintió que el mundo se le venía abajo. Miró a Aiko en busca de una explicación, pero la expresión de la chica era casi igual a la de él.
-Por favor... dime que no es verdad –susurró él, pero Aiko sólo lo vio con ojos cristalinos y subió corriendo las escaleras para encerrarse en su cuarto.
Ken iba a ir tras ella, pero la voz de Sanjiro lo detuvo.
-Debe estar nerviosa por la boda –comentó con sarcasmo, recibiendo una mirada de odio por parte de los cuatro floristas- Díganle a mi amada que tiene 24 horas para abandonar esta pocilga y regresar con su futuro marido, o ya sabe lo que pasará.
-¿Y qué es lo que pasará? –preguntó Omi sin evitar mirarlo con aborrecimiento.
-Créeme, no querrás saberlo... –con una perversa sonrisa y antes de marcharse, se dirigió a Ken- ¡Ah, señor Hidaka! Debería tener en cuenta que no es bueno meterse con la prometida de otros.
Ken observó a Sanjiro con rabia, mientras éste salía de la florería. En cuanto él desapareció, Ken no tardó en ir a hablar con Aiko.
-¡Aiko, abre la puerta! –dijo Ken golpeando la puerta que estaba trancada.
-¡Vete, déjame sola! –gritó desde dentro de su habitación, entre lágrimas.
-¿Qué fue todo eso? ¿Por qué no nos dijiste nada? –interrogó el chico. Luego de insistir unos minutos, Aiko abrió la puerta.
-¡Porque tenía miedo! –le respondió- Sanjiro, es la principal razón por la que huí de casa. Mi padre sabe que lo odio y como castigo arregló mi compromiso con él.
-¡Pero eso es terrible! –Ken estaba pasmado, pensando en lo cruel que podía ser Midorikawa, pero otra cosa llamó más su atención- ¿Por qué le tienes tanto miedo a Sanjiro?
-Porque...porque... -tartamudeó ella, poniéndose peor de lo que estaba, pero aún así le respondió- Trató de violarme.
-¿Qué? Pe-Pero... ¿cuándo? ¿Dónde? -balbuceó incrédulo.
-Digamos que la primera vez que me vio quedó encantado conmigo –dijo ella sollozando- En la primera oportunidad que estuvo solo conmigo lo intentó, pero Naomi estaba en la casa y gracias a ella no pasó nada.
-¿Fue sólo en esa ocasión?
-No. La noche que volví a casa con Kunio...
Flash Back
-¿Tú? –los ojos de la chica se llenaron de terror al ver al dueño de esa voz.
-Tal vez él pueda enseñarte algo de respeto –dijo Midorikawa tirándola al piso, y dejándola sola con aquel hombre.
-¡No, por favor! ¡Piedad! ¡Por favor! ¡Noooooo! –gritaba con desesperación la chica.
-Es hora de terminar nuestro asunto pendiente –le dijo tirándola al sillón del despacho de Midorikawa, aprovechando la debilidad de la chica para adueñarse de ella.
-¡No! ¡Sanjiro, suéltame! –ella luchaba cuanto podía, pero él continuó besándola, desgarró parte de su ropa mientras Aiko solamente gritaba, pero eso no le estaba sirviendo de mucho. Ella siguió forcejeando con Sanjiro, pero éste parecía disfrutar del terror que la joven sentía hacia él. Parecía que Sanjiro conseguiría lo que quería, pero de pronto sintió un fuerte golpe en la cabeza. Aiko había conseguido zafarse lo suficiente para tomar el florero de la mesita que se encontraba al lado del sillón y partirlo en la cabeza a Sanjiro.
Fin del Flash Back
-Luego de eso subí a mi habitación sin que nadie me viera –continuó relatando- Me cambié de ropa, coloqué lo mínimo imprescindible en mi mochila y huí. Caminé sin rumbo y no sé cómo...
-Llegaste aquí –terminó la frase Ken, observando con compasión a la chica que no paraba de llorar- ¿Tu padre sabía lo que ese canalla hizo contigo? –preguntó, creyendo que Midorikawa tal vez tenía una pizca de humanidad.
-Por eso mi castigo fue el compromiso con él –respondió ella. la sangre de Ken hervía solo de pensar la idea de que un padre pudiera ser tan cruel con su propia hija, de ni siquiera importarle la seguridad de ella. Esos tipos no eran personas, eran monstruos.
-No te preocupes –dijo Ken abrazando a la chica para consolarla- Esos malditos van a sufrir por lo que te hicieron.
Aiko se asustó al oír el odio con el que Ken hablaba, pero aún así no quiso separarse de él.
"Mataré literalmente a esos tipos por todo el daño que te han hecho", prometió Ken lleno de ira.
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